¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Resumen y Análisis Capítulos 1-3

Resumen

Capítulo 1

Es el 3 de enero del año 1992 (2021 en ediciones posteriores). Rick Deckard, el protagonista de la historia, se despierta en su cama junto a su esposa, Iran. La pareja vive en San Francisco en un departamento de un edificio que está prácticamente abandonado. De hecho, el planeta está cada vez más deshabitado luego de la destrucción del mundo por la Guerra Mundial Terminus y el constante éxodo de las personas que dejan la Tierra para asentarse en las nuevas colonias extraplanetarias, en particular la que ha sido establecida en Marte.

En la mañana del 3 de enero, Iran y Rick discuten sobre el climatizador Penfield. Se trata de una máquina que tiene la capacidad de regular los estados de ánimo. Rick le sugiere a Iran elegir un mejor humor, pero ella se encuentra en un ánimo combativo. Iran le reprocha a Rick por trabajar en la policía y no ser otra cosa que un asesino a sueldo que se dedica a eliminar androides. A Rick esa crítica le cae mal porque su mujer no suele cuestionar su trabajo cuando se trata de gastar el dinero que reciben como recompensa luego de “retirar” un androide de circulación. Rick amenaza a su mujer con programar la Penfield para empeorar su humor y entrar en una pelea acalorada con ella.

Iran le deja saber a su marido que ha programado en su climatizador un episodio de seis horas de depresión y autorreproches. Lo que la llevó a hacer esa elección fue un momento de epifanía en que Iran se dio cuenta que el climatizador no le permitía percibir la ausencia de vida a su alrededor. Luego de esa experiencia, Iran descubre cómo programar la Penfield para que la haga sentir desesperación por el estado del mundo y elige ese humor dos veces al mes porque considera que esa reacción ante las circunstancias es más sano que la “ausencia de respuesta emocional” (p.16).

Luego de una larga discusión, Rick convence a Iran de cambiar el humor programado en el climatizador: elige una “actitud fresca y creativa hacia el trabajo” (p.18) para él y “reconocimiento a la superior sabiduría del marido en todos los aspectos” (p.18) para ella.

Luego del desayuno, Rick va a la azotea del edificio en el que viven para chequear a su oveja eléctrica. Dado que la vida escasea y que en esa sociedad post apocalíptica ese es el bien supremo, la norma social dicta que todas las personas deben cuidar de un animal. Cuidar un animal eléctrico es motivo de vergüenza. Rick, al igual que todos, intenta ocultar que su oveja no es un ser vivo, sino un aparato eléctrico. Su deseo más grande es poder acceder a un animal vivo y así alcanzar mayor prestigio ante sus vecinos.

El ambiente en el que viven las personas en la Tierra está contaminado a causa de una capa de polvo radiactivo, consecuencia de la Guerra Mundial Terminus. Desde la catástrofe, el Gobierno intenta impulsar a las personas a emigrar a otros planetas. Rick utiliza una bragueta de plomo de marca Mountibank para evitar exponerse demasiado a la radiación. En el trabajo debe someterse a exámenes médicos periódicos para determinar si la radiación no ha causado una degeneración en él. Rick tiene plena conciencia que tarde o temprano esos exámenes van a determinar que ha sido contaminado y ya no es apto para reproducirse, trabajar en la policía o migrar a las colonias.

En la azotea, Bill Barbour, su vecino, lo saluda. Bill tiene una yegua y ha conseguido preñarla con un plasma fertilizante; pronto será dueño también de un potro. Rick le pregunta si consideraría vendérselo, ya que tener dos animales mientras otros no tienen ni uno sería inmoral. Bill argumenta que Rick ya tiene una oveja, pero en ese momento Rick le muestra que se trata de un animal eléctrico. Hace un tiempo él e Iran tenían una oveja auténtica, pero un día la encontró muerta; había muerto de tétanos debido a un alambre que había quedado en la bala de heno. Bill le promete no revelar a los vecinos que la oveja es eléctrica.

