Confabulario

Confabulario Resumen y Análisis "Nabónides"

Resumen

Nabónides tenía el propósito de restaurar los tesoros arqueológicos de Babilonia. Con esta tarea en mente, quiso copiar de nuevo las 800.000 tabletas que formaban parte de la biblioteca y, para ello, tuvo que fundar escuelas y talleres para escribas, grabadores y alfareros. Los jefes militares criticaron esta inversión, puesto que se necesitaban más soldados que escribas, pero Nabónides tenía la intención de salvar la memoria de Babilonia e inscribirla en la historia, por lo que continuó con su plan.

El profesor Rabsolom, el gran estudioso de la obra de Nabónides, encontró en 1913 una serie de piezas enigmáticas en las que Nabónides había grabado la historia babilónica en un lenguaje de su propia creación. Con un método cuidadoso, Rabsolom logró copiar el contenido de los cilindros y descifrar el lenguaje en que estaba cifrado. En aquellos cilindros y con su lenguaje abreviado, Nabónides llegaba a contar toda la historia de Babilonia hasta sus días, e incluía también su propia biografía. También redactó allí una historia de sus hipotéticas hazañas militares, que nunca tuvieron lugar realmente y fueron más bien un ejercicio de la imaginación de Nabónides.

Los adversarios persas conquistaron Babilonia y sometieron a sus gentes. Creso, el general persa, había establecido una alianza con Nabónides y, cuando se presentó a las puertas de Babilonia, Nabónides, al recibir el mensaje, se limitó a copiarlo en uno de sus cilindros, para dejar constancia de él, pero no se presentó a la cita frente al general. Poco después de este episodio, los persas cayeron de sorpresa y tomaron la ciudad que los soldados babilónicos, descontentos con sus señores, apenas defendieron.

Hay dos versiones sobre la muerte de Nabónides. La primera indica que fue sacrificado por un usurpador, y la segunda, más probable, indica que fue hecho prisionero y llevado a una isla, donde murió de tristeza.

Análisis

Este cuento tiene como objetivo recuperar la vida y la obra del último rey de Babilonia, Nabonido o Nabónides (556-539 A.C.), quien da el nombre al relato. Nabónides dedicó toda su vida al intento de captar la historia de su imperio de forma escrita y recuperar así la biblioteca de Babilonia. Sin embargo, esta obsesión por el pasado lo empujó a perder el interés en los asuntos de su época y descuidó el gobierno y la defensa de su imperio. En consecuencia, su reinado cayó en las manos de los persas, comandados por Ciro el Grande, y el emperador murió, aunque el texto no presenta la muerte de forma explícita.

Con esta historia de trasfondo, el cuento intenta responderse si es más poderosa el arma o la pluma, un tópico literario abordado a lo largo de la historia. A través de la vida de Nabónides, Arreola explora las posibilidades de este tema y lo hace basándose en una mezcla de géneros literarios y de registros estílisticos: al comienzo, se indica que el texto es un comentario a la obra del profesor Rabsolom, un académico dedicado a estudiar la vida de Nabónides: “El propósito original de Nabónides, según el profesor Rabsolom, es simplemente restaurar los tesoros arqueológicos de Babilonia” (p. 56). Como en otros relatos ya analizados ("Sinesio de Rodas", por ejemplo), la estructura textual presenta a un narrador que refiere los estudios de otro teórico (Rabsolom), quien a su vez se basa en los escritos de Nabónides en los que este rey registra su propia historia. El procedimiento presenta entonces un relato dentro de un relato, una técnica muy utilizada en literatura a la que se llama “cajas chinas”.

Motivado a trascender mediante la escritura de la historia de Babilonia, Nabónides inventa un procedimiento para resguardar los textos en cilindros cifrados. Para ello, se convirtió también en lingüística y en gramático:

quiso simplificar el alfabeto, creando una especie de taquigrafía. De hecho, complicó la escritura plagándola de abreviaturas, omisiones y siglas que ofrecen toda una serie de nuevas dificultades al profesor Rabsolom. Pero así logró llegar Nabónides hasta sus propios días, con entusiasmada minuciosidad; alcanzó a escribir la historia de su historia y la somera clave de sus abreviaturas, pero con tal afán de síntesis, que este relato sería tan extenso como la Epopeya de Gilgamesh (p. 57).

Algunos críticos, como González Acre, han interpretado en la descripción del método de escritura de Nabónides una reflexión sobre la creación artística. Desde su perspectiva, la escritura artística es una empresa de reinvención o de restauración creativa de fragmentos destinados al olvido, en la que el escritor —al igual que Nabónides— elige perderse en la palabra antes que atender a las exigencias de precisión del historiador.

La presentación de los esfuerzos del emperador, que en algunos casos resultan vanos y en consecuencia absurdos, dota al relato de carácter paródico, de donde surge la comicidad propia de Arreola. Ese carácter absurdo se acentúa hacia el final del relato, cuando el emperador, obsesionado por la conservación de la historia, no muestra casi ningún interés en preocuparse por su propio futuro y ello le cuesta la vida:

Un día llegó a Babilonia el urgente mensaje y el nombre del mensajero de Creso, con quien Nabónides había concertado una alianza. El rey historiador mandó grabar en un cilindro el mensaje y el nombre del mensajero, la fecha y las condiciones del pacto. Pero no acudió al llamado de Creso. Pero después, los persas cayeron por sorpresa en la cuidad, dispersando el laborioso ejército de escribas (p. 58).

La cita ilustra cómo el emperador, obsesionado por la conservación de la historia de su imperio, no muestra casi ningún interés en preocuparse por su futuro. Sin embargo, el carácter paródico del texto propone una conclusión, aunque especulativa y más poética que científica: “La historia nos ha transmitido dos oscuras versiones acerca de la de su fiel servidor. Una de ellas lo sacrifica a manos de un usurpador (…) La otra nos dice que (…) murió de tristeza, repasando en la memoria el repertorio de la grandeza babilonia” (p. 58).

Con tal final ambiguo, puede decirse que el objetivo investigativo que se mencionó al inicio del análisis, es decir dar respuesta a la pregunta sobre el poder de las armas y la pluma, no se cumple en el texto. Nabónides pierde su vida debido a la invasión persa, ya sea asesinado o por morir de tristeza por la pérdida de una gran parte de su obra, destruida por las armas. Pero gracias a la pluma o, mejor dicho, gracias a los textos escritos, logra la inmortalidad. De esta manera, su esfuerzo por captar todo de forma escrita no resulta tan absurdo como se presenta a primera vista. Se indica que la espada tiene una mayor fuerza instantánea, pero es el poder de la pluma que perdura en el tiempo. Parece que esta es también la perspectiva de Nabónides, así como lo reflejan las palabras del narrador al principio del relato: “Nabónides, que veía por encima de los siglos, comprendió que la historia era lo que importaba” (p. 56).

Con todo lo antedicho se comprende que “Nabónides” no es un texto explícitamente humorístico, pero su manera de presentar las hazañas del emperador y algunas absurdidades lo dotan de un carácter cómico. Por un lado, el trabajo de Nabónides se presenta de forma supuestamente absurda, pero, por otro, no se le quita valor. El personaje es tratado de forma amistosa, lo que le permite al autor presentar un eterno tema filosófico, serio en su esencia, de forma amena. Resulta claro que el propio Arreola, con las preocupaciones que plasma en su literatura, se inclina por la pluma, aunque su impacto muchas veces se note solo a largo plazo.