Mujercitas

Mujercitas Resumen y Análisis Capítulos 24-30

Resumen

Capítulo 24: Algunos datos sobre los March

El narrador comienza la segunda parte con algunos datos sobre la familia March. Tres años después, la guerra ha terminado y el Sr. March ha vuelto a sus funciones de ministro y jefe de hogar. Lidera la dinámica de la casa en la tranquilidad de sus libros, siendo la guía y la conciencia de la familia.

John Brooke sirvió un año en el ejército hasta ser herido y dado de baja, y ahora trabaja de librero para mantener el hogar que compartirá con Meg. La hermana mayor de los March se prepara para la vida en matrimonio aprendiendo tareas domésticas. Aunque a veces envidia la vida ostentosa que llevan sus amigos, recién casados, Ned y Sallie Moffat, está muy enamorada y feliz de empezar su nueva vida junto a “su John”. El nuevo hogar de Meg, “Dovecote”, es modesto, pero ha sido arreglado con gran cuidado y amor por su familia y amigos. Incluso la Tía March, que había jurado no darle ni un centavo, halló la manera de obsequiarle en secreto una generosa colección de ropa blanca, a través de otro pariente.

Jo se dedica a escribir y Beth, que ha quedado debilitada por la escarlatina, lucha constantemente para estar mejor. Amy es ahora la acompañante de la Tía March, quien la tentó de quedarse con ella pagándole lecciones de dibujo. Laurie, complaciendo a su abuelo, asiste a la Universidad y pasa una gran parte de su tiempo haciendo bromas y ayudando a sus amigos, y cuenta con el amor de su abuelo y de las March como talismán contra la holgazanería. Laurie a menudo invita a su casa a sus amigos de la Universidad, quienes disfrutan mucho de la camaradería de Jo, que se siente entre ellos como “pez en el agua” (339), y de la belleza de Amy, por quienes muchos suspiran. Ocasionalmente, Laurie insinúa que siente algo por Jo, pero ella rechaza sus indirectas.

Capítulo 25: La primera boda

Meg quiere que su boda sea sencilla y honesta, como lo es ella, y rodeada de amor. Lleva puesto un vestido que confeccionó ella misma y, como accesorio, solo lleva flores. La Tía March se escandaliza cuando, a su llegada, la novia se muestra antes de la ceremonia, dándole la bienvenida. Durante la ceremonia, la pareja hace sus votos con solemnidad y amor, y, una vez casados, Meg le da el primer beso a Marmee y a sus hermanas.

En los tres años que transcurrieron, Jo ha suavizado tanto su rostro como su lengua, y su cabello ha crecido hasta estar largo de nuevo. Beth es pálida y delgada; todavía débil pero alegre. Amy es para todos “la flor de la familia” y, en efecto, con sus 16 años ya tiene el aspecto de “una mujer hecha y derecha” (353). La comida es simple, y aunque el Sr. Laurence y la Tía March llevaron vinos, el Sr. y la Sra. March no los sirven porque opinan que solo debe tomarse vino en caso de enfermedad. Al enterarse de que Laurie bebe de vez en cuando, Meg aprovecha la ocasión para pedirle que prometa no volver a hacerlo, y Laurie acepta.

Finalizada la boda, todos exclaman que ha sido muy hermosa, a pesar de su simplicidad. El Sr. Laurence le dice a Laurie que le gustaría que eligiera como esposa a una de las chicas March, a lo que Laurie responde que hará lo posible para que así sea. De esta forma empieza la vida de casada de Meg.

Capítulo 26: intentos artísticos

Persiguiendo su ambición de convertirse en una gran artista, Amy intenta varias formas de arte para entretenimiento de su familia, desde bocetos con plumilla a pirograbado, pintura al óleo, retratos al carboncillo y moldes de arcilla. Este último método termina mal porque Amy intenta hacer un molde de su pie con yeso, este se endurece y deja su pie atrapado. Mientras tanto, la joven se esfuerza por aprender a ser una dama, lo que le resulta fácil, por su tacto y encanto naturales.

Con el objeto de pertenecer a la alta sociedad, Amy planea una fiesta para sus compañeras del curso de dibujo, e insiste en convidar con una merienda sofisticada y alquilando un carruaje, comodidades a las que sus amigas están acostumbradas, pero que para la familia March son muy costosas. Marmee le dice que sería mejor hacer algo sencillo, que esté a su alcance, pero Amy se niega, diciendo que ella pagará por todo. Entonces la madre acepta, sabiendo que la experiencia será la mejor lección. Desafortunadamente, el evento no sale como ha sido planeado. Primero, deben posponer la reunión para el día siguiente debido a la lluvia, después de haber preparado y dispuesto todo. Luego, Amy se va a buscar una langosta y se avergüenza cuando se topa con uno de los amigos de Laurie del colegio. Finalmente, después de preparar una vez más la fiesta, una sola de las doce chicas que Amy invitó asiste. A pesar de su decepción, Amy se comporta como una excelente anfitriona y su amiga es muy amable. Cuando se retira, la familia la consuela y juntos se ríen del percance.

