Kim

Kim Resumen y Análisis Capítulo 6

Resumen

Abre el capítulo un fragmento del poema “Canción de Diego Valdés”, de Kipling, en el que Valdés recuerda cuando viajaba por los mares y comerciaba oropimente entre los salvajes.

Por la mañana, los Mavericks levantan campamento y siguen viaje camino a Ambala. Kim avanza con ellos, alejándose del paradero donde quedó el lama. Ya no se siente tan seguro de sí mismo como la noche anterior porque sabe que lo vigilan de cerca. Por la tarde, la columna se detiene cuando llega un jinete con una carta para el coronel que anuncia que se ha desatado la guerra que Kim pronosticó. Todos se sorprenden de que la profecía se cumpla y le preguntan al chico cómo lo supo. Entonces, Kim vuelve a adoptar su tono misterioso, dando a entender que tiene poderes especiales; luego ruega que lo dejen volver con su lama pues teme por él. Sin embargo, el padre Victor le dice que prefieren quedarse con Kim y convertirlo en un hombre. Durante el resto del día, centenares de hombres blancos conversan sobre Kim y se admiran de sus poderes. Al día siguiente, los Mavericks parten rumbo a la guerra.

Kim se queda con los enfermos, los niños y las mujeres. Además, le asignan un profesor que comienza a darle clases junto a un grupo de chicos. Él no quiere saber nada con volver a la escuela y a la disciplina que se pasó evitando durante su corta vida. También le asignan a un muchacho de catorce años, regordete y pecoso, que está encargado de custodiarlo y le dice que tiene prohibido alejarse más allá de un árbol cercano y mucho menos acercarse al mercado. Kim urde un plan para poder zafarse de las imposiciones de que es víctima. Se acerca al camino que lleva al mercado y observa a las personas que pasan, indígenas de casta inferior. Kim llama a un barrendero que pasa y le pide que busque a un escribiente y lo haga acercarse a él, pues quiere escribir una carta. El barrendero no comprende como un niño blanco prefiere a un escribiente de mercado antes que a los profesores del cuartel, y Kim aprovecha su casta superior para insultar al barrendero y repetirle la orden.

Pronto llega un escribiente que intenta estafar a Kim al pedirle una suma de dinero elevada. Sin embargo, Kim conoce esas estrategias y se niega. Luego le ordena que escriba una carta dirigida a Mahbub Alí, contándole cómo, luego de cumplir la misión que aquel le encomendó, llegó a Benarés con el lama, donde lo retuvo el regimiento. También le cuenta que ahora lo obligan a ir al colegio con el fin de convertirlo en sahib, dice que está sufriendo y le pide que lo vaya a buscar y lo ayude a salir de allí.

Kim padece esa vida y se siente muy solo entre tantos hombres blancos. Por la tarde, el padre Victor le pregunta cómo está y reconoce que debe ser muy difícil para él esa vida. Luego le cuenta que ha recibido una carta del lama y expresa su sorpresa por el cariño que se tienen el lama y Kim. En esa carta, el lama habla de la importancia de la educación de calidad y se ofrece a pagar los estudios de Kim en St. Xavier, Lucknow. El padre Victor se plantea un dilema: seguir la idea original de mandar al niño al orfanato militar de Sanawar, o bien enviarlo a St. Xavier, donde recibiría una educación mejor y podría convertirse en católico. Sin embargo, Kim solo puede preocuparse por el lama, quien dice estar viajando en tren solo, sin nadie que lo ayude. Mientras espera a que el padre Victor se decida, Kim permanece allí, padeciendo las clases del profesor y el maltrato del muchacho que lo custodia.

Una tarde, el adolescente encargado de vigilarlo regresa llorando, luego de un paseo con Kim al hipódromo de Ambala, con la noticia de que el joven O’Hara saludó allí a un moreno de barba colorada que pronto se apoderó de él huyendo al galope. El padre Victor recibe mal esa noticia, sobre todo porque acaba de recibir una carta del lama con un pagaré para los estudios de Kim.

En el hipódromo, Kim conversa con Mahbub Alí, que le dice que en Ambala todos lo conocen y puede ir preso por secuestrarlo. Kim debe tener paciencia. Ante ello, el niño le ruega que al menos le dé dinero para que pueda reunirse con su lama en Benarés, y le recuerda que él le hizo el favor de entregar el mensaje Ambala. Entonces, Mahbub Alí le tiende una trampa, intentando averiguar si el chico sospecha algo del verdadero contenido del mensaje, pero Kim identifica la trampa y la evade. Kim sabe que Mahbub lo castigaría si creyera que sabe más de lo que debe saber.

