Bodas de sangre

Bodas de sangre Temas

La oposición entre el deseo y los mandatos sociales

El conflicto principal de esta obra es la contradicción que viven los personajes de la Novia y Leonardo entre el mandato social que recae sobre ellos y sus deseos personales. La Novia va a contraer matrimonio con el Novio, pero parece no querer hacerlo. Se muestra infeliz e insatisfecha, y termina huyendo en plena boda, provocando que el Novio y Leonardo se enfrenten a muerte.

¿Por qué se casa la Novia si, en realidad, no quiere hacerlo? La respuesta a esta pregunta es compleja y tiene que ver con los mandatos sociales. Toda sociedad tiene, de forma más o menos estricta y más o menos evidente, una serie de esquemas y valores que organizan lo que es juzgado como "bien" y "mal" según los criterios de esa sociedad. Los roles que cada persona ocupa en esa organización están influidos por esa serie de mandatos, que suponen qué se debe hacer y qué no.

Para esta obra es tan importante el tema de los roles sociales que, de hecho, todos los personajes, menos uno, son llamados por su rol en lugar de un nombre propio: "Novia", "Novio", "Madre", "Suegra", "Criada", etcétera.

Esta tensión entre deseos y mandatos está encarnada en los personajes de la Novia y Leonardo, que son quienes deciden romper la boda.

Los roles sociales de la Novia son los de esposa e hija, en particular, de una familia con un buen pasar económico. Para estos roles, lo "correcto", lo bien visto, es casarse con un "buen partido", es decir, con un hombre que también pertenezca a una familia pudiente. Por el contrario, para su rol está mal visto relacionarse con un hombre casado, así como tener relaciones sexuales con cualquier persona antes de casarse.

Leonardo, por otro lado, y según sus palabras, no cuenta con una buena posición económica. Está casado, pero expresa que contrajo matrimonio con otra mujer para olvidar de sus sentimientos hacia la Novia. Su rol, entonces, es el de marido. El hecho de que se encuentre clandestinamente con la Novia va en contra de los valores sociales que rigen sobre ese rol.

El tema de la oposición entre el deseo personal y los mandatos sociales se ve expresado en que la Novia intenta dejar de lado su atracción por Leonardo y cumplir con el rol de novia y futura esposa, pero sus sentimientos terminan haciéndola romper con eso y escaparse.

A su vez, Leonardo también cede a su deseo por sobre los mandatos que le corresponden, al buscar a la Novia y finalmente huir con ella. Esta elección de ambos, que acaban por seguir la fuerza de su deseo, implica una renuncia a sus roles sociales. Y es esta decisión la que produce el desenlace trágico, lo que expresa, de cierta forma, que ir en contra del mandato social puede costar la honra y la vida vida misma.

Planteado de esta forma, la obra parece plantear las opciones de estos personajes en una dicotomía: obedecer el mandato pero vivir en la infelicidad u obedecer al deseo personal y morir (en el caso de Leonardo) o vivir en la deshonra (en el caso de la Novia).

La herencia familiar como destino

El tema de la herencia, la sangre y el destino produce, dentro de la obra, una gran fuerza narrativa. Otorga sentido al enfrentamiento histórico entre los Félix y la familia del Novio, y también anticipa el desenlace trágico, porque sabemos que los miembros de la familia del Novio parecen estar destinados a ser asesinados, y que la familia de Leonardo es de "matadores".

La idea de destino en relación al lazo familiar está muy presente. Nos enteramos de que en la familia de Leonardo ha habido asesinos, y por ello la Madre desconfía de él, dando por hecho que esa característica es hereditaria. Ella hace mención, en reiteradas ocasiones, a que Leonardo no tiene "buena sangre". Por ejemplo, en el acto II, cuadro I, dice: "¿Qué sangre va a tener? La de toda su familia. Mana de su bisabuelo, que empezó matando, y sigue en toda la mala ralea, manejadores de cuchillos y gente de falsa sonrisa".

En otra ocasión, la misma idea del destino como algo que se hereda en las familias es reforzada por otro personaje, esta vez en relación al Novio: al comienzo del último acto, uno de los Leñadores dice que vio pasar al Novio y que "llevaba el sino de su casta". Con esto, los Leñadores comentan que la familia del Novio es una casta de hombres asesinados.

La sangre, entonces, está muy ligada al destino como línea familiar que se hereda, fatalmente, de generación en generación. Estas ideas instalan la noción de destino familiar como una realidad inamovible sobre los individuos. El sentido trágico de la obra se expresa, sobre todo, en esto: lo trágico consiste en aquello que no puede modificarse. El destino de estos personajes parece pertenecer a esta categoría, de lo que se lleva en la sangre y es inamovible. El desenlace de la obra, con la muerte de los hombres, confirma esta noción.

