El lugar sin límites

El lugar sin límites Resumen y Análisis Capítulo 8

Resumen

Volvemos al presente del relato, ese domingo fatídico. Pancho y Octavio, su cuñado, pasan cerca del prostíbulo tocando la bocina, pero deciden no parar allí. En su lugar, van a saldar la deuda de Pancho en casa de don Alejo. Octavio le presta el dinero a su cuñado para ello, pues se siente indignado con el trato que presenció en el correo y no quiere que ese hombre humille otra vez a su pariente.

A lo largo del camino, Pancho reflexiona y, dado que el capítulo está en gran parte focalizado desde él, podemos observar las profundas contradicciones que lo aquejan. Recuerda con cierto cariño y resentimiento su niñez en el fundo de don Alejo, donde Misia Blanca lo había elegido como compañero y cuidador de su hija Moniquita. Sabemos que esa relación es compleja por la cercanía en los afectos, por un lado, y la distancia social, por el otro. Además, descubrimos que Don Alejo y Misia Blanca determinaron el camino que tomaría Pancho al decidir que dejara de estudiar.

Mientras Pancho recuerda todo eso, Octavio insiste en la necesidad de pagar la deuda e independizarse del hombre al que llama “futre” de manera despectiva. Cuando llegan a casa de don Alejo, a la hora de la cena, se encuentran con los cuatro perros, que atacan el camión de Pancho. El cuñado lo insta a bajarse y a terminar con la dependencia que él considera humillante, pero al percibir el miedo de Pancho lo trata de “poco hombre”.

Don Alejo les pide a los peones que encierren a los perros. Una vez en la galería, recibe a los recién llegados y, a través de la ventana, se puede ver el comedor donde esta Misia Blanca termina de cenar junto a otros pocos familiares. Pancho la mira con nostalgia, lo que dispara una serie de recuerdos de su niñez. Entre ellos, recuerda la muerte de Moniquita a causa del tifus, enfermedad que también él sufrió, aunque logrando recuperarse.

Octavio es quien lleva adelante la conversación, mientras que Pancho elige guardar silencio y permitir a su cuñado negociar. Don Alejo parece estar muy tranquilo: acepta el pago a pesar de que, veladamente, intenta descubrir cómo pretende conseguir que lo contraten sin su intervención. Octavio se dirige a don Alejo de manera despectiva, pero Pancho interviene para limar las asperezas. Cuando la conversación termina y los dos hombres están listos para irse de casa de don Alejo, este ordena a sus perros atacar a Pancho y Octavio, lo que obliga a estos a correr hacia el camión.

De regreso, deciden pasar por la casa de la Japonesita. A lo largo del camino, Pancho piensa con nostalgia sobre la pérdida de ese lugar. Sabe que con la deuda saldada y el deterioro de la relación con don Alejo, ese lugar ya no le pertenece. Además, Octavio le cuenta que todos saben que don Alejo no solo no trató nunca de conseguir electricidad para el pueblo, sino que intentó evitar cualquier progreso para llevar a que las personas abandonen el pueblo y que le concedan a él los permisos para poner a producir toda la tierra. Pancho piensa con tristeza en la pérdida del fundo, al que se siente inevitablemente ligado.

Análisis

En su mayor parte, el capítulo está narrado desde la perspectiva de Pancho. Hasta este momento, este personaje no aparece demasiado delimitado. Conocemos parte de su intimidad en el Capítulo 3, en el que se encuentra con don Alejo, pero hasta ahora ha aparecido descrito, de hecho, a través de la sinécdoque, limitando la caracterización a un solo aspecto de su personalidad. Por ejemplo, para hablar de Pancho, Manuela se refiere a los puños, destacando su virilidad, su fuerza y su violencia. Todo lo contrario sucede en este capítulo, que humaniza y muestra las contradicciones del personaje.

Para empezar, Pancho revela la complejidad de su relación con la familia Cruz: su destino está fuertemente ligado a las decisiones de don Alejo y Misia Blanca. Descubrimos que la falta de estudio, que incluso su mujer Ema le reprocha, es en parte consecuencia de las decisiones arbitrarias del patrón. Sabemos también que su complicada relación con la masculinidad se origina, al menos en parte, en la relación que esta familia le impone con su hija Moniquita: cuando Misia Blanca le pedía que “le prestaran” a Pancho para que jugara con su hija, esto le traía problemas con otros niños, que lo veían jugar con muñecas y lo llamaban “marica”. Así, además de las problemáticas del género y el machismo, este capítulo explora el paternalismo: los patrones parecen tener mayor incidencia en el devenir de los niños que crecen en su fundo que los propios padres de esos chicos, como sucede con Pancho.

El trato deshumanizante de Pancho como juguete de Moniquita, la culpa que siente el chico por salvarse de tifus, la falta de estudio y la consecuente dependencia económica de la familia Cruz, así como la problemática gratitud que siente por los favores de sus patrones son resultado del trato paternalista que se establece en fundos como el que representa la novela. A tal punto llega la sumisión que, a lo largo del capítulo, Pancho defiende el accionar de don Alejo, y se refiere a él como “buena persona”.

Por otro lado, como adelantábamos más arriba, la masculinidad de Pancho es un tema central en este capítulo. Por un lado, están esos recuerdos de la infancia, cuando era molestado por otros niños por jugar a las muñecas con Moniquita. Pero también Octavio lo cuestiona, ahora, cuando dice que es “poco hombre” por temer a los perros y a don Alejo en igual medida. De hecho, lo que lleva a Octavio a prestarle el dinero para saldar su deuda es la humillación que presencia en el galpón del correo. La mirada machista en las sociedades tradicionales hace que la propia masculinidad, y el honor ligado a ella, puedan verse amenazados por asociación. Al ser su compadre y cuñado, Octavio también se siente tocado por el trato denigrante que recibe Pancho en presencia de otros.

Ambos temas, el paternalismo y el machismo, están ligados. En cuanto la sumisión y dependencia de Pancho para con la familia Cruz lo pone en una posición vulnerable, cuestiona su misma virilidad. La condición de “hijo” no es compatible con la de “hombre” hecho y derecho, que no responde ante nadie.

Finalmente, las tensiones entre clases sociales aparecen sobre todo representadas en el personaje de Octavio, que utiliza más de una vez la palabra “futres” de manera despectiva para dirigirse a la familia Cruz. La palabra se utiliza para referirse a personas refinadas, que no son parte del "pueblo" y manifiesta una conciencia de diferencias sociales. Octavio no se limita a mostrar su rechazo hacia una clase social privilegiada con el uso de la palabra "futre", además hace manifiesto su rechazo cuando critica a don Alejo por ser un hombre que trabaja únicamente por sus intereses. Octavio, al ser ajeno al fundo, es capaz de ver con claridad las verdaderas intenciones del don Alejo, a quien no considera patrón, y es capaz de manifestar su rechazo sin miedo. Por el contrario, Pancho no puede separar la figura de don Alejo de la del patrón, aún cuando ya no le debe plata.