Don Quijote de la Mancha (Primera parte)

Don Quijote de la Mancha (Primera parte) Resumen y Análisis Tercera parte, Capítulos 15 - 17

Resumen

Capítulo 15: Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses

Don Quijote se despide de los cabreros y junto con Sancho Panza entran al mismo bosque al que se había dirigido Marcela. Luego de buscarla durante dos horas, se detienen a descansar y a comer. Sancho deja suelto a Rocinante y éste corre a refocilarse con las jacas de unos arrieros yangüeses. Ellos golpean al caballo de don Quijote hasta derribarlo. Entonces, al ver esto, el hidalgo le dice a su escudero que aquellos son hombres de baja condición y que debe ayudarlo a vengarse. Sancho se niega al comienzo, pero luego lo sigue a su amo cuando lo ve arremeter con su espada contra los yangüeses. Ellos entonces comienzan a golpearlos con estacas y no tardan en derribar al hidalgo y a su escudero. Luego los arrieros se van y Sancho le pide a don Quijote la bebida del “feo Blas”. El hidalgo le dice que no la tiene y le promete que en menos de dos días la hará. También le dice que él, como caballero, no debió enfrentarse a hombres que no lo eran, pues esto va en contra de las leyes de la caballería, y que la próxima vez que se encuentren en la misma situación vaya solo él a enfrentarlos.

Sancho le responde que él es un hombre pacífico, que no se enfrentará a ningún hombre, sea cual sea su condición social, y que perdonará cualquier agravio, desde ese momento en adelante. Sin embargo, don Quijote le advierte que si llega a ser gobernador de una isla, es posible que tenga que luchar en más de una ocasión para defenderla. Sancho cambia de tema y le dice que no está en condiciones de hablar. El hidalgo también sufre por los golpes pero sabe que eso es propio del ejercicio de la caballería y luego le cuenta a Sancho sobre las afrentas que sufrieron otros caballeros famosos. Luego, viendo que su caballo está herido y el asno de Sancho está sano, don Quijote le pide a su escudero que lo ayude a subir al asno y lo conduzca hasta un castillo donde puedan sanar sus heridas. Sancho así lo hace, y también ata a Rocinante a su asno. Así salen al camino principal y al poco tiempo descubren que se aproximan a una venta. Don Quijote insiste en que la venta es un castillo y discuten sobre esto sin lograr ponerse de acuerdo.

Capítulo 16: De lo que le sucedió al ingenioso hidalgo en la venta que él se imaginaba ser castillo

Cuando llegan a la posada, el ventero le pregunta a Sancho qué le ocurrió a su amo y éste responde que se cayó de una peña. La esposa del ventero es muy caritativa y junto con su joven hija ayudan al hidalgo a curar sus heridas. Maritornes, un moza asturiana que sirve en la venta, ayuda a la hija del ventero a preparar una cama paupérrima para el hidalgo en un cobertizo donde también duerme un arriero. Maritornes pregunta quién es el caballero y Sancho responde diciendo que es un “caballero aventuro” y exalta las virtudes de su amo. Ella le pregunta entonces de qué se trata esa profesión, a lo cual él responde explicando la alternancia entre las desgracias y la buena fortuna que le suceden a estos caballeros, y diciendo que en el futuro su amo tendrá algunos reinos para darle. La ventera le pregunta si él acaso tiene ya un condado, pero el escudero responde que aún es demasiado pronto para eso. Don Quijote le agradece a la ventera su ayuda utilizando un lenguaje literario y sofisticado que las mujeres del lugar apenas entienden. Maritornes luego cura las heridas de Sancho.

Maritornes y el arriero que duerme en el mismo cobertizo habían acordado un encuentro esa noche. El narrador conoce a este arriero y acaso él sea pariente suyo, y dice que es un hombre rico de Arévalo. Durante la noche, don Quijote imagina que Maritornes es hija del dueño del castillo y que está enamorada de él, por lo que piensa que ella irá a visitarlo esa misma noche. Esto constituye un problema para el hidalgo, pues ha prometido fidelidad a su amada Dulcinea.

