Confabulario

Confabulario Ironía

El narrador se expone ante su público a pesar de tener la certeza de que aquello puede acabar con su prestigio de narrador

En "Parturient montes", el narrador del relato es un escritor y narrador a quien su público le pide que cuente la fábula en la que ha estado trabajando. El narrador sabe que su fábula no tiene nada de nuevo o interesante, y que si la cuenta se va a ganar el repudio del público. Sin embargo, decide contarla de todos modos y someterse al juicio de los espectadores. Así lo manifiesta en un pasaje cargado de ironía: "Abrumado y sin salida, haciendo un total acopio de energía, me propuse acabar con mi prestigio de narrador" (p. 15). En verdad, nadie obliga al narrador a atravesar semejante experiencia, y es él mismo el que se coloca en ese lugar.

La aguja más importante para la ciencia y para el proyecto de Niklaus, de valor infinito, es usada por su mujer para zurcir la ropa

La ironía muchas veces se manifiesta como un desajuste o un desbalance entre la expectativa que se genera en torno a una situación y la realidad concreta de la situación. Esto puede observarse con claridad en toda la obra de Arreola. En este pasaje en particular, perteneciente al relato "En verdad os digo", la ironía radica en que la aguja creada para el experimento que está desarrollando el científico Niklaus y que posee un valor infinito es usada por su mujer parar zurcirle la ropa.

El país es famoso por sus ferrocarriles, pero estos no están organizados y no cumplen sus itinerarios

Nuevamente, Arreola presenta la ironía como una ruptura entre lo que es socialmente esperado y la realidad que sus personajes presentan con total naturalidad. Así sucede en "El guardagujas", cuando el viejecillo le cuenta al forastero cómo funcionan los trenes del país:

-Este país es famoso por sus ferrocarriles, como usted sabe. Hasta ahora no ha sido posible organizarlos debidamente, pero se han hecho ya grandes cosas en lo que se refiere a la publicación de itinerarios y la expedición de boletos. Las guías ferroviarias abarcan y enlazan todas las poblaciones de la nación; se expenden boletos hasta para las aldeas más pequeñas y remotas. Falta solamente que los convoyes cumplan las indicaciones contenidas en las guías y que pasen efectivamente por las estaciones (p. 27).

El conocimiento del profesor ridiculiza al estudiante más que enseñarle

Un tipo de ironía, llamada "socrática" se establece en los diálogos que presentan una clara asimetría entre el conocimiento y las expectativas de cada interlocutor. Esta ironía que recibe el nombre del famoso filósofo griego ya había sido notada por Aristófanes, un dramaturgo contemporáneo de Sócrates, quien lo acusaba de ser un sofista más que un pedagogo; es decir, para Aristófanes, más que enseñar Sócrates se burlaba de sus estudiantes.

En el relato "De balística" se puede observar este procedimiento irónico que se da en el diálogo entre un estudiante y su profesor. El estudiante es un ignorante que solo está preocupado por la escritura de su tesis doctoral, y el profesor que dialoga con él carga sus comentarios de burlas que manifiestan la asimetría entre ambos personajes. En esta cita puede observarse dicha asimetría, cuando el profesor se burla del estudiante, y del profesor que el estudiante ha tenido en Estados Unidos:

-Permítame felicitar desde aquí al profesor Burns por su gran fidelidad. Veo que no ha hecho otra cosa sino transmitir a usted la visión caótica que de la balística antigua nos han dado hombres como Marcelino, Arriano, Diodoro, Josefo, Polibio, Vegecio y Procopio. Le voy a hablar claro. No poseemos ni un dibujo contemporáneo, ni un solo dato concreto. Las pseudobalistas de Justo Lipsio y de Andrea Palladio son puras invenciones sobre papel, carentes en absoluto de realidad (p. 78).

El príncipe de Orange paga las pistolas con las que lo asesinan

En el relato "Baltasar Gérard", el narrador plantea cierta ironía en el hecho de que Gérard compra las pistolas con las que asesina Guillermo de Orange con la plata que el propio Guillermo le entrega para que se pueda equipar para participar en la campaña contra los españoles. En esa ironía radica la hazaña por la que Arreola rescata al personaje histórico de Baltasar Gérard:"Ir a matar al príncipe de Orange (...) ir a pie, solo, sin recursos, sin pistola, sin cuchillo, creando el género de los asesinos que piden a su víctima el dinero que hace falta para comprar el arma del crimen, tal fue la hazaña de Baltasar Gérard" (p. 65).