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Ficciones Resumen y Análisis "Tres versiones de Judas"

Resumen

En “Tres versiones de Judas”, un narrador en tercera persona enumera las propuestas teológicas que Nils Runeberg desarrolló a principios del siglo XX sobre Judas Iscariote, el apóstol que traicionó a Jesucristo y lo entregó a los romanos.

En 1904, en la ciudad universitaria de Lund, Runeberg publica su primera edición de Kristus och Judas (Cristo y Judas). Hondamente religioso y miembro de la Unión Evangélica Nacional, su tesis le parece resolver un misterio central de la teología. Sin embargo, sus ideas son consideradas una blasfemia por el clero y los teólogos. A grandes rasgos, en ese primer libro Runeberg postula que Judas entregó a Jesucristo para forzarlo a declarar su divinidad y desencadenar, tras su muerte, una gran rebelión contra el imperio romano. Esto se sostiene en lo ridículo que le parece que alguien haya tenido que indicar quién era Cristo, puesto que su figura de maestro era inconfundible entre el resto de los apóstoles y del pueblo.

Por otra parte, la traición de Judas no pudo haber sido casual, sino un hecho prefijado. Si la divinidad se había hecho carne para vivir y morir entre los hombres, tal sacrificio, según Runeberg, demandaba uno similar entre los hombres: Judas fue el que lo llevó a cabo. Si la divinidad se había rebajado a hombre, al hombre discípulo de la divinidad le tocaba rebajarse a delator, que es el peor de los delitos.

Esta tesis es refutada por teólogos de todas las ramas del cristianismo. Runeberg se alimenta de las críticas y la modifica, dándole peso a las razones de índole moral. De Judas se ha dicho que era el mejor de los apóstoles de Cristo y, si este era la divinidad (y por ende, omnipotente), no necesitaba de la maquinaria humana para que se concretaran sus designios, por lo que Judas debe haber actuado movido por otros objetivos. Como un asceta que, para glorificar el espíritu, priva al cuerpo del alimento y de la comodidad, Judas renunció al honor y a la salvación eterna y delató a Cristo para sufrir las mortificaciones: se creía indigno de ser bueno. “Pensó que la felicidad, como el bien, es un atributo divino y que no deben usurparlo los hombres” (p. 189).

A fines de 1907, Runeberg termina su manuscrito Den hemlige Frälsaren (El salvador secreto), pero recién lo entrega para su publicación en 1909. Su nueva tesis sobre Judas es escandalosa. En este nuevo libro, Runeberg postula que Dios se rebajó a ser hombre pasa salvar al género humano. Por eso, cabe conjeturar que su sacrificio fue total y no debería limitarse al sufrimiento de un día en la cruz. A su vez, afirmar que Cristo fue hombre y que fue incapaz de pecar es una contradicción absoluta: ser hombre implica necesariamente la condición de pecador. Dios tuvo que haberse hecho hombre y pecador hasta la infamia, hasta el repudio del resto de los hombres. Para salvarnos, Dios eligió ser Judas.

Nadie presta atención a la declaración escandalosa de Runeberg, pero su autor encuentra en esta indiferencia una indicación irrefutable de que está en lo correcto: el mundo aún no está preparado para conocer la verdad sobre Dios y Judas. Se da cuenta entonces de que sobre él caería la maldición que pesa sobre los que pronuncian el verdadero nombre de Dios. Enloquecido por esta verdad, Runeberg vagabundea por las calles de la ciudad de Malmö hasta su muerte, por un aneurisma, en marzo de 1912.

Análisis

“Tres versiones de Judas” es un cuento que visita el relato bíblico fundante del cristianismo: la traición de Judas a Jesucristo que termina con la crucifixión de este. A partir del personaje de un joven académico, Borges despliega tres hipótesis que revisitan la traición, reflexionan sobre la figura del traidor y exploran este hecho fundante de la religión cristiana desde perspectivas teológicas y morales.

Judas fue uno de los doce apóstoles de Jesús de Galilea. Como discípulos del maestro, la misión de los apóstoles era predicar la palabra de Dios a lo largo y ancho de la tierra. Sin embargo, tal como Cristo había previsto, uno de ellos lo traicionaría y lo entregaría a las autoridades romanas, que lo buscaban por predicar, dentro del imperio, la palabra de un dios que no formaba parte de la cosmogonía romana (es decir, del complejo grupo de dioses que los romanos adoraban). Judas es el traidor que entrega a Cristo por treinta monedas de plata. Tras la crucifixión, Judas se arrepiente de haber sido el causante de la muerte de Cristo y termina suicidándose.

