Don Quijote de la Mancha (Primera parte)

Don Quijote de la Mancha (Primera parte) Resumen y Análisis Tercera parte, Capítulos 21 - 23

Resumen

Capítulo 21: Que trata de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, con otras cosas sucedidas a nuestro invencible caballero

Don Quijote y Sancho Panza salen al camino y empieza a llover. Por el camino el hidalgo ve a un hombre que se se acerca cabalgando con algo relumbrante en su cabeza y cree que es el yelmo de Mambrino. Sancho quiere advertirle que se trata de una confusión, pero por tratar de respetar las restricciones que le puso su amo, se limita a hacer insinuaciones. El hombre resulta ser un barbero que se traslada en un asno a un pueblo pequeño para trabajar, y lleva una bacía de metal con la que se cubrió la cabeza cuando comenzó a llover.

Don Quijote sale al ataque con su lanza y amenaza al barbero. Éste, asustado, se deja caer del asno y comienza a correr. Sancho le alcanza al hidalgo la bacía que quedó en el suelo, diciendo que es una bacía valiosa, y él se la pone sobre la cabeza. Viendo que es muy holgada, dice que el primer dueño de aquella "celada" tenía la cabeza grandísima. Sancho se ríe al escuchar que su amo llama “celada” a la bacía. Luego don Quijote explica que la misma cayó en manos de alguien que le sacó la mitad, para aprovechar el oro con la que está construida, y que la otra mitad quedó con la forma de una bacía de barbero.

Sancho le pregunta a su amo qué harán con el caballo que parece asno y él le responde que deje a “ese caballo o asno o lo que tú quisieres que sea” (p. 141), porque no es uso de la caballería andante quedarse con el animal del caballero vencido. Entonces Sancho pide cambiar sus aparejos por los de éste y don Quijote lo consiente.

Luego retoman el camino real y, después de pedir permiso para hablar, el escudero le aconseja al hidalgo que se ponga al servicio de algún rey que esté en guerra. Don Quijote aprueba su idea pero afirma que primero tiene que hacerse famoso, para ser recibido con honores por el rey y conseguir la mano de su hija. Después le dice que el único inconveniente que encuentra es no provenir de un linaje de reyes, pero que el sabio que escriba su historia podría presentarlo como descendiente lejano de un rey. Sancho lo aconseja usando refranes y concluye diciendo que puede raptar a la doncella si el rey no acepta dársela por esposa. Sancho se imagina luego la fama que le dará el título de conde y la vida que llevará desde entonces.

Capítulo 22: De la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde no quisieran ir

Don Quijote y Sancho Panza ven a unos hombres que caminan con cadenas que los unen entre sí, sujetas a sus cuellos, acompañados por cuatro guardias. Sancho comenta que son galeotes, es decir, personas condenadas a remar en galeras de la armada real. El hidalgo pregunta cómo las personas pueden estar forzadas a actuar en contra de su voluntad y el escudero responde que son delincuentes.

Don Quijote se acerca a pedir información a un guardia sobre las causas de la condena y éste le responde evasivamente. El hidalgo insiste y otro de los guardias lo autoriza a preguntarle a cada uno de los presos por sus delitos. El primero dice estar condenado por “enamorado” de una canasta llena de ropa y el segundo, por “cantar”. Ante el desconcierto de don Quijote, un guardia le explica que eso quiere decir “confesar en el tormento”, y que él había confesado ser un ladrón. El tercero dice estar condenado por la falta de dinero para sobornar al escribano y al procurador. Al cuarto se lo condena por alcahuete y hechicero. Al quinto, por haber mantenido relaciones sexuales ilícitas. El sexto condenado está sujeto con más cadenas que el resto porque cometió muchos delitos y temen que huya. Se llama Ginés de Pasamonte y ha escrito un libro autobiográfico. Luego dice que las desgracias persiguen a los ingeniosos y un comisario lo corrige diciendo que persigue a los malvados. Ginés le pide que no lo maltrate y lo amenaza, y el comisario quiere golpearlo pero don Quijote se interpone. Entonces el hidalgo se dirige a todos los condenados diciendo que aunque son castigados por sus culpas, no parece que la condena que van a padecer les agrade. Luego dice que por la orden de caballería que profesa es su deber ayudar a los menesterosos y les pide a los guardias que liberen a los reos. También afirma que Dios hace justicia y que no está bien que el hombre sea verdugo del hombre. Finalmente amenaza a los guardias.

