Muerte de un viajante

Muerte de un viajante Resumen y Análisis Acto I (Primera parte)

Resumen

Willy Loman llega a su casa en la noche y su esposa se levanta de la cama y baja a recibirlo, preocupada. Willy le cuenta que casi choca mientras manejaba en la autopista. Linda dice que debe ser por sus anteojos, pero Willy continúa: le cuesta concentrarse, el paisaje toma su atención hasta que aparece en la cuneta. Podría haber matado a alguien. Linda le ruega que vuelva a hablar con su jefe, Howard, para que no lo hagan viajar más y lo dejen trabajar en Nueva York. Willy responde que lo necesitan en Nueva Inglaterra, donde él es vital. Agrega que sería distinto si el viejo Wagner siguiera vivo, pero su hijo Howard, jefe ahora, no valora nada.

Luego, el matrimonio conversa sobre la discusión que Willy tuvo con Biff esa mañana, que empezó cuando el padre le preguntó al muchacho si estaba ganando dinero. Linda lamenta que hayan discutido apenas Biff volvió a la casa. Willy exclama que es una vergüenza que Biff, a sus treinta y cuatro años, no haya conseguido nunca un buen trabajo. Linda dice que Biff solo está desorientado, y Willy se apena sumiéndose en recuerdos de cuando su hijo era una joven promesa. Linda intenta sacarlo de ese estado pero Willy la calla y luego lamenta las construcciones del barrio por las que se talaron los árboles en los cuales, en el pasado, ellos colocaban las hamacas. También la tierra se arruinó, dice, y ya no crecen hierbas en el jardín.

En su viejo dormitorio, donde volvieron a reunirse después de muchos años, Happy y Biff se incorporan en sus camas y escuchan la conversación de sus padres. Happy comenta que su padre volvió a tener un accidente de auto y luego le pregunta a su hermano si continúa enojado con Willy. Después, los muchachos recuerdan momentos de la juventud, de las mujeres con quienes salían en ese entonces, cuando Happy era más bien tímido y Biff, extrovertido, situación que en el presente es casi inversa. Biff protesta porque su padre se burla de él constantemente; Happy le responde que Willy solo quiere que él tenga éxito. Luego le manifiesta su preocupación porque su padre habla solo. Agrega que generalmente habla de Biff, de que no está establecido. Biff habla entonces sobre su historia laboral, siempre insatisfactoria, aburrida e inestable. Confiesa haber vuelto a la casa porque poco tiempo atrás tuvo la revelación de que no estaba llegando a ninguna parte y solo estaba perdiendo el tiempo. Quiso volver para rearmar su futuro, pero una vez allí no sabe qué hacer consigo. Se siente como un chiquillo. Le pregunta luego a su hermano si está satisfecho y Happy responde que no: gana dinero pero no entiende para qué trabaja. Tiene lo que supuestamente siempre quiso, su propio departamento, un auto y mujeres, pero se siente profundamente solo. Biff le propone entonces que se vayan juntos al Oeste. Ambos se entusiasman con la idea de trabajar juntos, al aire libre. Pero luego Happy vuelve a hablar de sus jefes y de cómo quiere demostrarle a esos ejecutivos que él puede tener éxito. Cuando lo logre, dice, se irá con su hermano. Luego hablan de mujeres: Happy le cuenta que sale con quien quiere, pero no siente nada, y que tuvo aventuras con las esposas de los hombres que trabajan con él.

Biff le cuenta a su hermano que intentará hablar con Bill Oliver, para quien trabajó tiempo atrás y quien le había dicho que si necesitaba algo algún día podía pedírselo. Piensa entonces que le podría pedir un préstamo y así comprar el rancho donde se establecerían él y Happy en el Oeste. Allí podría trabajar de lo que le gusta y además ser alguien, dice. Lo único que le preocupa, confiesa Biff, es si Oliver aún cree que él le robó una caja de pelotas de baloncesto diez años atrás.

De pronto los jóvenes oyen a su padre hablar solo como si se dirigiera a Biff. Happy le ruega a su hermano que se quede porque ya no sabe qué hacer con la situación de su padre. A Biff le preocupa que su madre lo oiga así. Los hermanos se duermen.

Análisis

Muerte de un viajante pone su principal foco en la vida privada y las relaciones internas de una familia de clase media estadounidense entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. El universo familiar se encuentra hondamente atravesado, a su vez, por temáticas económicas, en tanto el éxito y el fracaso en el área de los negocios definen el carácter de los personajes. En esta pieza, es la casa familiar el espacio de la mayor parte de la acción, y el vínculo padre-hijo es el que prima en la trama y en la intriga de la obra.