Capítulo 27: Lecciones de literatura

Jo desea ser escritora y pasa gran parte de su tiempo encerrada en su cuarto. Durante sus arrebatos de inspiración deja de comer y de dormir, mientras su imaginación se despliega en historias. Un día acompaña a la señorita Crocker a una conferencia y se entera de que los cuentos sensacionalistas como los que escribe la Sra. S.L.A.N.G. Northbury son muy leídos. También descubre que un periódico organiza un concurso de narración cuyo premio son cien dólares. Jo secretamente escribe una historia del estilo, en la que incluye un terremoto en Lisboa, y lo envía a la competencia. Seis largas semanas después, Jo recibe una nota de felicitaciones y el gran premio: un cheque por cien dólares. La familia celebra su éxito, aunque el poco mundano Sr. March le dice a Jo que debería aspirar a escribir algo mejor, sin importar el dinero. Jo, sin embargo, continúa escribiendo y se enorgullece de poder ayudar a la economía familiar. El dinero del primer premio lo destina a que su madre y Beth vayan a la playa a descansar y recuperarse; con otras historias paga la factura de la carnicería, cambia la alfombra y compra ropa y comida para todos.

Alentada por su éxito, Jo decide terminar y publicar su primera novela. Después de mucho esfuerzo, encuentra un editor que le pide que modifique y reduzca un tercio del relato. Al reescribir, Jo trata de complacer a todos y, al hacerlo, no consigue complacer a nadie, menos de todo a ella misma. La novela se publica y Jo recibe trescientos dólares y montones de elogios al igual que críticas, lo que aumenta su confusión, aunque está conforme con el intento.

Capítulo 28: Experiencias domésticas

Meg y John pasan un tiempo maravilloso, aunque difícil, adaptándose a la vida de casados. La primera gran pelea viene cuando Meg fracasa en su intento de hacer mermelada de grosella. Después de un día entero de cocinar sin conseguir que la mermelada tome consistencia, Meg termina llorando, exhausta. Desafortunadamente, aquel día John trae a un colega para cenar sin previo aviso, algo que su esposa le había alentado a hacer, suponiendo que siempre estaría lista para recibir cualquier visita. Al encontrar la casa hecha un desorden y sin cena preparada, y a Meg cansada y malhumorada, John se ve obligado a hacer de anfitrión e improvisar una cena para su invitado. Tanto Meg como John se sienten traicionados y heridos, y ninguno quiere disculparse primero, hasta que Meg recuerda un consejo de su madre y decide ceder. John también le pide perdón y ambos logran apaciguar el primer conflicto.

Meg también debe afrontar la envidia que le generan los lujos de su amiga Sallie Moffat. Yendo de compras con ella, Meg empieza a comprar algunas cosas bonitas pero innecesarias, hasta que, en un momento de insensatez, gasta cincuenta dólares en una seda para hacerse un nuevo vestido. Meg se siente muy culpable por haber gastado tanto y se lo confiesa a John. Él se enfada y Meg trata de justificarse diciendo que está cansada de ser pobre. Inmediatamente se arrepiente del comentario, y aunque John enseguida la perdona, ella se siente muy mal. John empieza a trabajar hasta tarde y anula el encargo de un abrigo nuevo que necesita para cubrir los gastos. Ambos tienen una larga conversación acerca de cómo la pobreza fortalece su carácter. Al día siguiente, Meg se traga su orgullo y le pide a Sallie que le compre la seda. Luego usa el dinero para comprar el abrigo de John, y nunca más vuelve a desperdiciar dinero.

Meses después, Meg da a luz a dos gemelos, Margaret y John, a quienes apodan, respectivamente, Daisy y Demi.

