Los detectives salvajes

Los detectives salvajes Roberto Bolaño, 'Los detectives salvajes' y el género policial

Se ha dicho más de una vez que Roberto Bolaño escribe relatos que se asemejan a novelas policiales. Sin embargo, es difícil encontrar en ellas las premisas básicas del género. Cabe la pregunta, entonces, de qué es lo que hay en sus textos que lleva a la crítica a pararse, muchas veces, desde el policial para hacer una lectura de su obra.

La lectura de Los detectives salvajes arroja una primera discordancia: no estamos ante una historia de detectives propiamente dicha. Además, el binomio “detectives salvajes” no deja de hacer ruido. El adjetivo “salvaje” no hace sino poner en jaque a lo detectivesco, siempre situado en las antípodas del salvajismo. Inclusive en sus variantes más violentas, como el policial negro, un género muy difundido en Latinoamérica, el detective, de haberlo, siempre se guía por su raciocinio.

En el caso de Los detectives salvajes ni siquiera está claro cuál es la pesquisa. En primer lugar está la búsqueda, por parte de dos poetas, Ulises y Arturo, de la poetisa desaparecida hace años y fundadora del real visceralismo, Cesárea Tinajero. Por otra parte, tenemos una búsqueda mucho más caótica que aúna todo el texto, la búsqueda de Arturo y Ulises. Llamaremos “compilador” a quien reúne los 96 testimonios de la segunda parte de la novela y el diario de García Madero. Lo llamaremos de este modo para dar cuenta de su absoluta invisibilización en el texto. Los detectives salvajes está narrado por 52 voces diferentes; el hecho de que una resulte más fiable que la otra es sólo una decisión del lector.

Con esto último, entramos en una posible respuesta a nuestro interrogante inicial: Quizá, lo que define para algunos críticos a Bolaño como un escritor policial es que utiliza una matriz del género, la sospecha. La pone en juego entre sus personajes, pero, sobre todo, la pone en juego para el lector. El lector viene a ocupar el lugar del detective, es obligado a tomar decisiones, a determinar qué información le es útil, qué información es verosímil, qué información puede comprobarse cotejando testimonios.

Los testimonios en Los detectives salvajes se encuentran más de una vez minados por lo inverosímil, la contradicción y el olvido. Personajes que enloquecen, que no recuerdan, que no pueden expresarse como quisieran, que dudan. Es entre todos ellos que puede armarse un mapa para descubrir qué fue de la vida de Arturo Belano y Ulises Lima. Ahora bien, ¿es esta una pregunta que se hace inicialmente el lector? No necesariamente. Un agente que compila los testimonios pone en juego su interés, antecede al interés del lector. El lector se desliza por los primeros testimonios sin saber bien qué está leyendo. Hasta que, mediante su deducción, comienza a comprender que lo que une a todos esos personajes es que, en algún momento de su vida, conocieron o compartieron algo con Ulises y Arturo.

Para colmo, esta pregunta no termina por responderse. Sabemos algunas cosas, sabemos que encontraron a Cesárea Tinajero en Sonora, que a partir de ahí iniciaron una fuga de diez años por el mundo, que Ulises vuelve al DF ligeramente loco y desmejorado, que Arturo Belano fue visto por última vez en Monrovia. Pero nunca sabremos con exactitud qué decían los papeles de Cesárea Tinajero, qué le pasó a Ulises en Nicaragua, qué fue de la vida de Belano; ni siquiera sabremos bien por qué es que su errancia nos resulta relevante. La matriz en este caso es todo, la instalación de una sospecha casi que por la sospecha misma, sólo para mantener la tensión del relato y, de este modo, poder contar otra cosa: la historia de una “derrota generacional” en palabras de Bolaño y a su vez la felicidad de una generación, “se puede leer como una agonía. También se puede leer como un juego” sentencia en una entrevista. Quizá el enigma, la ventana que se desvanece del final del texto, no está allí para ser revelado, sino que toma la forma de un secreto, y por qué no también de una broma.

El policial en el caso de Bolaño se trata entonces de un relato apoyado en algunas suposiciones del género, en su matriz más profunda, la instalación de sospechas, indicios, pistas, que no necesariamente llevan a la develación de un enigma, sino que muchas veces se transforma el enigma en secreto, y sólo sirve para motorizar la narración y la lectura y, como bien dijimos, decir algo más.