Los detectives salvajes

Argumento

Según el propio autor, esta novela habla «de la aventura, que siempre es inesperada»;[14]​ una suerte de Huckleberry Finn de Mark Twain, donde el Misisipi aquí sería el flujo de voces de la segunda parte. Para Bolaño, Los detectives salvajes «intenta reflejar una cierta derrota generacional y también la felicidad de una generación, felicidad que en ocasiones fue el valor y los límites del valor».[15]​

«Mexicanos perdidos en México (1975)»

Avenida José Vasconcelos en Colonia Condesa, México, D.F. En la Colonia Condesa se desarrolla parte de la acción de Mexicanos perdidos en México (1975).

Esta parte consiste en el diario que escribe el estudiante de derecho y poeta Juan García Madero, huérfano de 17 años que vive con sus tíos, entre el 2 de noviembre y el 31 de diciembre de 1975.[16]​ Se narra cómo conoce a los poetas de un movimiento literario llamado realismo visceral, homenaje a otro movimiento literario del mismo nombre surgido en la década de 1920 y liderado por la poeta Cesárea Tinajero, luego de que esta abandonase el estridentismo, y cuyo paradero desde entonces se desconoce.[3]​[17]​ García Madero termina formando parte de ese grupo de poetas, liderados por Ulises Lima y Arturo Belano, y paulatinamente abandona los estudios, se aleja de su familia y se inicia en el sexo, además de empezar a escribir poemas.[18]​ Gran parte de la acción transcurre en la calle Colima de la Colonia Condesa, en la casa de Joaquín (Quim) Font, un arquitecto padre de Angélica y María, dos jóvenes que pertenecen a los real visceralistas. Con esta última pierde García Madero su virginidad.

De forma paralela, García Madero establece relación con Rosario, una mesera del café que frecuentan los real visceralistas. Rosario, quien confía en las habilidades poéticas de García Madero, lo seduce e invita a vivir con ella; durante un periodo de distanciamiento con María, él acepta, amargando aún más la relación con sus tíos. Pero unas semanas después vuelve a casa de los Font, donde se encuentra refugiada Lupe, una prostituta que ha abandonado a su proxeneta de nombre Alberto. Una noche, casi por equivocación, García Madero se acuesta con Lupe.[19]​ En Nochevieja de 1975, ante el acoso de Alberto y unos pistoleros que están vigilando la casa, García Madero, Lupe, Ulises Lima y Arturo Belano emprenden la huida utilizando un Chevrolet Impala propiedad de Joaquín Font.

«Los detectives salvajes (1976-1996)»

Arthur Rimbaud (1854-1891), Poeta francés. Ulises Lima relata a Alberto Moore en la discoteca «Priapo's» cómo Rimbaud fue violado por unos soldados franceses.

En esta parte de la novela se recogen los testimonios en primera persona entre los años 1976 y 1996 de 52 distintos personajes que tuvieron relación con Arturo Belano y Ulises Lima,[20]​ repartidos en 26 capítulos.[21]​ Los testimonios de Amadeo Salvatierra aparecen a lo largo de toda la novela. Gracias a Amadeo, Arturo Belano y Ulises Lima entran en contacto por primera vez con un poema de Cesárea Tinajero. Dicho poema consiste en una sucesión de tres dibujos.[22]​

Amadeo informa a los dos poetas de la intención, varios años atrás, de Cesárea Tinajero de trasladarse a Sonora, única pista con la que cuentan para localizar su paradero.[23]​

Parte del pasado de Arturo Belano es narrado en los testimonios de Laura Jauregui, Perla Avilés y Auxilio Lacouture. Laura, antigua novia de Belano, cuenta cómo se conocieron, cómo empezó a cansarse de Arturo y de los real visceralistas, y al final, cómo rompen la relación.[24]​ Perla describe a Belano cuando estudiaban juntos en la preparatoria y Auxilio recuerda cuando se produjo el Golpe de Estado en Chile de 1973. El poeta chileno se desplazó a su país cuando sucedió y Auxilio comenta que regresó muy cambiado.

