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Ficciones Resumen y Análisis "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius"

Resumen:

Borges, el narrador protagonista, cuenta al lector un extraño descubrimiento que desencadena una charla con su amigo, el escritor Adolfo Bioy Casares. Los amigos han alquilado una quinta en Ramos Mejia y, a propósito de un espejo que, tal como está colocado, multiplica el corredor, Bioy menciona una sentencia que ha leído en la Enciclopedia Anglo Americana (una copia de la Enciclopedia Británica), en una sección dedicada a Uqbar: “Los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de hombres” (p. 14).

En la quinta hay una edición de la enciclopedia, por lo que los amigos buscan dicha cita. Sin embargo, no hay rastros de ninguna entrada bajo el nombre de “Uqbar” ni similares. Borges le quita importancia al asunto, pero teme que Bioy haya inventado la referencia para justificar una idea suya.

Pocos días después, Bioy se presenta ante su amigo con el tomo XXXVI de la Enciclopedia Anglo americana, en el que figura un artículo de 4 páginas dedicado a Uqbar. Esto llama la atención de ambos, puesto que se trata de un agregado de este ejemplar. Uqbar es una vaga región de Asia Menor, ubicada entre el delta del Axa y las tierras bajas de Tsai Jaldún, y de ella el narrador destaca que la literatura era de carácter fantástico y jamás se refería a la realidad, sino a dos regiones imaginarias: las de Mlejnas y Tlön. Aunque los dos amigos revisan un sinfín de atlas y de enciclopedias, no logran encontrar la región de Uqbar en ningún sitio.

Tiempo después, el narrador obtiene un libro que había sido enviado a un tal Herbert Ashe, y que había quedado en el hotel de Adrogué (localidad del conurbano bonaerense), puesto que el ingeniero había muerto antes de recibirlo. Se trata del “onceno” tomo de “A First Encyclopaedia of Tlön. Vol. XI. Hlaer to Jangr” (Una Primera Enciclopedia de Tlön. Vol. XI. Hlaer to Jangr). Allí, Borges encuentra una serie de entradas enciclopédicas que describen el vasto mundo imaginario de Tlön. El narrador entonces conjetura que toda esa enciclopedia debe ser obra de una sociedad secreta que, a lo largo de generaciones, ha dado en imaginar un país –que después ha derivado en un mundo entero –y lo ha desarrollado a partir de la estructura de una enciclopedia.

Según se desprende de la enciclopedia, la gente del mundo de Tlön profesa filosofías idealistas; el mundo es percibido en la sucesión temporal y no espacial. La lengua del hemisferio austral de Tlön no posee sustantivos, sino que se construye en función de la suma infinita de verbos y adjetivos. En el hemisferio boreal, por el contrario, la unidad del lenguaje es el adjetivo monosilábico: por ejemplo, en vez de decir luna, dicen “aéreo-claro sobre oscuro-redondo” (p. 23). El idealismo que atraviesa todas las manifestaciones humanas, así como la estructura del lenguaje, parecería, en Tlön, invalidar toda ciencia. Paradójicamente, nos dice Borges, existen muchas ciencias producidas por esta gente, pero no buscan ni la verdad ni la verosimilitud: les interesa el asombro. La doctrina del idealismo ha sido particularmente escandalosa y se la ha refutado con la tesis de la existencia de un solo sujeto que es cada uno de los seres del universo, y que cada uno de estos seres es un órgano –o una máscara –de la divinidad.

Luego, Borges comenta una entrada de la enciclopedia dedicada a los hrönir, que son objetos que surgen como una duplicación de objetos perdidos. Se pueden producir cadenas de duplicaciones, en las que las copias van perdiendo la calidad del objeto original casi hasta ser objetos informes; llegado ese punto, las duplicaciones comienzan a recuperar calidad, hasta la úndecima, que supera al objeto original. De allí, las siguientes comienzan a decaer otra vez, y el esquema se repite sin límites. Así, las cosas se duplican en este mundo y, al mismo tiempo, tienden a borrarse y a desaparecer cuando la gente las olvida.

