La vida del Buscón

La vida del Buscón Metáforas y Símiles

“Señor primo otra vez rásquese cuando le coman y no después” (Libro primero, Capítulo IV, 47) (Metáfora)

Este parlamento es enunciado por el estudiante que decía ser primo de Diego en la venta camino a Alcalá. Luego de una noche de sacar provecho del dinero de Diego, y de comer y beber a costa suya, el ventero, los estudiantes, las muchachas y los rufianes se despiden de Diego y Pablos y se burlan de su inocencia y credulidad. En esa línea, el estudiante usa una metáfora para representar el modo en que él y sus compañeros se han aprovechado de Diego, como si fueran insectos que pican y comen de su carne. Siguiendo con la metáfora, el estudiante le aconseja a su "primo" que la próxima vez se rasque, es decir, procure reaccionar y defenderse de las picaduras (de las ofensas) a tiempo, mientras le estén comiendo la carne, y no una vez que ya es tarde y se han salido con la suya.

“Tuvímoslos de esta manera, chupándolos como sanguijuelas” (Libro primero, Capítulo VI, 59) (Símil)

Pablos narra cómo él y el ama de casa se complotan para engañar a Diego y al mayordomo, y quedarse con parte del dinero que el primero provee para las compras de la casa. Para representar la habilidad que ambos encuentran para llevar adelante sus engaños, Pablos recurre al símil de las sanguijuelas: se compara a él y al ama con animales que se alimentan de la sangre de otros organismos para subsistir. De esa forma, Pablos se jacta de la manera vil y parasitaria en la que él y su compañera se aprovechan de lo que en realidad pertenece a Diego.

“Propuse de colgar los hábitos en llegando, y de sacar vestidos nuevos cortos al uso” (Libro segundo, Capítulo V, 107) (Metáfora)

Pablos huye de Segovia, luego de cobrarse la herencia de sus padres, y planea dirigirse a la Corte en busca de una nueva vida. La ventaja de la Corte es que allí nadie lo conoce y, por lo tanto, él puede empezar de cero, sin ningún prontuario que manche su reputación. Esa idea de empezar de nuevo Pablo la representa a través de una metáfora en la que la posibilidad de abandonar la vida vieja se compara con la acción de colgar los hábitos (esto es, prendas conocidas, ya muy usadas), y la idea de empezar algo nuevo se asimila a la acción de sacar a relucir prendas nuevas.

"... sus palmas estaban hechas a llevar semejantes dátiles" (Libro tercero, Capítulo IV, 137) (Metáfora)

Con este parlamento, Pablos describe al carcelero que custodia su celda en la cárcel. Cuando descubre que, sobornándolo, consigue que el carcelero le conceda favores (lo aloja en una celda para hombres nobles, le afloja los grilletes, le permite contactar funcionarios a los que sobornar), Pablos comprende que la naturaleza de ese carcelero es favorable a esas dádivas, por más ilegales que sean. Para representar esa naturaleza corrupta del carcelero, Pablos recurre a una metáfora que representa las coimas como dátiles, como frutos gustosos para el carcelero hambriento. Además, la palabra "dátil" no solo remite a una fruta, sino también al verbo "dar", a las dádivas monetarias que el carcelero recibe.

“... dineros, que es la sangre con que se labran semejantes diamantes” (Libro tercero, Capítulo VI, 151) (Metáfora)

Cuando es capturado por el escribano vecino de Berenguela, y ante la evidencia de que el funcionario procede de manera injusta, inventando una causa en su contra, Pablos concibe otra vez la posibilidad de sobornarlo. Su idea está amparada en la certeza que tiene sobre la conducta corrupta de los funcionarios judiciales. Así, mediante esta metáfora, Pablos describe esa naturaleza corrupta mediante una metáfora que compara el dinero con sangre y a los funcionarios con diamantes. Según Pablos, el dinero corre por las venas de los funcionarios como si se tratara de sangre. Asimismo, al referirse a ellos como diamantes, busca representar su grandeza y riqueza. Sin embargo, esta última parte de la metáfora es, sin dudas, irónica, en la medida en que no hay grandeza, sino todo lo contrario, en las conductas ilícitas de estos personajes.