Romancero gitano

Romancero gitano Resumen y Análisis "Muerto de amor"

Resumen

En "Muerto de amor" dialogan las voces de una madre y un hijo enamorado, que va a morir. El poema inicia a las 11 de la noche; relumbran faroles y la luna plateada en el cielo ilumina las torres. Hay aroma a vino y ámbar. Todo parece silencioso y la naturaleza duerme. Entonces el joven se ve a sí mismo muerto. Hay mujeres que lo lloran al pie de un monte, y serafines y gitanos que tocan el acordeón. Hacia el final del poema, le pide a su madre que, cuando él muera, se lo cuente a todo el mundo, que todos se enteren. La última estrofa parece decirnos que el hijo finalmente ha muerto, y que resuenan a lo lejos las promesas hechas por la madre.

Análisis

Este poema está dedicado a Margarita Manso, escritora y amiga de Federico García Lorca. Es posible que en una versión anterior el autor lo titulara "El romance de los barandales altos".

En "Muerto de amor" dialogan una madre y un hijo que está por morir. En la primera estrofa leemos la voz de la mujer que ve con sorpresa un potente resplandor y cree que se trata de personas que a lo lejos trabajan con elementos de cobre. Sin embargo, esa luz proviene de la luna, que, como sabemos, simboliza la muerte, y en este caso indica el final trágico del hijo. Esta presentación del satélite es singular: "Ajo de agónica plata / la luna menguante, pone / cabelleras amarillas / a las amarillas torres" (264). Es una media luna plateada, con forma de diente de ajo, que proyecta una luz amarilla sobre los edificios donde se encuentran los personajes.

En ese sentido, se destaca la posición de los protagonistas en las alturas. Las terrazas, las barandas altas, los balcones y otros espacios elevados son el punto de vista y el escenario frecuente de muchos poemas en el Romancero gitano. De acuerdo con los especialistas, lo alto en la poesía de Lorca enfatiza su dimensión mítica, donde lo terrenal y lo divino se confunden. Esta posición y la idea de lo alto se refuerzan en los versos finales del poema: "Y el cielo daba portazos / al brusco rumor del bosque, / mientras clamaban las luces / en los altos corredores" (267). La luz, la luna que reluce y los faroles que relumbran, así como la altura, se mantienen como las características centrales del espacio donde tiene lugar esta escena.

La descripción del ambiente también recurre a muchos elementos de la naturaleza, como los perros que corretean por las calles, la brisa húmeda que sopla, los bueyes y las rosas que duermen. Esta atmósfera se completa con una sinestesia, es decir, con el entrecruzamiento de dos percepciones sensoriales diferentes: "las cuatro luces clamaban / con el furor de San Jorge" (265). Las luces (dimensión visual) claman, o sea, producen un sonido furioso (dimensión auditiva). Parece tratarse de la luz de los cuatro faroles mencionados por la madre en la primera estrofa, que se confunden con la luna, por lo que enfatizan el simbolismo de la muerte en la escena.

Justo después de la sinestesia, dentro de la estrofa central del poema, se produce un cambio de temporalidad hacia el pasado: "Tristes mujeres del valle / bajaban su sangre de hombre, / tranquila flor cortada / y amarga de muslo joven" (265). Según Josephs y Caballero, "como en una visión, el joven se ve a sí mismo ya muerto. Todo parece pasar, la muerte, la visión de la muerte por el joven, y su entierro, simultáneamente. Este tiempo desdibujado a propósito intensifica la emoción lírica y funesta de esta muerte de amor" (2020: 265). En otras palabras, las mujeres tristes y las ancianas que presentan estos versos están llorando porque se encuentran en el entierro del chico, que poéticamente puede vislumbrar su propia muerte.

Finalmente, el hijo le pide a la madre que le cuente a todo el mundo que él ha fallecido, como si no quisiera que su historia se pierda. De todos modos, el poema solo nos explica en el título que la causa de esta muerte es el amor: no podemos contar cómo llega a morir, solo podemos decir que ya no vive. Este cruzamiento de pasiones (amor y muerte) es casi el único elemento que permite caracterizar al protagonista como gitano. Además, en el velorio del chico, "Serafines y gitanos / tocaban acordeones" (265), es decir que su muerte está ambientada en la mezcla andaluza de lo cristiano y lo gitano. Por último, el chico hace hincapié en el número 7, cifra mágica por excelencia: "Siete gritos, siete sangres / siete adormideras dobles" (266), y eso también nos permite identificarlo como gitano, por la dimensión mística del número.