El conde Lucanor

El conde Lucanor Resumen y Análisis Ejemplo X. De lo que sucedió a un hombre que por pobreza y a falta de otra comida comía altramuces

Resumen

El Conde Lucanor le dice a Patronio que agradece a Dios por tener una buena hacienda con honra, pero a veces se angustia pensando en la pobreza, por lo que quiere que su consejero le de algún consuelo. Patronio dice que lo consolará con la historia de dos hombres muy ricos que después fueron pobres.

Uno de estos hombres llegó a ser tan pobre que no tenía qué comer, salvo una escudilla de altramuces. Mientras comía este fruto amargo y de mal sabor lloraba pensando en lo rico que había sido en el pasado. Así estaba llorando y arrojando las cáscaras de los altramuces, cuando notó que un hombre al lado suyo recogía las cáscaras que él desechaba para comerlas. Le preguntó entonces por qué hacía eso. El otro hombre le respondió que él había sido más rico que aquel, y que ahora era también más pobre y que por eso se contentaba con comer las cáscaras que él dejaba. Esto hizo que el primer hombre se consolara y alentase, y con la ayuda de Dios logró salir de la pobreza.

Así concluye Patronio que el Conde debe saber que Dios dispuso que los hombres tengan diferentes cosas, y que no debe afligirse si alguna vez se encuentra en algún apuro. Y que sepa que hay hombres más honrados y ricos que él que también están angustiados, pero que se contentan con dar a sus gentes menos de lo que el Conde da a los suyos.

Teniendo a bien este ejemplo, el Conde Lucanor se esforzó por no angustiarse y así Dios lo ayudó, y Don Juan tomó este ejemplo para componer los siguientes versos: “Por pobreza nunca desmayéis / Pues otros más pobres que vos hallaréis” (p.41).

Análisis

El ejemplo X transmite un mensaje en apariencia sencillo: la riqueza y la pobreza son relativas, porque siempre puede haber alguien que tenga más o menos que nosotros. Este es el consuelo que Patronio le ofrece al Conde Lucanor para que no se angustie por algo que lo pone en una encrucijada, porque cuando piensa en la pobreza, el Conde “tanto [quiere] la muerte como la vida” (p.39). Tal es la tristeza que le produce, que a pesar de tener una buena hacienda y contar con honra, el Conde siente que la pobreza le hace cuestionar su lugar en el mundo.

En este sentido, la cuestión es más complicada, porque no queda claro si el Conde se preocupa por la pobreza personal o por la ajena. El cuento de Patronio parece responder sobre la preocupación por la pobreza personal, porque refiere a dos personas que poseían riquezas –como el Conde– pero que lo perdieron todo. El ejemplo a seguir lo da el primer hombre, el que come altramuces y se da cuenta de que podría estar peor. La aceptación y el aliento lo ayudan a encontrar la gracia de Dios y a salir de la pobreza para volver a ser “muy bienandante” (p.41). Por eso, el Conde debe confiar en que Dios le dará lo necesario para estar bien y con honra.

Aquí vemos cómo un asunto mundano, como lo es la posesión o falta de riquezas, se relaciona con un asunto espiritual. Que algunos hombres tengan determinadas cosas y otras no, sucede por designio divino, y lo correcto ante esta situación es, para Don Juan Manuel, aceptar lo que “Dios Nuestro Señor tiene por bien que así sea” (p.41). El mundo medieval se preocupa por entender la voluntad de Dios, pero también sabe que debe aceptarla, aunque no pueda comprenderla. Es acaso lo que ocurre con la desigualdad social, que puede producir angustia, pero no por ello debe ser cuestionada.

En este punto, el tema de la hacienda, la honra y el estado –lo que el Conde Lucanor posee– se relaciona con la preservación del orden social, porque aceptar lo que Dios manda implica aceptar el mundo como es, en el que “ningún hombre [tiene] cumplidamente todas las cosas” (p.41). Es aquí donde el ejemplo trata también la preocupación por la pobreza ajena, lo que se infiere cuando Patronio afirma que algunos hombres que se tienen por honrados y que son más ricos que el Conde Lucanor se preocupan menos que aquel por dar lo que pueden a las personas que están bajo su poder. Es entonces que el asunto se torna más complejo, porque lo que Patronio sugiere con su ejemplo es que no solo hay que entender que siempre habrá gente más pobre o rica que uno, sino que eso es acorde a lo que Dios quiere, y que se puede ser caritativo con quien menos tiene, pero lo importante es preservar el orden social.