La Virgen de los sicarios

La Virgen de los sicarios Preguntas de Ensayo

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    Nombra al menos tres cosas que han cambiado en Medellín durante los años en que Fernando ha estado en el exterior.

    Fernando regresa a su Colombia natal después de varios años de vivir en el exterior. Al poco tiempo de llegar, descubre que esta nueva Medellín -caótica, violenta, infernal- poco tiene que ver con aquella de su infancia. Sin ir más lejos, Sabaneta, que cuando Fernando era pequeño era un pueblo silencioso y apacible cerca de Medellín, ahora se ha convertido en un barrio más de la ciudad. Este cambio, en parte, se explica a partir del flujo migratorio de los campesinos hacia la ciudad durante los años en que Fernando estuvo ausente.

    Otro de los cambios que observa Fernando es la aparición de las comunas, es decir, esos barrios alrededor de Medellín, en las laderas de las montañas, en donde se ha asentado la gente pobre. Cuando él era pequeño, estas comunas no existían. Ahora, Medellín parece asediada por estos barrios incrustados en las montañas, en donde vive la gente pobre y de donde vienen los sicarios. Desde esta perspectiva, Fernando lo que ve es que Medellín se ha vuelto una ciudad monstruosa, incontrolable, violenta y mortal.

    Por último, podemos identificar otros dos cambios que propone esta nueva Medellín en relación con la que Fernando recuerda de su infancia: por un lado, antes la virgen patrona de Sabaneta era la Virgen del Carmen, mientras que ahora ese lugar lo ocupa María Auxiliadora. Este cambio es significativo, ya que viene acompañado de otro hecho que también es nuevo para Fernando: el sicariato. María Auxiliadora es la virgen de los sicarios, es decir, la virgen a la que los sicarios y el resto de la clase baja van a rezarle. Esta nueva clase de asesinos a sueldo es una novedad para el narrador en la medida en que surge del apogeo de la mafia del narcotráfico, especialmente en la década del 80, cuando Fernando se encontraba en el exterior.

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    Nombra al menos tres rasgos característicos de los sicarios en función de cómo los describe Fernando.

    A lo largo de toda la novela, Fernando va haciendo referencia a varios rasgos característicos de los sicarios. En principio, explica que no son hombres adultos, sino niños o muchachitos de entre doce y diecisiete años, como Alexis y Wílmar. Por otro lado, suelen prevenir de las comunas, es decir, de los barrios pobres dispuestos en las laderas de las montañas, alrededor de Medellín. El narrador también explica que el sicariato para estos jóvenes representa una forma de posicionamiento dentro del espectro social al que pertenecen. Dicho de otra forma, ser sicario es la forma en que estos adolescentes encuentran de ser "alguien" en un contexto en el que carecen de oportunidades.

    Asimismo, otro rasgo distintivo de estos sicarios está relacionado con su fe religiosa. Todos los martes, los sicarios peregrinan a Sabaneta para pedirle a María Auxiliadora todas cuestiones ligadas al trabajo del sicariato. En relación con esto, también podemos incluir el escapulario como un rasgo característico; estos jóvenes asesinos suelen llevar tres: uno en el cuello, otro en el antebrazo y otro en el tobillo; y son para que les den el negocio, para que no les falle la puntería y para que les paguen.

    Por último, también podríamos incluir como un rasgo propio de los sicarios la impunidad y la falta de escrúpulos a la hora de matar. Esto se puede ver con claridad en el caso de Alexis y Wílmar, que asesinan a personas indiscriminadamente y por los motivos más vanos.

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    Enumera similitudes y diferencias entre las relaciones que Fernando tiene con Alexis y con Wílmar.

    La relación que Fernando mantiene con Wílmar pareciera ser una réplica de la que tuvo con Alexis. Con ambos jóvenes, el narrador visita iglesias, pasea por las calles de Medellín y es testigo de los múltiples asesinatos por parte de sus jóvenes amantes. Asimismo, es similar la atracción que Fernando siente por la belleza física de cada uno de ellos, así como también la forma en que compensa los favores sexuales que tanto Alexis como Wílmar le proporcionan: comprándoles prácticamente cada cosa que le piden.