Le cama del arriero se encuentra al final del aposento, después de las camas de don Quijote y Sancho Panza. Cuando entra Maritornes al aposento, el hidalgo le tiende las manos para recibirla. Ella, que camina a tientas en la oscuridad, de repente es arrastrada por el hidalgo quien la sienta en su cama. Él imagina en ella los más bellos atributos, tales como los que leyó en los libros de caballerías que tienen las princesas, sin embargo, la mujer dista mucho de poseerlos. El hidalgo comienza a explicarle en un lenguaje muy literario las razones por las que no puede estar con ella. Maritornes, sin entender lo que le dice, procura separarse del hidalgo que la sostiene en sus brazos. El arriero, al darse cuenta de la situación, golpea a don Quijote en la mandíbula y luego le pisa las costillas. La cama se rompe y produce un gran estruendo. Maritornes, que se da cuanta de que el ventero se aproxima, se acuesta en la cama de Sancho y él se despierta y, sin darse cuenta de quién es ella, empieza a golpearla. Ella a su vez empieza a golpearlo a él. El arriero, por defenderla, lo golpea también a Sancho y el ventero, al entrar, comienza a golpear a Maritornes. En esa gran confusión, un cuadrillero de la Santa Hermandad que se alojaba esa noche en la posada, entra y toma a don Quijote de la barba. Como él está herido y no da señales de vida, el cuadrillero grita diciendo que hay un hombre muerto. Todos se van del aposento excepto Sancho y don Quijote, y el cuadrillero sale a buscar a los que cree que son los delincuentes.

Capítulo 17: Donde se prosiguen los innumerables trabajos que el bravo don Quijote y su buen escudero Sancho Panza pasaron en la venta que por su mal pensó que era castillo

Don Quijote recupera la conciencia y le dice a su escudero que cree que el castillo en el que se alojan está embrujado. Luego le pregunta si le puede confiar un secreto, y Sancho le responde que sí, pero que no le resulta fácil guardar secretos. Don Quijote le cuenta entonces que una doncella muy hermosa, hija del dueño del castillo, se acercó a él esa noche, y que mientras ambos mantenían una conversación amorosa, un gigante lo golpeó violentamente. Por eso cree que un moro encantador cuida a la doncella. Sancho le dice que él también ha sido golpeado y don Quijote le promete que preparará el bálsamo que los sanará.

Luego entra al cobertizo el cuadrillero de la Santa Hermandad con muy mala cara, vestido con ropa de dormir y sosteniendo un candil, y Sancho teme que sea el encantador, pero don Quijote lo tranquiliza diciéndole que los encantadores son invisibles. El cuadrillero le pregunta al hidalgo cómo se siente, llamándolo “buen hombre” y él se siente ofendido, le dice que no debería tratarlo así y lo insulta. El cuadrillero, furioso y sin entender la reacción de don Quijote, lo golpea con el candil en la cabeza y se va. Los otros dos se quedan convencidos de que el hombre sí era el encantador.

Luego don Quijote prepara el bálsamo calentando una mezcla de romero, aceite, sal y vino, y toma aproximadamente dos litros de ésta. Inmediatamente la vomita y se queda dormido más de tres horas. Al despertarse se siente aliviado y sano, y cree que la bebida produjo sus efectos. Sancho, viendo los resultados, le pide un poco y bebe casi la misma cantidad que su amo. Sin embargo, él no lo vomita, sino que empieza a sudar y sentirse muy mal. Don Quijote le dice entonces que cree que el bálsamo solo hace efecto a quieres son caballeros, y luego el escudero empieza a defecar y a vomitar, y todos creen que va a morirse. El malestar le dura dos horas después de las cuales el escudero no puede mantenerse en pie.

Don Quijote se dispone a salir y ayuda a Sancho a vestirse y a subir a su asno. Luego toma un lanzón que estaba un rincón de la venta para usarlo como lanza. El ventero le pide la paga por la estadía en la posada, pero el hidalgo se niega a dársela diciendo que eso infringe las reglas de la caballería andante. Luego de una discusión, el hidalgo sale de la venta sin pagar y sin mirar si su escudero lo acompañaba. El ventero le pide el dinero a Sancho y él se niega con los mismos argumentos que su amo. Entonces unos hombres que están allí, para divertirse, bajan al escudero de su asno, lo ponen en una manta y lo llevan al corral para mantearlo, es decir, levantan la manta una y otra vez, para que el escudero rebote y salte por el aire.

