Muerte de un viajante

Muerte de un viajante Resumen y Análisis Acto II (Segunda parte)

Resumen

Bernard, adolescente, aparece agitado: los Loman están por partir hacia el estadio; es el gran partido de Biff. Bernard le reclama el casco que le permitió llevar para poder ingresar al vestuario, pero Biff no quiere dárselo. Acaba dejándolo llevar las hombreras. Willy reparte banderines para que todos agiten cuando entre Biff, y luego le pregunta a su hijo si sabe lo que significa lo que sucederá ese día, ya que volverá a la casa convertido en capitán del equipo que representará a Nueva York. Están por partir cuando aparece Charley. Willy le grita que no hay espacio en el auto para él. Charley no entiende a dónde van y Willy se ofende, ya que, según dice, es el día más importante en la vida de Biff. Charley ríe, le pide que madure y se retira, deseándole a Biff un buen partido. Willy lo persigue a los gritos, insultándolo.

En el presente de la acción, Bernard, adulto, está en su oficina. Aparece Jenny, la secretaria de Charley, pidiéndole que salga al vestíbulo a recibir al señor Loman, que está discutiendo solo, consigo mismo. Entonces Bernard saluda a Willy, que se sorprende de verlo. Bernard es amable pero escueto en lo que cuenta sobre su propia vida. En tanto Willly insiste con preguntas, Bernard dice que está por salir hacia Washington para intervenir en un pleito, que tiene dos hijos. Luego pregunta por Biff, y Willy le dice que ha hecho cosas importantes en el Oeste, pero ahora se establecerá allí. Bernard pregunta a qué negocio se dedica y Willy cuenta que Bill Oliver, un gran comerciante, está muy interesado en Biff y lo llamó para que viniera a la ciudad. Luego felicita a Bernard por su éxito y, después de titubear, acaba preguntándole cuál es el secreto, y por qué Biff no lo logró. Willy rememora el partido de fútbol después del cual no sucedió nada bueno. Tras algunas evasivas, Bernard le pregunta a Willy si quiere hablar con franqueza: hay algo que siempre quiso preguntarle. Cuando Biff tenía que graduarse y el profesor de matemática lo suspendió, lo único que debía hacer era prepararse en el verano para rendir la asignatura. ¿Por qué no lo hizo? Willy dice que él le ordenó y rogó que lo hiciera, pero no sucedió; Biff abandonó los estudios y él no puede dejar de pensar en eso hace quince años. Luego Willy, desesperado, le pregunta a Bernard si es su culpa que su hijo se haya rendido. Bernard recuerda que Biff estaba dispuesto a preparar la materia hasta que se fue a ver a su padre a Boston, pero que al volver quemó sus zapatillas con la estampa de la Universidad y no rindió los exámenes. Bernard pregunta qué ocurrió en Boston y Willy se irrita, preguntando qué tiene que ver eso.

Entonces ingresa Charley y Bernard se despide de Willy. Charley le cuenta que Bernard está por actuar como abogado defensor ante el Tribunal Supremo. Willy queda estupefacto y no puede creer que Bernard no lo haya mencionado. Charley le da a Willy los cincuenta dólares de siempre y Willy, con dificultad, le pide ciento diez, para pagar el seguro. Charley le pregunta por qué no acepta el empleo que él le propone en Nueva York. Willy dice que él ya tiene un empleo. Un empleo sin sueldo, replica Charley, que luego pregunta a su vecino por qué no quiere trabajar para él. Willy termina confesando que Howard lo despidió, pero que de todos modos no puede trabajar para él. Charley lo acusa de tenerle envidia, y luego le da el dinero para que pague el seguro. Willy comenta lo curioso que es que un hombre acabe valiendo más muerto que vivo. Charley lo niega: nadie vale cuando está muerto. Después de un rato, Willy dice a Charley que se disculpe con Bernard de su parte por haber discutido, y se va.

Análisis

Esta secuencia de escenas, una en el pasado y otra en el presente, funciona de un modo irónico: los personajes son los mismos y, sin embargo, sus roles, en términos de poder, están invertidos. Lo que caracteriza a la escena del pasado es cierta actitud de supremacía, por parte de los Loman, y un relativo goce en humillar a sus vecinos Bernard y Charley. El joven Biff trata con desdén a su compañero, quien lo ayuda en todos sus exámenes, y se resiste a prestarle el casco que le prometió llevar para que este pudiera entrar a los vestuarios y disfrutar del partido en el cual Biff es la estrella. Willy no cesa de exaltar el talento atlético de su hijo, que según él le asegurará un futuro prometedor. Tal es su entusiasmo que se ofende con Charley cuando este no parece darle al partido la importancia que para los Loman merece. El disenso no se limita a una diferencia nimia de perspectivas o jerarquías, sino que Willy insulta a gritos a Charley, a quien considera poco respetable como hombre en tanto no demuestra el exagerado interés por los deportes que gobierna al protagonista.