A su vez, es importante destacar que, si los hombres traen consigo el sino de sus castas varoniles (Leonardo de matador; el Novio de muerto), las mujeres cargan otro tipo de herencia: la de la línea materna. La Novia dice que su madre se "consumió" en esas tierras debido al calor, "como nos consumimos todas". Y la Mujer de Leonardo, a su vez, expresa: "El mismo sino tuvo mi madre. Pero de aquí no me muevo" refiriéndose, imaginamos, a un desengaño por parte de su marido, como el que vive ella con Leonardo.

La muerte

La muerte aparece tematizada, en esta obra, de diversas formas. Por un lado, es nombrada y presagiada desde el comienzo. La Madre es el personaje que lleva una especie de memento mori, o de luto constante, trayendo al mundo de los vivos, de forma omnipresente, la noción de muerte, el miedo por ella y la tristeza o el desgarro que le genera.

Por otro lado, hay una gran proliferación de presagios en la obra, malos augurios, que vaticinan el final mortuorio, a través de los cuales la muerte está presente también como una sensación a lo largo de la obra. En esto consiste, en buena medida, su mote de tragedia.

Finalmente, hacia el cierre de la pieza, la muerte aparece personificada en la Mendiga: el autor construye para la muerte (que es un concepto, una idea) un personaje animado, (encarnado por un/a actor/actriz de carne y hueso, que se desplaza en el escenario). Este recurso teatral dota a la obra, y a este final trágico, de un sentido poético muy grande: la muerte de los dos hombres se narra con la aparición del personaje de la Mendiga en el bosque, por la noche, en un momento y espacio propicios para que ocurra la tragedia.

El género

El tema del género está profundamente problematizado en esta obra, como en otras del mismo autor. Desde el comienzo, encontramos a la Madre diciéndole a su hijo (el Novio): "me gustaría que fueras una mujer" (Acto I, Cuadro I). De esta manera, ella ubica al género de su hijo en un lugar de riesgo, no deseable, peligroso. Sabemos, entonces, que el desenlace trágico de la obra va a tener que ver con esta condición de hombría que, de alguna manera, condiciona a los hombres de la pieza a enfrentarse, utilizar la violencia y exponerse a la muerte.

En el otro extremo, sin embargo, la Novia también expresa esta misma cuestión del deseo de pertenecer al género opuesto, exclamando en respuesta a la Criada "¡Ojalá fuera [hombre]!" (Acto I, Cuadro III). Mientras que la Madre percibe (porque la experimentó con la pérdida de su marido e hijo) la peligrosidad que encarna la condición masculina, la Novia sufre, por su parte, las limitaciones y condiciones que le corresponden por haber nacido mujer en su contexto.

Son muchas las oportunidades en que se menciona, por un lado, el carácter "fuerte" y "masculino" de la Novia y, por el otro, los deseos de la Madre de que su hijo sea mujer y de tener también nietas mujeres. En el caso de la Novia, se alude a su fortaleza física como valor personal, y ella menciona que quisiera ser varón. De su lado, la hombría está puesta como un rasgo positivo, deseable. Del lado de la Madre, por el contrario, la hombría se asume como una característica riesgosa, que pone a la persona en un lugar de vulnerabilidad: por ser hombre, su hijo está en riesgo, su vida es más frágil que la de una mujer. Porque, para lo que expresa la Madre, el hombre debe salir (de la casa) y el "afuera" es peligroso; la subsistencia es difícil porque los varones se enfrentan con armas y violencia. Ser mujer, entonces, para la Madre, es una ventaja, un rasgo que facilita la supervivencia, porque las mujeres se quedan 'dentro', haciendo cosas del hogar. Esto se refleja en su propia vida, dado que ella continúa viva, mientras que su marido e hijo murieron en enfrentamientos.

En la vida de la Novia, en cambio, quizá puede decirse que se refleja lo contrario: mientras que su madre ha muerto, ella y su padre viven: el padre se encarga de los trabajos del campo y de la vida hogareña, alejados del resto de la población.

De esta manera, con estas concepciones sobre el género enfrentadas, los dos personajes femeninos principales de la obra se posicionan en dos lugares opuestos y en tensión.

Una última observación que puede servir para concebir la complejidad del tratamiento de este tema en la obra es sobre la actitud de la Madre para con su hijo. Mientras que en la apertura de la pieza ella se expresa sumamente temerosa y hasta infeliz con la condición de varón de su hijo, durante el transcurso de los hechos la vemos intentando inculcar en él valores tradicionalmente asociados a la identidad masculina. Por ejemplo, cuando pretende darle una lección, en el segundo acto:

Con tu mujer procura estar cariñoso, y si la notaras infatuada o arisca, hazle una caricia que le produzca un poco de daño, un abrazo fuerte, un mordisco y luego un beso suave. Que ella no pueda disgustarse, pero que sienta que tú eres el macho, el amo, el que manda.

