Muerte de un viajante

Muerte de un viajante Temas

El éxito

Uno de los temas principales que gobiernan al protagonista de la obra es la noción de éxito. Willy Loman vivió y educó a sus hijos con las expectativas del éxito, sosteniendo que la personalidad y el ser atléticos, el "gustar a las personas", sería definitorio para que sus nombres sonaran "como campanas" en el mundo de los negocios, abriéndoles todas las puertas. Sin embargo, ese futuro que Willy preveía no se alcanza: la estructura de la obra, que intercala escenas del pasado con otras del presente, permite contrastar las esperanzas y sueños de Loman con lo que se ha logrado finalmente.

A su vez, en esta pieza se ofrecen, al menos con claridad, dos concepciones del éxito. Una de ellas lo concibe como algo asociado a lo tangible, material, producto de la dedicación y el trabajo concretos. Esta concepción aparece encarnada en la obra en Charley y, luego, también en Bernard.

En contraposición, la otra noción del éxito se sostiene en un imaginario más fantasioso, mágico, encantador: esto es lo emulado por los discursos de Willy y aparece encarnado en su máxima expresión en Ben, cuya historia se presenta construida en un imaginario muy ligado al asombro y la fantasía. Willy se referirá con plena admiración a la historia de su hermano: “El éxito personificado” (p.117), dirá, o: "¡Sabía lo que quería y fue a buscarlo! ¡Se metió en una jungla y cuando salió, a los veintiuno, era rico!" (p.117). Se trata de una historia en la cual la dimensión romántica supera, podría decirse, a la real. Willy asocia al éxito con el carácter, la suerte, la hombría e incluso a cuestiones que pueden considerarse inmorales, como el acto delictivo, y no puede en cambio ver las virtudes del esfuerzo y la disciplina, encarnados en personajes como Charley y Bernard. Mientras admira el éxito de Ben, ligado a la temeridad, no imagina que el trabajo duro y la dedicación puedan ser críticos en el área.

La frustración

La temática que consolida el tono trágico de la obra, y que se hace presente particularmente en las escenas del presente, es la de la frustración. Willy Loman se caracteriza por haber soñado toda su vida con un éxito -para él y para sus hijos- que nunca consiguió, y eso tiñe de frustración cada aspecto de su vida. Por un lado, sus ideas sobre lo que implica ser un hombre exitoso no dejan de perturbarlo, en tanto siente que no alcanza las expectativas que él mismo se impuso. Willy siente culpa por no poder proveer a su hogar con el sustento económico que, cree, debería, y esa frustración lo lleva a tomar decisiones tan extremas como la de suicidarse para que los suyos puedan cobrar su seguro de vida.

La frustración también pesa sobre las espaldas de Biff, que se sabe una decepción para las altas expectativas que su padre tenía sobre él cuando era adolescente. Por otra parte, el vínculo padre-hijo se encuentra, a su vez, frustrado, desde el momento en que el joven Biff descubrió la infidelidad de su padre y Willy dejó de ser para el muchacho un admirable modelo a seguir para convertirse, en cambio, en un farsante.

En la frustración de los personajes principales, pero sobre todo la de Willy Loman, se justifica además la estructura dramática de la pieza: el recurso del flashback funciona para escenificar las altas expectativas que se mantenían en episodios del pasado y que, en el presente de los personajes, se encuentran frustradas. Es justamente la perturbación por esa sensación de fracaso lo que motiva en Willy la huida de su mente hacia un pasado en el cual todavía podía soñar, al menos, con el éxito.

El vínculo padre-hijo

Si bien en la obra se presentan varios tipos de vínculos familiares, el que es abordado principalmente, a nivel temático, es el de padre-hijo. Willy Loman tiene dos hijos varones, Biff y Happy, y mediante la relación que el protagonista sostiene con cada uno de ellos la obra logra ilustrar dos modos muy distintos de ejercer la paternidad. Ambos modos son, de todas formas, conflictivos.

Las escenas del pasado, que muestran momentos de la adolescencia de Biff y Happy, evidencian a un padre cuya atención se dirige enteramente a su hijo mayor, Biff, en quien sitúa todas sus expectativas de éxito. El joven es en ese entonces un destacado jugador en el equipo de fútbol del colegio, y Willy lo somete a diversos entrenamientos y lo alienta a ser el mejor en la cancha. Al mismo tiempo que lo incita a desarrollarse en cuestiones atléticas, de fuerza física y de "hombría", no fomenta en absoluto su disciplina en cuestiones académicas. A su vez, concentrado en Biff, Willy no registra los esfuerzos desmedidos de Happy por llamar la atención de su padre: el joven se entrena desaforadamente para tener el físico que Willy festeja en su otro hijo. Ambos muchachos, en ese pasado, admiran a su padre como a una especie de superhéroe. Este sentimiento, sin embargo, se rompe para Biff cuando descubre a su padre teniendo una aventura con otra mujer.

El presente, en la pieza, muestra los efectos de esa clase de educación: a sus treinta y tantos, Biff y Happy están atrapados en una perpetua adolescencia. Ambos tienen físicos atléticos y fuertes, pero ninguno pudo desarrollar su madurez en términos emocionales. Biff nunca se graduó del colegio, por lo que no fue a la universidad, ni obtuvo nunca un trabajo estable. Siente, a cada paso, la decepción que es para su padre, a quien, a su vez, desprecia por considerarlo un farsante, pero a quien no puede ignorar, y cuya admiración no puede dejar de añorar. Happy, por su parte, se volvió una persona extremadamente competitiva, que no logra respetar ni recibir órdenes de ningún hombre a quien considere atlética o físicamente inferior.