Al final del relato, Borges coloca una postdata fechada en 1947 (el relato original está fechado en 1940). En una carta, en 1941, el narrador comprueba la hipótesis de que Tlön es la invención de una sociedad secreta. A partir del volumen final de la enciclopedia de Tlön, se conoce que esta sociedad comenzó a trabajar en una nueva enciclopedia que migra todos estos saberes a la lengua propia de Tlön. A esta nueva creación la llamaron "Orbis Tertius", y el ingeniero de ferrocarriles Herbert Ashe era uno de los encargados de su escritura. Hacia 1942, Borges comienza a notar la aparición de ciertos objetos en el mundo cotidiano que remiten a este universo imaginado: primero una brújula, entre las pertenencias de una princesa francesa, y luego, en una pulpería en Brasil, un cono metálico del tamaño de un dado cuyo peso parece no pertenecer a este mundo, y que en la enciclopedia de Tlön figura como iconografía de la deidad.

El relato cierra con la conjeturación ominosa de que la invención de Tlön y de Orbis Tertius poco a poco van a ir introduciéndose en el mundo y colmándolo hasta cambiarlo por completo. En cien años, aventura, el mundo será Tlön.

Análisis:

Tal como el título del libro y el prólogo lo indican, "Tlön, Uqbar y Orbis Tertius" es un cuento fantástico, pero no al estilo de los relatos del siglo XIX que exploraban las posibilidades del terror, sino a modo de juego que va de lo literario a lo filosófico. Esta es una de las características que ha hecho famoso el relato fantástico argentino y particularmente a Borges: el género busca explorar las posibilidades de la realidad y enriquecerlas por medio del juego con el lenguaje y el pensamiento. En ese sentido, y en primera instancia, "Tlön, Uqbar y Orbis Tertius" propone al lector la exploración de mundos posibles, con sus propias reglas y sus propios sistemas de intelección (religión, filosofía, ciencia, literatura) que se desprenden de nuestra propia realidad.

A nivel estructural, este cuento propone un esquema propio del relato fantástico: los hechos cotidianos, realistas, de pronto se suspenden por la irrupción de un elemento que rompe con la verosimilitud (es decir, con la credibilidad de los hechos que se narran) y que introduce a los personajes y al lector a un escenario marcado por lo inverosímil, es decir, por algún hecho o elemento que supera las posibilidades de la realidad física de nuestro mundo. En el esquema tradicional del fantástico, esa ruptura con la realidad es contundente y no puede subsanarse en la narración. A su vez, el mecanismo que se dispara en los personajes es el de la duda: la voz narradora se pregunta constantemente si aquello que experimenta es posible, si está pasando verdaderamente o si es una tergiversación producida por los sentidos. Al final del relato, muchas veces esa duda se retoma pero se deja irresuelta.

La narración en primera persona nos presenta un foco subjetivo sobre los eventos que cuenta el personaje protagonista, que no es otro que el mismo Borges. El escenario es posible y cotidiano: dos amigos conversan sobre literatura en una quinta de Ramos Mejía. El espacio y el tiempo están definidos y los personajes, Borges y Bioy Casares están referenciados en la realidad empírica más allá de la literatura. En dicha escena, irrumpe un elemento propio del mundo de Borges, que se presenta como un umbral hacia otra dimensión: el espejo que, desde el fondo del corredor, “acecha” a los personajes. “Entonces Bioy recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de hombres” (p. 14). La naturaleza especular de este objeto, que duplica el mundo y que puede deformarlo, suscita una cita al respecto por parte de Bioy. Este dice haberla leído en uno de los tomos de la Enciclopedia Anglo Americana y, ya que en la Quinta hay un ejemplar, deciden buscarlo. Sin embargo, Uqbar no figura en ninguna parte de la enciclopedia; esto confunde a Bioy, quien asegura haberla leído allí. Así, la duda se presenta por primera vez en el relato, aunque de manera tenue.