Otros monólogos describen aspectos de los real visceralistas durante esos años. Fabio Ernesto Logiacomo recuerda una entrevista con Belano y Lima donde repasaron la salud de la nueva poesía latinoamericana.[25]​ Luis Sebastián Rosado narra un encuentro que tuvo con unos cuantos real visceralistas en la discoteca «Priapo's». En dicho local baila un bolero con el poeta real visceralista Piel Divina, lo que origina un escándalo en el local.[26]​ Acaba manteniendo relaciones sexuales con Piel Divina durante un periodo de tiempo hasta que este fallece en una operación de la policía contra el narcotráfico. Alberto Moore también recuerda la noche del «Priapo's», donde Ulises Lima le contó una historia acerca de como fue violado Rimbaud por unos soldados franceses. Carlos Monsiváis rememora una entrevista que mantuvo con dos poetas melenudos (Ulises Lima y Arturo Belano), que criticaban duramente y con gran terquedad a Octavio Paz sin presentar según él argumentos sólidos. Otro escritor que se entrevistó con los real visceralistas fue Manuel Maples Arce. El testimonio de Piel Divina se centra en la animadversión de Arturo Belano hacía su persona, sobre todo tras robar Piel Divina una escultura en la Casa del Lago. Angélica Font hace un repaso de los amantes de su hermana María, y de las relaciones sexuales poco satisfactorias que mantuvo Angélica con el real visceralista Pancho Rodríguez. El primer monólogo de Bárbara Patterson recoge el desagrado que le produjo Manuel Maples Arce cuando le entrevistaron los real visceralistas y recuerda como conoció a los real visceralistas, entre ellos su pareja, Rafael Barrios. Los primeros testimonios de Joaquín Font se centran en Arturo Belano y Ulises Lima. Describe a Arturo Belano como romántico, a veces cursi y extravertido, y a Ulises Lima como radical, cordial e introvertido. Repasa los tipos de literatura que según él existen: literatura para cuando estás aburrido, literatura para calmados, para cuando estás triste, para cuando estás alegre, para cuando quieres conocer más y literatura para cuando estás desesperado. Según Font, esta última es la literatura que hacían Lima y Belano.[24]​ El poeta real visceralista Jacinto Requena narra el inicio de su relación con Xóchitl García y como conoció a los real visceralistas. En particular relata como iba una noche todo el grupo en un autobús, y Xóchitl se sentó junto a Arturo Belano, conversando durante todo el trayecto. Jacinto estaba acostumbrado a que todos los integrantes del grupo cortejaran a su pareja, pero en esta ocasión notó que la situación era distinta, aunque después de esa noche la relación entre Arturo y Xóchitl fue bastante normal. Joaquín Vázquez Amaral recuerda cuando viajó a México para presentar su traducción de los Cantares de Ezra Pound, y como después estuvo con Arturo Belano y ocho amigos suyos hablando de Pound y de otros poetas hasta la madrugada. Al principio del testimonio asegura que Belano es una persona amable, poco agresiva y culta. El editor Lisandro Morales cuenta como el novelista ecuatoriano Vargas Pardo le presenta a Arturo Belano en la editorial donde trabajaba Morales. Pardo le comentó que Belano estaba preparando una antología de jóvenes poetas latinoamericanos. Durante la entrevista con Belano para decidir si publicaba su libro o no, Lisandro Morales tuvo una revelación, que le aconsejaba no publicarlo. Al final, debido a la insistencia de Vargas Prado el libro se acaba publicando. Define a Belano como escritor cenizo, y considera que nunca debió editar su antología. Desde que publicó el libro, Morales bebe mucho, se encuentra solo y tiene miedo de que unos sicarios le asesinen.[24]​ Termina su narración asegurando que la literatura no vale nada. En el testimonio de José «Zopilote» Colina se recoge como estaba esperando que Juan Rejano le pagara un cheque en El nacional junto con otras personas, entre ellas, Ulises Lima, Arturo Belano y Felipe Müller. Mientras espera, entra una chica rubia sin esperar cola, y recibe un cheque. Los real visceralistas se enteran de que es Verónica Volkow, bisnieta de León Trotski, y salen detrás de ella. Luego Colina recuerda ver a los cuatro en una cafetería riéndose. Verónica Volkow recuerda un encuentro en 1976 con Arturo Belano, Ulises Lima y un tercer real visceralista en las puertas de un cine. El pintor Alfonso Pérez Camarga afirma que Belano y Lima no eran revolucionarios, ni escritores, ni poetas, sino vendedores de drogas.[27]​ Cuenta como él y unos amigos empezaron a comprarles marihuana y hongos alucinógenos. También comenta el poco interés que mostraban por el sexo.

