La vida del Buscón

La vida del Buscón Elementos Literarios

Genero

Novela picaresca.

Configuración y Contexto

España, siglo XVI.

Narrador y Punto de Vista

La narración está hecha en primera persona, a cargo del protagonista de la novela. Desde un presente de la enunciación, Pablos se dirige a un interlocutor, a quien trata respetuosamente llamándolo "Vuestra Merced", y le relata los sucesos de su vida pasada.

Tono y Estado de Ánimo

En la narración predomina el tono irónico y burlón. A pesar de que muchas veces los sucesos narrados son trágicos o reflejan la violencia imperante en esa sociedad, la novela no abandona su tono jocoso. Es evidente que Quevedo elabora un retrato frío y despiadado sobre su sociedad, sobre los pobres y los desheredados, sin ningún tipo de mirada compasiva ni de búsqueda de aleccionamiento moral.

Protagonista y Antagonista

El protagonista es Pablos, que busca ascender socialmente y convertirse en un caballero, y su antagonista es el caballero don Diego, que opera siempre frustrando esa expectativa y acentuando su jerarquía sobre Pablos.

Conflicto Principal

Pablos, el pícaro, aspira a ascender socialmente, pero sin éxito.

Climax

Pablos, el pícaro, presenta a lo largo de la novela aspiraciones de ascender socialmente y, si bien logra algunos éxitos, estos siempre terminan frustrados: termina huyendo, o en la cárcel, o humillado. El clímax en la novela se alcanza en una de esas instancias frustradas, la más intensa de ellas, que marca la caída más violenta de Pablos. Significativamente, el responsable de esa caída en desgracia de Pablos es don Diego, quien fuera su primer amigo y su primer amo.
Diego, primo de la muchacha a quien Pablos ha engañado para casarse, sospecha de la verdadera identidad de ese hombre que dice ser un caballero, pero en quien él ha reconocido a su antiguo y pícaro criado. Luego de enfrentarlo y de espiarlo, Diego logra desenmascarar el embuste de Pablos y les pide a los dos caballeros que le hagan una emboscada y lo golpeen. Pablos recibe así una golpiza muy violenta y, mientras se encuentra en el piso, casi inconsciente, intenta dilucidar quiénes son sus agresores. Si bien comprende que puede tratarse de cualquiera de las personas a las que engañó en vida, jamás se imagina que esa violencia viene de Diego, a quien considera un amigo. De esta manera, en este punto climático de la novela, Pablos repasa todas las vilezas que cometió y que persisten impunes, e, inesperadamente, recibe la anónima traición de su mejor amigo.

Presagio

En la medida en que el relato de Pablos es el de sucesos pasados desde un presente adulto, la novela presenta numerosos anticipos en los que previene a su interlocutor de aquello que sucederá. Así, por ejemplo, al llegar a Alcalá, Pablos vive algunos sucesos desgraciados, como la recibida de sus compañeros de escuela, que lo burlan y lo escupen, o la golpiza de parte del huésped que lo aloja. Sin embargo, enseguida anticipa que esas desgracias son apenas el comienzo de una sucesión de peripecias, que contará en próximas escenas: "Pero, cuando comienzan desgracias en uno, parece que nunca se han de acabar, que andan encadenadas, y unas traen a otras" (52).

Atenuación

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Alusiones

Una de las alusiones de la novela es a la figura bíblica de Poncio Pilato. La alusión se da en dos oportunidades. La primera, cuando Diego desafía a Pablos a llamar "Poncio Pilato" a un vecino llamado Poncio Aguirre, que es un judío converso. Se trata de una grave ofensa y acusación, que pone en duda la cristiandad del vecino. La segunda alusión a este personaje se da en Alcalá, cuando, dirigiéndose a un morisco, Pablos le dice “no soy Ecce-Homo”, aludiendo también al pasaje de la Biblia en que Poncio Pilato presenta a Cristo ante la multitud, al someterlo al juicio final. Una vez más, la alusión resulta un insulto para el morisco. En los dos casos, la alusión bíblica se hace eco de un prejuicio de la época en torno a los conversos: se ponía en duda su cristiandad y se juzgaba su origen no cristiano.

Imágenes

Ver sección "Imágenes".

Paradoja

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Paralelismo

En la novela, existe un claro paralelismo entre dos figuras antagónicas, Pablos y Diego. Mientras que en la escuela de Alcalá Diego es recibido con admiración y amabilidad por otros hijos de caballeros, Pablos, oriundo de una familia indigna, es recibido con discriminación y escupitajos. Del mismo modo, al final de la novela, Pablos recibe una paliza brutal por sus mentiras, mientras que Diego, que también ha ofendido o se ha comportado vilmente con unos hombres y una mujer, no recibe ningún castigo. Al contrario, Pablos paga en nombre de él, porque esos hombres lo confunden con Diego y le pegan a él. En conclusión, el paralelismo que la novela establece entre los dos personajes da cuenta de la desigualdad e injusticia social imperante: mientras que las clases altas tienen privilegios y pueden salir impunes de sus vilezas, las clases más pobres son sometidas al desprecio y la violencia.

Metonimia y Sinecdoque

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Personificación

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