Entonces el comisario se escandaliza y le advierte al hidalgo que ellos no tienen la autoridad para liberar a los condenados. También le dice que se enderece el “bacín” que tiene en la cabeza.

Don Quijote se enfurece y lo hiere con su lanza, y el comisario cae malherido. Los otros guardias se quedan atónitos y luego arremeten contra el hidalgo. Pero en ese momento los presos comienzan a desatarse, y los guardias no saben qué hacer. Sancho ayuda a liberarse a Ginés y éste le saca las armas al comisario caído. Los otros guardias huyen. Don Quijote les pide a los galeotes, ya libres, que en señal de gratitud se presenten juntos y con sus cadenas ante Dulcinea. Ginés responde que es imposible, que ellos deben esconderse y que solo pueden orar por su amada. Don Quijote lo insulta y éste, viendo que está loco, le hace señas a sus compañeros y junto con ellos comienza a arrojarles piedras a él y a Sancho. Uno de los galeotes le quita la bacía al hidalgo y lo golpea con ésta. También le sacan una prenda que viste e intentan sacarle las calzas. A Sancho le sacan toda su ropa. Finalmente los galeotes se escapan. Don Quijote se queda triste y Sancho teme que la Santa Hermandad los castigue a él y a su amo.

Capítulo 23: De lo que le aconteció al famoso don Quijote en Sierra Morena, que fue una de las más raras aventuras que en esta verdadera historia se cuenta

Don Quijote piensa que fue un error ayudar a los galeotes y Sancho Panza aconseja que se escondan en la sierra, pues teme que la Santa Hermandad los busque. Don Quijote lo trata de cobarde, le dice que si sigue su consejo es por sus ruegos, y no por temor, y que nunca diga lo contrario.

Entran a Sierra Morena y el hidalgo se alegra porque el lugar parece propicio para nuevas aventuras. Entonces encuentra en el camino un cojín y una maleta casi podrida y le pide a Sancho que mire lo que hay dentro de ella. Él ve allí unas camisas de tela muy fina, unas monedas de oro y un cuaderno pequeño. Don Quijote le dice que se quede con el dinero y le dé a el cuaderno. Sancho le agradece mucho.

Don Quijote comienza a leer el cuaderno con la intención de encontrar allí una explicación para el extraño suceso. Lo primero que lee es un soneto, en el que se menciona el nombre “Fili”. Sancho cree que no se puede sacar ninguna información de él. Don Quijote le explica que Fili es el nombre de la mujer amada por el poeta, y que en el pasado los caballeros andantes eran también grandes trovadores. Después lee una carta escrita en el cuaderno dirigida a una mujer, en la que se habla sobre un desengaño amoroso. En el cuaderno hay más cartas y poemas con lamentos y quejas.

De repente, don Quijote ve a un hombre saltando por los riscos con extraña ligereza, casi desnudo, descalzo y con mucha barba. Le dice a Sancho que tome un atajo para ver si lo encuentra, pero él tiene miedo de apartarse de su amo. Luego encuentran una mula muerta en un arroyo.

Un cabrero se sorprende al verlos porque ese era lugar poco accesible. Don Quijote le dice que encontraron la maleta y el cojín en el camino y él dice que también las había visto pero no quiso tocarlas. Sancho miente diciendo que él tampoco. El cabrero les cuenta luego la historia del hombre que vio don Quijote. Había llegado hacía seis meses, y era entonces un caballero. Había preguntado por el lugar más oculto de la sierra y se dirigió en esa dirección. Al cabo de unos días, atacó a un pastor y le robó su comida. Algunos cabreros habían salido a buscarlo y después de dos días lo hallaron adentro de un alcornoque. Cuando salió de allí el joven tenía un aspecto irreconocible y dijo que estaba cumpliendo una penitencia. Los cabreros le dijeron que podía pedirles comida cuando quisiera, él les agradeció y pidió perdón por lo que hizo anteriormente. Entonces repentinamente dejó de hablar, se quedó mirando el suelo y luego comenzó a lamentarse mencionando el nombre “Fernando”. En el tiempo que siguió a esto el joven algunas veces les pidió comida a los cabreros y otras los maltrató y se las robó.