Arturo Belano y Ulises Lima al regresar de su búsqueda de Cesárea Tijanero deciden irse a Europa. Esta intención viene recogida en el primer testimonio de María Font, que cuenta primero como han ingresado a su padre en un manicomio y después relata como se encontró con Ulises Lima y Arturo Belano en el Café Quito. Allí le cuentan a María su intención de irse lejos; Ulises a París y Arturo a España.

Rue des Eaux en París. En esta calle reside Ulises Lima durante su estancia en la capital francesa.

La estancia de Lima en París es descrita en varios testimonios. Simone Darrieux cuenta cómo conoció a Arturo Belano en México, y cómo al año de conocerse se acostaron. Ella le confesó que era masoquista y lectora de Sade, practicando juntos esas prácticas sexuales hasta que Simone volvió a Francia. Se pregunta cómo conseguiría dinero Ulises Lima durante su estancia en París, porque solo le conoció algunos empleos temporales que le ofrecían unos poetas peruanos.[28]​ Narra como Lima acudía a su casa para ducharse una vez a la semana, a veces en intervalos más largos. Recuerda cómo escribía en los márgenes de las páginas de los libros, y de cómo un día le sorprendió leyendo en la ducha. Hipólito Garcés, amigo de Ulises Lima, le consigue alojamiento en la rue des Eaux. Acuerdan que Ulises Lima le pague un dinero, con el cual Hipólito Garcés hará la compra y cocinará, aunque según pasa el tiempo, solo acaba cocinando arroz blanco a la vez que le pide más dinero a Lima.[29]​ Al cabo del tiempo, el poeta mexicano deja de aparecer por casa de Hipólito, por lo que este acude a donde se aloja Lima. Le pregunta si le prepara comida para mañana, y Lima le contesta que no va a volver más. Finalmente, Hipólito se desahoga con el mexicano, quejándose de la vida que lleva. Roberto Rosas relata como vivía en una buhardilla junto a otros poetas peruanos. Explica que antes vivía con ellos el poeta Hipólito Garcés, pero que acabaron echándolo de allí porque no devolvía los préstamos que le hacían y por las mentiras que contaba.[29]​ Recuerda que Garcés le presentó a Ulises Lima, y se acabó haciendo amigo de él. Con Lima acabó conociendo los poetas franceses Michel Bulteau y a su compañera Adeline, a Mathieu Messagier y a Jean-Jacques Faussot, e incluso empezó a traducir un poema de Bulteau, traducción que no llegó a finalizar. Sofía Pellegrini cuenta como los poetas peruanos, incluido Roberto Rosas, llamaban «Cristo de la rue des Eaux», a Ulises Lima, y se reían de él, sobre todo porqué Hipólito Garcés le había engañado varias veces. Sin embargo, ella guardaba buen recuerdo de él. El poeta Michel Bulteau recuerda como recibe una llamada de Ulises Lima para concertar una cita. Queda con él en la estación de metro de Miromesnil, y deciden dar un paseo por la ciudad. Bulteau escucha las historias que le cuenta el poeta mexicano, que versan sobre poetas, revistas y obras, todas perdidas. El poeta real visceralista Felipe Müller recuerda cuando fue a visitar junto con su novia al poeta a la capital francesa y Ulises Lima les acaba contagiando la sarna. Alain Lebert cuenta como vive en una cueva junto con un amigo, y pasaba las noches en un bar de la localidad de Port Vendres. Trabaja en un barco pesquero, pero la pesca es muy escasa. En el bar conoce a Arturo Belano, coincidiendo con él de vez en cuando. Un día Belano le presenta a un amigo que acaba de llegar al pueblo, Ulises Lima, y le pregunta a Lebert si puede conseguir un trabajo para Lima a bordo de su barco, el Isobel. Alain Lebert consigue que le contraten. Contrariamente a lo que había afirmado, Lima no tiene ninguna experiencia con los barcos, sin embargo, al empezar a trabajar la pesca empieza a ser muy abundante, consiguiendo así el poeta mexicano dinero para un viaje que tiene planeado a Israel. Finalmente van Lebert, su amigo y Belano a despedirle a la estación de tren, y Lebert escucha como le dice Belano a Lima que quizás esa sea la última vez que se vean.[2]​

En un calabozo de la ciudad israelí de Beersheba se conocen Heimito Künst y Ulises Lima.

