Mujercitas

Mujercitas Resumen y Análisis Capítulos 1-5

Resumen

Capítulo 1: El juego de los peregrinos

La historia comienza en vísperas de Navidad, con las cuatro hijas de la familia March reunidas entorno de la chimenea lamentándose de que, aquel año, no tienen suficiente dinero para comprar regalos. La cabeza del hogar, el Sr. March, está ausente porque sirve en el ejército de la Unión durante la Guerra de Secesión. La Sra. March cree que no deberían gastar dinero “cuando los soldados están sufriendo en la guerra” (12).

Meg, la mayor de las hermanas, es una joven de 16 años bastante bonita y un poco vanidosa, especialmente de sus manos suaves y blancas. Jo tiene 15 años y es una chica de carácter fuerte a la que le gusta comportarse como un chico. Ama escribir cuentos y obras de teatro que luego representa con sus hermanas. Beth tiene 13 y es especialmente tranquila. Ama la música y estar con su familia. Amy, la más chica, tiene 12 años. También es vanidosa de su apariencia, como su hermana mayor, y siempre se esfuerza por actuar como una dama, usando palabras complejas de forma incorrecta. Le gusta mucho dibujar y anhela ser una artista famosa.

Cada una de las chicas tiene un solo dólar y su madre cree que gastar dinero en regalos en tiempos de guerra es un desperdicio. Para animarse, las hermanas March deciden que cada una se comprará su propio regalo. Meg quiere comprarse algo lindo; Jo desea un libro; Beth, nueva música, y Amy, una caja de lápices. Sin embargo, mientras se preparan para recibir a su madre, deciden que, en vez de obsequiarse a sí mismas, todas le regalarán algo a “Marmee”. Cuando su madre llega, las March disfrutan juntas de una cena sencilla y luego se reúnen junto al fuego para leer una carta que envió su padre. El Sr. March, filósofo, maestro y pastor, es un hombre mayor como para ser soldado en el ejército de la Unión, y por eso sirve como capellán. Toda la familia lo extraña mucho y se preocupa por su salud. La carta del padre les recuerda a sus hijas que deben cumplir con su deber, mostrarse cariñosas con su madre y superar sus propias dificultades, para que, a su regreso, él pueda estar “más orgulloso que nunca de [sus] mujercitas” (22).

Inspiradas por la misiva, las chicas deciden interpretar un juego basado en El progreso del peregrino, en el que cada una deberá trabajar duro para superar un defecto personal de su carácter. El objetivo de Meg es ser menos vanidosa y hacer su trabajo diligentemente y sin quejarse. Jo se propone ser más femenina y menos “tosca e indomable” (22). Beth espera ser menos tímida, hacer su trabajo con alegría y no envidiar a las niñas que tienen lindos pianos. Amy promete ser menos egoísta. Marmee les dice que las guiará y les dará apoyo y afecto mientras realizan su peregrinaje. Todas cantan juntas y después se van a la cama.

Capítulo 2: Feliz Navidad

Al despertar, las chicas descubren que, bajo sus almohadas, Marmee le dejó a cada una un libro con una inscripción particular, y se proponen leer un poco todas las mañanas. Inspirada por la lectura, Amy hace algo por su deseo de ser menos egoísta y, en vez de darle a su madre un frasco de colonia pequeño, guardando algo de dinero para sí misma, lo gasta todo en un frasco más grande. Las chicas esconden sus presentes.

Marmee regresa y les pide a sus hijas que le obsequien su desayuno de Navidad a una familia de inmigrantes vecina, cuya madre soltera está enferma y no tiene ni comida ni leña para sus seis niños. Aunque tienen mucha hambre, las chicas acceden y acompañan a su madre hasta la casa de los Hummel, donde pasan la mañana compartiendo su comida y su amabilidad. Los niños de la familia Hummel llaman a las chicas “ángeles”, y ellas están muy contentas de “amar al prójimo más que a uno mismo” (32).

De regreso en su hogar, las chicas sorprenden a su madre, que se conmueve con los regalos. Luego preparan su obra navideña, escrita por Jo y actuada por las hermanas March para una docena de amigas. Al ser pocas, las actrices representan varios papeles –Jo interpreta los roles masculinos– y la obra transcurre con algunos accidentes, puesto que los accesorios y el escenario están hechos a mano. La obra es un éxito y, una vez finalizada, las chicas y su audiencia son sorprendidas con un lujoso y elegante festín. El banquete es un regalo del Sr. Laurence, un caballero adinerado vecino de la familia, que se enteró de lo que habían hecho las chicas por los Hummel y quiso recompensarlas con esta elaborada cena. Las chicas creen que el Sr. Laurence es un hombre orgulloso y sienten curiosidad por su tímido nieto.

