El lugar sin límites

El lugar sin límites Resumen y Análisis Capítulo 1

Resumen

Manuela se despierta un domingo temprano en la mañana. Se incorpora en la cama que comparte con su hija, la Japonesita, en el prostíbulo del pueblo Estación El Olivo. No se siente del todo bien debido al alcohol que consumió la noche anterior para “apurar a los hombres y cerrar temprano” y porque escuchó un rumor que la perturba: un hombre que parece fascinar a Manuela, Pancho Vega, anda en el pueblo. Además, la noche fue intranquila porque los perros de don Alejo, el dueño de la viña vecina a la Estación El Olivo, no pararon de aullar.

La noche anterior los hombres en el prostíbulo molestaron a la Japonesita, quien regenta el lugar, pero don Alejo llegó a tiempo “como por milagro” y la rescató. El vestido de la Manuela no tuvo tanta suerte: los hombres lo rasgaron.

Esa mañana, Manuela recuerda que sacó el vestido, que no había utilizado en un año, cuando se enteró de que Pancho Vega estaba en el pueblo. Mientras, saca el vestido de una maleta vieja y maltrecha. Decide que durante el día se va a dedicar a repararlo y, para ello, debe visitar a su amiga Ludovinia, en busca de hilo.

Antes de emprender el camino a casa de su amiga y a la misa del domingo, Manuela quiere cerciorarse de que Pancho Vega se ha ido, y para ello quiere pedir a una de las prostitutas que vaya al pueblo. La primera persona con la que se cruza en la casa es Lucy, la prostituta más codiciada del lugar, pero a ella no le pide el favor. La segunda persona con la que se encuentra Manuela es Clotilde, la más vieja de las prostitutas y a quien la Japonesita describe como una “puta triste, puta de mal agüero”. Manuela habla con Clotilde porque quiere saber dónde está otra de las prostitutas, Nelly, para pedirle el favor de ir al pueblo.

Unos minutos después, mientras toma el desayuno, Manuela mira por la ventana a Clotilde lavando ropa y se entera de que Nelly ya ha ido al pueblo para averiguar por Pancho Vega.

Análisis

En el primer capítulo identificamos un narrador en tercera persona. Sin embargo, debemos hacer algunas precisiones sobre su punto de vista. Esta novela, como tantas otras del autor, incluye distintas focalizaciones. Esto quiere decir que la novela no presenta un único punto de vista, sino que varía al entretejer enunciados de un narrador omnisciente con otros que podemos adjudicar a personajes principales (Manuela, Japonesita, Pancho Vega) y secundarios (Ludovinia, Nelly, etc.).

El narrador incluye esta variedad de voces mediante el uso del estilo indirecto libre, en el que las palabras y los pensamientos de los personajes aparecen sin ninguna marca que lo diferencie del resto de la narración. Por ejemplo, el primer enunciado de la novela, “La Manuela despegó con dificultad sus ojos lagañosos…”, está narrado en tercera persona omnisciente. No obstante, más adelante, en el mismo primer párrafo, identificamos un enunciado que solamente podemos adjudicar a Manuela: “Tan bueno él. Si hasta cara de Taita Dios tenía…”. Es ella quien hace esa valoración de don Alejo, a pesar de que no aparece ninguna indicación explícita de que son sus palabras. A lo largo de la novela, esto sucederá con más de un personaje, creando un novela polifónica en la que los lectores escuchamos las voz interior de varios personajes.

El primer capítulo establece un marco y presenta a los personajes que viven en el prostíbulo de la Estación El Olivo. En cuanto al espacio, presenta la casa donde sucede gran parte de la acción y en la que podemos ver, desde un inicio, señales de deterioro y rusticidad. Observamos que todo en la casa evidencia miseria y descuido, como, por ejemplo, las tejas corridas por un terremoto y el retrete fuera de las habitaciones.

Por lo que refiere a la descripción de los personajes, también podemos observar allí señales de pobreza y desgaste. La descripción de Manuela es la de una mujer poco atractiva: no tiene dientes, ha bajado de peso, su cara está arrugada “como una pasa” y tiene fosas nasales “pelosas”. Sus pertenencias no están mucho mejor que ella: su maleta tiene la pintura descascarada y está atada con un cordel. Más importante aún, en esa maleta de cartón se encuentran todas sus cosas. Descubrimos que la más preciada de ellas es un vestido que los hombres han rasgado la noche anterior. No es casual que la prenda cobre cierto protagonismo a lo largo del primer capítulo, ya que es un elemento importante que a lo largo de la historia se va a constituir como símbolo de la femineidad de Manuela.

La descripción de Manuela y las prostitutas nos permiten anticipar el estado del prostíbulo, ya que nadie espera que se trate de un pujante negocio al que asisten hombres elegantes y sofisticados. Todo indica que este lugar está, por el contrario, en franco declive.

Aparte de las mujeres, en el capítulo se mencionan dos hombres: Pancho Vega y don Alejo. Sin duda, empezamos a vislumbrar la importancia que va a cobrar este último. Para empezar, recibe el tratamiento de “don”. Sabemos además que tiene cierto poder, ya que fue capaz de salvar a la Japonesita de los avances de los hombres cuando llegó al prostíbulo “como por milagro”. La mención de “milagro” se complementa con la descripción física de don Alejo como “Tatita Dios”, que significa "papito Dios". Nos damos cuenta de que su aspecto físico lo distingue de los demás y lo asemeja a una figura casi divina por su ojos azules y sus bigotes y cejas blancas, representación muy cercana a la de Dios en el imaginario popular.

Otro personaje que podemos intuir desde un inicio que cobrará importancia es Pancho Vega. Se lo menciona varias veces a lo largo del capítulo y su presencia contribuye al clima tenso que se establece como consecuencia de la actitud expectante de Manuela. La figura de Pancho Vega está asociada a dos imágenes: su camión rojo y sus manos. El camión es una clara señal de su presencia en el pueblo, pero, además, a lo largo de la novela, este también va a cobrar relevancia en la relación entre Pancho y don Alejo. Las manos abusadoras y el vozarrón que Manuela cree oír cada tanto manifiestan la virilidad del personaje a través de sinécdoques, figura literaria en la que se designa el todo por la parte. Al representar a Pancho Vega a través de una parte (las manos) o un objeto asociado a él (el camión), el narrador parece reducir el personaje a ese aspecto de su personalidad. Sin duda, a los largo de la novela se ahonda sobre la condición de macho del personaje, a medida que la obra desarrolle dos de los temas principales: el género y el machismo.

Es necesario agregar una nota sobre el contexto. Hay algunas marcas en la variedad de la lengua que responden a un lecto y registro determinado: en la variante de español en Chile, el uso del artículo antes de nombre propio está muy extendido. Usos como “la Manuela” son propios del registro coloquial. Esto indica el ámbito en el que sucede la novela y la manera en la que el autor busca darle autenticidad a las voces.