Mujercitas

Mujercitas Ironía

El Sr. March aconseja a Jo que deje reposar su obra, pero él dejó madurar la suya demasiado tiempo.

Cuando Jo consulta a su familia sobre qué hacer con las modificaciones solicitadas para la publicación de su primera novela, pregunta si vale la pena esperar, aunque sostiene que, si guarda su escrito, dejará que “críe moho”, insinuando que de nada serviría. Su padre, en cambio, le dice que debería dejarlo “reposar y madurar”, y a continuación el narrador afirma que el Sr. March “predicaba con el ejemplo puesto que había dejado madurar treinta años su propia obra y no tenía prisa en recoger el fruto aun estando ya en sazón” (382).

Si bien la metáfora de la cosecha aparece en Mujercitas para caracterizar el tipo de formación lenta pero satisfactoria con la que el Sr. y la Sra. March educan a sus hijas, puede detectarse un dejo de ironía en el hecho de que la figura paterna haya dejado tanto tiempo en reposo su obra, hasta superar el tiempo oportuno de recoger sus frutos. Jo cree que tanto tiempo de maduración puede hacer que la novela se arruine, por eso decide, a pesar del consejo de su padre, publicar la obra, aunque después no se siente conforme con el resultado. Esta diferencia de opiniones tiene su correlato en la relación tumultuosa que Louisa May Alcott tuvo con su padre, con quien a menudo entraba en conflicto por ser él demasiado espiritual y ella más práctica y materialista a la hora de resolver los problemas económicos de la familia (ver sección “Louisa May Alcott y su padre”). La referencia autobiográfica nos habilita a leer irónicamente el comentario de la narración.

Los hombres, "amos de la creación", siguen los consejos de "la parte más débil".

Al comienzo del capítulo 41, el narrador describe el proceso interno que realiza Laurie luego de recibir el sermón de Amy, quien lo incita a dejar de holgazanear, a volver con su abuelo y hacer algo de su vida. Afirma que antes de reconocer que el discurso de Amy tuvo efecto en él, Laurie, al igual que el común de los hombres, se asegura de que el consejo coincide con lo que él pretende hacer. Aquí se dice irónicamente que los hombres son los “amos de la creación”, mientras se habla de las mujeres como la “parte más débil”, cuando es claro que la lección viene de ellas, si bien son los hombres quienes después se atribuyen, por lo menos, la mitad del mérito que les corresponde a sus benefactoras. Este pasaje, cargado de ironía, se inscribe dentro del tema de los derechos de la mujer, puesto que denuncia las veces que los aportes de las mujeres quedan silenciados por los comportamientos ególatras de los hombres.

La novela, que supuestamente aboga por la igualdad entre hombres y mujeres, propone el matrimonio como “el capítulo más dulce en la novela de toda mujer”

Aunque Mujercitas sigue siendo muy leída en la actualidad, el lector del siglo XXI podría objetar que se la considere una novela que aboga por la igualdad entre el hombre y la mujer, cuando las hermanas March terminan renunciando a sus aspiraciones de ser artistas, escritoras y mujeres independientes económicamente para convertirse en madres y esposas. Desde esta perspectiva, puede resultarnos irónico que el pináculo de la felicidad de la mujer sea el matrimonio, porque perpetúa un estereotipo de género que ya se venía cuestionando en Estados Unidos en el siglo XIX. Algo que refuerza esta lectura irónica es el hecho de que Louisa May Alcott, a diferencia de Jo –el personaje inspirado en la autora– nunca se casó y tuvo oportunidad de viajar al exterior. No obstante, es necesario remarcar que, más allá de que Meg, Jo y Amy terminan casadas, en la novela se pondera la educación de las mujeres, la igual contribución del hombre y de la mujer en los deberes del hogar y en la formación de los hijos, y a que las mujeres formen parte de las discusiones sobre asuntos del mundo que también las conciernen.