Capítulo 3: El joven Laurence

Meg y Jo reciben una invitación a un baile de Nochevieja en la casa de los Gardiner. Mientras se preparan, es evidente que Jo no reúne las condiciones necesarias para tal evento: por sus maneras masculinas, por su poco sentido de cómo debe comportarse una dama, y porque su vestido tiene una quemadura y sus guantes están manchados con limonada. Jo intenta hacerle rulos al cabello de Meg con unas pinzas y, accidentalmente, quema unos mechones. Su hermana es mucho más elegante, a pesar de que tiene que compartir sus guantes con Jo, no tiene un vestido de seda y usa zapatos demasiado ajustados. Meg le dice a Jo que, durante la fiesta, levantará sus cejas como señal si Jo se comporta incorrectamente.

En la fiesta, como Jo no puede bailar sin que se vea la quemadura de su vestido, se esconde en un rincón donde se halla también Theodore Laurence, el nieto de su vecino rico, que tiene 15 años, como ella. El joven, apodado Laurie, se divierte con las formas varoniles de Jo, que le quitan su timidez. Los dos charlan animadamente y se llevan muy bien.

Meg llama aparte a Jo y le cuenta que se torció el tobillo por culpa de sus zapatos ajustados. Jo intenta llevarle café y helado a su hermana, pero termina volcando la bebida sobre su vestido. Laurie asiste a Jo y se queda entreteniendo a las dos hermanas, y luego les ofrece su carruaje para volver a casa. Meg no se siente cómoda aceptando ese favor, pero Laurie insiste. De regreso, Meg piensa qué lindo es sentirse como una dama elegante de vez en cuando, pero Jo no cree que las jóvenes de la alta sociedad la pasen mejor que ellas.

Capítulo 4: Cargas

Todas están malhumoradas el primer día de trabajo después de las vacaciones. Meg se siente particularmente frustrada porque algunas personas tienen días de descanso todo el tiempo, mientras ella debe trabajar por ser pobre. Recuerda los días en que la familia tenía más dinero y comodidades, antes de que el Sr. March perdiera su propiedad al tratar de ayudar a un amigo. Cuando eso ocurrió, Jo y Meg les pidieron a sus padres que las dejaran trabajar para ayudar a la familia.

Como institutriz en la casa de la acaudalada familia King, Meg ve a diario los lujos que anhela pero lucha constantemente por contentarse con lo que tiene. Jo trabaja de acompañante de la gruñona Tía March, leyendo para ella y asistiéndola en sus quehaceres. Aprovecha los momentos en que su tía abuela descansa para tomar libros de su biblioteca y leer lo que le gusta. Beth, que es demasiado tímida para ir a la escuela y se educa en casa, pasa los días trabajando duro para el hogar asistiendo a Hannah, cuidando con dulzura de sus muñecas y sus gatos y suspirando en silencio por un buen piano. El narrador señala que muchas veces damos por sentado a las Beths de este mundo, que hacen nuestras vidas más alegres y llevaderas, sin notar su presencia hasta que ya no están. Amy es una de las favoritas entre sus compañeras de clase y, al igual que Meg, anhela ser una dama elegante y aristocrática. Ella admira y confía en Meg, mientras Jo tiene una amistad especial con Beth. Amy se lamenta de su nariz chata y de los vestidos feos que hereda de su sobrina Florence.

