La Virgen de los sicarios

La Virgen de los sicarios Resumen

Fernando, el narrador, comienza recordando con cierta nostalgia un pueblo ubicado en las afueras de Medellín llamado Sabaneta, donde transcurrió su infancia. Antes la Virgen de Sabaneta era la Virgen del Carmen, pero ahora, muchos años después, es María Auxiliadora. Todos los martes, la gente de los barrios más humildes de Medellín se acerca a Sabaneta a pedirle a esta nueva Virgen. Dentro de esta multitud se encuentran los sicarios, quienes van a rezarle a María Auxiliadora para que los proteja y les proporcione buena puntería. Fernando es un gramático ya de cierta edad que regresa a su Medellín natal después de vivir varios años en el extranjero. En la casa de su amigo José Antonio Vásquez conoce a Alexis, un joven sicario de diecisiete años. A partir de ese encuentro, Fernando y Alexis comienzan a andar juntos y rápidamente se consolida una relación entre ellos.

Cuando Fernando conoce a Alexis, el joven sicario lleva diez muertos. Sin embargo, ese número aumenta considerablemente a partir de que Alexis decide matar a todas las personas que a Fernando le molestan. De esta forma, el sicario mata a un vecino "punkero" ruidoso y a varios taxistas que ponen la radio a todo volumen. Luego Alexis entra en una progresión frenética de asesinatos cada vez más arbitrarios e incoherentes. Durante los largos paseos que realizan por Medellín con Fernando, Alexis elimina indiscriminadamente a ladrones, policías, madres, niños; casi cualquier persona con la que se cruzan, y por los motivos más banales. Mientras el joven sicario lleva a cabo estos asesinatos, Fernando va reflexionando sobre la pobreza y la violencia de Medellín, la religión católica y los políticos colombianos, siempre con un tono brutalmente crítico.

En uno de estos paseos, Alexis es asesinado por otro sicario. Si bien Fernando siempre fue consciente de que esto podía ocurrir, ya que la muerte es el destino de todos los jóvenes sicarios, cuando Alexis muere él se sume en una profunda depresión. Luego de estar encerrado en su casa por varios días, decide salir a comprar alimentos. En la calle conoce a Wílmar, un joven hermoso como Alexis, que también resulta ser sicario. Estas coincidencias hacen que Fernando se enamore rápidamente de él. La relación que se establece entre ellos es casi idéntica a la que Fernando mantenía con Alexis: tienen relaciones sexuales, dan largos paseos por Medellín, visitan algunas iglesias, y el joven sicario mata a varias personas de forma arbitraria. Al poco tiempo, Fernando descubre que Wílmar es el sicario que mató a Alexis. Al narrador lo invade un profundo deseo de venganza, pero cuando tiene la oportunidad de matar a Wílmar mientras este duerme desnudo a su lado, no puede hacerlo, porque entiende que el joven no es el verdadero responsable de la muerte de Alexis. Wílmar y todos los jóvenes sicarios de Medellín son el fruto de una sociedad enferma de violencia. Por eso Fernando decide perdonar a Wílmar y rehacer su vida con él en otro país.

Wílmar acepta la propuesta de Fernando y, luego de preparar la valija, decide ir a despedirse de su madre, que vive en uno de los barrios pobres de la periferia de Medellín. El joven sicario nunca regresa. Fernando recibe la noticia de que Wílmar está en la morgue. Luego le explican que lo mataron por un ajuste de cuentas y le piden que vaya a reconocer el cadáver. Después de pasar por la morgue, Fernando reflexiona sobre los jóvenes y la violencia que impera en Colombia. Resignado, sale del lugar y va la estación de autobuses. Observa a los habitantes de Medellín que van y vienen sin saber por qué, inmersos en una atmósfera de violencia continua. Al final, Fernando se sube a un autobús cualquiera, sin importarle hacia dónde se dirige.