El llano en llamas

El llano en llamas Resumen

GradeSaver ha publicado una guía de estudio específica sobre el cuento "Luvina", perteneciente al libro El llano en llamas.

En "Nos han dado la tierra", cuatro hombres (el narrador, Esteban, Melitón y Faustino) atraviesan una parte del "Llano Grande", en algún lugar del centro de México. El gobierno les ha cedido esta tierra para que la cultiven, pero se trata de un terreno estéril y desértico. Mientras atraviesan la llanura, recuerdan una conversación que mantuvieron con el funcionario que les cedió las tierras. Luego de sacarles las armas y los caballos, el funcionario los mandó a caminar, para reclamar sus parcelas de tierra. Mientras caminan, intuyen por un momento que va a llover, pero solo cae una gota de agua. El narrador se da cuenta de que Esteban lleva una gallina roja bajo su abrigo, y este le cuenta que la lleva porque no quiso dejarla sola al irse de su casa. Finalmente, el grupo llega al otro lado de la llanura, donde se encuentran el pueblo y el río, y siguen su camino. Se sugiere que siguen su rumbo, en busca de un trabajo, y no volverán a la tierra inútil que les han cedido.

En “La Cuesta de las Comadres” un hombre describe su relación con la familia más poderosa de la Cuesta de las Comadres, los Torricos. Explica cómo, aunque Remigio Torrico y Odilón Torrico no eran queridos por la mayoría de los que vivían allí, sí lo eran por él, al menos al principio. Nos cuenta que ahora la Cuesta de las Comadres se ha ido deshabitando, pero la gente que antes vivía allí sentía la necesidad de esconder sus posesiones cuando los Torricos estaban cerca, y que estos siempre estaban al acecho para robar a los que pasaban por el pueblo. El narrador cuenta también que una vez los ayudó a robarle a un arriero, pero descubrió con sorpresa que Remigio y Odilón habían matado al hombre, con lo cual él no quiso volver a ayudarlos. Y a continuación, cuenta que él mató a Remigio Torrico. Esto ocurrió una noche en la que Remigio se le acercó y lo acusó de haber matado a su hermano Odilón y de haberle quitado los catorce pesos que llevaba en ese momento para comprar una manta nueva. El narrador sabía que Odilón había sido asesinado por la familia al poder del cercano pueblo Zapotlán, pero Remigio no quiso escuchar y tomó un machete para matarlo. El narrador, que estaba remendando un saco con una aguja, logró apuñalar a Remigio en el vientre, quien murió enseguida, y luego escondió su cuerpo.

En "Es que somos muy pobres" comienza cuando el narrador describe cómo la suerte de su familia ha dado un giro trágico. Las lluvias torrenciales han comenzado a caer y han arruinado la cosecha de su familia. Además, la familia ha descubierto que la vaca con la que contaba la hermana del narrador, Tacha, para su dote, ha sido arrastrada por la crecida del río, y todavía no saben si al menos su cría pudo sobrevivir. Esa es la última esperanza para Tacha, porque si pierde ese patrimonio, que tanto le costó conseguir a su familia, ningún hombre bueno querrá casarse con ella y el padre está seguro de que, al igual que sus dos hijas mayores, sucumbirá a las insinuaciones de los hombres del lugar y se convertirá en una mala mujer o en una prostituta. Al final de la historia, Tacha mira el río y llora. El narrador repara cómo se mueven los pechos de su hermana y observa que estos signos de su inminente feminidad son probablemente la causa de su ruina.

"El hombre" es una historia cargada de ambigüedad y contada en dos partes. La primera parte está contada en tercera persona desde dos puntos de vista que se alternan: el de un hombre (José Alcancía) y el de quien le persigue (Urquidi). Se revela que el hombre mató a la mujer y a los dos hijos del perseguidor con un machete mientras dormían en sus camas. Esto ocurrió mientras el perseguidor estaba fuera de casa llorando la muerte de su hijo recién nacido. El objetivo del hombre había sido matar al perseguidor (como acto de venganza por el asesinato de su hermano), pero como estaba oscuro y no quería delatarse, mató a las tres personas de la casa para asegurarse. Como el perseguidor no estaba en la casa, decide seguirle la pista y matarlo. La mayor parte de la primera parte de la historia narra el intento del hombre de huir, mientras el perseguidor le sigue el rastro. La segunda parte de la historia es contada en primera persona a las autoridades gubernamentales por un pastor que ha encontrado el cuerpo de José, acribillado a balazos (presumiblemente asesinado por el perseguidor). Explica que vio a José vivo mientras corría por el cauce del río e incluso habló con él algunas veces antes de encontrarlo un día muerto. El pastor está ahora angustiado porque las autoridades han empezado a sospechar de su participación en el asesinato.