Enseguida, aparece un inglés que se acerca a hablar con Mahbub y le pregunta por el chico. Se trata de Creighton, el director del Servicio Etnológico y, a su vez, el sahib a quien Kim entregó la carta causante de la guerra. Mahbub comienza a hablar burlonamente de Kim frente al inglés y le confiesa que viene de un cuartel donde los ingleses lo están formando. Kim se siente traicionado por Mahbub y se lamenta de haber confiado en aquel para escapar de allí. En eso, llega el padre Victor, que se sorprende de que Kim tenga tantos amigos de otras razas y le agradece a Creighton por rescatar a Kim. Sin embargo, Creighton le dice que el chico no pensaba escapar, solo conversaba con el prestigioso Mahbub. Enseguida, el inglés le pide al padre Victor que le cuente más sobre Kim, porque le despierta real interés.

Mahbub y Kim se alejan para dejar que Creighton y Victor hablen tranquilos. Kim insulta a Mahbub por traicionarlo y venderlo a los ingleses, pero Mahbub Alí le asegura que, al contrario, lo está ayudando, y le pide que confíe en él. Creighton, por su parte, piensa que no deben deperdiciar a Kim si efectivamente es tan especial como le han dicho. Además, Victor le cuenta a Creighton sobre Kim y el pagaré del lama. El sacerdote teme que el lama deje un día de pagar, y también siente incomodidad por aceptar el dinero de un pagano para dar a un niño educación cristiana. Creighton, por su parte, aduce que todo ese asunto representa un interés etnológico particular y apoya la idea de que Kim sea enviado a St. Xavier. Agrega que él mismo debe dirigirse a Lucknow, de modo que se compromete a llevar al chico hacia allí. También se compromete a ser él quien cobre los pagarés del lama. Por último, Creighton le pide al padre Victor que no diga una sola palabra respecto a la formación asiática de la personalidad del chico, pues desea escribir sobre él y, como etnólogo, es muy celoso de sus descubrimientos: quiere mantenerlo oculto hasta publicar.

Finalmente, Creighton llama a Mahbub y comienzan a conversar en clave, hablando de Kim como si fuera un caballo para que el padre Victor no lo note: dicen que ese caballo tiene condiciones especiales para el juego, una intuición innata, y sería un desperdicio domarlo para ser animal de carga. Creighton asegura que el potro en cuestión será educado en el juego y luego se despide. Entonces, Mahbub le susurra al desalentado Kim que lo espera un futuro promisorio. Por su parte, Creighton le dice a Kim que lo llevará a Lucknow, donde verá y oirá cosas nuevas todo el tiempo y lo tomará bajo su protección.

Análisis

El epígrafe que abre el capítulo corresponde a la tercera estrofa del poema “Canción de Diego Valdés”, de Kipling, que encarna en primera persona a Diego Valdés, un famoso conquistador y administrador español. En este fragmento, Valdés habla de los “salvajes”, palabra que utilizaban los conquistadores para referirse a los pueblos originarios conquistados. Cabe mencionar que esa palabra fue usada por los europeos, por un lado, para caracterizar despectivamente las costumbres diferentes de los pueblos que recién conocían y, por el otro, como excusa para la dominación. Con el pretexto de que esos habitantes estaban caracterizados por costumbres salvajes, justificaban la necesidad de someterlos y “civilizarlos”. Así, resulta significativo que este capítulo esté antecedido por este epígrafe, ya que posiblemente remita de alguna manera al rol paternalista que se adjudican los personajes europeos de la novela, como el padre Víctor y Creighton, a la hora de definir el destino de Kim. La educación que le deparan es la del sahib, la de convertirse en un hombre europeo con costumbres a la altura de esa cultura, a la que consideran superior.

En este capítulo, Kim se enfrenta con una nueva realidad: a pesar de sus intentos de escapar del regimiento, su fuga se ve imposibilitada. No solo lo retienen contra su voluntad, sino que le imponen un profesor y un custodio que se encarga de vigilarlo para que no se escape. A pesar de esto, el joven protagonista se las ingenia, una vez más, para sortear algunas de esas trabas. Aprovechándose de su casta superior, da órdenes a un barrendero que se cruza en un camino para que le consiga un escribiente.