El viaje de Ulises Lima a Israel es narrado por varios personajes.[30]​ Norman Bolzman cuenta que cuando residía en la capital de Israel junto con su novia Claudia y Daniel Grossman recibieron la visita de Ulises Lima, ya que se conocían del México, D. F. Durante esa visita Ulises Lima le confiesa a Claudia que el motivo de su viaje era verla a ella, porque la amaba. Ella no le hace mucho caso, y una noche Norman sorprende a Lima llorando en el sofá; desde entonces Norman se siente apesadumbrado por la tristeza del poeta mexicano, tanto que acaba afectando a su vida sexual. Como Lima no trabaja, empiezan a tener problemas económicos, y el poeta se acaba marchando. Está bastantes días fuera y en varios lugares, y finalmente vuelve a casa de Norman con un austriaco llamado Heimito, permanecen dos días en la casa, y al final se marchan. Heimito Künst narra como coincide en un calabozo con Ulises Lima en la ciudad israelí de Beersheba. Cuando salen libres mendigan unos días por Jerusalén, hasta que Heimito consigue dinero de una herencia, y vuelan juntos a Viena, residiendo en casa de Heimito y cometiendo hurtos para subsistir. Durante su estancia en la capital austriaca tienen problemas con los antiguos amigos de Heimito, que acaban en una reyerta donde Ulises Lima apuñala a dos de ellos. A los días les detiene la policía, y a Ulises Lima le echan del país y prohíben su retorno hasta el año 1984.