Rick continúa soñando con tener un animal y hace los cálculos de cuántos androides debe “retirar” para poder comprarse uno. En su bolsillo tiene el catálogo Sidney donde aparecen los precios de mercado de los animales.

Capítulo 2

El segundo capítulo empieza en un “edificio gigantesco, vacío y abandonado” (p.27). Es posible ver la devastación tras la Guerra Mundial Terminus. Lo que era un suburbio cuidado en la península donde se encuentra San Francisco, ahora no es más que un lugar en ruinas. Las primeras víctimas de la radiación fueron los búhos, luego los otros pájaros.

Antes de la guerra, ya se habían establecido colonias extraplanetarias, pero con la degradación del ambiente en la Tierra, los programas de migración se fortalecieron. El desarrollo de robots y androides estuvo directamente relacionado con ese proyecto; eran herramientas de colonización y “burros de carga” para ayudar con la mudanza de los colonos. Para incentivar la migración, el Gobierno empezó a ofrecer un androide de servicio para cada persona que decidía mudarse a las colonias. Quienes elegían quedarse tarde o temprano experimentaban los efectos de la radiación.

En el capítulo aparece un personaje secundario cuya historia se desarrolla paralelamente a la de Rick. Se trata de John Isidore, un hombre que se ha quedado en la Tierra y a quien la radiación ha degenerado. En la sociedad en la que vive, a los hombres como él los llaman “cabeza hueca”. Por su degeneración, no les está permitido migrar a las colonias ni tener un trabajo calificado.

John Isidore está mirando la televisión en su apartamento. Muchos de los programas que aparecen en televisión están destinados a incentivar la migración, pero, por su distorsión genética, John Isidore ha sido clasificado como “especial” lo que limita sus opciones. Su trabajo consiste en manejar un camión de una empresa dedicada a la reparación de animales falsos. Isidore agradece tener un trabajo y no desea llegar tarde.

Cuando apaga el televisor, percibe un silencio que lo invade todo. Conmovido por el vacío, decide entrar en la caja empática. Esta caja negra es una máquina que cuenta con dos mangos que el usuario tiene que asir para que ante sus ojos se forme la imagen de Wilbur Mercer, un anciano vestido con una túnica, que asciende una colina. Esta máquina hace que el usuario sienta que toma el lugar de Mercer y, además, le permite fusionarse con otras personas que están viviendo la misma experiencia que él en sus cajas empáticas. Cada vez que Isidore experimenta la fusión física con Mercer, consigue subir un poco más lejos sobre la colina, pero a medida que avanza tiene que enfrentar el ataque de los “viejos antagonistas” (p.36) que le tiran rocas a Mercer. A pesar de tratarse de una experiencia sensorial en un plano de realidad virtual, lo que sucede en el mundo de Mercer tiene consecuencias concretas en el mundo real. Una de las piedras que tiran estos "Asesinos" le pega en el brazo a Isidore y le causa una herida fuera de la realidad virtual.

Mientas vive la experiencia en la caja empática, Isidore tiene un recuerdo. Era un niño feliz, con sus facultades mentales intactas, que amaba a los animales a los cuales traía de vuelta a la vida mediante la facultad de invertir el curso del tiempo. En un momento dado, las autoridades locales habían prohibido esta facultad y habían resuelto atacar el punto en el cerebro que le permitía ejercer esa facultad con radiactividad.

Mientras Isidore lava su herida, escucha ruidos de televisión desde algún lugar en el edificio. Es la primera vez que alguien se muda a vivir en ese edificio abandonado. No recuerda exactamente qué es lo que corresponde hacer cuando uno tiene un nuevo vecino. Decide llevarle un cubo de margarina.

Capítulo 3

Camino al trabajo, Rick pasa por una de las tiendas de animales más grande de San Francisco. La tienda tiene en venta un avestruz que llegó hace poco de un zoológico en Cleveland. Rick quisiera comprar el avestruz.

