La importancia de llamarse Ernesto

La importancia de llamarse Ernesto Símbolos, Alegoría y Motivos

El nombre "Ernest" (Símbolo)

Para los personajes femeninos de la pieza, como Gwendolen y Cecily, el nombre Ernest simboliza confianza, seriedad, honestidad, y es por esas cualidades que buscan casarse con un hombre que se llame así. Sin embargo, podemos pensar la cuestión del nombre Ernest como un símbolo del conjunto de ideales que una muchacha en esa sociedad podía soñar en un hombre, es decir, el nombre Ernest parecería ser la etiqueta de un arquetipo, común en la época, coincidente con la idea de "buen marido".

El "bunburysmo" (Símbolo)

"Bunbury" es el nombre que Algernon le da a su personaje inventado: un amigo inválido a quien, cada tanto, debe socorrer en el campo, exceptuándose así de reuniones en la ciudad. Sin embargo, Algernon en muchas ocasiones utiliza la palabra "bunburyzar" para referir determinadas prácticas que, por el contexto en que se dicen, podemos entender que refieren a lo sexual. Algernon sostiene que sin bunburysmo, un hombre se aburre demasiado. Sobre todo, enfatiza él, si este hombre está casado. Cuando su amigo Jack le dice que, de casarse, no le interesaría conocer a Bunbury, Algernon responde que si no lo hace él, lo hará su esposa. Mediante la sugerencia, el humor y la ironía, Wilde revela en estos parlamentos una práctica que los espectadores londinenses que veían la obra en su momento reconocían fácilmente. Porque en la sociedad victoriana, época de puritanismo y exaltación de la castidad, la sexualidad era considerada un vicio que debía mantenerse oculto, mucho más si se trataba de relaciones homosexuales. La contracara de ese aire de represión es la proliferación de los “vicios” en forma de cabarets, prostíbulos, etcétera, bajo el manto de la clandestinidad nocturna. Las personas utilizaban entonces una suerte de máscara de decencia social y, luego, se la quitaban para dejarse llevar por los placeres sin “manchar” su nombre ni su status. Aquí, la máscara social aparece simbolizada por el amigo de nombre "Bunbury", cuya supuesta invalidez permite a Algernon desaparecer por días en lugares inciertos. En boca de Algernon se exhibe la necesidad de recurrir a un alter ego para sobrevivir, en la época, a la opresión de la sociedad y sus instituciones. El “bunburysmo”, en boca de Algernon, simbolizaba esa “otra” vida oculta tan propia de los hombres de la alta sociedad en la época victoriana. El personaje llama “bunburyzar” a lo que podemos entender como una serie de prácticas ligadas al placer que se mantienen disimuladas en apariencias sociales, por individuos que, efectivamente, mantienen una suerte de doble vida.

La muerte de Bunbury (Símbolo)

Hacia el final de la pieza, cesa la existencia de Bunbury, el supuesto amigo inválido de Algernon: "¡Oh! A Bunbury le he matado esta tarde. Quiero decir que el pobre Bunbury ha muerto esta tarde" (p.108), dice Algernon con tono alegre. El “bunburysmo”, en boca de Algernon, simbolizaba esa “otra” vida oculta tan propia de los hombres de la alta sociedad en la época victoriana: el personaje llamaba “bunburyzar” a lo que podemos entender como una serie de prácticas ligadas al placer que se mantienen disimuladas en apariencias sociales, por individuos que, efectivamente, mantienen una suerte de doble vida. Evidentemente, al “matar” a Bunbury, Algernon confiesa haber destruido a ese otro, a esa doble vida, en virtud de entregarse por completo a su prometida. La muerte o el asesinato de Bunbury simboliza entonces la entrega al compromiso y una promesa de fidelidad.

Lady Bracknell (Símbolo)

El personaje de Lady Bracknell constituye, en sí mismo, un símbolo de la hipocresía propia de la sociedad victoriana. Es en este personaje en que se encapsulan la idiosincrasia y las costumbres propias de la alta sociedad inglesa de fines del siglo XIX, así como su jerarquía de valores, sus miserias y falsedades. Lady Bracknell pone en escena constantemente la distancia abismal entre los valores que profesa y lo que realmente hace o piensa. Por ejemplo, dice no aprobar los "matrimonios interesados" y, sin embargo, consiente el compromiso entre su sobrino y Cecily cuando se entera de la fortuna que posee la muchacha. Además, se justifica constantemente recurriendo a razonamientos paradójicos: "Querida niña, naturalmente sabrá usted que Algernon no tiene más que deudas. Pero yo no apruebo los matrimonios interesados. Cuando me casé con lord Bracknell yo no tenía fortuna de ninguna clase, pero no soñé ni por un momento en permitir que esto fuera un obstáculo en mi camino" (p.112).

Lady Bracknell exige a los demás el cumplimiento de valores de los que ella misma, sin embargo, no hace gala, encarnando en sí la doble moral victoriana: el público original de la obra reconocía al personaje como un símbolo de la hipocresía de la alta sociedad.

El estatus social (Motivo)

La voluntad de sostener -o acceder a- determinado estatus social se revela como la motivación principal para el accionar de personajes como Lady Bracknell y, en menor medida, Gwendolen y Cecily. El estatus social es el motivo que empuja a Lady Bracknell a evitar el matrimonio entre su hija y el protagonista: su decisión se sostiene en el incierto origen social del señor Worthing, adoptado tras ser encontrado en un bolso en una estación de tren. Lady Bracknell no encuentra un problema en la personalidad del señor Worthing, sino en que "nacer, o al menos ser criado en un saco de mano, tenga asas o no, me parece un desprecio a la decencia de la vida familiar", hecho que "no puede considerarse como una base segura para sostener una posición reconocida en la buena sociedad" (p.48). Por otra parte, el estatus social funciona como motivo, quizás a un nivel más inconsciente, en personajes como Cecily y Gwendolen: ambas comparten el insólito deseo de casarse con un hombre llamado "Ernest"; su obsesión por ese nombre radica en el sonido de la palabra, homófono en inglés a "earnest", que en español significa "serio". La idea de un marido serio coincide, en la sociedad de la época, con aquel hombre que cuente entre otras cosas con una buena posición social. Las muchachas sostienen ese ideal abstracto hasta el extremo: cuando se enteran de que los hombres con los que están comprometidas no se llaman "Ernest", anulan su compromiso.