Kim

Kim Ironía

Kim lleva un recado a Ambala a pedido de Mahbub, pero desconoce que se trata de un mensaje encriptado (Ironía dramática)

Aprovechando su primer viaje con el lama, Mahbub Ali encomienda a Kim la misión de llevar a Ambala un mensaje: la confirmación del pedigrí de un semental que ha vendido a un inglés. Sin embargo, el narrador pronto confiesa que Mahbub Ali es un espía del servicio de inteligencia británico, y el mensaje que le entrega a Kim lleva oculto un aviso encriptado: la información de una conspiración contra el gobierno británico en el marco del Gran Juego. De este modo, se construye una ironía dramática, en la medida en que el lector sabe más de lo que sabe su protagonista, quien desconoce el riesgo que conlleva ese mensaje.

Sin embargo, con su astucia característica, Kim rompe pronto esa ironía, pues capta la picardía de Mahbub y sospecha que ese mensaje no es inocente, sino que encubre información relevante. No sabe todavía que se trata de un asunto político de tanta relevancia, pero sí que Mahbub oculta algo, y obra en consecuencia: se dirige rápido a Ambala con el fin de cumplir cuanto antes la misión.

Aunque el lama cree que Kim tiene poderes mágicos, los lectores estamos advertidos de que el muchacho lo engaña (Ironía dramática)

Apenas conoce al lama, Kim despliega todas sus dotes actorales y juegos de apariencias, y se le aparece con dos atuendos diferentes. De ese modo, el lama cree que el chico tiene cualidades mágicas y, que con esa dualidad, expresa señales divinas. Por eso concluye que Kim es un enviado que le ha sido concedido para conducirlo hacia el río en el que espera encontrar la iluminación. Más adelante, el lama confía también en los poderes curativos de Kim, que también son productos de la actuación del chico. De este modo se construye una ironía dramática en la que los lectores tenemos información que el lama, a pesar de ser un sabio, no posee.

Contra todo pronóstico, Mahbub considera que los hombres más “juiciosos” son aquellos que menos condenan el homicidio (Ironía situacional)

Cuando Mahbub le regala el revólver a Kim, le desea que pueda asesinar pronto a un hombre. Kim pone reparos a ese deseo y aclara que si un sahib mata a un hombre, será condenado a la horca. Ante ello, Mahbub replica: “Es cierto: pero nada más cruzar la frontera los hombres son más juiciosos” (267). En este sentido, la respuesta de Mahbub es irónica en la medida en que se escapa a lo que el sentido común podría llegar a esperar: para el afgano, son más juiciosos los hombres que permiten un asesinato que los que se rigen por las leyes institucionales. Es evidente que este personaje se guía por una legalidad propia diferente a la de la civilización: él defiende la justicia por mano propia y la libertad de acción de los hombres por fuera de las normas estatales.

Lejos de las consecuencias negativas que, según el lama, tendrá el accionar vanidoso de Kim, este resulta por completo afortunado para el muchacho (Ironía situacional)

El lama reprende a Kim luego de que el chico ostenta sus saberes en el tren, disfrazando al mahratta, y generando el pavor de un agricultor, quien huye por miedo a que le eche una maldición. El hombre santo reprocha la vanidad de Kim y asegura que sus actos tendrán consecuencias negativas, generando un movimiento en ondas como el de una piedra al caer al agua.

Enseguida, el narrador interviene señalando cuáles han sido los efectos en onda que ese acto de Kim generó: E. 23 logra salvarse de ser capturado, llega a comunicar el paradero de la carta que incautó y, con ello, cumple su misión. Más aún, ese logro desencadena otros triunfos geopolíticos relevantes a favor del Imperio británico. Así, el narrador señala la ironía que se desprende del hecho de que los temores del lama, para quien las acciones del joven desembocarían en sucesos trágicos desconocidos, terminan convirtiéndose en logros de gran magnitud a favor de un Imperio.