El conde Lucanor

El conde Lucanor Ironía

Doña Truhana imagina que se hará rica por la venta de una olla de miel, y esa imaginación termina empobreciéndola al hacerla perder la olla (Ironía situacional)

En el cuento del Ejemplo VII, Doña Truhana empieza a fantasear que venderá la olla de miel que lleva en su cabeza para comprar huevos, y que de los huevos obtendrá gallinas que venderá por ovejas, y así va formándose en su cabeza que se hará cada vez más y más rica. Irónicamente, el regocijo que le da esta fantasía hace que se le caiga la olla de miel, aquello que le hubiera permitido, en su imaginación, salir de la pobreza.

Don Illán le niega al deán de Santiago el alimento que aquel no quiso darle para su viaje (Ironía situacional)

En el cuento del Ejemplo XI, después de que el deán de Santiago, convertido en Papa, le niegue a Don Illán comida para su regreso a Toledo, este dice que pedirá las perdices que había encargado la noche en que se conocieron. Esto produce que el religioso se encuentre nuevamente en el punto de partida, cuando era deán en la casa del gran Maestre. Los lugares se han invertido. De este modo, la ironía consiste en que la negativa del religioso a darle algo de comida a Don Illán para su regreso es lo que provoca que ahora él, de nuevo un simple deán, tenga que emprender el regreso a Santiago de la misma manera que el gran Maestre: sin comida para el camino.

La Reina Ramayquia, a la que le cumplen todos los caprichos, anhela estar tirada en el lodo como una mujer que hace adobes (Ironía situacional)

En el cuento del Ejemplo XXX, la Reina es tan caprichosa que anhela, incluso, lo que hace una mujer de menor condición que ella, quien fabrica adobes con el lodo. Es irónico que Ramayquia le reproche a su esposo, el Rey Abenabet, que este no la deje hacer cosas que no desearía una Reina.

Todos temen por la vida del joven moro junto a su reciente esposa, pero es ella quien termina temiendo por su vida junto a él (Ironía situacional)

En el cuento del Ejemplo XXXV, se plantea que la mujer con la que se casa el joven moro es tan mala y necia que todos temen que deje a su flamante esposo malherido o incluso muerto. Lo irónico es que el joven convence a la mujer de que él es más malo y loco que ella, por lo que, al final, es la mujer la que teme por su vida.