Otros apóstoles, en los años venideros fundan en secreto, para evitar la persecución, el cristianismo, basándolo en el principal misterio del nacimiento, la muerte y la resurrección de Cristo-Dios. En ese entramado de relatos que conforma el Nuevo Testamento y se transforma en el libro sagrado del cristianismo, Judas ocupa la figura del traidor, esto es, del ser más infame que puede concebirse: el que delata a su maestro con tal de obtener un mínimo rédito propio.

A Borges lo fascinaban algunas potencias del ser humano, como el coraje, el heroísmo y la traición. En otro cuento de Ficciones se ha estudiado el tema del traidor y del héroe y se ha caracterizado la traición como la infamia más baja en la que puede caer un hombre. En “Tres versiones de Judas”, a través de la figura de un joven teólogo sueco –religioso ferviente, pero de ideas revolucionarias – Borges explora esa traición paradigmática que se transforma en arquetipo de todas las traiciones que pueden cometer los hombres. Como arquetipo, Judas deviene el símbolo del delator universal. Por eso, a los delatores, soplones o traidores se los denomina “Judas”.

Las hipótesis que desarolla Runeberg en la universidad son las siguientes:

-La primera, aparecida en Kristus och Judas (Cristo y Judas) en 1904, postula que Judas fue el reflejo de Cristo entre los humanos. Cristo fue el salvador enviado del cielo y a Judas le tocó la responsabilidad de delatarlo y empujarlo, así, al camino de la redención.

-La segunda, a partir de las críticas que recibe por su idea, es que Judas, el mejor de los apóstoles, era incapaz de cometer una infamia: como asceta, pretendía alcanzar la redención mediante la privación y el sufrimiento. Llevada esta conducta al extremo, Judas renunció al honor, la felicidad y la salvación como forma extrema de la humildad.

-La tercera, aparecida en Den hemlige Frälsaren (El salvador secreto) en 1907, postula que Dios, hecho totalmente humano, debía sacrificarse totalmente. El sacrificio de un día en la cruz no era suficiente; sí lo era la traición al maestro. Por eso, quien es totalmente humano y se entrega al peor de los sufrimientos es Judas, y no Cristo. Así, el verdadero Dios encarnó en Judas, y este es el secreto mayor de todo el cristianismo, la verdad que los hombres no están preparados para comprender o aceptar. Por eso muere Runeberg: el peso de su verdad lo aplasta y lo empuja al aislamiento y la locura.

Hay quienes han leído en este cuento no solo una reflexión teológica, sino un paso de la modernidad a la posmodernidad. Dicha transición es difusa y ha sido motivo de reflexión y estudio para filósofos y pensadores de diversas disciplinas a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Revisar qué es lo posmoderno excede con creces la posibilidad de un análisis literario breve, pero cabe destacar algunos elementos que se ponen en juego en “Tres versiones de Judas”.

Como un espíritu de época derivado del profundo malestar humano y social que dejaron las grandes guerras de la primera mitad del siglo XX, la posmodernidad se caracteriza por la crisis de los sistemas que el hombre había utilizado para pensar, comprender y justificar su forma de ser y estar en el mundo. Los mitos del progreso, del conocimiento científico como medio para alcanzar las verdades del mundo físico y de los sistemas cerrados de intelección –aquellos que desde la filosofía u otras disciplinas encontraban justificación y explicación al accionar humano– entran todos en crisis y comienzan a ser cuestionados. Las sólidas bases sobre las que se fundamenta el hombre y la sociedad empiezan a socavarse y se debilitan. En este contexto de profundo descreimiento, los discursos históricos que se han transformado en verdades absolutas se revisitan con nuevas miradas, y comienzan a perder sus halos sagrados, o su carácter de piedras angulares de la cultura.

Al posmodernismo le corresponde la suspicacia sobre las estructuras heredadas, la desconfianza de lo clásico y la exploración de nuevas formas de expresión y de pensamiento. Esta mirada nueva encarna en los relatos de Borges, cuya erudición no cristaliza en la vanagloria del pasado, sino que dispara la reflexión crítica y la posibilidad de imaginar otras formas, de dar otros sentidos a los relatos heredados.

Así, “Tres versiones de Judas” es un ejercicio de la mirada posmoderna: busca en uno de los mitos fundantes del cristianismo todas sus posibilidades –tanto narrativas como teológicas– y las propone al lector mediante el juego que le permite la ficción. La mirada religiosa dogmática queda así desarticulada y el relato despliega la posibilidad de cuestionar y repensar la cultura occidental que ha fraguado las sociedades contemporáneas. La iconoclasia, en ese sentido, aparece como una condición necesaria del espíritu crítico e inquisitivo del sujeto posmoderno, que no puede dar por aceptados los discursos que recibe como herencia cultural.