El astillero

El astillero Resumen

La novela se inicia con el regreso de Larsen o Juntacadáveres a Santa María, luego de haber sido expulsado de la ciudad hace cinco años, por orden del gobernador. El narrador no explicita las razones del destierro de Larsen, pero da a entender que se trató de una situación violenta, a manos de la policía, razón por la cual su regreso resulta muy impactante para toda la comunidad.

Entre esos recorridos, se reconstruye la primera visita de Larsen a Puerto Astillero, una población a cuarenta minutos en lancha de Santa María, donde se ubica el astillero de Jeremías Petrus. Allí, el personaje se enfrenta por primera vez con la pobreza y con el notorio abandono del lugar. En una parada que hace en el bar Belgrano, ve entrar a dos mujeres; una alta y rubia, que despierta su interés por su actitud enardecida, y su sirvienta, que se muestra sumisa. Larsen escucha la conversación entre la primera mujer y el patrón del Belgrano: ella habla de los esfuerzos de su padre por reactivar el negocio en ruinas y de las promesas falsas del gobierno, que no aporta soluciones. Se trata de Angélica, la hija de Jeremías Petrus, dueño del astillero, a quien Larsen verá unos días después en la misa del domingo.

Luego de ese episodio, Larsen se instala en el hotel del Belgrano, en Puerto Astillero. Allí comienza un plan para acercarse a Angélica, para lo cual visita la casa de Petrus y seduce con regalos y palabras lindas a la sirvienta, Josefina, quien le provee información sobre la familia Petrus, y quien finalmente acepta concertar un primer encuentro entre Larsen y Angélica en la glorieta de la casa. Las visitas a la glorieta se vuelven un hábito, y el vínculo entre Larsen y Angélica se estrecha, siempre con la supervisión de la enigmática Josefina. El narrador anticipa, sin embargo, que ya el primer encuentro es el inicio de un camino de humillación y fracasos para Larsen.

En paralelo, Larsen consigue reunirse con Jeremías Petrus en el astillero, donde el viejo le presenta a Gálvez y a Kunz, gerente administrativo y gerente general del astillero. Larsen nota que los gerentes se burlan del viejo y ridiculizan su actitud soberbia. En una reunión privada, Petrus pronuncia a Larsen un discurso exaltando el valor del astillero y asegurando que su futuro es promisorio. Larsen comprende que es un discurso automático, que contradice la verdadera situación. Sin embargo, acepta la propuesta del viejo de hacerse cargo de la gerencia general. Se anticipa que ese es el comienzo de la perdición para Larsen, pues, sellando ese pacto con Petrus, acaba de entrar en su trampa.

Efectivamente, Larsen recorre las instalaciones del astillero y descubre la devastación de la empresa. Sin embargo, comprende que necesita confiar en que su reflote es posible, pues eso le asigna finalmente un sentido a su vida. De esta manera, se da inicio a la farsa que atravesará toda la novela y que signará el vínculo entre los personajes del astillero.

Desde ese punto, Larsen da inicio a una rutina disciplinada en la gerencia y se dedica, al igual que Gálvez y Kunz, a una serie de tareas que, aunque inútiles, los mantienen ocupados y les dan un propósito a sus existencias. Entre esas tareas, paradójicamente, está la venta ilegal de objetos en desuso del astillero, estrategia con la que consiguen algo de dinero a espaldas de Petrus. Entretanto, Larsen continúa sus visitas a Angélica y su objetivo con ella se vuelve aún más explícito cuando comienza a urdir, para sus compañeros del astillero y el patrón del Belgrano, la mentira de su compromiso con la muchacha. Larsen sueña con casarse con ella para poder entrar así a la familia de Petrus y reemplazar al viejo cuando él muera.

A la soledad que atraviesa a Larsen desde su regreso a Santa María, se suma de a poco la miseria. Un día, en busca de compañía, elige acercarse a la casilla donde vive Gálvez, con la excusa de consultarle acerca de unos informes, y conoce a su mujer, que está embarazada. Gálvez, Kunz y la mujer lo invitan a cenar, lo cual se convierte en un hábito e inaugura entre ellos cuatro una comunidad de desgraciados. En ella, Larsen sentirá que la desgracia que lo marca no es individual sino un rasgo compartido por sus compañeros, lo cual le genera alivio.