La estancia de Arturo Belano en España viene recogida en varios testimonios. Felipe Müller cuenta que Arturo Belano se trasladó a vivir a Barcelona a casa de su madre. Anteriormente, Felipe Müller mantenía correspondencia con Belano, informándole del precario estado de salud de la madre de este (padecía hipertiroidismo) y de su mala situación económica. Finalmente Belano consiguió una beca para ella, después de enviar una recomendación de Vargas Pardo para Juan Marsé.[31]​ También recuerda que el y su novia usaban la ducha de Belano después de haber contraído la sarna. Narra como Belano encuentra trabajo como vigilante de seguridad en un camping, y como ambos acaban abandonando el realismo visceral. También reproduce dos historias que le había contado Belano: una era un relato de ciencia ficción de Theodore Sturgeon y la otra versaba sobre un poeta peruano y un cuentista cubano, que conocen el éxito cuando son jóvenes, pero irremediablemente se acaban hundiendo. Mary Watson se remonta a como fue su verano de 1977. Viajó a Francia con un amigo, y ambos tenían problemas sentimentales. Haciendo autostop por el sur les recoge un alemán,[32]​ Hans, que viaja con su mujer y su hijo pequeño en una furgoneta. Recogen a dos ingleses más,[33]​ y deciden irse a España para trabajar en la recogida de naranjas. Recogen a una chica francesa ocupando así la última plaza del vehículo, y ya en España se alojan en un camping cercano a Barcelona. Por las noches toman algo en la terraza con otros turistas y el vigilante de seguridad (Arturo Belano). Mary empieza a tener relaciones con el vigilante, y se da cuenta de que la relación entre él y Hans es bastante tensa. El grupo decide ir a Valencia para encontrar trabajo, pero no lo consiguen, así que vuelven al camping. Hans comenta al grupo que hay que ir al sur de Francia a casa de un tío de su mujer, pero que no quiere que vaya con él uno de los ingleses que recogió. A Mary no le parece bien, y decide quedarse unos días en Barcelona junto a Belano para luego reunirse con el grupo más adelante. Cuando Mary se vuelve a reunir con sus compañeros de viaje, hay abundante trabajo en la vendimia, lo que les mantiene muy ocupados. Un día aparece Arturo por sorpresa, lo que alegra mucho a Mary. Una noche se produce una discusión entre Belano y Hans, y este acaba abalanzándose sobre el chileno, pero Arturo saca un cuchillo y se lo pone a Hans junto a la cara, lo que provoca el final del altercado. Al día siguiente, Belano vuelve a Barcelona, y cuando acaba la vendimia Mary vuelve a Londres. Andrés Ramírez recuerda una reunión que mantuvo con varios chilenos en el aniversario del Golpe de Estado en Chile de 1973, coincidiendo allí con Arturo Belano. Al finalizar el encuentro e irse, recorre parte del camino con Belano. En ese trayecto Abel Romero reflexiona sobre la naturaleza del mal. En el testimonio de Andrés Ramírez parece que el interlocutor es el propio Belano.[34]​ Narra como llega a Barcelona desde Chile como polizón, y no tarda mucho en encontrar trabajo y alojamiento. Un día, paseando por Las Ramblas, le vienen a la cabeza una sucesión de números, en concreto el 0, el 1 y el 2, y acaban haciendo aparición siempre que se encuentra ocioso. Un día, decide hacer un quiniela con los números, asumiendo que el 0 se corresponde con la «X», y la acierta. Pasado el tiempo, vuelven a aparecer los números, y vuelve a acertarla, convirtiéndose en millonario. Se trae a su familia de Chile, adquiere un restaurante, comienza a viajar, se casa y tiene hijos. Un día, contrata a Belano en su restaurante. Al final del testimonio queda claro que Belano quiere dejar el trabajo, y Abel Romero le promete uno o dos meses de vacaciones pagadas. Edith Oster recuerda el primer encuentro que tuvo con Arturo Belano en la galería de arte María Morillo. Pasaron varios años hasta que le volvió a ver, en Barcelona. El motivo del viaje a Barcelona era reencontrarse allí con su novio, pero al cabo de los meses rompen la relación. Al encontrarse con Belano, este la recuerda, y empiezan a verse con mayor frecuencia. Edith decide regresar a México, y una vez allí mantiene una relación con Belano por teléfono, por lo que decide regresar a Barcelona para vivir con el poeta chileno. Sin embargo, la relación no dura mucho,[35]​ en parte debido a los problemas de salud de Edith, que se acaba marchando a Roma. Su vida allí es un desastre, y a pesar de sus esfuerzos por no ser encontrada, su madre la localiza, y la encuentra enferma, regresando las dos a México, donde internan a Edith en una clínica. De allí la trasladan a otra clínica de Los Ángeles. Una vez restablecida, se muda junto con su madre a Silverado, donde traba amistad con un anciana judía que acaba de enviudar, la señora Schwartz. Después de una enfermedad, la señora Schwartz fallece, y al cabo del tiempo, Edith decide regresar al Distrito Federal para establecerse definitivamente. Xosé Lendoiro cuenta como durante unas vacaciones en Castroverde, un niño se cae a una sima y nadie es capaz de rescatarlo hasta que aparece Arturo Belano, logra bajar por la grieta, y rescata al niño. A los dos años vuelve a encontrarle, y le ofrece trabajo en la revista del colegio de abogados. Un día Lendoiro descubre que su hija y Belano mantienen relaciones. Con el tiempo. Belano desaparece y a Lendoiro le diagnostican una enfermedad mortal. Acaba su historia contando un chiste. Susana Puig es enfermera y antigua amante de Belano y relata como recibe una llamada de este, citándola un día y a una hora exacta en una playa. Belano la confesó que no quedaban para hablar ni para verse, solo ella podría verle a él. Acude a la cita, estaciona el vehículo en el lugar indicado, y puede ver desde allí en la lejanía a un grupo de personas, entre ellas Arturo. Varias de ellas se apartan, quedando solamente Belano y otro hombre, y comienzan a mantener un duelo con algo que en principio a Susana le parecieron bastones,[30]​ pero que empezó a dudar sobre si no se trataría de espadas en realidad. Está relacionado con este testimonio el de Guillem Piña que cuenta como después de unos años sin tener noticias de Belano, este reaparece, y le cuenta como un crítico muy prestigioso, Iñaki Echevarne, va a realizar una mala reseña sobre su última novela. Belano le propone a Guillem que sea padrino de un duelo que va a mantener con el crítico.[2]​ Finalmente deciden que el duelo sea con espadas, a primera sangre y en una playa nudista. Llaman a Iñaki Echevarne para proponérselo, y acepta. Una amigo de Echevarne, Jaume Planells, recibe una llamada de Iñaki Echevarne para pedirle que sea el padrino de un duelo que va a mantener contra un escritor (Arturo Belano). Planells acepta, pero para no ir solo llama a una amiga común periodista, Quima. Se dirigen al lugar establecido para disputar el duelo, y allí aparecen Arturo Belano y su padrino, Guillem Piña. Los observadores se retiran, y empieza el combate entre Belano y Echevarne.[2]​ María Teresa Solsona Ribot narra como alquila una habitación de su casa a Arturo Belano, y como entabla amistad con él a pesar de mostrar desconfianza al principio. Belano le cuenta que está separado, y que tiene un hijo; también le cuenta que está enamorado de una andaluza, pero que su relación va mal, lo que provoca que Arturo quiera viajar a África.[36]​ Al final del testimonio María Teresa cuenta como le va a acompañar a la estación de Malgrat para despedirse.