El relato "En la madrugada" también está narrado desde múltiples perspectivas. Comienza con una descripción del amanecer en la ciudad de San Gabriel y del viejo Esteban, que conduce el ganado al corral de don Justo. Al llegar allí comienza a patear a uno de los terneros hasta que su jefe, don Justo, interviene y, en su lugar, comienza a golpearlo hasta que pierde el conocimiento. Cuando la perspectiva cambia a Esteban nos enteramos de que don Justo murió de alguna manera luego de ese enfrentamiento, pero él, inconsciente, no recuerda qué sucedió; la gente sospecha que fue Esteban quien lo mató, pero es posible también que se haya resbalado o golpeado, o que haya muerto de rabia. Margarita, sobrina y amante de Justo, fue la persona que descubrió su cuerpo. En cualquier caso, Esteban acaba asumiendo la culpa y parece fatalmente dispuesto a aceptar cualquier veredicto que emitan las autoridades. La historia termina a las veinticuatro horas de su inicio con otra espeluznante descripción de la neblinosa San Gabriel.

"Talpa" es la historia de tres personajes que peregrinan a la ciudad de Talpa desde su casa en Zenzontla. La peregrinación la emprende Tanilo, enfermo de lepra, con la ayuda de su hermano, el narrador, y de su esposa Natalia. Tanilo espera que la Virgen de Talpa cure su enfermedad. Pronto, el narrador afirma que él y Natalia mataron a Tanilo, pues lo dejaron ir hasta Talpa, aún sabiendo que no soportaría el largo viaje; ambos querían que muriera. Entonces confiesa que él y Natalia eran amantes, y se veían a espaldas del enfermo. El viaje es largo y difícil, y enseguida Tanilo pierde la esperanza y quiere volver atrás, pero su hermano y su mujer no se lo permiten. Viajan con otros peregrinos y su único descanso del polvo y el calor sofocantes se produce durante la noche, en las cuales el narrador y Natalia hacen el amor en las sombras. Cuando finalmente llegan a Talpa, Tanilo necesita la ayuda de su familia para arrastrar su cuerpo putrefacto por las calles hasta la Virgen de Talpa. Tanilo se muestra en exceso devoto, pero finalmente muere mientras reza. De regreso, el narrador y Natalia se distancian, sumidos por la culpa de haber conducido a Tanilo a la muerte. Cuando llegan a casa, Natalia llora en los brazos de su madre, y el narrador sabe que la experiencia vivida hace imposible su relación.

El cuento "Macario" es un monólogo de un huérfano idiota, que narra aspectos de su vida cotidiana, mientras espera que salgan de la alcantarilla las ranas que le quitan el sueño a su madrina, y que esta le pidió que mate. Cuenta su vida en su casa y su relación con Felipa, la otra mujer que vive con la madrina. Nos enteramos de que sufre el acoso de los demás habitantes del pueblo, que lo llaman loco y le tiran piedras, y de que le gusta golpearse la cabeza contra distintas superficies para escuchar el sonido que produce. También cuenta con naturalidad el vínculo equívoco que mantiene con Felipa, que le da de tomar leche de sus senos y duerme con él en la cama, haciéndole cosquillas durante toda la noche.