Don Quijote advierte los gritos de su escudero y se acerca al corral, pero su estado físico le impide saltar la pared. Después comienza a insultar a los hombres sin que por eso ellos dejen de reírse y seguir manteando a Sancho, hasta que finalmente se cansan y lo dejan ir. Maritornes le da agua a Sancho, y don Quijote le dice que no la beba y le ofrece nuevamente el bálsamo, pero Sancho mira con desprecio y desoye su consejo. Luego, Sancho sale de la posada sin advertir que el ventero le ha quitado las alforjas del asno, en pago de la deuda que él y su amo han contraído.

Análisis

Aquí comienza la tercera parte, de las cuatro en que se divide el tomo 1 de Don Quijote. En contraste con el episodio anterior, de temática amorosa pastoril, el capítulo 15 comienza con el relato cómico sobre el deseo sexual del caballo de don Quijote, Rocinante, que corre hacia donde están las yeguas de los arrieros yangüeses, y que termina por provocar el enfrentamiento de estos con Don Quijote y su escudero.

Sancho le pide al hidalgo la bebida del “Feo Blas”, con lo cual se refiere al bálsamo de “Fierabrás” que su amo le había mencionado en el capítulo 10. En este capítulo 15 contrasta la valentía y seguridad de don Quijote con la mansedumbre y cobardía de Sancho Panza en el enfrentamiento con los yangüeses. Además, vuelven a confrontarse los puntos de vista de estos dos personajes cuando don Quijote afirma ver un castillo en vez de la venta que reconoce Sancho Panza:

Y la suerte, que sus cosas de bien en mejor iba guiando, aún no hubo andado una pequeña legua cuando le deparó el camino, en el cual descubrió una venta, que a pesar suyo y gusto de don Quijote había de ser castillo. Porfiaba Sancho que era venta, y su amo que no, sino castillo; y tanto duró la porfía, que tuvieron lugar, sin acabarla, de llegar a ella, en la cual Sancho se entró, sin más averiguación, con toda su recua. (p. 102)

Don Quijote confunde por segunda vez una venta con un castillo, pero esta vez descubrirá su error, aunque un día más tarde, cuando discuta con el ventero: “Luego ¿venta es esta? - replicó don Quijote” (p. 113).

Convencido de que la venta es un castillo, don Quijote también confunde a la ventera Maritornes con una doncella enamorada. La idealización de la dama que el hidalgo incorporó de sus libros de caballerías se traslada a su imaginaria doncella: “él la pintó en su imaginación, de la misma traza y modo, lo que había leído en sus libros de la otra princesa que vino a ver el malferido caballero vencida de sus amores” (p. 106). El narrador, sin embargo, opone su descripción grotesca de Maritornes a la percepción del hidalgo, produciendo un contraste cómico:

Traía en las muñecas unas cuentas de vidro, pero a él le dieron vislumbres de preciosas perlas orientales. Los cabellos, que en alguna manera tiraban a crines, él los marcó por hebras de lucidísimo oro de Arabia, cuyo resplandor al del mesmo sol escurecía; y el aliento, que sin duda alguna olía a ensalada fiambre y trasnochada, a él le pareció que arrojaba de su boca un olor suave y aromático. (p. 106)

Don Quijote, sin embargo se propone no cometer alevosía a su señora Dulcinea del Toboso, esto es, no traicionar su pacto imaginario de amor y fidelidad con su dama, siguiendo la tradición del amor cortés. Luego menciona que no lo haría ni siquiera si la reina Ginebra con su dama Quintañona se le pusiesen delante. La reina Ginebra es la esposa del rey Arturo. La leyenda cuenta que tuvo una relación adúltera con Lanzarote del Lago, uno de los caballeros de la Tabla Redonda. Don Quijote también menciona a la dama Quintañona, quien era la alcahueta de Ginebra, es decir, la mujer que encubría y facilitaba la relación entre los dos amantes. La mención de estos amantes ya había aparecido en el capítulo 13 cuando don Quijote recorre los orígenes de la orden de la caballería andante.

La acción de don Quijote desencadena luego consecuencias cómicas. Los malentendidos e incidentes se suceden a un ritmo acelerado: el arriero golpea a don Quijote, Sancho a Maritornes, el arriero a Sancho, el ventero a Maritornes.

Por último, cabe señalar que acá aparece mencionado nuevamente el historiador arábigo de quien se dice en el capítulo 9 que compuso Historia de don Quijote de la Mancha, Cide Hamete Benengeli, y se dice de él que es un “historiador muy curioso y muy puntual en todas las cosas” (p. 105), con lo cual se desmiente lo que se insinuaba en dicho capítulo sobre la falta de veracidad de sus escritos.