Capítulo 29: Visitas

Amy y Jo se preparan para hacer visitas formales a las familias vecinas, para gran consternación de Jo. Amy la viste y la instruye sobre cómo debe comportarse en cada casa para quedar bien, pero Jo, molesta con tener que ganar la aprobación de otros, actúa de forma inapropiada en todas las visitas. En una estas, imita a una de las amigas de Amy, May Chester, y después trata mal a un caballero de título nobiliario. En su última visita a la Tía March, a quien encuentran acompañada por la Tía Carrol, Jo es descortés y sus tías la miran con desaprobación. En contraste, las dos tías encuentran a Amy encantadora. Ambas aprueban que Amy se sienta agradecida de poder colaborar en la feria que organizarán los Chester, mientras Jo sostiene que prefiere que no le hagan favores. La Tía March y la Tía Carroll se miran entre sí como tramando algo y luego le preguntan a las chicas si saben francés. Amy dice que sabe un poco, pero Jo dice que no le interesa aprender. Luego Jo propone que se marchen pronto, y las dos tías las despiden, seguras de que han tomado una decisión.

Capítulo 30: Consecuencias

Amy trabaja muchas horas preparando la mesa de arte en la feria de la familia Chester, haciendo sus propias piezas y solicitando las obras de otros. No obstante, después de tanto esfuerzo, la Sra. Chester le pide que le deje la mesa a su hija May, y la mueve al puesto de flores. May Chester está celosa de Amy porque su arte es más lindo y porque han bailado más veces con la joven March que con ella. También escuchó rumores de que Amy se ha burlado recientemente de ella, aunque en realidad quien la imitó burlonamente fue Jo. Amy comprende que algún rencor hay detrás del pedido, aunque lo acepta con cortesía, quitando sus obras de arte de la mesa, y pasa el resto de la tarde arreglando el abandonado puesto de flores.

En su casa, Amy cuenta que no quiere vengarse, aunque los Chesters se hayan portado mal con ella, y su madre coincide en que la dulzura es a veces la mejor arma contra los enemigos. La mañana siguiente, mientras lee un libro de proverbios que ha ilustrado, Amy recuerda que debe “amar al prójimo” e, inspirada, devuelve sus obras de arte al puesto que ahora ocupa May. Amy está orgullosa de ser generosa frente a la maldad, aunque pasa un largo día sola en la mesa de flores, mirando con nostalgia la concurrida mesa de arte.

Jo conspira para remedar lo ocurrido. Le pide a Laurie que lleve de su casa flores frescas y que vaya con su tropa de amigos al puesto de Amy, para llamar la atención del público. Laurie accede de todo corazón, aunque le arroja unas miradas tan sugerentes que Jo le cierra la puerta en sus narices. La tropa logra que la mesa de Amy sea todo un éxito. Jo descubre que May se dio cuenta de que cometió un error y que, para compensar, se aseguró de que todas las obras de Amy fueran compradas. Al enterarse de esto, Amy envía a la tropa de Laurie al puesto de May para que compren más obras. Jo admira el espíritu generoso de su hermana y le hace saber que la respeta mucho. Amy le explica que, para ella, ser una dama significa ser realmente educada, tanto en palabras como en acciones. Jo confía en que Amy será recompensada por sus esfuerzos.

La recompensa llega una semana después, en la forma de una invitación a acompañar a la Tía Carrol en su viaje a Europa. Jo se sorprende de no haber sido ella la elegida, dado que Amy es muy joven, y se siente muy dolida. Marmee le cuenta que a la Tía Carrol no le gustó el modo en que Jo se comportó en la visita que realizó con Amy, diciendo que no quería favores y que no le interesaba aprender francés. Jo se lamenta mucho de haber sido tan irreflexiva y de haber estropeado su oportunidad de viajar. Marmee le pide que no arruine la felicidad de Amy, y Beth la consuela diciendo que no podría estar lejos de ella. Jo se comporta bien y hace un gran esfuerzo por parecer feliz mientras Amy se prepara para irse, y, una vez que se ha ido, se larga a llorar desconsoladamente. Amy se siente feliz hasta que abandona a su familia, y le ruega a Laurie que cuide de ella. Él le promete que así lo hará, y que de suceder algo iría a consolarla, sin imaginar que pronto tendrá que cumplir su promesa.

Análisis

La Segunda parte se inicia con una interpelación al lector, en la que se retoma la conversación con la que se cerró la primera parte. Puesto que Alcott recibió numerosas cartas de sus lectores jóvenes, la narración comienza diciendo que aquellos no objetarán que se hable demasiado de amor. También se hacen anticipos de los eventos que vendrán, de modo que el lector sabe más que los personajes. Por ejemplo, cuando Jo y Amy visitan a la tía March y a la tía Carrol, el narrador nos dice que el comportamiento de Jo “la privó de varios años de placer y le dio una lección muy oportuna sobre la conveniencia de medir sus palabras” (420), aunque todavía no se nos revela cuál es dicha lección. Las interacciones entre Laurie y Jo, en las que Laurie insinúa sus pretensiones y Jo las rechaza, también nos dan pistas de cómo se desarrollará su relación.