"El Llano en llamas" es la historia de una banda de asesinos y ladrones que se autodenominan revolucionarios y aterrorizan al Llano y sus alrededores, quemando y saqueando casi todos los pueblos y campos que encuentran. El narrador, Pichón, es un miembro de esta banda y relata el recorrido de estos hombres. La banda está liderada por Pedro Zamora. A lo largo del camino luchan con los soldados federales, ganando algunas batallas y perdiendo muchas más. Finalmente, la banda planea el descarrilamiento del tren, lo cual deja muchas víctimas fatales, de modo que el gobierno arremete contra ellos de manera más violenta. Al final de la historia casi todos los hombres han sido asesinados por los soldados, y Pichón es uno de los pocos que ha sobrevivido. Logra ser encarcelado solamente por secuestro y violación, sin que se conozca su vínculo con Zamora. Cuando sale de prisión, lo espera a la salida una de las tantas mujeres que frecuentó, que le anuncia que ha tenido un hijo de él. Pichón ve a su hijo y reconoce en sus ojos la misma mezquindad que él, pero la madre insiste en que el niño es una buena persona y no un asesino como su padre, a lo cual Pichón solo puede responder agachando la cabeza.

En "¡Diles que no me maten!" Juvencio Nava suplica a su hijo Justino que intervenga a su favor para detener su inminente fusilamiento. Juvencio está a punto de ser ejecutado por un coronel por el asesinato de un hombre llamado Don Lupe, cuarenta años antes. El conflicto surgió cuando Don Lupe no permitió que Juvencio dejara pastar su ganado en sus tierras, y Juvencio lo hizo de todos modos. Después de que Don Lupe matara a uno de los animales de Juvencio, este respondió matando al hombre con un machete. Desde entonces Juvencio vivió atormentado el resto de su vida, huyendo constantemente de la ley para salvarse de ser ejecutado. Tuvo éxito hasta su captura, ahora, a los sesenta años de edad. Recién cuando se enfrenta al coronel que mandó a capturarlo se entera de que es el hijo huérfano de Don Lupe, que quiere vengar la violenta muerte de su padre. A pesar de las súplicas de Juvencio, que dice haber pagado el crimen con el tormento de toda una vida, el hombre es ejecutado, y Justino tiene que cargar de regreso a casa, en burro, el cuerpo acribillado de su padre.

El relato "Luvina" trata de una conversación unilateral entre un profesor mayor que solía dar clases en la ciudad de Luvina hace años y otro más joven que acaba de ser asignado para trabajar allí. Aunque el oyente no dice nada en la historia, la conversación tiene lugar en el bar de un pueblo en el que se detiene de camino a Luvina. Abundan en el relato las descripciones del narrador de este pueblo fantasma: es un lugar donde anida la tristeza y donde los habitantes parecen estar más cerca de la muerte que de la vida. El viento que atraviesa Luvina lo erosiona todo. Es un pueblo sin futuro en el que solo viven ancianas, ya que sus maridos e hijos se marchan tan rápido como pueden. Los habitantes se muestran escépticos y se burlan ante la sugerencia idealista del narrador de que pidan ayuda al gobierno, ya que este no tiene ningún interés en una población tan aislada como la suya. Además, los habitantes dicen que no pueden irse porque alguien debe velar por sus muertos, que siguen viviendo en el pueblo. Después de vivir allí con su familia durante todo el tiempo que pudo soportar, el narrador se marchó, sintiendo que ese lugar había acabado con él. Al final del relato, el narrador, borracho, se queda dormido sobre la mesa.

En "La noche que lo dejaron solo", tres rebeldes cristeros de la Guerra Cristera (Feliciano Ruelas y sus dos tíos, Tanis y Librado) huyen de una emboscada que tendieron a las fuerzas federales. La huida se produce de noche para evitar a los centinelas, pero los tres hombres están agotados y avanzan a paso muy lento. Feliciano, el protagonista, empieza a quedarse atrás y decide pasar la noche durmiendo al pie de un árbol junto al camino. Por la mañana se despierta con el sonido de los arrieros que lo saludan, y Feliciano se horroriza de la posibilidad de que lo delaten, así que abandona el camino y tira sus rifles para continuar su viaje a la luz del día. Imagina que pronto los arrieros contarán a los soldados que lo han visto y reza a Dios para que lo ayude. Feliciano llega al pueblo de Agua Zarca y, desde un escondite, escucha a los soldados hablar de cómo están esperando que él pase por allí, ya que saben que todos los rebeldes cristeros se dirigen rumbo a la sierra de Comanja. En eso, Feliciano ve con horror a sus tíos colgados de un árbol, y decide salir corriendo hacia la llanura, horrorizado.