Días después, Bioy le muestra a Borges un ejemplar de la enciclopedia que tiene cuatro páginas más que el resto de las copias, y están dedicadas a una zona geográfica definida vagamente, en Asia Menor. Aquí se produce el primer quiebre con la realidad: este extraño libro habla de una geografía vaga y de una sociedad misteriosa que no aparecen en ningún otro atlas o en ninguna enciclopedia. Borges queda maravillado con el descubrimiento, y comienza a llenarse de dudas y de cuestionamientos. Lo que más llama la atención al protagonista es que en dicha entrada enciclopédica se menciona que toda la literatura de Uqbar es de carácter fantástico y todas sus historias se refieren a las regiones de Mlejnas y de Tlön. En ese vaivén entre la duda y la búsqueda de explicaciones que ha caracterizado al relato fantástico (los cuentos de Edgar Allan Poe son el mejor ejemplo de ello), Borges presume que Uqbar puede ser la invención de una sociedad secreta, compuesta por intelectuales de diversas disciplinas, y este tomo, un ejemplar perdido donde dicha sociedad ha plasmado parte de sus creaciones. Sin embargo, esta elucubración no es determinante, y no saca al lector de la duda que se genera en función de la procedencia y el trasfondo de Uqbar y de Tlön.

El segundo encuentro que el narrador tiene con Tlön es producto del azar. En el bar del hotel que frecuenta en Adrogué, abandonado por el fallecido Herbert Ashe (amigo del padre del narrador), Borges encuentra un tomo de “A First Encyclopaedia of Tlön. Vol. XI. Hlaer to Jangr” (p. 20). En este punto, el relato deriva en la reconstrucción de este fantástico mundo a partir de los datos recogidos en dicha enciclopedia y la narración se vuelca a las disquisiciones de índole metafísica, sobre las que se volverá más adelante. La construcción del relato fantástico tradicional deriva aquí, definitivamente, hacia la especulación metafísica: lo fantástico entonces parece ser una rama de la metafísica, y la exploración de mundos se transforma en un juego de exploración del lenguaje y de las posibilidades de imaginar a Dios, la religión y la existencia trascendental. La duda, en esta parte del relato, se suspende y el protagonista se vuelca de lleno en la descripción de ese mundo.

Una vez agotada la información sobre Tlön, se desarrolla un dispositivo narrativo de encabalgamiento de textos, es decir, se despliegan dentro del relato nuevos relatos, o nuevos textos que introducen otras voces. El relato original concluye y está fechado (Salto oriental, 1940) y, a continuación, se abre una postdata fechada en 1947. Por supuesto, esa división textual es un artefacto literario que busca dar verosimilitud a la narración mediante su separación en dos etapas y la documentación (ficticia) que se menciona en la segunda. En la post data, Borges parece zanjar la duda sobre los mundos ficcionales de Uqbar y Tlön al referirse a una carta que se descubre en 1941, en la que se menciona que Herbert Ashe (el ingeniero que fue amigo del padre del protagonista) era uno de los tantos intelectuales a cargo del desarrollo y la escritura de la enciclopedia sobre Tlön. De esta manera, el enigma sobre la procedencia de dichos mundos queda resuelto, y el relato podría cerrarse sin rastros de dudas.

Sin embargo, en esta etapa final del cuento, otros sucesos llenan de confusión y hasta terror al protagonista: en la vida cotidiana, comienzan a aparecer objetos (físicos, reales) que pertenecen a Tlön: primero una brújula cuyas inscripciones están hechas en la lengua de este mundo imaginado y que aparece entre la vajilla de plata que la princesa de Faucigny Lucinge recibe de Poitiers. Luego, en Tacuarembó, el propio Borges encuentra, en un bar, “un cono de metal reluciente del diámetro de un dado” (p. 37) y de un peso imposible:

En vano un chico trató de recoger ese cono. Un hombre apenas acertó a levantarlo. Yo lo tuve en la palma de la mano algunos minutos: recuerdo que su peso era intolerable (…) también recuerdo el círculo preciso que me grabó en la carne. Esa evidencia de un objeto muy chico y a la vez pesadísimo dejaba una impresión desagradable de asco y de miedo (…) Esos conos pequeños y muy pesados (hechos de un metal que no es de este mundo) son imágenes de la divinidad, en ciertas religiones de Tlön. (pp. 37-38)

Este objeto imposible vuelve a producir la ruptura del contrato de verosimilitud que se había restablecido y llena otra vez de dudas tanto al protagonista como al lector.

