El conde Lucanor

El conde Lucanor Resumen y Análisis Ejemplo XXX. De lo que acaeció al Rey Abenabet de Sevilla con la Reina Ramayquia, su mujer

Resumen

El Conde Lucanor le pide consejo a Patronio sobre un hombre que a menudo le pide que lo ayude y que le dé algo de lo suyo. Cuando el Conde lo ayuda y a este le place, se muestra agradecido, pero cuando el Conde no hace lo que el hombre quiere, este enseguida se irrita y se olvida de todo lo que el Conde ha hecho por él. Patronio le dice al Conde que lo que le sucede se parece a lo que le aconteció al Rey Abenabet de Sevila con su esposa, la Reina Ramayquia. El Conde quiere saber cómo fue aquello.

Patronio cuenta que el Rey Abenabet amaba mucho a su mujer, que era buena y bien considerada por los moros. Pero le sucedía con frecuencia que tenía antojos muy caprichosos. Un día estaban en Córdoba y nevó, entonces la Reina se puso a llorar, reclamando al Rey que nunca la dejaba estar en tierra en la que nieve. Para complacerla, el Rey Abenabet hizo plantar almendrales por toda la tierra de Córdoba, en la que raramente nieva, para que cuando florezcan los almendrales pareciera que había nieve.

En otra ocasión, la Reina vio a una mujer revolviendo lodo para hacer adobes y se echó a llorar. Cuando el Rey le preguntó por qué se afligía, la Reina le contestó que él nunca la dejaba hacer lo que ella quisiera, como lo que hacía la mujer en el lodo. Entonces el Rey mandó a llenar de agua de rosas una albufera, y en lugar de barro la hizo llenar de azúcar, canela, jengibre, almizcle, y de todas las especias y perfumes que podía haber, para que la Reina hiciese con ese lodo lo que ella quisiera.

Otro día, el Rey volvió a encontrar a la Reina llorando, por razón de que él nunca hacía nada para complacerla. Entonces el Rey Abenabet le dijo en árabe: “Va la nahar el tin?” (p.59) -que significa: “¿Y no el día del barro?”-, reprochando que no debía olvidar el barro de especias y perfumes que le había hecho, porque si no todo lo que hacía por ella no era tenido en cuenta.

Terminado el cuento, Patronio le dice a su señor que si aquel hombre se olvida y desagradece todo lo que el Conde ha hecho por él, le aconseja que no hacer tanto por ese hombre, porque podría hacerle daño a su persona y a su hacienda. De la misma manera, le recomienda que, si alguna persona le hiciera algún bien, pero después no hiciese todo lo que el Conde quisiera, debería mostrarse agradecido de todos modos, sin desconocer el bien anterior. El Conde Lucanor tuvo por bueno el consejo y Don Juan hizo escribirlo en su libro, junto a estos versos: “Por quien desconoce tu bien hecho / No dejes de buscar tu provecho” (p.59).

Análisis

El Ejemplo XXX proviene de una historia árabe, una anécdota atribuida al rey de taifa de Sevilla, Muhámmad al-Mutámid. Las palabras en árabe que Don Juan Manuel incluye en el relato son una transcripción dialectal del árabe de esa época.

El consejo de Patronio cruza los temas de la riqueza, la honra y los vicios de la corte. Al igual que en el ejemplo XXIX, el mensaje que el Conde recibe es que debe hacer lo necesario para preservar su honra y su hacienda. Si se deja maltratar por un hombre que además le pide parte de lo suyo, estaría poniendo en riesgo las dos cosas. Por eso los versos finales ponen el énfasis en lo que más provechoso puede resultar para el Conde o para cualquier noble que se encuentre en una situación similar. Es interesante que Patronio incluya en el consejo una recomendación para el Conde si se viera en la situación contraria: mostrarse agradecido con quien le hiciera un bien, aunque después lo defraudara, también es una forma de preservar la honra.

Asimismo, es posible ver en este ejemplo una crítica a la corte en cuanto el Rey Abenabet utiliza su poder y las riquezas de su gobierno para complacer los caprichos de su esposa, mezclando las acciones públicas con los asuntos privados. Esto se manifiesta en el modo en que el Rey dispone de su autoridad y de los bienes de su reino para satisfacer caprichos, plantando árboles solo porque parecen nieve o haciendo un lodo de sustancias preciosas. Es evidente que nada de esto satisface a la Reina Ramayquia, cuyo comportamiento insatisfecho también es puesto en cuestión en el ejemplo. Las enseñanzas de El Conde Lucanor reprueban el abuso de poder y la ostentación de las riquezas.