Las flores, y particularmente las rosas, son un motivo recurrente en la Segunda parte de Mujercitas. En la boda de Meg y John, las rosas aparecen personificadas, como si estuvieran disfrutando del evento: “Asomadas a las ventanas, unas observaban el banquete dispuesto en el comedor, otras, situadas más arriba, contemplaban sonrientes cómo las hemanas vestían a la novia…” (351). La decisión de Meg de adornar su vestido de novia con lirios del valle, las flores favoritas de John, en vez de llevar encaje, vestido de seda y azahar, representa su deseo de tener un casamiento genuino y sencillo, en vez de una boda a la moda. Esto demuestra el crecimiento de Meg desde que fue a la Feria de las Vanidades. Por otra parte, en la feria de la familia Chester, Amy es relegada al puesto de flores, pero con la ayuda de su familia y amigos, la embellece muy bien y consigue la atención del público. Esto demuestra que las hermanas March pueden hacer de la necesidad virtud, y que saben dar buen uso a la belleza natural, como la de las flores.

La familia sigue siendo la principal preocupación para los personajes de la novela, aunque sus atenciones comienzan a volverse hacia afuera del recinto familiar. Las preocupaciones de Meg también son familiares, aunque se centran en hacer un hogar feliz, y ella y John realizan cada uno sus esfuerzos utilizando los consejos de los March, sin pedir que estos interfieran. Este cambio de enfoque hacia el exterior se pone de manifiesto en las alusiones que se utilizan en la Segunda parte, si se compara con la Primera. Alcott abandona la alegoría de El progreso del peregrino, que sus personajes han superado y aparecen, en cambio, otras referencias. Laurie menciona a Júpiter, haciendo referencia a sus estudios avanzados, Amy es comparada con artistas extranjeros y Marmee con María Teresa, archiduquesa de Austria y reina consorte de Francia y de Navarra. Jo hace a menudo alusiones a Shakespeare, a Keats y a Tennyson, revelando su enfoque literario.

Los personajes siguen preocupados por la moralidad, aunque no siempre desde los parámetros que dicta la sociedad. Cuando Meg le pide que se abstenga de beber alcohol, Laurie padece el conflicto entre lo que es fácil socialmente y lo que es éticamente superior. El joven acepta incluyendo su decisión dentro del código moral de la familia March y de la propia Alcott, que abogaba por la abstinencia. Jo diseña su propia guía moral cuando acompaña a Amy en sus visitas, siendo amable con las personas que le agradan y descortés con las que no, sin importar lo que sea socialmente adecuado. Este tipo de moralidad, sin embargo, termina jugándole en contra, puesto que Jo pierde la oportunidad de hacer su viaje soñado a Europa por culpa de su falta de interés por el que dirán. Amy, en contraste, sabe mejor que Jo que la ética de la familia incluye ser considerado con el prójimo.

El fracaso de Amy cuando intenta hacer una reunión ostentosa es también una lección acerca de que a veces no vale la pena complacer los mandatos sociales. Cuando Jo accede a ayudar, el narrador menciona a la Sra. Grundy, un personaje de una obra de Thomas Morton que representa la propiedad y la buena opinión de la sociedad. A pesar de los consejos de Marmee de hacer una fiesta acorde a sus posibilidades, Amy hace un esfuerzo por cumplir con las expectativas de la “alta sociedad”, con resultados irrisorios. No obstante, cuando Amy complace a la sociedad siendo amable y generosa, recibe grandes recompensas. Sus visitas y su comportamiento generoso en la feria la llevan a ser invitada a un viaje al exterior.

Cuando Jo se entera de lo muy leídas que son las historias sensacionalistas, se hace mención a la autora S.L.A.N.G. Northbury, una parodia de la escritora E.D.E.N. Southworth, quien publicaba historias a mediados del siglo XIX. Al recurrir a sus propias experiencias y aludir a autores contemporáneos, Alcott continúa haciendo que su novela sea realista y coetánea a su época. El primer intento de Jo escribiendo una historia sensacionalista no contradice su código moral, porque el terremoto de Lisboa de 1755 fue considerado un castigo a los pecadores de dicha ciudad. Sin embargo, al intentar complacer a todos para la publicación de su primera novela, termina arruinándola. La narración hace referencia a la fábula del burro y del anciano de Esopo, en la que el anciano, al intentar agradar a todos, termina ahogando a su burro.