El cabrero finalmente dice que quieren llevarlo a la villa de Almodóvar, porque allí podrían curarlo. Don Quijote está admirado de la historia y justo en ese momento llega el joven y saluda cortésmente. Don Quijote lo saluda y baja del caballo para abrazarlo afectuosamente. El joven, a quien el narrador llama “el Roto de la Mala Figura”, pone sus manos en los hombros del hidalgo y ambos se contemplan mutuamente admirados.

Análisis

Don Quijote, una vez más, adapta la realidad a sus expectativas literarias, y confunde una bacía (un recipiente en el que se remoja la barba) que un barbero lleva en la cabeza para protegerse de la lluvia, con el anhelado yelmo de Mambrino, (ya había manifestado su deseo de poseerlo en el capítulo 10). El escudero intenta sin éxito advertirle que se trata de una confusión, pero el hidalgo arremete contra el barbero y se queda con el objeto. Inmediatamente el comentario de su escudero pone de manifiesto el contraste de percepciones: “Por Dios que la bacía es buena” (p. 139). La ambivalencia sobre este objeto no se resuelve, porque don Quijote sigue percibiéndolo como un yelmo de oro, aunque explica que posiblemente fue cortado por alguien que quiso aprovechar el material, mientras que Sancho, quien percibe que es una bacía, la llama: “almete, que no semeja sino una bacía de barbero pintiparada” (p. 140), para no contradecir a su amo. La ambivalencia sobre la naturaleza de ese objeto se sostiene y tiene consecuencias en el capítulo 44.

También vemos, en el mismo sentido, que don Quijote hace algunas concesiones en cuanto a la interpretación de la realidad, cuando se presenta la confusión sobre el animal que lleva al barbero. Sancho cree que es un asno, también llamado “rucio” y el hidalgo cree que es un caballo “rucio”, es decir, de color pardo. Sancho dice: “dígame vuestra merced qué haremos deste caballo rucio rodado que parece asno pardo (…) ¡Y para mis barbas, si no es bueno el rucio!” (pp. 140-141), jugando con el doble sentido de la palabra “rucio”, y don Quijote responde: “deja ese caballo o asno o lo que tú quisieres que sea (…)” (p. 141).

Por otro lado, también el hidalgo apela a los refranes, y además dice que aprecia el conocimiento que encierran: “Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas, especialmente aquel que dice: «Donde una puerta se cierra, otra se abre»” (p. 138). Esto lo dice porque, tras la desilusión que le trajeron los mazos de batán allá donde esperaba encontrar una memorable aventura, piensa que se le “abre” la posibilidad de una nueva aventura cuando cree ver el yelmo de Mambrino.

Después de conseguir el supuesto yelmo, el hidalgo imagina los acontecimientos futuros presentando esquemáticamente la trama de un libro de caballerías, en el que finalmente el caballero se casa con la hija de un rey y casa a su escudero con la hija de un duque. Un solo elemento no se ajusta a la trama, y es que él no es descendiente de reyes, pero cree que el sabio que escriba su historia puede modificar algunos datos de la manera conveniente: “podría ser que el sabio que escribiese mi historia deslindase de tal manera mi parentela y descendencia, que me hallase quinto o sesto nieto de rey.” (p. 144). Sancho por su parte, explica usando refranes lo conveniente de raptar a la doncella en el caso de que el rey no quiera casarlos: “Ahí entra bien también -dijo Sancho- lo que algunos desalmados dicen: «No pidas de grado lo que puedes tomar por fuerza»; aunque mejor cuadra decir: «Más vale salto de mata que ruego de hombres buenos»” (p. 144).

En el capítulo 22 se narra el famoso episodio de los galeotes, (los condenados a remar en las galeras reales). Aquí vemos nuevamente algunos malentendidos que se producen por la variedad lingüística de los personajes. Los presos hablan con palabras que don Quijote no entiende, como “enamorado” para referirse a un “ladrón”, o “cantar”, para decir que alguien “confesó” su delito. Uno de los presos dice: “Yo voy aquí porque me burlé demasiadamente con dos primas hermanas mías y con otras dos hermanas que no lo eran mías” (p. 149). La palabra “burlarse” procede de una jerga llamada germanía que fue usada por los criminales en los siglos XVI y XVII. La palabra significa “tener trato sexual ilícito”.