Ya en el trabajo, Harry Bryant, el inspector de policía, le informa a Rick que Dave Holden, el jefe de los cazarrecompensas del departamento, está internado en el hospital tras haber recibido un disparo de láser. La secretaria de Rick, la señorita Marsten, opina que seguramente fue un androide Nexus-6 el que atacó a Holden. Ese modelo de androide es el más avanzado y cuenta con un cerebro muy sofisticado. Al parecer, muchos de los androides que lograban fugarse de Marte y terminaban en la Tierra eran Nexus-6. La policía soviética y la local los considera un peligro. La preocupación por los nuevos modelos de androides no es nueva, otros modelos anteriores también han generado revuelo. El hecho de que se produjeran androides cada vez más sofisticados había vuelto muy difícil la posibilidad de identificarlos entre las personas. Por ese motivo se tuvo que crear un test para detectar la falta de humanidad en los androides: el test de empatía Voigt Kampff. Hasta el momento, ningún androide ha podido pasar este test. La empatía es una emoción exclusivamente humana y no se puede programar en una máquina.

Rick piensa sobre algunas cuestiones en torno a la empatía. Él considera que es exclusiva de los herbívoros o los omnívoros. Para un animal carnívoro, la empatía sería un impedimento para su supervivencia porque no sería capaz de matar a su presa. Además, la empatía tiene sentido entre los animales gregarios, no así entre los cazadores solitarios. La empatía constituye para los animales gregarios una suerte de “seguro biológico” (p.46). Los humanos sin duda son gregarios, mientras que los androides son depredadores solitarios. A Rick le sirve pensar en ellos de este modo para justificar su tarea de cazarlos.

Luego de la Guerra Mundial Terminus, el mercerismo fundó toda una teología en torno a la empatía. Mercer instaló las cajas empáticas y también desarrolló una idea difusa sobre unos tales "Asesinos" que encarnaban el mal puro, pero no podían ser identificados con claridad. De este modo, los merceritas tenían cierta libertad de identificar como Asesinos o como elementos malignos lo que se les antojara. Para Rick, por ejemplo, los androides eran el mal porque se trataba de máquinas que probablemente habían asesinado a sus dueños en Marte para fugarse a la Tierra y, además, suponían una amenaza para los humanos por su inteligencia elevada. Tras estos pensamientos, Rick cae en la cuenta de que, sin Dave Holden en el departamento, a él le será más fácil recaudar el dinero de las recompensas. Llama a la tienda de animales verdaderos para averiguar por el precio de un avestruz. El precio es muy elevado: $30.000. Rick intenta inútilmente convencer al vendedor de reducir el precio o llegar a un acuerdo de financiación, pero no lo consigue. Luego cuelga y hace un llamado confidencial para averiguar el precio de un avestruz eléctrico.

Análisis

¿Sueñan los androides en ovejas eléctricas? es una novela de ciencia ficción que transcurre en un futuro próximo en el que la Tierra ha sido devastada por la Guerra Mundial Terminus, un conflicto nuclear que nadie sabe quién originó ni quién ganó. Parecería ser que todos perdieron de una u otra manera, ya que los que han sobrevivido a la catástrofe o migraron a las colonias establecidas en otros planetas o bien permanecen en la Tierra conviviendo con la amenaza de la degeneración que causa la fina capa de polvo radiactivo que cubre todo el territorio. En un sentido metafórico, esa capa de polvo es también responsable por la mirada “nublada” de la humanidad que es incapaz de apreciar todas las formas de vida.