Para poner en escena la dinámica interna de una familia en la cual los hijos ya son adultos (lo cual supondría una distancia -incluso física- para con sus padres que obstaculizaría la concentración de la acción), Miller recurre a dos tácticas: por un lado, coloca a esos dos muchachos de más de treinta años de visita en la casa familiar; por el otro, ese movimiento habilita una nostalgia que justificará la serie de flashbacks que tendrán lugar en la obra. Y aunque en estas primeras escenas no aparece aún el recurso del flashback, el pasado no deja de estar presente para los personajes principales: Willy le recuerda a Linda la joven promesa que era Biff años atrás, así como el estado del vecindario en aquellas épocas; Biff y Happy, reunidos después de mucho tiempo en lo que fue su habitación, rememoran momentos de una adolescencia ya perdida.

Mediante estas dos primeras escenas no solo se introduce a los personajes primarios de la obra y sus relaciones con el pasado, sino que también se establecen los puntos principales en los que se sostendrá la trama en lo que sigue de la obra. Desde estos primeros diálogos se presentan el cansancio y la dificultad de Willy para seguir viajando en el trabajo, la indiferencia de su jefe al respecto, el deterioro mental del hombre, la infinita paciencia de su esposa, la relación conflictiva entre Willy y Biff, las dificultades de este último para asentarse en un trabajo y en la vida en general.

El protagonista de la obra, Willy Loman, es un hombre que ha dedicado su vida a un trabajo que, en esta última etapa de su vida, se le presenta extremadamente agotador y sin demasiados beneficios. El cansancio, producto de una vida sacrificada (trabajó treinta y cinco años en un mismo empleo que sin embargo no le permite cubrir del todo sus deudas en el presente) configura uno de los aspectos más definitorios del personaje, en tanto se acerca al final de sus días sin haber conocido, prácticamente, el descanso, y sin haber podido gozar de ninguna de las “comodidades” que luchó por conseguir: “Trabajas toda tu vida para pagar una casa, y cuando por fin es tuya no queda nadie para vivir en ella” (p.98), asegura Willy en la primera escena de la obra.

El sueño americano, concepto con el cual se denomina comúnmente la promesa de una tierra supuestamente plena de oportunidades de progreso (Estados Unidos) y según la cual es posible conseguir el éxito mediante el sacrificio del trabajo, se encuentra completamente problematizado en esta pieza. Las condiciones del capitalismo se evidencian hostiles, difíciles, y Miller parece encontrar un modo englobante de representar esta denuncia: el fracaso del sueño americano se hace carne en Willy Loman, quien trabajó toda su vida en pos de metas que jamás consiguió, pero también en Biff y Happy, dos jóvenes cuyas vidas se ven atravesadas, aunque de distintas maneras, por las expectativas frustradas en relación a esa temática. Biff nunca consiguió establecerse ni incorporarse satisfactoriamente al sistema laboral; Happy, aunque inserto en el sistema con cierto éxito, siente un vacío que nubla el sentido de ser un competidor en el mercado.

El antagonismo principal de la pieza, dado entre Willy y Biff, parece sostenerse en gran parte en esta misma frustración. El padre pelea con su hijo, pero aquello que los enfrenta no es exactamente un disenso de puntos de vista. Lo que encoleriza y perturba a Willy de Biff parece ser lo mismo que angustia a Biff sobre sí mismo:

¡Dios mío, no estoy llegando a ninguna parte! ¿Qué diablos hago, perdiendo el tiempo con los caballos por veintiocho dólares a la semana? Tengo treinta y cuatro años, debería organizar mi futuro. Entonces es cuando me apresuro a volver a casa. Y cuando estoy aquí, no sé qué hacer conmigo mismo. (Tras una pausa) Siempre me he propuesto no desperdiciar mi vida, y cada vez que vuelvo aquí, me doy cuenta de que lo único que he hecho es desperdiciarla.

(p.103)

Lo que parece más fácilmente distinguible en Biff se da también en Happy: ambos personajes están atrapados en una perpetua adolescencia. Los jóvenes son físicamente fuertes, pero su desarrollo emocional no acaba de reflejar esa apariencia física. En la escena entre los hermanos, Happy recuerda sus primeras experiencias sexuales, mientras que Biff sostiene una pelota de fútbol. El escenario del diálogo, la habitación que ambos jóvenes compartían en el pasado, también sugiere esta sensación de adolescencia no superada.

