Romancero gitano

Romancero gitano Resumen y Análisis "San Miguel"

Resumen

En "San Miguel", el yo lírico traza el paisaje de la ciudad de Granada durante la feria de San Miguel y describe al arcángel del mismo nombre. Desde la altura de las barandas contempla el monte y el movimiento de mulos que cargan girasoles. Es de noche, el paisaje está en penumbras. El agua (del río Darro, que atraviesa la ciudad) se pone fría. El arcángel, por su parte, está sobre la torre, en su alcoba, y viste un traje de encaje. Tiene los muslos hermosos y eleva su brazo "en el gesto de las doce" (247) mientras canta. Afuera, el mar se mueve en la playa y se presenta uno grupo variado de gente, como en una romería o fiesta popular: manolas gitanas que comen semillas de girasol, caballeros altos y damas tristes, e incluso el obispo de Manila, que da la misa. Las últimas dos estrofas del poema, breves, vuelven a enfocarse en San Miguel, quieto y solo sobre la torre.

Análisis

Este poema se publica por primera vez en la revista Litoral en 1926, junto con "Prendimiento de Antoñito el Camborio" y "Preciosa y el aire". Ese año, cuando Lorca lo envía a Guillén, lo titula "San Miguel Arcángel". Está dedicado a Diego Buigas de Dalmáu, diplomático y compañero de Francisco García Lorca, hermano de Federico.

"San Miguel" inicia la sección intermedia del romancero, compuesta por los tres romances dedicados a los arcángeles, que representan las tres grandes ciudades andaluzas: Granada, Córdoba y Sevilla. En el título usado en 1926 resulta aún más clara la referencia a una romería, es decir, a una procesión y fiesta religiosa popular española que tiene lugar el 29 de septiembre desde Albaicín hasta la ermita de San Miguel, sobre el Sacro Monte, en Granada. Allí se encuentran las figuras de los arcángeles, que probablemente inspiran a Lorca para escribir esta poesía. Algunos elementos del poema coinciden con las costumbres típicas de esta romería, como la subida al monte en mulo y la venta de girasoles. Es interesante notar que tanto la romería como el santo son temas cristianos, pero en este romance son presentados con una estética y un sentimiento totalmente agitanados.

En esa línea, la caracterización de San Miguel llama mucho la atención: "San Miguel lleno de encajes / en la alcoba de su torre, / enseña sus bellos muslos / ceñidos por los faroles" (247). El arcángel es una figura feminizada y sexualizada en este poema: viste encajes y muestra sus piernas. Más adelante, se nos dice que usa perfumes. Lorca parece resaltar algunas características de la estatua que se encuentra en la ermita, que lleva unas plumas en la cabeza y una especie de falda de encaje. Esta estatua barroca, además, tiene el brazo en alto, posición que parece coincidir con los versos de la estrofa siguiente: "Arcángel domesticado / en el gesto de las doce" (247).

Al igual que otros en el Romancero gitano, este poema recurre a las repeticiones líricas de palabras, como en "Se ven desde las barandas, / por el monte, monte, monte" (246) y "Agua loca y descubierta / por el monte, monte, monte" (247). Esta repetición enfatiza la importancia del monte como paisaje y contexto de la romería, y hace coincidir el movimiento de la procesión (las personas que van sobre los mulos hacia la ermita) con el movimiento de las aguas, que probablemente se refieren al río Darro, que baja entre las piedras desde la Alhambra hasta el Monte Sacro. Una repetición significativa en forma de paronomasia (es decir, la presentación de términos con sonidos muy similares, pero no exactamente iguales) es la cadena que se forma entre los "mulos" y los "muslos" que forman parte del cuerpo del santo.

Otro aspecto significativo de este poema (que es posible rastrear en varias partes del libro) es el punto de vista de algunos personajes ubicados en las alturas. En este caso, el movimiento de las figuras que presenta "San Miguel" es hacia arriba, ya que la romería avanza en procesión hacia lo alto del Sacro Monte. Pero, a su vez, ya los primeros versos nos colocan a los lectores en una posición con perspectiva elevada, pues toda la escena y sus figuras "Se ven desde las barandas" (246). Estas barandas son recurrentes en el romancero y son típicas de la arquitectura andaluza: se trata de una especie de balcones desde los que es posible mirar las calles y refrescarse, ya que las temperaturas en el sur de España son muy altas.

Por otra parte, el santo mismo se encuentra en su alcoba sobre una torre, y esta ubicación contrasta con el paisaje y el pueblo que festeja la romería: el santo está arriba en soledad y el pueblo va subiendo, desde abajo y festejando. Se trata de una mezcla interesante de gente: "Vienen manolas comiendo / semillas de girasoles, / los culos grandes y ocultos / como planetas de cobre. / Vienen altos caballeros / y damas de triste porte, / morenas por la nostalgia / de un ayer de ruiseñores" (248). Estos hombres y mujeres andaluces, morenos y nostálgicos, son los protagonistas de la procesión, que, como hemos dicho, Lorca presenta de manera agitanada. También los acompaña un sacerdote cristiano con rasgos gitanos: "Y el obispo de Manila, / ciego de azafrán y pobre, / dice misa con dos filos / para mujeres y hombres" (248). El obispo está envuelto en azafrán, condimento originario del norte de África que, gracias a los árabes, se introduce en España y simboliza la mezcla de culturas propia de la península ibérica. Por otro lado, da misa con "filos", idea que remite a las navajas y los cuchillos gitanos.

Por último, se destacan los elementos de la naturaleza que acompañan la fiesta popular. Mientras "San Miguel se estaba quieto / en la alcoba de su torre" (248), el pueblo sube en romería y "El mar baila por la playa, / un poema de balcones. / Las orillas de la luna / pierden juncos, ganan voces" (248). El mar se mueve con la procesión; la luna (que aquí parece remitir más a la vitalidad que a la muerte) y los juncos se suman al sonido de la fiesta.