El orgullo

El orgullo es un tema claramente problematizado en la obra, en tanto pone en escena las consecuencias negativas que tal sentimiento, en exceso, puede tener en la vida de una persona.

Willy Loman es quien encarna en mayor medida esta problemática. Habiéndose enarbolado durante tantos años a sí mismo como una suerte de estrella en el mundo de los negocios, alardeando frente a sus hijos o sus vecinos sobre lo "vital" que él era en varios Estados del país, padece en extremo la contrastante realidad que su presente le ofrece. Pero además, en la difícil situación económica, en la cual no puede siquiera proveer con un mínimo salario a su familia, no puede aceptar el trabajo digno que su vecino y amigo Charley le ofrece: el orgullo le impide a Willy disponerse a recibir órdenes de aquel a quien consideró siempre poco "hombre", sin interés por los deportes y falto de carácter.

El orgullo es un sentimiento que Willy inculcó también en sus hijos, y ambos jóvenes padecen las consecuencias. "¡Nunca he llegado a ninguna parte porque me llenaste tanto la cabeza de pájaros que no puedo aceptar órdenes de nadie!" (p.182), denuncia Biff cuando enfrenta a su padre. De la misma manera, Happy no logra aceptar órdenes de aquellos a quienes considera inferiores en términos de fuerza física.

La hostilidad del sistema capitalista moderno

El protagonista de la obra, Willy Loman, es un hombre que ha dedicado su vida a un trabajo que, en la última etapa de su vida, se le presenta extremadamente agotador y sin demasiados beneficios. El cansancio, producto de una vida sacrificada (trabajó treinta y cinco años en un mismo empleo que, sin embargo, no le permite cubrir del todo sus deudas en el presente), configura uno de los aspectos más definitorios del personaje, en tanto se acerca al final de sus días sin haber conocido, prácticamente, el descanso, y sin haber podido gozar de ninguna de las “comodidades” que luchó por conseguir: "trabajas toda tu vida para pagar una casa, y cuando por fin es tuya no queda nadie para vivir en ella" (Acto I, p.98), denuncia Willy al inicio de la obra.

El capitalismo moderno se evidencia aquí como un sistema que resulta hostil a quienes deben desvivirse por el objetivo de alcanzar -y ni siquiera disfrutar- cierta estabilidad económica. Es en torno a este tema que Muerte de un viajante realiza una suerte de crítica: lejos de resultar un ejemplo del en teoría resplandeciente sueño americano, la trama ilustra la posible vida trágica, plena de sacrificios, que puede arrastrarse en el intento por perseguir el éxito dentro del sistema capitalista norteamericano. El personaje de Willy Loman permite acceder al modo en que las empresas, sostenidas e impulsadas por el único valor de la competencia, exprimen a sus trabajadores hasta que estos dejan de rendir lo suficiente y, entonces, los desechan. El protagonista se quejará frente a un jefe que se niega a darle un salario digno: "he trabajado treinta y seis años para esta empresa, Howard, ¡y ahora no puedo pagar mi seguro! No puedes comerte la naranja y tirar la cáscara… ¡Un hombre no es una fruta!" (Acto II, p.146). El carácter trágico de la obra reside mayoritariamente en la humillación que sufre Willy, quien se ve obligado incluso a pedir respeto por un hombre que ha dedicado, sacrificado su vida y su existencia por un trabajo, y que luego es desechado por el mismo sistema que lo exprimió hasta agotarlo.

Ilusión vs. realidad

El carácter del protagonista de la obra se define en gran medida por su tendencia a agigantar situaciones por medio del discurso, y a distorsionar los hechos para lograr una versión de la realidad que difícilmente sería aceptada por alguien con una perspectiva más realista. Hacia el final de la pieza, Biff denuncia la falta de realismo que gobernó siempre la casa y la vida familiar de los Loman: "¡En esta casa nunca se ha dicho la verdad durante diez minutos!" (Acto II, p.182), exclama cuando acaba enfrentando a su padre.

En efecto, gran parte del antagonismo entre Biff y Willy se origina en la incongruencia que el joven encuentra entre el discurso de su padre y sus acciones, en tanto descubre su infidelidad y lo acusa, en consecuencia, de "farsante". Así también, el joven Biff acaba denunciando que las expectativas desmedidas y el discurso exacerbadamente ilusorio con el cual su padre gobernó el hogar familiar impidió su desarrollo, pero también el de Willy y Happy. El orgullo exagerado le impide a los miembros de la familia pensar y actuar con claridad, ceder y aceptar ciertas circunstancias. Lo que Biff denuncia, finalmente, es la falta de realismo y de sinceridad en la familia Loman, condenada durante años a vivir bajo la sombra de la ilusión.

Nostalgia y remordimiento

La emoción dominante a lo largo de la pieza es la nostalgia, teñida siempre de remordimiento. Todos los Loman sienten que su pasado ha sido mejor que su presente, y en algunos de ellos el pesar tiene que ver con el arrepentimiento por haber tomado decisiones equivocadas. Este es el caso de Willy, quien constantemente es abrumado por los recuerdos de un pasado promisorio, en el cual él era admirado por sus hijos y a su vez se sostenía en un mejor pasar. Los remordimientos de este personaje, que parece buscar en el pasado las razones que llevaron a un presente decepcionante, conducen la estructura de la trama, en la cual se intercalan escenas del presente de la acción con otras del pasado.

A su vez, la nostalgia sustenta en muchas ocasiones el discurso de Willy, cuyas ideas acerca del éxito en los negocios suelen arraigarse al pasado y, por lo tanto, resultar demasiado disonantes a una modernidad que gobierna el presente y a la cual el protagonista no puede adaptarse.