Confabulario

Confabulario Resumen y Análisis "La migala"

Resumen

El narrador menciona que la migala (es decir, una araña de la familia de las tarántulas), anda libremente por su casa. Luego cuenta que un día en que Beatriz (quien parece ser su mujer) y él andaban por una feria callejera inmunda, vio la alimaña más repulsiva y aterradora que pudo. Unos días después, volvió a la feria, compró aquella araña y la soltó en su departamento.

Desde ese día, la amenaza de la araña suelta aterroriza sus días y sus noches. El narrador sueña con la criatura, y la imagina caminando por su cuerpo hasta que amanece y comienza un nuevo día. A veces piensa que la migala ha desaparecido, pero de pronto vuelve a encontrarla de forma azarosa, cuando está por ducharse, o cuando se desviste para acostarse.

A veces, también piensa que el comerciante no le vendió una migala, sino algún enorme escarabajo poco peligroso. Sin embargo, nada de todo eso tiene importancia, y el narrador dice haber consagrado a la migala su muerte aplazada. Cuando el narrador se pierde en sus pensamientos, la migala aparece y le recuerda que en otro tiempo él soñaba con Beatriz y con su compañía imposible.

Análisis

Uno de los rasgos característicos de los cuentos de Arreola es su brevedad: frecuentemente, no suelen superar las dos páginas de extensión. En el caso de “La migala”, incluso todo el argumento del texto queda definido en la primera frase: “La migala discurre libremente por la casa, pero mi capacidad de horror no disminuye” (p. 24). En este cuento, la brevedad también se relaciona con el carácter enigmático y sobrecogedor de la narración: muchísimas preguntas se le disparan al lector frente a las primeras líneas del relato: ¿Qué es la migala? ¿Por qué genera tanto horror? ¿Qué es lo que ha dado origen a la situación en la que se encuentra el narrador?. Así, el cuento construye rápidamente una atmósfera psicológica cargada de ambigüedad que se sostiene desde la primera hasta la última línea, y que constituye la principal característica del relato.

El cuento muestra cómo un hombre compra una araña, a la que le profesa un terror absoluto, y la suelta en su propia casa, para que el animal lo mate del horror o con una picadura. Así, el cuento postula la idea de un hombre que es prisionero en su propia casa de un terror que él mismo se ha impuesto. En este sentido, el clima del cuento se asocia a los relatos de terror, famosos por crear ambientaciones cargadas de tensión, oscuras y macabras desde el punto de vista de un narrador protagonista. El narrador hace referencia de forma sostenida a la naturaleza infernal de aquella criatura que compra: “Dentro de aquella caja iba el infierno personal que instalaría en mi casa” (p. 24), “comprendí que tenía en las manos, de una vez por todas, la amenaza total, la máxima dosis de terror que mi espíritu podía soportar” (p. 24). El terror se instala en esa potencialidad y en la espera: la migala es el terror que puede destruir la vida del hombre, y queda libre en el departamento como una amenaza invisible pero siempre presente.

La espera a la que se somete el narrador se mezcla con la irrealidad y la posible ilusión de todo el asunto al punto de confundir al lector y empujarlo a considerar que la araña en verdad es una invención de la psicología torturada del protagonista. Esta idea se refuerza con algunos pasajes en los que el propio narrador imagina la amenaza: “Muchas veces despierto con el cuerpo helado, tenso, inmóvil, porque el sueño ha creado para mí, con precisión, el paso cosquilleante de la araña sobre mi piel” (p. 25). Así, otra característica propia del relato fantástico y de terror se hace presente en el relato de Arreola: la vacilación entre lo que se considera real y lo que podría ser una ilusión producto de la alteración psicológica de los personajes.

La estructuración de la cronología del relato ocupa un lugar de importancia en el análisis: casi en cada párrafo, el narrador introduce marcas temporales que indican que su relato no sigue un orden cronológico estricto. Tras la frase introductoria, el primer párrafo se retrotrae al día en que el narrador pasea por la feria y observa a la migala con terror por primera vez. El párrafo siguiente avanza unos días después de aquel evento, y se posiciona en la compra del animal, dando importancia a todo lo que el narrador siente cuando regresa a su casa con la araña. A continuación, el relato se detiene, en el cuarto párrafo, en la noche “memorable” (p. 25) en que el narrador suelta a la migala en su departamento, tras lo cual, en el párrafo siguiente, las referencias temporales y la elección verbal sitúa al narrador en un presente atemporal: “Todas las noches tiemblo en espera de la picadura mortal” (p. 25). Los párrafos que siguen continúan con esta estructura: “Hay días en que pienso que la migala ha desaparecido” (p. 25) y “Muchos días encuentro intacto el alimento que he dejado la víspera” (p. 25). Es, entonces, a partir del cuarto párrafo, que se opera un cambio de dirección en la temporalidad del relato y se establece un estado de presente que se sostiene hasta el final del relato. Los dos últimos párrafos no presentan referencias temporales y están enunciados en presente, con lo que el lector se queda con la sensación de que el narrador sigue sufriendo por los terrores que le ocasiona aquella criatura que él mismo ha soltado.

Dada la temporalidad anteriormente descrita, puede considerarse que el relato plantea la suspensión total del tiempo cronológico y se instala en un presente subjetivo, marcado por la interioridad del narrador, que se pierde en sus propias conjeturas, y recuerda otros tiempos. Por eso mismo, el relato no presenta ni resolución ni clímax y no guarda relación con los finales convencionales de los cuentos, sino que es una exploración, un ensayo en el que Arreola se mueve desde las referencias cronológicas hasta un espacio atemporal que instaura el presente perpetuo en el que se despliega el terror del narrador.

Finalmente, la figura de Beatriz es el mayor enigma sin resolver que plantea el texto. La historia de Beatriz y su misterio se parangona con el propio misterio de la migala; a Beatriz se la identifica primero con “el desprecio y la conmiseración brillando de pronto en una clara mirada” (p. 24) y parece ser eso lo que empuja al narrador a someterse al horror de la migala, como si su presencia fuera una forma de recordar la presencia de aquella mujer. Al final del relato, cuando la migala ha transformado la vida del narrador, solo le queda recordar que en otro tiempo “soñaba en Beatriz y en su compañía imposible” (p. 25). Beatriz, uno de los nombres universales para la figura de la amada tras la figura de Beatriz para Dante, el autor de la Divina Comedia, podría ser una representación de lo inalcanzable, que puede ser también una forma de la muerte. Esa forma abstracta podría ser reemplazada por el narrador al adquirir la migala, algo mucho más concreto. Así, el narrador se estaría moviendo dentro de dos extremos: por un lado, la pureza y la inocencia de esa belleza absoluta encarnada en Beatriz y, por el otro, el animal “impuro y ponzoñoso” (p. 24) que, a pesar de su carácter atroz, representa la elección personal del narrador. En ese sentido, Beatriz y la migala podrían interpretarse como un monstruoso contrapunto de la vida sentimental del narrador.

En conclusión, el cuento se plantea como un enigma en torno al significado de la alimaña y las referencias a la misteriosa figura de Beatriz y su función dentro del relato y de la vida del narrador. Los hechos mismos del relato pueden ser cuestionados como una invención del narrador, y finalmente lo único que permanece como efectivo es la atmósfera de intenso terror que se eterniza en el presente atemporal del protagonista.