El lugar sin límites

El lugar sin límites Metáforas y Símiles

"Apretó el jirón del vestido como quien soba un talismán para urgirlo a obrar su magia" (Capítulo 2) (Símil)

El narrador utiliza la comparación para mostrar lo que representa el vestido para Manuela. Cuando ella lo lleva puesto se siente una mujer que es capaz de seducir y entretener a los hombres. Es un talismán mágico porque tiene la capacidad de convertir a Manuel en Manuela. La única oportunidad que tiene de no ser objeto de la violencia de los hombres y, en particular, de Pancho, es encantarlo como mujer durante su espectáculo.

"Era como si esa palabra le fuera a servir para romper una costra dura y amenazante de Pancho" (Capítulo 2) (Metáfora)

Acá, el narrador focaliza la historia desde la mirada da Manuela, que piensa que, con la noticia de que Pancho tiene deudas con don Alejo, va a poder hacer de él alguien más vulnerable. La costra es una metáfora para la actitud machista y violenta de Pancho. Manuela intuye que ella puede seducir al hombre porque las otras veces que la tocó con la excusa de maltratarla, lo hizo con intención y deseo. Ella está interesada en seducir a Pancho, que se presenta como un macho con una virilidad exacerbada.

"(...) tengo muchos hilos en mis manos" (Capítulo 4) (Metáfora)

Esta metáfora la utiliza don Alejo para mostrar su poder y amenazar a Pancho para que cumpla con los pagos de la deuda. Con esto, don Alejo quiere decir que tiene muchas conexiones con personas de la zona, a quienes puede influenciar para que no le den trabajo a Pancho.

"La carretera longitudinal es plateada, recta como un cuchillo" (Capítulo 4) (Símil)

La Japonesita sospecha que su madre murió de pena, ya que tuvo dos grandes esperanzas que nunca se materializaron: la llegada de la electricidad al pueblo y el trazo de la carretera por la Estación El Olivo. La Japonesa se murió esperando lo primero y presenció cómo el camino pavimentado se trazó a dos kilómetros de distancia. Sin el tren ni la carretera, el pueblo quedó aislado y es ahora un pueblo sin vida.

"(...) la chiquilla se ponía a hablar y no paraba nunca, así, despacito, construyendo una muralla alrededor de Manuela" (Capítulo 5) (Metáfora)

Para Manuela, quien disfruta del espectáculo y de la fantasía, la Japonesita es un golpe de realidad. Cuando don Alejo les ofrece comprar la casa y ayudarlas con un préstamo para que puedan mudarse a Talca, Manuela imagina ponerse un negocio de telas, pero la Japonesita se niega a considerarlo. Más adelante, Manuela vuelve asociar la paternidad y una muralla. La Japonesita es capaz de romper cualquier ilusión que Manuela quiera sostener, siendo quizá la más significativa su condición de mujer, a la que su hija se resiste con la palabra.