El lugar sin límites

El lugar sin límites Símbolos, Alegoría y Motivos

El vestido de Manuela (Símbolo)

El vestido de Manuela representa su feminidad. Es lo que la ayuda a crear la ilusión en el espectáculo. Cuando ella lleva puesto el vestido, el modo en que se mueve y seduce la convierten en el alma de la fiesta. A medida que su personaje se degrada por la amenaza de la homofobia de Pancho y Octavio y la insistencia de la Japonesita en referirse a ella como papá y a adjudicarle ese rol, el vestido aparece hecho jirones, manchado y finalmente ya no la cubre, a tal punto que muere como Manuel y no como Manuela.

El camión de Pancho (Símbolo)

Se trata de la contracara del vestido de Manuela, ya que representa la virilidad y también la libertad e independencia. Pancho y el camión están tan estrechamente relacionados que Manuela manda a Nelly a buscar el camión para asegurarse de que los rumores de que el hombre ha vuelto al pueblo son reales, pues basta ver el camión o escuchar la bocina para saber que el hombre está en el pueblo.

Asimismo, su hija Norma nota que el camión es como su padre porque los dos tienen la misma voz ronca. El camión lleva a Pancho a pasar gran parte del tiempo lejos de casa, lo que justifica en esa sociedad su condición de mujeriego, quien tiene una mujer en cada pueblo que visita. Pero su condición de macho no estará del todo completa hasta que el camión le pertenezca del todo. Cuando salda la deuda con don Alejo, el camión representa el corte definitivo con el patrón y Pancho dice que tiene la libertad de incluso hacer una maniobra que lo lleve a matarse en el camino, es decir, es libre de morir en paz.

El color rojo (Motivo)

Tanto el camión como el vestido son de color rojo y se menciona el color más de una vez. Si bien Pancho y Manuela se diferencian en todo lo demás, comparten una personalidad pasional y están siempre al borde de dar rienda suelta a sus instintos. El color rojo se asocia a estas personalidad pasionales.

Don Alejo como Dios y el fundo como el mundo (Alegoría)

La novela se puede leer en clave alegórica porque establece un paralelo entre la relación de Dios con su creación y la que existe entre un latifundista y aquellos que viven en su fundo. Podemos analizar cuatro aspectos divinos en don Alejo: su condición de principio y fin, su omnipresencia, su omnipotencia y su omnisciencia.

En primer lugar, el pueblo la Estación El Olivo nace por voluntad de don Alejo, quien necesita que el tren pase por su fundo. Pero él también es responsable de destruir el pueblo cuando sus proyectos cambian. Por otro lado, podemos apreciar su omnipresencia cuando aparece, como por milagro, para salvar a la Japonesita del acoso de los hombres en el prostíbulo, así como en la presencia que tiene en la vida de todos los habitantes, por ejemplo, cuando las mujeres del pueblo exigen a sus maridos que se aseguren los favores que necesitan de él el día en que se festeja su victoria en las elecciones. Respecto a su omnisciencia, Don Alejo sabe cuánto dinero ha logrado ahorrar la Japonesita en el banco y también sabe por qué Pancho Vega está de vuelta en el pueblo. Su omnipotencia, por último, es evidente en el poder que ejerce sobre todos: desde obligarlos a presentarse y votar por él, hasta el concederle o no la propiedad de una de las casas en su fundo a tal o cual persona.

Incluso en el lenguaje que se utiliza para referirse a él hay referencias al discurso religioso, como cuando se habla los designios de don Alejo, que nos remiten a "los designios de Dios". De todas formas, la figura de don Alejo como un Tatita Dios se degrada a medida que lo vemos como un hombre corrupto, ambicioso, egoísta y, finalmente, ausente cuando aquellos que confían en él más lo necesitan.

Los perros (Símbolo)

Negus, Sultán, Moro y Otelo son los cuatro perros que siempre acompañan a don Alejo. Ellos representan el poder que ejerce don Alejo. La gran mayoría de las veces, el poder del patrón está dado de un modo paternalista: consigue la lealtad de los suyos a través de regalos y favores. Otras veces, sin embargo, los favores no son suficientes y es ahí cuando es necesario mostrar la cara de Dios castigador. Los perros son instrumentos de castigo. Nunca aparece esto con más claridad que en el momento de inflexión en la relación entre don Alejo, patrón, y Pancho, peón. Cuando Pancho salda su deuda y corta la relación de dependencia con don Alejo, a pesar de mantener la calma durante la conversación y en el momento de la despedida, don Alejo ordena a sus perros atacar a Pancho y Octavio.

La victrola y el Wurlitzer (Símbolos)

La victrola representa el atraso en el prostíbulo. En un momento se utiliza la palabra "antediluviano" para describirlo, y cuando se rompe no hay quién lo pueda arreglar, porque ya es parte del pasado. En contraste, el Wurlitzer es el piano eléctrico con el que sueña la Japonesita para traer algo de modernidad al salón que regenta. El piano representa el progreso, el futuro y la esperanza de cambio, pero requiere de electricidad. Cuando la Japonesita se entera que no hay más esperanza de electricidad para el pueblo, parte de su resignación queda ilustrada en su proyecto de comprar una nueva victrola y permanecer en el atraso al que están condenados.

Luz / oscuridad (Motivo)

La llegada de electricidad que supuestamente está siendo tramitada por don Alejo es central en la novela. Mientras el pueblo permanece sin eletricidad, los chonchones, lámparas de querosene, aparecen más de una vez. La Japonesita constantemente los apaga para ahorrar y prefiere permanecer en la oscuridad, mientras Manuela le pide que las mantenga encendidas. Ya de un modo más metofórico, Manuela dice tener derecho a la luz, y se siente condenada a la oscuridad por lo propensa que es la Japonesita a la melancolía y la austeridad. Es así que las menciones a la luz y la oscuridad operan en más de un nivel de significado.