El astillero

El astillero Metáforas y Símiles

“Miró el par de grúas herrumbradas, el edificio gris, cúbico, excesivo en el paisaje llano, las letras enormes, carcomidas, que apenas susurraban, como un gigante afónico, Jeremías Petrus & Cía” (14) (Símil)

En esta cita, el edificio del astillero es representado por primera vez como un espacio degradado y en proceso de descomposición. El cartel que señala la propiedad de Petrus es comparado a un gigante afónico que pronuncia deficientemente la leyenda “Jeremías Petrus & Cía”. Así, por un lado, se representa su gran tamaño y, por otro, con la cualidad de afónico se exhibe su desgaste, porque de tan borradas que están sus letras su pronunciación sería defectuosa, poco clara. Por otra parte, el símil contribuye a exponer el deterioro, ya que construye una imagen contradictoria: se esperaría que un gigante tenga una voz gruesa e imponente, y su afonía decepciona esa idea. Del mismo modo, el astillero, como el cartel, pierde sus atributos grandiosos debido a su deterioro.

“Iba con el sombrero descuidado en la cabeza, los ojos moviéndose a compás, desconfiados por deber, para pasar revisa a las filas de máquinas rojizas, paralizadas tal vez para siempre, a la monótona geometría de los casilleros colmados de cadáveres de herramientas (…) las piezas de metal en sus tumbas” (39) (Metáfora)

En el primer recorrido que Larsen hace del astillero se usa la muerte como metáfora del estado de descomposición del espacio. De esta manera, los cadáveres metaforizan los restos destruidos de las herramientas y las tumbas, el lugar donde yacen inútiles y sin funcionalidad las piezas de metal viejas.

“Y justamente este hombre, que debía estar hasta su muerte por lo menos a cien kilómetros de aquí, tuvo que volver para enredarse las patas endurecidas en lo que queda de la telaraña del viejo Petrus” (99) (Metáfora)

En este fragmento, Díaz Grey representa la farsa que arma Petrus en torno al astillero mediante la metáfora de la telaraña, según la cual Petrus sería una araña que idea un plan que en el fondo es una trampa para quien entre en él, como lo es la telaraña que una araña teje para atrapar a sus presas. Según esta metáfora, Larsen es el insecto que cae en la trampa al aceptar la gerencia del astillero, como el bicho que enreda sus “patas endurecidas” y queda pegado a la telaraña imperceptible que ideó para él la araña. La metáfora hace alusión al grado de premeditación y de crueldad que hay en Petrus, y a la dificultad de Larsen para escapar.

“Está lista, quemada y seca como un campo después de un incendio de verano, más muerta que mi abuela y es imposible, apuesto, que no esté muerto también lo que lleva en la barriga” (150) (Símil)

Larsen compara a la mujer de Gálvez con un campo desértico que ha quedado seco e infértil luego de un incendio de verano. Así configura su desaliño, su decadencia y su posible esterilidad, sugiriendo que quizás su hijo nazca muerto porque, como un campo quemado que ha perdido su fertilidad, ella parece haber perdido su vitalidad y capacidad para procrear.

“Así, arrastrado por el escepticismo universal, Kunz fue perdiendo la fe primera, y el gran edificio carcomido se transformó en el templo desertado de una religión extinta. Y las espaciadas profecías de resurrección recitadas por el viejo Petrus y las que distribuía regularmente Larsen, no lograron devolverle la gracia. Ahora ahí estaba, después de tantos años, indudable y en su mano, una carta que el mundo exterior enviaba al astillero, como una prueba irrebatible que pusiera fin a una disputa teológica. Un milagro que anunciaba la presencia y la verdad de un Dios del que él, Kunz, había blasfemado” (174) (Metáforas)

En esta metáfora la defensa del astillero es comparada con una religión, por el grado de fe y creencia que exige de los personajes, aun ante la destrucción y la desesperanza. En esta misma línea, las profecías de resurrección de Petrus son metáforas de las promesas del viejo, que aseguran la recuperación de la empresa; el templo desertado es metáfora del astillero abandonado, vaciado de sus creyentes, es decir, de los empleados que lo ponen en marcha y le dan sentido; y el milagro que Kunz cree presenciar es metáfora de lo inesperado de que llegue una carta luego de años de abandono, lo cual sería suficiente para reafirmar la creencia en lo que fundamenta esa religión, el astillero.