Confabulario

Confabulario Resumen y Análisis "Monólogo del insumiso"

Resumen

El narrador dice haber poseído a una huérfana el día del velorio de su padre. Tras este evento, un viejo que es descrito como el presidente de las letras mexicanas (de la Academia de Letras, o alguien muy famoso en los círculos literarios) lo ataca en la calle y llega a golpearlo con su bastón, porque amaba a la muchacha violada.

El narrador manifiesta luego que hasta la lavandera lo odia, y que incluso los perros lo desprecian por sus actos. Los únicos que siguen apoyándolo son los miembros de su público, hombres y mujeres a los que llama positivistas. Para ellos sigue siendo el joven cantante y poeta. Sin embargo, lo que preocupa al narrador es que su estilo no será ni siquiera mencionado por los críticos del futuro, quienes lo clasificarán como un viejo perteneciente al romanticismo y allí lo dejarán.

Por eso, y pensando que solo lo llorarán aquellas señoritas de afectados modales y los viejos positivistas, el narrador decide suicidarse con cianuro en su habitación. Con ese último gesto, pretende teñir a las letras mexicanas con su nombre ineludible, asociado a la tragedia de su muerte.

Análisis

Al igual que muchos otros relatos analizados previamente, “Monólogo del insumiso” es otro juego de intertextualidad en el que Arreola siembra algunas pistas para su correcta interpretación.

La primera de ellas figura en el epígrafe: “Homenaje a M. A.” (p. 45): se trata de una referencia a Manuel Acuña, un poeta mexicano representante del romanticismo que sirve como referente para el narrador protagonista del propio relato.

El relato propone un monólogo en primera persona de un joven poeta que inicia con la referencia al acto sexual cometido con una huérfana el día del velorio de su padre, lo que desencadena la mayor parte de los problemas de su vida. El monólogo revisa su vida de artista y su incapacidad para trascender como algo más que un poeta romántico mediocre. Al final del monólogo, el narrador anuncia su suicidio.

Para poder interpretar correctamente el cuento, es necesario tener cierta información sobre el poeta al que Arreola hace referencia en el epígrafe: Manuel Acuña es, en primer lugar, un representante del romanticismo tardío y además, sus poemas ilustran las relaciones trágicas que sostuvo con Rosario de la Peña y con Laura Méndez, que le valieron el mito de “poeta de trágicos amores”. Arreola aprovecha este mito creado en torno a la figura de Acuña y lo propone en su texto como un ser desesperado y aborrecido, a quien sus amantes rechazan: “¡Ay de mí! Ya me aborrece hasta la lavandera, a pesar de nuestros cándidos y dilatados amores. Y la bella confidente, a quien el decir popular señala como mi Dulcinea, no quiso oír ya las quejas del corazón doliente de su poeta” (p. 45). Sin embargo, a pesar del trágico destino del poeta, que deriva en suicidio, la perspectiva irónica del narrador sobre su propia historia complementa el texto con una dimensión cómica. Como lo indica el poeta: “Hay un diablo que me castiga poniéndome en ridículo. Él me dicta casi todo lo que escribo. Y mi pobre alma cancelada está ahogándose bajo el aluvión de estrofas” (p. 46).

Este pasaje está cargado de ironía en tanto que el propio autor piensa sus poemas como un “aluvión de estrofas” que “ahoga su alma”, formas poco elogiosas para pensar su propia obra. A su vez, la idea de que hay una fuerza superior, ese diablo que dicta sus poemas, es una clara referencia al genio romántico: los poetas de este movimiento literario solían pensar a la poesía como la irrupción de un genio absoluto que se manifestaba en el rapto creativo.

El poeta queda así vinculado indefectiblemente a la corriente romántica, y eso se traduce luego en su diálogo hipotético con un crítico literario: “Usted, querido señor, un poco más atrás, si no le es molesto. Allí, entre los representantes de nuestro romanticismo” (p. 46). Una vez más, se describe de forma irónica su propia obra, como algo anticuado. También aparece aquí un rasgo de exageración hiperbólica, cuando se imagina a sí mismo con telarañas en el pelo: "Y yo andaría con mi cabellera llena de telarañas, representando a los ochenta años las antiguas tendencias con poemas cada vez más cavernosos y más inoperantes. No me dirá usted ‘un poco más atrás por favor’. Me voy desde ahora" (p. 46). Esas tendencias antiguas son solo festejadas por un grupo al que el narrador llama "positivistas" (p. 46) en referencia a una clase burguesa que parece pertenecer al siglo anterior o haberse quedado en el tiempo y no haber actualizado sus costumbres, quedando finalmente desligados (al igual que el narrador) de las realidades estéticas de su época.

Finalmente, el momento de mayor ironía se presenta al final del relato, cuando el narrador anuncia su suicidio y brinda “a la salud” (p. 47) con una copa de cianuro. Parece, en este pasaje, que el narrador se ríe una vez más de sí mismo, aunque esta risa tiene un sabor amargo, tal como el propio veneno de la copa, y en ese final la auto-ironía se presenta de forma desesperada.

De esta manera, el texto narra la historia trágica de un joven que pretende suicidarse aunque lo plantea en clave irónica, sin tratar al personaje de forma cruel y dotando al relato de una atmósfera amistosa, lo que finalmente ayuda a Arreola a expresar su cariño hacia el escritor homenajeado, tal como lo indica su dedicatoria.