En particular, Biff no logra vivir en la madurez. Se desplaza de trabajo en trabajo sin contar con un plan, y se desempeña mayormente en oficios que implican fuerza física pero no ofrecen ninguna esperanza de un futuro relativamente estable. Lo que atraviesa a Biff es una conducta autodestructiva que lo lleva a arruinar cualquier oportunidad de trabajo que se le presente. A su vez, es consciente de que representa una decepción para su padre, quien supo sostener grandes esperanzas para él.

En contraste, Happy es menos reflexivo que su hermano, y por lo tanto parece menos consciente de su propia inmadurez, que sin embargo lo atraviesa y obstaculiza su desarrollo. Aunque Happy cuenta en su vida con factores asociados a la adultez, como una profesión estable, su actitud en casi todos los campos de su vida no supera la de un adolescente. Entre otras cuestiones, no logra sentir respeto por ninguna de las muchas mujeres a las que seduce, lo cual también le produce insatisfacción y sensación de vacío. En el caso de Happy, entonces, sus conductas adolescentes contrastan con su estilo de vida adulto. Aunque tiene un trabajo respetable, Happy no puede evitar compararse con sus colegas en términos físicos o viriles, y encuentra dificultad en recibir órdenes de hombres ante los cuales se siente superior en ese área. Así, el joven parece vivir su espacio laboral desde la perspectiva de un estudiante de secundario, creyendo que la fuerza física es más importante que el desarrollo intelectual.

En cuanto a Willy, aunque el personaje no acabe de ponerlo en palabras, lo que lo atraviesa es también una sensación de frustración respecto a su propia vida. La rutina a la que se entregó incansablemente, durante años, no parece haber dado los frutos prometidos. El agotamiento producto de un prolongado sacrificio que no da cuenta en el presente de los resultados esperados muestra sus consecuencias en el estado mental del personaje. Porque mientras Biff y Happy son aún relativamente jóvenes y pueden intentar construir un futuro para sí mismos, Willy es un hombre maduro, y la vejez lo acorrala. La combinación entre la avanzada edad del personaje y su frustrada y agotada situación resulta en el visible deterioro del estado mental del personaje:

Iba conduciendo, ¿comprendes?, y me sentía bien. Incluso contemplaba el paisaje. Imagínate, yo contemplando el paisaje, yo que estoy en la carretera todos los días de mi vida. Pero es tan bonito allá arriba, Linda, los árboles son tan densos, y el sol calienta. Abrí el parabrisas y dejé que el cálido aire me acariciara. ¡Y entonces, de repente, me fui a la cuneta! Créeme, me había olvidado por completo de que estaba conduciendo. Si me hubiera desviado al otro carril podría haber matado a alguien. Bueno, seguí adelante, y al cabo de cinco minutos ya estaba soñando de nuevo, y por poco… Qué pensamientos tengo, qué pensamientos tan extraños.

(p.97)

El frágil estado mental de Willy atormenta al resto de los integrantes de la familia. Happy le muestra a su hermano su preocupación por el hecho de que su padre haya “vuelto” a hablar solo, lo cual también desespera a Biff. Pero el personaje que más enteramente se define por el posicionamiento que toma frente al tema es Linda. La mujer se presenta en la pieza como una esposa fiel, paciente, infinitamente tolerante, que registra perfectamente los enredos mentales de su marido y opta por no hacer alardes sobre el tema, sino simplemente intentar aminorar, reducirlos a meros detalles y equivocaciones accidentales y ocasionales:

WILLY: ¿Por qué no abres una ventana, por el amor de Dios?

LINDA: (Con una paciencia infinita) Están todas abiertas, cariño.

(p.99)

Esto propondrá una particular dinámica al interior del matrimonio, en tanto Willy no dejará de tratar con desdén o impaciencia, por momentos, a su esposa, quien jamás responderá a sus provocaciones. Las justificaciones de esta y otras actitudes aparecerán a lo largo de la pieza en la medida en que se presenten ciertas escenas del pasado familiar. Porque el frágil estado mental que definirá los últimos días de Willy Loman también permitirá sostener la estructura dramática que tomará la obra, en la cual los pensamientos y recuerdos del protagonista compartirán escena con el presente de la acción, tal cual lo hacen en la interioridad del senil personaje.