Parque Hundido, México, D. F.. En este parque se produce una entrevista entre Ulises Lima y Octavio Paz en Los detectives salvajes (1976-1996).

Otros testimonios describen los destinos del resto de los miembros del realismo visceral durante la ausencia de Belano y Lima y después del regreso de Ulises Lima. Angélica Font cuenta como Ernesto San Epifanio (poeta real visceralista) se tiene que someter a dos operaciones quirúrgicas para extirparle un aneurisma. Con el tiempo, Ernesto empieza a recuperarse, aunque nunca recupera del todo sus facultades, y finalmente fallece plácidamente. Bárbara Patterson narra como vive junto con Rafael Barrios en San Diego, siendo ella la que trabaja para mantener a los dos, además de realizar las labores domésticas,[37]​ mientras él se dedica a escribir poesía y a charlar con los chicanos del vecindario. Algunos testimonios de Joaquín Font los realiza desde clínicas psiquiátricas. Recuerda a Laura Damián y a una antigua amiga suya y compañera de estudios, Dolores Pacheco.[nota 1]​. Cuenta como le venía a visitar el padre de Laura Damián, Álvaro, y le comunicaba que el premio de poesía Laura Damián se había terminado, debido a sus problemas económicos, pero Joaquín no lograba recordarle. A los meses recibe la visita de una de sus hijas, y le comunica que Álvaro Damián se ha suicidado. Jacinto Requena recuerda una conversación que mantuvo con Rafael Barrios, una vez que Ulises Lima y Arturo Belano se habían marchado a Europa. En ella Jacinto comenta que parecía como sí desde que se hubiera ido Ulises Lima, hubieran aparecido en México una gran cantidad de poetas de su generación. También le cuenta que se va a publicar una antología con todos los poetas de México, pero que él se niega a que publiquen poemas suyos, ya que en dicha antología no se encuentra incluido Ulises Lima. María Font narra como se ha ido a vivir a un piso con un profesor de matemáticas casado, al lado de donde viven Jacinto Requena y Xóchitl García. Por aquel entonces vuelve Ulises Lima de su viaje, y se reúne con María, Xóchitl y Jacinto. Aprovechando dos reuniones de los real visceralistas, María y Jacinto, que no acuden, mantienen relaciones sexuales. Xóchitl le cuenta, después de haber asistido a dichas reuniones, que hay que dar por muerto al real visceralismo. Al finalizar el testimonio María da por finalizada su relación con el profesor de matemáticas. Rafael Barrios enumera los tipos de literatura que cultivaron los real visceralistas durante la ausencia de Arturo Belano y Ulises Lima. Asegura que al final nada salió bien.[24]​ Después, desde California asegura que Lima y Belano le recordaban a Dennis Hopper en Easy Rider. Hugo Montero cuenta como invitó a Ulises Lima a un viaje organizado a Managua junto con otros poetas mexicanos para mostrar su solidaridad con la revolución Sandinista.[24]​ Una vez allí, Lima desaparece, lo que ocasiona que el mismo día del viaje de vuelta haya que acudir a la policía de Nicaragua para denunciar su desaparición. Al no tener noticias del poeta real viscerista, la comitiva regresa a México sin él. En otro monólogo de Joaquín Font se comenta que un día, durante una visita, su hija le dice que Ulises Lima ha desaparecido. Joaquín Font le contesta que ya lo sabe, que se lo ha dicho otro internado.[24]​ Xóchitl García cuenta como intenta convencer a su pareja (Jacinto Requena) de la necesidad de avisar a la madre de Ulises Lima de la desaparición de su hijo, y ante la pasividad de este, decide avisarla ella misma. Otro testimonio de Jacinto Requena recuerda una conversación que mantuvo con Lima una vez que éste había regresado de Managua. En otros testimonios de Xóchitl García se cuenta como es su vida después de separarse de Jacinto. Se hace muy amiga de María Font, y comienza a leer y a escribir poemas profusamente. Ninguna revista importante le quiere publicar ningún poema por haber pertenecido a los real visceralistas, así que debe conformarse con intentarlo en publicaciones de menor prestigio. Publica su primer poema, y a partir de ese momento comienza a escribir otro tipo de cosas, como crónicas o artículos sobre jardinería. Después de mucho tiempo sin acostarse con nadie, mantiene relaciones sexuales con el director de la revista donde publicaba. Finalmente abandona al director y a la revista, y consigue un empleo como correctora en un periódico. Daniel Grossman cuenta como en su vuelta a México después de muchos años pregunta por Norman Bolzman, y se entera de que da clases en la UNAM, y que pasa temporadas retirado en una casa en Puerto Ángel. Se decide a ir a visitarle, y pasa allí unos días con él. Deciden regresar a la capital, y lo hacen en un Renault propiedad de Norman. Durante el camino de vuelta empiezan a recordar la visita de Ulises Lima a Tel-Aviv, y Norman le cuenta a Daniel como lloraba Lima por las noches, y como en ese sollozo estaba la clave de por qué Lima había viajado a Israel. Daniel no comprende a que se refiere Norman, y justo en ese momento sufren un accidente de tráfico.[38]​ Daniel despierta mes y medio más tarde en un hospital, y se entera de que Norman ha muerto. A partir de ese momento, se dedica a buscar sin éxito a Arturo Belano y a Ulises Lima. Clara Cabeza, antigua secretaria de Octavio Paz, recuerda un encuentro en Parque Hundido entre Octavio Paz y Ulises Lima.[39]​