Al final del día, las chicas charlan sobre su jornada. Jo cuenta que la tía March la reprendió por leer un libro “frívolo” (67) mientras ella dormía, pero luego permitió que Jo leyera la historia y la disfrutó, muy a su pesar. Jo lamenta que la tía March haya optado por tener una vida con poco disfrute, a pesar de ser rica. Meg luego les cuenta que un hijo mayor de los King deshonró a la familia apostando, y agradece que los integrantes de la suya se amen y actúen correctamente. Amy relata un episodio en el cual una amiga de la escuela, a quien le envidia un anillo, se metió en problemas y fue humillada, por lo que ahora Amy no siente más envidia. Beth dice que mientras estaba en el mercado vio cómo el Sr. Laurence le regalaba un pescado a una mujer que estaba ofreciendo su trabajo a cambio de comida. Finalmente, Marmee cuenta que conoció a un hombre en la Sociedad de Ayuda a los Soldados cuyos cuatro hijos habían ido a la guerra, y sin embargo él estaba alegre y orgulloso. Marmee se sintió avergonzada de extrañar a su marido teniendo a sus cuatro hijas en su casa para alegrarla, y le dio al hombre un buen paquete y algo de dinero, agradeciendo la lección que había aprendido de su sacrificio por una buena causa.

A pedido de Jo, Marmee narra otra historia, de cuatro niñas que tienen comodidades y seguridad y que, sin embargo, están descontentas. Las niñas del cuento se encuentran con una anciana que les dice que, para estar contentas, deben recordar sus bendiciones. Esto funciona, puesto que una de ellas descubre que la riqueza no puede alejar el dolor de una familia; otra entiende que la juventud, el buen humor y la salud son dichas más grandes que las riquezas; la tercera acepta que mendigar sería más difícil que preparar la cena; y la última comprende que ser buena es mejor que tener un lindo anillo. De esta forma, las hermanas March convienen en quejarse menos y trabajar para merecer las bendiciones que recibieron.

Capítulo 5: Una buena vecina

Un día Jo piensa en conocer mejor a Laurie y le tira una bola de nieve a su ventana para llamar su atención. Se entera de que el joven ha tenido un fuerte catarro y que está aburrido. Laurie la invita a su casa y Jo llega con regalos de sus hermanas, como los gatitos de Beth, que lo divierten y le hacen olvidar su timidez. Jo descubre que Laurie, en su soledad, muchas veces observa a su familia haciendo sus divertidas actividades, y entonces lo invita a visitarlas. Jo le cuenta historias de su familia y Laurie le muestra su notable biblioteca. Allí lo espera Jo mientras el joven Laurence atiende al doctor.

Jo observa un retrato del Sr. Laurence y, al oír que la puerta se abre, dice, sin volver la mirada, que el abuelo de Laurie tiene ojos de buena persona, aunque severa, y que no debería tenerle miedo. Se sorprende al darse vuelta y ver que quien entró en la biblioteca no era su amigo, sino el Sr. Laurence. Él le cuenta que fue muy amigo de su abuelo, un hombre valiente y honrado, y Jo, a su vez, le dice que cree que Laurie necesita más compañía. Mientras toman el té, al ver que su nieto se lleva bien con Jo, el Sr. Laurence acepta que este debería pasar más tiempo con la familia March. Laurie luego toca el piano y esto disgusta al Sr. Laurence, aunque Jo no sabe por qué. Cuando se despiden, Laurie agradece los regalos y promete visitarlas pronto.

Jo vuelve a su casa y le cuenta a sus hermanas de los vecinos y de los lujos de su casa. Marmee también les cuenta que el hijo del Sr. Laurence, el padre de Laurie, se casó con una música italiana aunque él no lo aprobaba. Cuando los padres de Laurie fallecieron, el Sr. Laurence adoptó a su nieto, pero sus talentos musicales le recordaban mucho a su hijo, por lo que temía perderle. Meg cumplimenta a Laurie por sus modales y Jo expresa su deseo de que sean grandes amigos; la Sra. March aprueba esta amistad. Beth comenta que, como en El progreso del peregrino, han hallado el Palacio Hermoso, y Jo agrega que antes tienen que “pasar junto a los leones” (89).

Análisis

La historia de Mujercitas se sitúa en los Estados Unidos durante la Guerra de Secesión que tuvo lugar en ese país entre 1861 y 1865, período durante el que el Ejército de la Unión, que buscaba abolir la esclavitud, se enfrentó a los Estados Confederados, que querían preservar el sistema esclavista. Si bien la historia se centra en los asuntos domésticos de la familia March, la guerra está presente por el temor de que al Sr. March le pase algo mientras sirve en el ejército, o cuando Marmee colabora en los centros de ayuda a los soldados.