En este episodio don Quijote cuestiona el ejercicio de la justicia. Por una parte, libera a los galeotes porque dice que:

(...) aunque os han castigado por vuestras culpas, las penas que vais a padecer no os dan mucho gusto y que vais a ellas muy de mala gana y muy contra vuestra voluntad, y que podría ser que el poco ánimo que aquel tuvo en el tormento, la falta de dineros deste, el poco favor del otro y, finalmente, el torcido juicio del juez, hubiese sido causa de vuestra perdición y de no haber salido con la justicia que de vuestra parte teníades. (p. 151)

De manera que, pese a que el hidalgo admite que son culpables, también deja al descubierto la corrupción y la perversidad de los métodos judiciales, cuando dice que la perdición de ellos se debe al “poco ánimo que aquel tuvo en el tormento, la falta de dineros deste, el poco favor del otro y, finalmente, el torcido juicio del juez” (p. 151). Por otro lado, don Quijote cree que liberándolos cumple su voto de caballero de “favorecer a los menesterosos y opresos de los mayores” (p. 151). Además el hidalgo expresa su idea de que “no es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres” (p. 151), con lo que quiere decir que ningún hombre tiene derecho a provocar dolor en otros hombres. Las ideas del hidalgo no están cuestionadas por el narrador, es decir, no hay juicios a favor ni en contra de sus actos, y se deja al lector la posibilidad de juzgarlos. Sin embargo, en el capítulo siguiente, don Quijote comienza diciendo “Siempre, Sancho, lo he oído decir, que el hacer bien a villanos es echar agua en la mar.” (p. 154), con lo que quiere decir que es “algo inútil”, de manera que cuestiona la eficacia del acto que cometió.

En el capítulo 23 comienza la historia del personaje que más adelante sabremos que se llama Cardenio, y que se extiende hasta el capítulo 36. Esto supone una desviación en la narración de la acción principal del viaje de don Quijote, así como también el ingreso en la sierra significa un desvío en el camino emprendido por el hidalgo.

Por otro lado, la sierra se presenta como un lugar propicio para las aventuras: “Así como don Quijote entró por aquellas montañas, se le alegró el corazón, pareciéndole aquellos lugares acomodados para las aventuras que buscaba. Reducíansele a la memoria los maravillosos acaecimientos que en semejantes soledades y asperezas habían sucedido a caballeros andantes” (p. 155). La idea se repite solo unas páginas más adelante:

Pero como por aquel lugar inhabitable y escabroso no parecía persona alguna de quien poder informarse, no se curó de más que de pasar adelante, sin llevar otro camino que aquel que Rocinante quería -que era por donde él podía caminar-, siempre con imaginación que no podía faltar por aquellas malezas alguna estraña aventura. (p. 157)

La sierra, como los bosques, son tradicionalmente espacios donde tienen lugar las aventuras. En efecto, don Quijote ve allí al joven en estado semisalvaje, (quien más tarde sabremos que se llama Cardenio). La descripción de su aspecto recuerda a la figura del salvaje, procedente del folklore europeo medieval, y cuya presencia es notable en la literatura española de los siglos XV al XVII.

El joven se encuentra en ese estado cumpliendo una penitencia amorosa. Este es un tópico de la novela caballeresca. El enamorado, a causa de los desdenes amorosos, se retira a la soledad de los bosques (de la sierra en este caso), para mantener una vida de abstinencia, pero esta vida también lo lleva a un estado de demencia. Don Quijote se propondrá hacer la misma penitencia más adelante (capítulo 25).

En este capítulo también vemos el contraste entre las ambiciones del hidalgo y de su escudero, cuando encuentran la maleta abandonada en el camino. Sancho encuentra dinero y “un librillo de memoria ricamente guarnecido. Este le pidió don Quijote, y mandóle que guardase el dinero y lo tomase para él” (p. 155). Sancho está muy agradecido y más adelante se dice “En tanto que don Quijote pasaba el libro, pasaba Sancho la maleta” (p.157), es decir, cada uno “revisa” los objetos según sus intereses. Don Quijote está ávido de aventuras y su escudero, de nuevas ganancias materiales.

Al final del capítulo, se traza un paralelismo entre los dos personajes locos: “El otro, a quien podemos llamar el Roto de la Mala Figura (como a don Quijote el de la Triste)” (p. 161). “El Roto de la Mala Figura” (Cardenio), y el “Caballero de la Triste Figura” se contemplan y se admiran mutuamente. Don Quijote puede sentir tanta admiración porque acaso ve en él el reflejo de su propia locura.