Feria del Libro de Madrid, uno de los escenarios donde se desarrolla Los detectives salvajes (1976-1996).

Otros testimonios tratan de la literatura en general. Iñaki Echavarne reflexiona desde Barcelona sobre la relación existente entre la Obra, la Crítica y los Lectores.[40]​[nota 2]​ La novela incluye testimonios realizados por los escritores Aurelio Baca, Pere Ordóñez, Julio Martínez Morales, Pablo del Valle, Marco Antonio Palacios, Hernando García León y Pelayo Barrendoái desde la Feria del Libro de Madrid, donde cuentan su visión de la literatura, sin mencionar en ningún momento a Ulises Lima ni a Arturo Belano.[24]​

Jacobo Urenda, fotógrafo argentino residente en París, relata el periplo de Belano en África. Conoce a Arturo Belano en Luanda por cuestiones laborales, ya que Belano es corresponsal para un periódico madrileño. Al terminar su trabajo, Urenda vuelve a Europa, pero Belano permanece en África. El argentino le promete al poeta que le va enviar medicamentos que no se pueden encontrar en Luanda. Al fotógrafo le resulta curioso que, si bien Arturo Belano no parece muy interesado en vivir, si es muy cuidadoso a la hora de medicarse.[41]​ Meses más tarde se vuelven a encontrar en Kigali, aunque el encuentro solo dura un día. En otro viaje al continente africano, Jacobo Urenda tiene que cubrir un conflicto bélico en Liberia, por lo que viaja a Monrovia. Allí se aloja en el Centro de Enviados de Prensa, y consultando el libro de registros, descubre que Arturo Belano estuvo allí dos semanas atrás. Realiza intentos de encontrarle, pero resultan infructuosos. A los días, le ofrecen realizar una gira al interior del país junto con un francés de la revista Paris-Match y un italiano de la agencia Reuters, y Jacobo acepta. Cuando se acercan al pueblo de Black Creek, el vehículo en el que viajan es tiroteado, falleciendo su colega italiano. Además, el automóvil sufre daños en el motor, por lo que solo pueden llegar hasta el poblado de Brownsville, encontrándose allí con Arturo Belano y otro fotógrafo de gran reputación,[41]​ Emilio López Lobo. Esa noche, Urenda se despierta de madrugada y escucha una conversación que mantienen López Lobo y Belano. En esta, López Lobo cuenta la traumática muerte de su hijo. Al día siguiente, Jacobo Urenda regresa andando con sus acompañantes hasta un lugar desde donde pudieran regresar a Monrovia, y Belano se va con López Lobo y unos militares por otro camino que presenta un peligro mucho mayor. El fotógrafo argentino consigue llegar a Monrovia, y no vuelve a saber nada del chileno.[nota 3]​