Un día, Gálvez le confiesa a Larsen que posee un título falso de diez mil pesos firmado por Petrus, y que con esa prueba podría meterlo preso, denunciando que ha vendido muchos títulos como esos. Larsen le dice que haga lo que le parezca mejor, pero en su interior entiende que debe elegir qué postura tomar para salir más favorecido. Esa confesión marca un antes y un después en la trama. Un día, Gálvez se ausenta del astillero y Larsen acude a la casilla y lo convence para que regrese, esgrimiendo el mismo discurso de Petrus: le asegura la inminente recuperación del astillero. Sin embargo, Larsen comprende que la farsa comienza a flaquear.

A continuación, Larsen viaja a Santa María para reunirse con el doctor Díaz Grey. Este conoce el pasado oscuro de Larsen y en su diálogo se da a entender que estuvo relacionado con la ganancia de dinero sucio a costa de mujeres. Larsen le dice al médico que su visita tiene dos propósitos. El primero es consultarle si hay esperanzas en la recuperación del negocio de Petrus, a lo que Díaz Grey responde con crudeza que no hay ninguna posibilidad. Agrega también que Petrus busca, desde hace años, un hombre al que hacer caer definitivamente en su trampa. Pero Larsen lo evade con la segunda pregunta, que remite a la salud de Angélica. El médico asevera que la muchacha está loca, y que jamás podría tener descendencia con ella.

Antes de regresar a Puerto Astillero, Larsen visita a Petrus, que está en un hotel en Santa María, para darle aviso sobre las intenciones de Gálvez respecto del título. El viejo apela a su lealtad pidiéndole que recupere el documento, y Larsen interpreta que el viejo quiere que mate a Gálvez y a su mujer.

Una tarde, Angélica monta un escándalo en el astillero: acude a la oficina de Larsen disfrazada con un vestido provocador y acompañada por Josefina, y discuten enardecidamente porque ella lo culpa de haber embarazado a la mujer de Gálvez.

A la par, Gálvez ha cambiado de actitud, y comienza a ausentarse de su casa todas las noches para ir a emborracharse a un bar. En esas noches, Larsen aprovecha para intentar convencer a la mujer de Gálvez de que le entregue el título falso. Ella lo tranquiliza asegurando que su marido no denunciará a Petrus; solo necesita sentir que tiene ese poder. No obstante, un día Gálvez abandona Puerto Astillero con el fin de denunciar al viejo.

Luego de varios días de ausencia, llega una carta de Gálvez al astillero en la que anuncia su renuncia oficial y la encarcelación de Petrus. Entonces, Larsen viaja por última vez a Santa María para intentar encontrarlo y vengarse, pero no logra dar con él. Alternativamente, elige visitar a Petrus en la cárcel, y el espectáculo con el que se encuentra alcanza el máximo nivel de absurdo de la novela: el viejo está encerrado en una oficina donde simula seguir trabajando en la recuperación del astillero, y le pide a Larsen que insista más que nunca en ordenar los asuntos de la empresa, porque la reactivación es inminente. Larsen le sigue el juego pero le pide a cambio alguna garantía de que cobrará un sueldo, a lo que Petrus responde firmándole un documento provisorio a modo de contrato. Larsen le cuenta de la traición de Gálvez y el viejo reconoce que aquel lo ha ido a visitar a la cárcel, pero él no lo quiso recibir.

Esto da pie a Larsen para continuar su búsqueda. Finalmente, encuentra que Gálvez se suicidó tirándose al río. Larsen regresa entonces a Santa María y allí recibe una nota de Angélica, quien lo invita a cenar a su casa. Cuando llega, Josefina le dice que la nota es de hace unos días, y que ese día Angélica se encuentra enferma y no lo puede recibir. Larsen besa a Josefina, en un último intento por convencerla para dejarlo pasar. Entonces ella lo conduce hacia la casa, pero en lugar de hacerlo subir al piso donde viven Petrus y Angélica lo lleva a su propia habitación. Finalmente, Larsen se resigna a que su acceso a la casa estará para siempre vedado, y el lugar que le corresponde es allí, con Josefina, su hermana en la miseria. A escondidas de Angélica, entonces, Larsen y Josefina pasan la noche juntos. A la madrugada él se va rumbo a la casilla, desde donde ve que la mujer de Gálvez se encuentra pariendo sola. Horrorizado, Larsen elige escapar y se dirige al muelle de Puerto Astillero.

El narrador cuenta entonces que unos lancheros lo encuentran en el muelle y que Larsen les vende su reloj para que lo suban a su lancha, y finalmente escapa de Puerto Astillero. Otra versión posible, dice el narrador, es que los lancheros encuentran a Larsen delirando, este les apunta con su revólver y ellos lo golpean. Movidos por la lástima, lo suben a la lancha, desde donde Larsen, en pleno delirio, imagina la total destrucción del astillero. Según esta versión, Larsen muere esa misma semana de una pulmonía.