¿Es entonces Tlön un mundo que sobrepasa el mero juego intelectual de un puñado de intelectuales? ¿Cómo explicar sino ese objeto imposible que ha dejado una marca en la palma del protagonista? El relato fantástico no dará respuesta a estos últimos interrogantes, sino todo lo contrario: dejará al lector sumido en la duda.

En los párrafos finales, Borges indica que la enciclopedia entera fue hallada en una biblioteca de Memphis y que la noticia ha repercutido en todo el mundo, al punto de que la obra de esta sociedad secreta produjo una avalancha de textos a nivel mundial. “Casi inmediatamente, la realidad cedió en más de un punto. Lo cierto es que anhelaba ceder. Tlön será un laberinto, pero es un laberinto urdido por hombres, un laberinto destinado a que lo descifren los hombres” (p.39). Con esta sentencia, Borges da un mensaje claro: la ficción altera la realidad. La literatura tiene el poder y la capacidad de generar realidades que trascienden la mera obra y terminan por modificar el mundo.

Los objetos aparecidos en la realidad son prácticamente un tributo al relato fantástico tradicional, pero, en verdad, la idea que se desprende del relato de Borges es la capacidad que tienen las ficciones de operar sobre la historia e, incluso de reconfigurarla. En las líneas finales, el protagonista elucubra que, de allí a cien años, “alguien descubrirá los cien tomos de la Segunda Enciclopedia de Tlön [escrita en el idioma de este mundo]. Entonces desaparecerán del planeta el inglés y el francés y el mero español. El mundo será Tlön” (p. 40). Con dicha sentencia fatídica, Borges termina de cerrar el carácter fantástico de su relato: algo en el orden de los acontecimientos se ha visto interrumpido abruptamente por lo inverosímil. No obstante, en este caso, no se trata de lo imposible sobrenatural que tanto ha visitado el relato de horror, sino de la capacidad creadora de la mente humana y de la posibilidad de obrar sobre el mundo y sobre la realidad que tiene la literatura.

A nivel técnico, el relato presenta una riqueza y una complejidad apabullantes. En él abundan las citas eruditas y las referencias a una multiplicidad de textos de la historia y de la literatura universal. Esto es un procedimiento muy querido por Borges, quien ante todo se definía a sí mismo como un lector. Por eso, es el Borges lector el que nos cuenta cómo la literatura puede crear sentidos, y lo hace recurriendo a un juego de intertextualidades (es decir, de marcas que aparecen en un texto y hacen referencia a otros textos de la cultura), que puede ser, por momentos, difícil de desentrañar.

La primera y más importante cita que remite a la cultura letrada es la de la Enciclopedia Anglo Americana. Este es un guiño que Borges realiza a la razón ilustrada de occidente y al positivismo de la modernidad, cuyo máximo representante es, justamente, la enciclopedia: un intento de contener en una obra todos los conocimientos del mundo validados por la cultura. No es azar que la enciclopedia se presente junto al espejo: en los dos casos, se trata de elementos especulares que tienen la capacidad de devolver una imagen del mundo.

Sin embargo, en ese saber culto se ha filtrado el germen de la ficción: existe, dice Borges, un ejemplar que remite al inventado Uqbar. Este es el primer paso que da el relato para establecer el paradigma que rige a la poética borgeana: la literatura fantástica es una matriz para la construcción de mundos posibles. Este paradigma, que otorga un lugar tan elevado a la ficción, viene a romper con el paradigma epistémico de la modernidad, que se sostiene sobre la razón.

El segundo paso hacia la ruptura de los paradigmas de la modernidad se da cuando Borges encuentra, en el bar del hotel de Adrogué, el undécimo tomo de “A First Encyclopaedia of Tlön”. Este tomo parece estar dedicado a la metafísica del mundo imaginado. Entendida como la rama de la filosofía que se encarga del estudio de la naturaleza, la estructura, los componentes y los principios fundamentales de la realidad, la metafísica es una disciplina que siempre ha interesado a Borges y que atraviesa toda su obra.

Sobre Tlön, escribe: “Las naciones de ese planeta son –congénitamente –idealistas. Su lenguaje y las derivaciones de su lenguaje –la religión, las letras, la metafísica –presuponen el idealismo. El mundo para ellos no es un concurso de objetos en el espacio; es una serie heterogénea de actos independientes. Es sucesivo, temporal, no espacial” (pp.22-23). Al desarrollar ese idealismo, agrega: “He dicho que los hombres de ese planeta conciben el universo como una serie de procesos mentales, que no se desenvuelven en el espacio sino de modo sucesivo en el tiempo” (p. 24).