La obra presenta una sociedad distópica. Muchas de las disfunciones de la sociedad retratada en la novela son aquellas que el autor veía en su propia sociedad en los años 60. En estos primeros capítulos, podemos ver que el motor del protagonista es un deseo consumista. Rick desea comprar un animal verdadero, que en una sociedad que ha visto a casi todas las formas de vida extinguirse es un auténtico lujo. En parte, su deseo radica en que acceder a ese bien de lujo le va a dar prestigio y lo va a ubicar en un lugar más alto en la sociedad. Cuando Rick le muestra a su vecino que la oveja a la que cuida no es más que una réplica eléctrica del animal verdadero, este le promete no revelar su secreto a los demás vecinos. Asimismo, cuando se da cuenta que un avestruz real no está dentro de sus posibilidades, llama a preguntar por uno eléctrico, pero siente mucha vergüenza y le dice a su secretaria que no debe escuchar la conversación porque es confidencial.

Otro de los aspectos distópicos de esta sociedad es el modo en que lidian con el avance tecnológico. Sabemos que las corporaciones dedicadas a fabricar robots han avanzado enormemente en el diseño de androides cada vez más sofisticados, pero tales adelantos no han contemplado todas las posibles consecuencias. Por ejemplo, los androides han llegado a parecerse tanto a los hombres que desean ser libres y huyen de sus dueños en las colonias de Marte para regresar a la Tierra e intentar pasar desapercibidos.

Precisamente por la experiencia de devastación, la humanidad ha tenido que buscar un punto de encuentro y de comunión para poder salir adelante. Los dos valores supremos que se han erigido como bastiones de la esperanza son la vida y la empatía. Wilbur Mercer ha formado una religión en torno a la empatía. No obstante, vemos que estos valores son relativos. Si bien la vida es el valor supremo, no todas las vidas valen lo mismo. La vida de John Isidore no es igual de valiosa al tratarse de un hombre clasificado como “especial” o un “cabeza hueca”. Asimismo, para Rick no todos los animales vivos son deseables ni le traerán el mismo prestigio. No es lo mismo tener una oveja, un potro o un avestruz que un gato. Ante la sugerencia de Bill Barbour de conseguirse un animal más accesible como un gato, Rick contesta: "No quiero una mascota. Quiero lo que tuve, un animal grande" (p.25). La empatía también tiene sus límites. El mercerismo, al mismo tiempo que promueve la empatía, crea una noción del mal a la que representa en la figura de “Los Asesinos” que es lo suficientemente difusa para permitir que los seguidores de esta religión perciban la maldad a su antojo: “un mercerita tenía libertad para localizar la presencia nebulosa de Los Asesinos siempre que lo considerase necesario” (p.46). Rick, por ejemplo, identifica a los androides con esa noción del mal y, por lo tanto, no siente empatía por ellos.

Los androides, específicamente el modelo Nexus-6, son los antagonistas. Se trata de un modelo sumamente sofisticado con una inteligencia superior a la de muchos humanos “especiales”, es decir, los “cabeza hueca” como Isidore. En esta sociedad los androides deben ser destruidos porque representan todo lo opuesto a los valores humanos: carecen de vida auténtica y son incapaces de sentir empatía porque son “depredadores solitarios” que solo pueden pensar en su propia supervivencia individual. En este mundo donde las personas tienen un propósito claro: cuidar de otra vida o ser el objeto de cuidado de otro, los androides son incapaces de cumplir con ese designio. En definitiva, los androides amenazan lo más preciado en el ser humano: su capacidad empática.

El narrador en tercera persona omnisciente y el desarrollo de dos historias paralelas: la del protagonista, Rick Deckard, y el personaje secundario, John Isidore, nos permite conocer las contradicciones de esta sociedad distópica. A través del narrador omnisciente podemos comprender que Rick Deckard no está en control de su propio destino, sino que se mueve acorde a la lógica que le plantea la religión, las corporaciones y las imposiciones sociales. Asimismo, al conocer el interior de John Isidore vemos como la sociedad misma ha conseguido degradar a las personas de modos a veces mucho más crueles que la radioactividad. Por ejemplo, sabemos que Mercer fue un niño prodigioso, capaz de devolver la vida a los animales, pero que por una prohibición de las autoridades fue degradado y perseguido por ello.