"Paso del Norte" es una historia compuesta casi en su totalidad por diálogos. Comienza con un hijo que pide a su padre que cuide de su esposa y sus cinco hijos mientras él va al Norte a buscar trabajo, pues están muriendo de hambre. El padre se niega a hacerlo porque nunca aprobó a Tránsito, la mujer del hijo, y porque piensa que la familia del hijo no debe ser su carga. Entonces el hijo le reprocha que nunca lo ayudó a desarrollar una profesión sólida, sino que lo empujó a independizarse lo antes posible. Ni siquiera le enseñó su oficio, el de fabricar fuegos artificiales o pólvora, porque no quería tener competencia. Discuten un rato sobre quién tiene la culpa del fracaso del hijo, y finalmente el padre acepta hacerse cargo de la familia del este. Cuando el hijo se va al Norte, tiene que trabajar en Ciudad Juárez (formalmente conocida como El Paso del Norte) durante algún tiempo para ganar suficiente dinero para cruzar la frontera. La narración luego salta a una segunda conversación que el hijo mantiene con su padre tras su regreso a casa. Explica cómo mientras atravesaba, junto con su amigo Estanislado, la frontera a Estados Unidos, fueron víctimas de una balacera y Estanislado murió. Pronto el hijo fue interceptado por un agente de migración que lo acusó de haber matado a Estanislado, pero al contarle la historia y mostrarle que él también estaba herido, el agente le dijo que seguro le habían disparado los apaches, y le ordenó que se volviera a su casa. Ante este relato, el padre le dice a su hijo que todo su sufrimiento fue en vano, ya que, mientras él no estaba, su mujer se fugó con un arriero y el padre tuvo que venderle la casa, para costear parte de los gastos de mantener a sus hijos. El hijo promete pagar la deuda que ha contraído con su padre, pero antes vuelve a irse, para buscar a su mujer.

El relato "Acuérdate" se presenta en forma de monólogo de un narrador que insta a un interlocutor a recordar a Urbano Gómez. Para ello, recorre una serie de anécdotas en torno a Urbano, asociadas a sus familiares y a cosas memorables que hizo. Urbano fue uno de los dos únicos hijos que su madre logró dar a luz, y era experto en estafar a los niños en la escuela, vendiéndoles fruta que había robado o comprado por menos dinero. El narrador y su interlocutor solían tomar el jugo que vendía la hermana de Urbano y nunca le pagaban, lo cual los distanció de él. Luego, Urbano fue sorprendido intimando con su prima en la escuela, lo cual causó su expulsión y las burlas de todos sus compañeros. Humillado, Urbano abandonó el pueblo, pero más tarde regresó, convertido en policía. Para entonces era un hombre huraño y amargado, hasta que un día estalló y mató a golpes a su cuñado Nachito. Al día siguiente fue capturado por las autoridades, y fue él mismo quien se puso la soga al cuello y eligió el árbol del que iba a ser colgado.

En "No oyes ladrar los perros", un padre lleva a su hijo Ignacio, herido, sobre sus hombros, a través de un paisaje árido y de noche, rumbo a la ciudad de Tonaya. El padre, que tiene los oídos tapados por las piernas de su hijo, le pregunta si logra oír los ladridos de los perros del pueblo anunciando su llegada, pero el hijo dice que no escucha o está demasiado débil para responder. Mientras avanzan, el padre habla a su hijo medio inconsciente y critica su conducta: le reprocha que se haya convertido en un bandido e, incluso, en un asesino, pues ha matado a uno de los amigos de su padre, Tranquilino. Pronto el padre revela por qué se encuentran en esta situación: el padre se encontró con Ignacio gravemente herido, presumiblemente por un robo que salió mal, y a pesar de cuánto lo repudia, decidió -por la memoria de su difunta esposa- recoger a su hijo para llevarlo a que lo atienda un médico. Cuando los dos hombres entran en el pueblo, el padre oye por fin los ladridos de los perros, pero el cuerpo de su hijo ha empezado a desplomarse sin vida. Debido al tono oscuro de la historia, el lector sospecha que han llegado demasiado tarde e Ignacio ha muerto.