La historia es narrada por un narrador omnisciente en tercera persona que, por momentos, toma la primera persona para dialogar con sus lectores, lo que se percibe desde el primer capítulo: “Dado que a los jóvenes lectores les gusta saber cómo son los personajes, haremos un inciso para describir a las cuatro hermanas…” (15). Las partes dialógicas de la novela dan la sensación de que es la propia autora quien conversa con su público lector. Este estilo se continúa durante todo el libro, y en el final de la Primera parte se anuncia que la continuación de la historia dependerá de los lectores. De hecho, Alcott escribió la Segunda parte de Mujercitas teniendo en cuenta las cartas que recibió, en las cuales su público solicitaba finales específicos para los personajes.

Alcott no solo dialoga con sus lectores, sino también con la literatura. La autora incluye dentro de la trama principal historias inspiradas en otros relatos, propios y ajenos; por ejemplo, la obra que las chicas actúan está basada en “Norna; or, the Witch’s Curse” (“Norna, o la maldición de la Bruja”), un cuento suyo que se publica póstumamente en 1893, dentro de Comic Tragedies (Tragedias cómicas). Sus personajes a menudo leen o se refieren a libros contemporáneos y clásicos, como Undine y Sintram, El heredero de Radclyffe y Las mil y una noches. A menudo, las lecturas de las chicas nos dicen algo de sus creencias y sus personalidades. Por ejemplo, la referencia a La cabaña del Tío Tom se relaciona con la oposición a la esclavitud de la familia March, cuyo padre pelea en el ejército de la Unión; Las mil y una noches interpela el sentido de aventura de Jo, y, en el capítulo 5, encontramos a Meg leyendo Ivanhoe, cuya historia romántica anticipa el romance que tendrá este personaje durante la primera parte de la novela.

Estos primeros capítulos sientan las bases para el resto de la primera parte de Mujercitas. El capítulo 1 introduce la trama principal, concentrada en los esfuerzos de las hermanas March por mejorarse. Los regalos de Navidad que desean no solo nos proveen información sobre las personalidades de las chicas, también se convierten en recompensas de sus luchas individuales: en el final de la Primera parte, cada una de ellas recibirá un regalo navideño muy parecido al que deseaban en el primer capítulo.

Alcott utiliza varios recursos para anticipar los conflictos que padecerán sus personajes. Meg se tuerce el tobillo debido a su vanidad, porque utiliza unos zapatos que le quedan chicos. Jo ignora los cumplidos de Laurie y espera que todos sean amigos, aunque más adelante Laurie le declarará su amor. El narrador se lamenta de que muchas chicas como Beth permanezcan desapercibidas y menospreciadas hasta que es demasiado tarde, lo que indirectamente hace referencia a la muerte de este personaje. Amy se lamenta por la humillación que sufre una amiga en la escuela, sin prever que ella pasará por una situación similar. También se nos anticipa el conflicto que tiene Laurie con su abuelo en torno a la música.

Una gran parte de los temas de Mujercitas aparecen en estos capítulos, así como también los conflictos principales que deben afrontar los personajes. El tema de la pobreza surge cuando las chicas se quejan de no tener dinero suficiente para recibir regalos en Navidad, a lo que se sobreponen demostrando su generosidad desinteresada cuando le regalan su desayuno navideño a los Hummels, que lo necesitan más que ellas. Este sacrificio les da una grata recompensa personal; la felicidad que les da amar al prójimo más que a uno mismo. De esta manera, su sacrificio también es acorde a su moral cristiana.

Cada una de las chicas busca superarse siguiendo los valores de sacrificio, abnegación y trabajo que se asocian con los principios cristianos que les inculcan sus padres. Por eso se proponen jugar a El progreso del peregrino, siguiendo esta alegoría cristiana en la cual el protagonista, Christian, debe superar una serie de obstáculos en su camino hacia la Ciudad Celestial, en referencia al paraíso cristiano. De esta manera, al aplicar esta alegoría de salvación, Alcott hace que las luchas domésticas de sus personajes se revistan de importancia heroica y espiritual. Estudiosos de la obra se han preguntado si el libro que Marmee les da a sus hijas en Navidad es El progreso del peregrino o el Nuevo testamento. De cualquier manera, el camino que emprenden las hermanas March se ubica claramente en un contexto cristiano. Al final del capítulo 5, Beth se pregunta cuál será su Palacio Hermoso, que en la alegoría cristiana es un lugar de descanso en el camino hacia la Ciudad Celestial. Pero antes, afirma Jo, deberán pasar junto a unos leones, lo que en el siguiente capítulo cobrará sentido.