Finalmente, Ernesto García Grajales se presenta como el único estudioso de los real visceralistas, comentando que ha sido de cada uno de ellos: Piel Divina, Ernesto San Epifanio, Pancho Rodríguez y Emma Méndez, muertos; María Font escribe, pero no publica; Angélica Font ha publicado un libro de poesía; Xóchitl García trabaja para revistas, pero ya no escribe poesía; Jacinto Requena es crítico de cine; Moctezuma Rodríguez se dedica a la política; Felipe Müller vive en Barcelona, casado y con un hijo; Rafael Barrios se encuentra desaparecido; Ulises Lima continúa viviendo en México, D. F.; de Arturo Belano no sabe nada. Cuando le preguntan por Juan García Madero, afirma desconocer quien es.[30]​ Ernesto tiene pensado publicar un libro sobre los real visceralistas.

«Los desiertos de Sonora (1976)»

El desierto de Sonora, donde transcurre la acción de la tercera parte del libro.

Esta tercera parte continúa la narración de García Madero donde había quedado al final de la primera, y recoge las entradas de su diario del 1 de enero al 15 de febrero de 1976. Junto con Lupe, Ulises Lima y Arturo Belano huye hacia el noroeste mexicano en el Chevrolet Impala de Quim Font. Para amenizar el viaje y liberar la tensión por saberse perseguidos por Alberto, García Madero pone a prueba los conocimientos de poética y filología de sus compañeros de viaje con preguntas como qué es un síncopa, una epanalepsis o un zéjel.[42]​

Amenizados por este y demás juegos de vocabulario y adivinanzas, y después de una breve parada a las afueras de Culiacán (Sinaloa), siguen rumbo a Sonora, donde van tras las huellas de la realista visceral original Cesárea Tinajero. Aunque el éxito es moderado cuando más, cruzan el estado de punta a punta, pasando por Hermosillo, Bahía de Kino, Caborca, Pitiquito, Nacozari, Sonoyta, etc., buscando más pistas. Finalmente, descubren que Tinajero fue la amante de un torero muerto en 1930 y luego trabajó como maestra en el pueblo de Santa Teresa.[nota 4]​ Para entonces, García Madero y Lupe han retomado su amorío, primero de forma velada, luego de forma cada vez más abierta. No obstante, se enteran de que Alberto los sigue muy de cerca al telefonear a Joaquín Font, además de que se lo encuentran en la calle un par de veces. Una vez, incluso llega a haber disparos, pero los jóvenes logran escapar.

La nueva investigación de Lima y Belano finalmente rinde frutos cuando localizan a Cesárea Tinajero en un pueblo llamado Villaviciosa.[30]​ Tratan enredadamente de hacerle saber el motivo de su visita, pero son interceptados en una carretera abandonada por Alberto y su compinche. Les hacen saber que solo quieren a Lupe de vuelta sin hacerle daño a nadie, pero Arturo Belano acuchilla a Alberto, y Cesárea Tinajero muere al recibir un disparo por tratar de defender a Ulises Lima; el amigo de Alberto, también herido de un disparo, no tarda en morir.

Por seguridad, los jóvenes deciden no continuar juntos. Lupe y García Madero se quedan con el coche de Joaquín Font, Lima y Belano con el Camaro de Alberto; además, quedan a cargo de los cadáveres. Aunque acuerdan reencontrarse en la capital mexicana, García Madero y Lupe permanecen en Sonora, a pesar de la falta de oportunidades. Durante su estancia en sonora se hospedan en la casa de Cesárea Tinajero y Garcia Madero encuentra los cuadernos de esta, pero decide no mandarlos al D.F. porque cree que toda la policía de Sonora está tras las huellas de Arturo y Ulises (dejando así al poema que les muestra Amadeo Salvatierra como la única muestra de la poesía de Cesárea Tinajero que lograron conocer).


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