El llano en llamas

El llano en llamas Ironía

La Revolución mexicana logra la reforma agraria, pero, en el reparto, las tierras entregadas son infértiles.

Una de las reivindicaciones que impulsó la Revolución mexicana fue la reforma agraria, con el fin de garantizar una distribución más justa de las tierras cultivables y revertir el alto grado de injusticia social que se había instalado durante la dictadura de Porfirio Díaz. La reforma agraria se logró finalmente, pero como muchos de los cuentos de Rulfo señalan, esa reforma fracasó en su objetivo de acabar con el latifundio y repartir equitativamente las tierras. "Nos han dado la tierra", el cuento con el cual abre la colección, retrata esa situación. El narrador y sus compañeros, quienes participaron de la lucha armada durante el proceso revolucionario, reciben en el cuento parte de las tierras que el gobierno reparte, aquella por la que han luchado. Sin embargo, irónicamente, esa tierra, conseguida con padecimientos y pagada con las vidas de muchos compañeros, resulta ser totalmente infértil. Los hombres la recorren, buscando encontrar en ella un espacio donde poder asentarse y desarrollar el cultivo, pero confirman que es un espacio árido y desierto, donde ni siquiera los buitres quieren detenerse. De hecho, en cuanto los cuatro ponen los pies en el Gran Llano, su deseo es atravesarlo cuanto antes y llegar por fin a la ciudad y a la vera del río. La amarga ironía del cuento parece proponer que los frutos de la Revolución son estériles y no han conducido realmente a mejorar en nada la situación de la gente.

En "¡Diles que no me maten!", Juvencio es fusilado de viejo, cuando se confiaba de que su crimen ya había sido castigado y olvidado.

En "¡Diles que no me maten!", Juvencio padece la desesperación de estar ante la inminencia de su muerte. Tal como indica el título del cuento, el hombre exclama en varias oportunidades ese pedido angustioso a su hijo para que consiga que le perdonen la vida. La desesperación en esa petición se funda en el hecho de que el hombre no esperaba ese desenlace para su vida. Luego de asesinar a don Justo, el hombre había vivido durante cuarenta años fugitivo, escapándose cada vez que sospechaba que alguien lo seguía, escondiéndose en el monte cuando era necesario. Producto de ese estilo de vida, terminó perdiendo a su mujer, quien lo abandonó, y su familia se destruyó. Es por eso que, cuando el coronel, hijo de don Justo, lo apresa y se dispone a vengar la muerte de su padre, Juvencio exclama: "Ya he pagado, coronel. He pagado muchas veces. Todo me lo quitaron" (96). Al momento de ser capturado, Juvencio ya es viejo y creía que ya había cumplido castigo suficiente con todo ese sufrimiento: "habían ido por él, cuando no esperaba ya a nadie, confiado en el olvido en que lo tenía la gente; creyendo que al menos sus últimos días los pasaría tranquilo. 'Al menos esto -pensó-, conseguiré estar viejo...'" (92). Irónicamente, entonces, el hombre recibe su castigo ya de viejo, justo cuando pensaba que podría empezar a vivir tranquilo, sin supeditar su vida al crimen que había cometido cuarenta años atrás.

En "Talpa", Tanilo emprende su peregrinación para salvar su vida pero, al contrario, el viaje lo termina matando.

Tanilo padece una enfermedad repugnante y tiene la idea de peregrinar rumbo a Talpa, con el fin de pedirle a la Virgen que opere un milagro y lo cure. Su hermano y su esposa Natalia saben que ese viaje lo matará, y sin embargo le insisten para que viaje, impulsados por el deseo egoísta de llevar adelante su adulterio. Pero Tanilo no lo sabe, y confía en su familia. No solo el trayecto hacia Talpa le reporta un gran sufrimiento a Tanilo, producto de las inclemencias del tiempo y de la hostilidad de la naturaleza, sino que al llegar a la ciudad, el enfermo transforma su cuerpo y se convierte en un claro ejemplo de penitente, llegando a identificarse con la figura de Cristo. Todo este padecimiento implicaría para Tanilo un sacrificio suficiente para la Virgen. Sin embargo, en lugar de ayudar a curarlo, termina matándolo. Irónicamente, el hombre muere en el mismo momento en que está por fin rezándole a la Virgen de Talpa para que lo salve.

En "Paso del Norte", el hijo viaja a la frontera para salvar a su familia, pero su ausencia termina, contrariamente, destruyéndola.

En "Paso del Norte", el hijo acude al padre con la petición de que este le cuide a su esposa y a sus cinco hijos, mientras él está ausente. Su idea es viajar a la frontera entre México y Estados Unidos, para intentar cruzar ilegalmente y buscar en Estados Unidos un trabajo y dinero para poder dar de comer a su familia. Aparentemente, su familia no tiene qué comer y está sumida en la miseria, lo cual lleva al hijo a tomar la difícil decisión de irse lejos. Su padre termina accediendo para cuidar a su yerna y nietos. No obstante, la misión del hijo resulta un fracaso y casi pierde la vida en el cruce de frontera. Al regresar, el padre le dice que su esposa lo ha abandonado por un arriero. Así, irónicamente, el viaje que se proponía reconstruir a la familia, termina destruyéndola.

En "El día del derrumbe", el gobernador visita el pueblo para ayudar a reconstruirlo pero termina endeudándolo con un banquete.

En "El día del derrumbe", un pueblo ha sido azotado por un terremoto y sus habitantes deben trabajar en su reconstrucción. Mientras están levantando de nuevo las casas caídas, llega el gobernador con un grupo de especialistas dispuestos a ayudar a la población víctima del sismo. En señal de agradecimiento y respeto, el pueblo monta un banquete que no solo desvía la atención y los esfuerzos de la reconstrucción de las viviendas, sino que además implica un gasto enorme, que endeuda al pueblo: “y eso que nomás estuvieron un día y en cuanto se les hizo de noche se fueron, si no, quién sabe hasta qué alturas hubiéramos salido desfalcados…” (137). Así, la ironía del cuento consiste en que la presencia del gobierno lejos de contribuir al bienestar de los habitantes, redunda en un beneficio para él y el empobrecimiento del pueblo. Asimismo, irónicamente, lo que debía ser un clima de luto y respeto por los muertos y las pérdidas, se convierte en un festejo alegre, que acaba con más desorden.