Tras eliminar el materialismo en la construcción de este mundo, Borges realiza una de las sentencias más importantes del cuento, que es también un postulado epistémico sobre su poética: "Los metafísicos de Tlön no buscan la verdad, ni siquiera la verosimilitud: buscan el asombro. Juzgan que la metafísica es una rama de la literatura fantástica" (pp.25-26). Mediante este juego sutil, Borges rompe con la oposición binaria histórica entre literatura y ciencia, o el pensamiento literario –ficcional –y el pensamiento científico. En este mundo imaginado que es Tlön, se confunden las categorías de ficción literaria y de discurso filosófico como una sentencia de la propia literatura borgeana, para quien la literatura fantástica no anula la idea de causalidad, sino que es una derivación superior de ella. Es decir, lo fantástico no anula la realidad, sino que promueve una reflexión epistemológica sobre el estatus que se le otorga a la realidad, es decir, sirve para explorar las posibilidades de lo real y pensar, justamente, que esa "realidad", tomada como algo dado y universal, es en realidad una construcción subjetiva, histórica, que puede ser puesta a prueba y cuestionada desde muchas ópticas diferentes. La reflexión epistemológica que propone Borges, entonces, invita a repensar el estatuto de lo "real" como una construcción social que necesita ser cuestionada y revisada; la literatura fantástica es una forma de expresar esas reflexiones y esos cuestionamientos. Esa es la idea de base que se pone de manifiesto en el cuento, pero que en verdad nos habla de toda la ficción borgeana.

Un último elemento importante al que hacer referencia es el concepto de Hrönir y la estructura de puesta en abismo que plantea el relato. En Tlön existe un fenómeno que se desprende de las tesis del idealismo: la duplicación de los objetos perdidos. “Dos personas buscan un lápiz; la primera lo encuentra y no dice nada; la segunda encuentra un segundo lápiz, no menos real, pero más ajustado a su expectativa. Esos objetos secundarios se llaman Hrönir y son, aunque de forma desairada, un poco más largos. Hasta hace poco los Hrönir fueron hijos causales de la distracción y el olvido” (p. 31). Esta duplicación multiplica los objetos a partir de la construcción que la mente hace de ellos, pero cada nueva duplicación implica una desviación del objeto inicial.

De la misma manera, observamos que el relato que construye Borges juega con esa duplicación de historias que se produce mediante la puesta en abismo del relato. De un tomo de enciclopedia con cuatro extrañas páginas adicionales, que es una duplicación alterada de la Enciclopedia Anglo Americana, se pasa a otro tomo de una nueva enciclopedia, la de Tlön, que es una imagen especular totalmente deformada y alejada de la primera. El procedimiento, nos dice Borges, va a continuar, y quizás en cien años más haya una enciclopedia escrita totalmente en las lenguas de Tlön, es decir, una duplicación aún más alejada de esa inicial Enciclopedia Anglo Americana (que, vale aclarar, es ya una duplicación de la Enciclopedia Británica).

A su vez, en esta irrupción de un texto dentro de otro texto, muchos teóricos han visto que Borges se adelanta a la época del hipertexto digital: de la Enciclopedia Anglo Americana se pasa al volumen 11 de la enciclopedia sobre Tlön, de allí a una carta que demuestra el carácter ficcional de este mundo y luego al descubrimiento de la enciclopedia completa en una biblioteca en Memphis. Esta hiperconexión entre tomos de enciclopedias y otros textos prefigura la lógica del vínculo (link) virtual. Como si al hacer “click” sobre una de ellas, se fueran desplegando los contenidos vinculados.

"Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" es quizás uno de los cuentos más importantes de toda la narrativa borgeana, no solo por su calidad literaria, sino porque funciona como un cuestionamiento de los sistemas de intelección de la modernidad, una reivindicación de la literatura fantástica e, incluso, una predicción de lo que serán los sistemas de intelección y de hiperconexión de la información de las décadas venideras.