Si en el fragmento del pasado Bernard y Charley aparecen como inferiores ante la perspectiva de los Loman, esto se ve completamente invertido en la escena del presente. La pieza contrapone el fracaso de los Loman con el éxito de Bernard y Charley. Esto no se da solamente en términos profesionales o económicos, sino también en la dimensión del carácter de los personajes. Willy no puede controlar sus impulsos de hablar desmedidamente y hasta pavonearse en una falsa grandeza (al comienzo de su encuentro con Bernard ostenta sobre un supuestamente exitoso negocio que Biff estuvo realizando en el Oeste junto a su “socio” Bill Oliver), mientras que Bernard se conserva medido, silencioso, respetuoso y sin ninguna necesidad de hacer gala de sus éxitos (en su caso, además, verdaderos). De hecho, pareciera que el joven elige reducir sus logros en el discurso, por temor a avergonzar a un hombre tan orgulloso y desahuciado como Willy.

El retrato presente que se hace de Bernard en este segmento funciona irónicamente si se considera las predicciones que Willy hacía en el pasado sobre el joven en comparación con sus hijos. Willy sostenía que el comportamiento serio de Bernard y su “falta de personalidad” no lo llevarían a ningún lado, y lo que encuentra en el presente desconcierta al protagonista por su abismal oposición con lo que se esperaba. Mientras que Happy es relativamente exitoso en su trabajo, pero infeliz, y Biff no parece contar con ningún acierto en su historial de vida, Bernard, a quien Willy no creía capaz de desenvolverse en el mundo de los negocios, es un claro éxito en todo sentido: cuenta con una profesión que lo apasiona, que le da dinero y en la cual se destaca; formó una familia que le da felicidad y se hospeda en lugares en los que a Willy le gustaría estar. La escena evidencia el desconcierto de Willy en tanto el protagonista, en determinado momento, es incapaz de continuar con el discurso ilusorio sobre su grandeza y la de sus hijos, y en cambio no puede evitar preguntarle a Bernard cómo logró lo que logró y por qué, a diferencia de él, Biff no pudo hacer nada. El joven, lejos de encontrar orgullo o goce en la situación, intenta hablar con franqueza ante quien lo bastardeó cuando era pequeño. Bernard no se deshace de la incómoda conversación, sino que intenta darle a Willy lo que cree una pista para encontrar la respuesta al gran enigma del fracaso de Biff: el joven le pregunta qué sucedió en aquel viaje a Boston, después del cual Biff abandonó sus estudios, signando así su desconcertante futuro. El hecho de que Willy se moleste con la pregunta brinda un indicio clave para el desarrollo de la intriga: queda claro que en aquel viaje sucedió algo determinante, algo de lo cual solo Willy y Biff son testigos, y algo por lo cual, ambos saben, sus vidas quedaron perturbadas para siempre. Al mismo tiempo, la reacción de Willy ante la sugerente pregunta de Bernard da una pista de que el protagonista se sabe responsable de lo que le sucedió con su hijo, y esto lo perturba a un nivel intolerable, que lo hace enfadarse apenas considera estar recibiendo una acusación. En ese viaje mencionado por Bernard también reside, evidentemente, el punto de giro de la relación entre padre e hijo, aquel que separa la actitud de plena admiración del adolescente Biff frente a su padre de un vínculo pleno de enojo y remordimientos.

Charley también representa un grado de éxito y serenidad que Willy es incapaz de alcanzar. Es este personaje quien mejor identifica el problema en la filosofía que Willy tiene acerca de los negocios:

CHARLEY: ¿Howard te ha despedido?

WILLY: Ese mocoso… ¿Te imaginas? Yo, yo le puse el nombre de Howard.

CHARLEY: ¿Cuando comprenderás que esas cosas no significan nada? Y tú le pusiste Howard, pero no puedes vender eso. Lo único que tienes en este momento es lo que puedes vender.

(p.157)

Willy cree que la personalidad y otros factores intangibles son decisivos para el éxito, mientras que Charley parece saber que lo determinante reside en cuestiones más concretas. El diálogo es complejo en tanto está atravesado por cuestiones de afecto y, en el caso de Willy, de necesidad. Charley es el único que le ofrece a Willy un trabajo, además de que le presta dinero cada semana, y también sabe que la razón por la cual Willy rechaza su oferta es un orgulloso sentimiento de superioridad: Loman, que siempre trató con desdén y desprecio a su vecino y amigo, no puede “rebajarse” a trabajar para él.

Nuevamente, el protagonista de la obra se encuentra en una encrucijada fatal entre el orgullo y la humillación: preso de sus prejuicios, no puede siquiera aceptar la digna ayuda que su amigo le ofrece. Charley traduce a su parecer el problema que Willy tiene para con él, denominando “envidia” a ese obstáculo ilusorio que impide a su desdichado amigo aceptar un trabajo digno que le devolvería la estabilidad perdida. Sea cual sea el sentimiento, la hostilidad con la que Willy trata a Charley no termina por vencer la impasible tolerancia y serenidad del hombre que se sabe no solo el único capaz de ayudar económicamente al protagonista, sino también su único amigo. Además, Charley no hace caso omiso a las peligrosas declaraciones de Loman. Willy deja ver su resquebrajado estado de ánimo en tanto sentencia: “Es curioso, ¿sabes? Después de las carreteras, los trenes, las citas y los años, acabas valiendo más muerto que vivo” (Acto II, p.158). Charley intenta contradecir a su amigo, tratando de detener una decisión que, sin embargo, Willy tomará: entregar su vida con tal de que su familia reciba el sustento económico (en este caso, del seguro) que él no puede darle. La frase de Willy contiene la fuerza de denuncia que se imprime en la obra, en tanto funciona como testimonio trágico de quien se ve exprimido por un sistema sin poder obtener ningún beneficio a cambio, al menos no en vida.