    Así y todo, más allá de la gran cantidad de similitudes entre las dos relaciones, Fernando adquiere una perspectiva distinta en la relación con Wílmar, y esto se refleja en la propuesta que le hace de dejar Medellín y empezar una nueva vida lejos de ese contexto de violencia y muerte. En este sentido, después de la muerte de Alexis -casualmente a manos de Wílmar-, Fernando parece haber entendido que ninguna clase de amor puede sobrevivir en Medellín; mucho menos, el amor con un sicario. Cuando el narrador se entera de que Wílmar es el asesino de Alexis, al principio quiere vengarse, pero luego parece comprender que son las reglas del juego y que si existe alguna esperanza entre ellos, es fuera de ese contexto.

    Finalmente, la relación entre Wílmar y Fernando termina de la misma forma en que ha terminado la de este último con Alexis: el joven sicario muere asesinado por otro sicario.

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    ¿Cuál es la posición de Fernando con respecto a la religión católica? ¿Por qué tiene el hábito de visitar iglesias?

    Ya desde las primeras páginas de la novela comprendemos que Fernando tiene una posición muy crítica con respecto a la religión católica. En varias oportunidades hace referencia al catolicismo en términos despectivos e, incluso, ofensivos. Así y todo, en varias oportunidades Fernando confiesa haber tenido una educación católica tradicional; sabe todos y cada uno de los rezos católicos y disfruta de visitar iglesias con sus jóvenes amantes sicarios. Esto, sin embargo, lejos de congraciarlo con la religión, le da argumentos más consistentes para criticarla con rabia, e incluso con rencor.

    Una de las cuestiones de la religión católica que más critica Fernando a lo largo de la novela es la postura caritativa de la Iglesia frente a los pobres. El narrador sostiene que la caridad cristiana lo único que hace es alentar a que los pobres sigan siendo pobres y, de esta manera, los perpetúa en su estado de pobreza. De esta forma, los pobres son cada vez más y esto incide en el aumento de la violencia y las muertes en Medellín en particular, y en el mundo en general.

    Por último, a pesar del rechazo que siente Fernando por la religión católica, es un asiduo visitante de las iglesias de Medellín. Esto se debe a que encuentra en estos templos un contexto de silencio, paz y tranquilidad; algo que no encuentra en ningún otro lugar de la ciudad, ni siquiera en su propia casa. Las iglesias son para el narrador un refugio de todo ese ruido caótico y violento al que lo somete Medellín.

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    Según Fernando, ¿cuál es la causa del aumento de la violencia en Medellín a principios de la década del 90?

    En varios pasajes de la novela, Fernando reflexiona sobre la situación de Medellín al momento en que él regresa, después de haber estado varios años en el exterior. El narrador se encuentra con una ciudad caótica, en la que reina la violencia y la muerte. Esto se debe, en buena medida, a la situación en la que han caído los sicarios a principios de la década del 90. Durante la década anterior, estos jóvenes asesinos estaban nucleados en un único ejército, bajo las órdenes de Pablo Escobar, el jefe del Cartel de Medellín. El 2 de diciembre de 1993, Escobar es asesinado por las fuerzas de seguridad colombianas. De esta forma, el cartel queda acéfalo y el ejército de sicarios se fragmenta. Los jóvenes regresan a vivir a las comunas y forman pequeñas bandas autónomas de sicarios, que desatan se enfrentan entre sí por la disputa de territorios. Esta guerra entre bandas de sicarios es una de las principales causas de la escalada de violencia que vive la ciudad de Medellín a principios de la década del 90. Sin ir más lejos, Wílmar y Alexis pertenecen a dos de estas bandas, y el primero acaba asesinando al segundo porque este último antes había asesinado al hermano de Wílmar.

    Por otro lado, Fernando también encuentra en la inoperancia de los políticos colombianos otro factor que favorece este escenario de violencia y muerte que se despliega por Medellín. Según el narrador, el gobierno es demasiado tibio a la hora de juzgar a los asesinos, y esto hace que las personas no tengan miedo de las consecuencias que podría haber si cometen homicidios.