Gracias a esa idea, Kim logra hacerle llegar su pedido de auxilio a Mahbub, que más tarde lo secuestrará momentáneamente para conversar con él. Incluso en ese encuentro, Kim demuestra una astucia especial, pues logra sortear la trampa que le tiende su propio amigo, el afgano, con el fin de averiguar si sospecha del verdadero contenido de la carta que le hizo llevar a Ambala. El chico sabe que debe ocultar lo que sabe sobre la conexión entre la carta y la guerra que se está desatando: “Mahbub era muy duro con los chicos que sabían, o que creían saber, demasiado” (168).

Sin embargo, el propio Mahbub se expone al acudir al llamado de Kim. Para el espionaje británico, el conocimiento es un bien preciado. Es por eso los miembros del servicio, como Mahbub, se encargan de mantenerlo en secreto, poniendo en riesgo su propia vida y buscando maneras disimuladas de transmitir esos saberes. Kim cuenta con la ventaja de conocer el mundo y los engaños, lo cual no solo le permite acceder a conocimientos ocultos —casi siempre escabulléndose y escuchando conversaciones privadas—, sino que también lo preservan de que esa información le juegue en contra. Así, por ejemplo, logra zafarse de la prueba en que lo pone Mahbub.

En suma, de esto se deduce que la novela plantea un vínculo conflictivo con el saber. Este es, por un lado, una herramienta y un privilegio, pero también, una fuente de peligro. Esto se evidencia en el capítulo, ya que, en esta etapa, Kim es sometido a un destino contra su voluntad, con el fin de que acceda a un saber privilegiado y se convierta en sahib. Sus referentes adultos perciben en él cualidades particulares que serán potenciadas, según ellos, con esa educación formal. Sin embargo, Kim se muestra reacio a esa idea y defiende otro tipo de conocimientos ajenos a la educación formal, y otras formas de acceder a ellos, como los viajes y las aventuras callejeras: “No le gustaba nada el aspecto que tomaban las cosas, porque aquello suponía volver a la escuela y a la disciplina que se había pasado evitando las dos terceras partes de su corta vida” (159).

He aquí otra vez la oposición entre saberes prácticos y saberes teóricos y formales. Por su parte, el padre Victor observa con paternalismo la conducta de Kim, recurriendo justamente a la figura del salvaje que anticipó el epígrafe: se refiere a él como un “animalillo salvaje” (164). Creighton, a su vez, también vislumbra la condición distinta de Kim, pero en compensación al destino que le imponen, propone cierta compensación: “Irás conmigo a Lucknow, verás y oirás cosas nuevas todo el tiempo” (181). La condición especial de Kim es objeto de interés para este personaje que, como director del Servicio Etnológico, reconoce su curiosidad por él:

Comprenda que, como etnólogo, este asunto tiene mucho interés para mí. Me gustaría preparar una nota sobre el asunto para un trabajo del Gobierno que estoy haciendo. Es muy importante la transformación de la insignia de un regimiento, como ese toro rojo de ustedes, en esa especie de fetiche que el chico ha ido siguiendo (179).

Sin embargo, este pretexto que el inglés le da al padre Victor sirve como excusa para ocultar el destino del chico. Es evidente que Creighton y Mahbub preparan a Kim para un futuro oculto. Nuestro protagonista todavía no lo entiende y desconfía de Mahbub creyendo que el afgano quiere traicionarlo, aún cuando este le asegura un futuro promisorio.

En lo que refiere a esta misma escena, es interesante el modo en que Creighton y Mahbub se comunican en código refiriéndose en clave a Kim mientras hablan de un caballo:

Lo que yo digo es que si un caballo nace para jugar al polo, y es capaz de seguir de cerca la pelota sin que se le enseñe; si un potro conoce el juego por intuición, ¡digo que es una gran equivocación domarlo haciéndolo tirar de un carro pesado, sahib! (180).

Mahbub parece sugerir que Kim está hecho de habilidades y capacidades que a ellos les pueden servir, tiene una intuición innata para el “juego” y sería un desperdicio darle otro destino. Como respuesta, Creighton asiente: “Al potro se lo preparará únicamente para jugar al polo” (180). Así, el inglés y el afgano hablan en clave para que el padre Victor no sospeche del asunto de su conversación. Todo esto anticipa la trama secreta que hay entre Mahbub y Creighton, y las pretensiones que tienen para Kim, las cuales el lector intuye, pero desconoce aún. Hasta el final, lo único seguro es que Mahbub y Creighton pertenecen a un mismo grupo y comparten idénticos objetivos, lo cual va configurando entre ellos un “nosotros”, al que buscan incorporar a Kim.