Luna de enfrente

Luna de enfrente Resumen y Análisis "Singladura"

Resumen

En este poema, el yo lírico comparte una tarde en la cubierta de un barco con su hermana, navegando por el mar. Este tiene un gran protagonismo, y es descrito por el yo lírico de diferentes maneras, hasta llegar incluso a decir que se trata de "un lenguaje que ya no alcanz[a] a descifrar" (p. 65). El mar es, ante todo, impenetrable.

Análisis

"Singladura" es, acaso, el poema que más se detiene en una de las imágenes que se repiten y exploran a lo largo de este poemario: el mar. Desde el principio, se detiene a describir al mar y lo que lo rodea como visto desde afuera, hasta que recién hacia la mitad del poema aparece una voz poética en la primera persona del plural: "Nuestra mirada flagelada de mar camina por su cielo: / Última playa blanda, celeste arcilla de las tardes" (p. 65). En el último verso se revela que, al usar este plural, la voz poética se refiere a sí misma y a su hermana: "En la cubierta, quietamente, yo comparto la tarde con mi hermana, como un trozo de pan" (p. 65).

"Singladura" es un poema que resulta muy interesante para el análisis desde el título. "Singladura" significa rumbo; es la dirección trazada en el plano del horizonte (Como aclaramos en el glosario, en lo marítimo tiene que ver con la distancia recorrida por una nave en un día, que ordinariamente empiezan a contarse desde las 12 del día). Quizás, en el último verso de este poema, cuando el yo lírico "compart[e] la tarde con [su] hermana, como un trozo de pan" (p. 65), allí haya encontrado un rumbo, un horizonte.

Previo a eso, al principio el mar es descrito casi como si fuese una abstracción; es descrito, incluso, con la siguiente metáfora: "El mar es solitario como un ciego" (p. 65). Esto es interesante porque aquí todavía no ha aparecido la primera persona del plural. En este momento, el mar es un lugar de soledad, "impenetrable" (p. 65), incluso "un antiguo lenguaje que ya no alcanzo a descifrar" (p. 65).

Luego aparece un nosotros inclusivo, en los versos citados más arriba ("Nuestra mirada flagelada de mar...", p. 65). De este modo, aquí ya no hay soledad ni ceguera: hay dos que miran. El mar aquí es también una "dulce intimidad" (p. 65), algo que permite que el yo lírico comparta la tarde con su hermana, "como un trozo de pan" (p. 65). Acaso lo "indescifrable" (p. 65) del mar y su "lenguaje" (p. 65) sea que alberga todas estas contradicciones; las cobija y no las rechaza. En el mar coexisten la soledad, la intimidad y la compañía; la ceguera y la mirada; la ira y la aceptación; lo indescifrable y la persistencia (p. 65).