En “El día del derrumbe”, un narrador cuenta, con ayuda de un compañero, Melitón, a unos interlocutores anónimos los acontecimientos del año anterior, cuando un terremoto azotó sus tierras. Cuentan que días después del terremoto, los visitó el gobernador, acompañado de otros funcionarios, para ofrecerles ayuda en la reconstrucción del pueblo, lo cual puso muy feliz a la gente. En agradecimiento a esa visita, recuerdan que se gastó muchísimo dinero en el banquete de recibida al gobierno, y que los funcionarios bebieron y comieron sin parar, incluso hubo músicos y baile. Así, lo que debía ser un homenaje a las víctimas, se convirtió en una buena borrachera. Luego el gobernador dio un discurso emotivo, en el que prometió que el gobierno les ayudaría. Sin embargo, el discurso fue interrumpido por un entusiasta, que comenzó a lanzar tiros de pistola por los aires, lo cual derivó en una pelea a machetazos entre un grupo de hombres. El gobernador solicitó que detuvieran al que había iniciado la riña y que le prohibieran el uso de armas. Luego la ceremonia prosiguió. Entonces el narrador recuerda que estos acontecimientos coincidieron con el nacimiento de su hijo; su mujer tuvo que parir sola porque él llegó tarde y borracho.

En “La herencia de Matilde Arcángel”, un narrador cuenta la vida de su compadre y su ahijado, llamados ambos Euremio Cedillo. Euremio hijo creció sometido por el desprecio y el odio de su padre. En efecto, Euremio padre tenía un rancho al cual dejó deteriorarse y gastó todo su dinero en beber, para asegurarse de que su hijo no recibiera ninguna herencia. La razón de ese odio se remonta a mucho antes, a la muerte de Matilde Arcángel. El narrador asegura que ella había sido su prometida primero, pero luego la conquistó Euremio padre, con quien se casó y dio a luz a Euremio. Un día, regresando del bautismo de su hijo, Matilde, que llevaba a Euremio en brazos, cayó de su caballo y murió, luego de que el animal saliera corriendo desbocado, producto de un berrido del bebé. Desde entonces, Euremio padre culpó a su hijo de haber causado la muerte de su esposa. Euremio hijo creció, a pesar del abandono de su padre. Un día, pasó por el pueblo un grupo de revoltosos y el muchacho se fue con ellos. Pronto llegaron las tropas del gobierno buscándolos, y Euremio padre les pidió unírseles, asegurando que tenía cuentas pendientes con uno de esos bandidos. Días después, un grupo de trabajadores bajó al pueblo, comentando que en el monte se desataba hacía días una pelea. Esa misma noche, vieron atravesar el pueblo a un grupo de hombres desaliñados a caballo y, entre ellos, iba Euremio hijo, cargando en su caballo el cuerpo de su padre muerto.

En "Anacleto Morones", Lucas Lucatero, el narrador y protagonista, ve llegar a su casa a un grupo de diez ancianas vestidas de negro y con escapularios. Reconoce en ellas a la Congregación de Amula y trata desesperadamente de pensar estrategias para desviar su atención de lo que él sabe que es el motivo de su visita: Anacleto Morones. Las recibe desnudo, intentando escandalizarlas, pero ellas son persistentes y entran igual. Finalmente se ve obligado a escuchar su petición de que las acompañe a Amula para dar testimonio de que Anacleto, el "Niño Santo", es digno de convertirse en santo. Lucatero sabe, sin embargo, que Anacleto no es más que un embaucador que, con su ayuda, engañó a muchas de estas mujeres para que se acostaran con él, haciéndoles creer que era capaz de hacer milagros. Lucatero rechaza a las mujeres de Amula y estas comienzan a reprender su falta de fe y la forma en que abandonó a algunas de ellas después de acostarse con ellas. Lucatero se burla de ellas y les devuelve los insultos con bromas crueles sobre su edad y su condición de solteras. Finalmente, enfurecidas, abandonan su casa una a una hasta que solo queda Pancha. Le pregunta a Pancha si quiere pasar la noche con él y promete, a cambio, acompañarla a Amula a declarar. Finalmente, Lucatero le revela al lector que le guardaba rencor a Anacleto y por eso, años atrás, lo asesinó y lo enterró en su corral. Sin embargo, Pancha no lo sabe. La historia termina a la mañana siguiente, cuando Pancha comenta a Lucatero que es un mal amante y que Anacleto era mucho mejor.