En otras ocasiones, incluso resalta las cualidades de "macho" de los hombres de su familia, como en el primer acto: "Tu abuelo dejó a un hijo en cada esquina. Eso me gusta. Los hombres, hombres; el trigo, trigo". Con estas expresiones, la Madre evidencia una cierta dualidad respecto de su apreciación del género masculino: por un lado quiere preservar a su hijo de los riesgos que corre por la supuesta esencia violenta que tiene por ser hombre; por el otro, quiere inculcarle estos valores de la fortaleza para que, fatalmente, no sea otra cosa que un hombre.

El matrimonio

Debemos marcar tres aspectos importantes sobre el matrimonio para analizar en esta obra. El primero es la idea social sobre el matrimonio que se transmite en boca de muchos de los personajes -mujeres-, contando cómo se supone que debe concebirse -y desearse- la vida en matrimonio. En general, coinciden en la idea de que equivale a una casa, un marido e hijos. Porque, en general, está planteado como algo significativo, sobre todo, para la vida de las mujeres: estas apreciaciones sobre el matrimonio son dichas por la Madre, la Novia y la Mujer de Leonardo en distintas ocasiones.

Una consideración diferente sobre el tema es la que realiza la Criada de la Novia, cuando le dice a ella, al comienzo del segundo acto, que, a su juicio, lo deseable del matrimonio es poder tener contacto físico con un hombre. La Novia parece espantada ante esa confesión.

Finalmente, en contraste con estas reflexiones, está la concepción del Padre de la Novia sobre el matrimonio y, también, lo que los hechos mismos de la obra nos transmiten sobre las bases de dicha institución: la Novia y el Novio tienen en común que poseen un buen capital. Son ambos "buenos partidos" en ese sentido. El matrimonio es, también, un contrato económico: asociar una familia con otra para preservar y, en el mejor de los casos, potenciar sus bienes materiales y productivos. Tanto al Padre como a la Madre les parece una buena opción esa unión, y entendemos que lo juzgan así por el hecho de que ambos tienen un buen capital. A su vez, por las palabras de Leonardo hacia la Novia en el segundo acto, se entiende que ella no quiso, en un comienzo, casarse con él, debido a que su capital no era suficiente: "¿Quién he sido yo para ti? Abre y refresca tu recuerdo. Pero dos bueyes y una mala choza son casi nada. Ésa es la espina".

El tema del matrimonio está signado, en esta obra, por todas estas variables.

La honra

En relación con el tema "La oposición entre el deseo y los mandatos sociales", la honra es aquello de lo que los personajes gozan si consiguen mantener el mandato social que les corresponde. Como hemos visto, si un personaje se enfrenta a ese mandato pierde la honra (como es el caso de la Novia), y puede tener que pagarlo, también, con su vida (como Leonardo). El tema de la honra es muy importante para pensar cuáles son los valores y cuál la relevancia de los vínculos sociales y familiares en el entramado de Bodas de sangre.

Hay, es preciso marcarlo, una honra para los hombres y otra, diferente, para las mujeres, por lo que este tema se entrelaza con el del género. En el caso de las mujeres, la honra tiene que ver con su comportamiento en relación con los hombres.

En relación con esto, leemos el diálogo entre la Madre y la Novia del último acto: cuando la Novia regresa al pueblo luego de la tragedia y se encuentra con la Madre, le exclama: "Que quiero que sepa que yo soy limpia, que estaré loca, pero que me pueden enterrar sin que ningún hombre se haya mirado en la blancura de mis pechos". Y la Madre le responde: "¿Qué me importa eso a mí?", para luego gritarle: "¡Floja, delicada, mujer de mal dormir es quien tira una corona de azahar para buscar un pedazo de cama calentado por otra mujer!". Lo que se desprende de este diálogo es que, para la Madre, la deshonra no consiste tanto en que la Novia haya perdido o no su virginidad, sino en que "tire la corona de azahar", es decir, incumpla el mandato del matrimonio.

Por otro lado, en el universo masculino, la honra parece ser aquello que el Novio y Leonardo defienden al enfrentarse a muerte: el Novio quiere vengarse de Leonardo por haber hecho que su Novia lo plantara en el altar, lo que se considera una ofensa al honor personal y una humillación a su hombría. Leonardo, a su vez, considera que debe enfrentarse a las consecuencias que le tocan por haber hecho lo que hizo, por lo cual se enfrenta con el Novio como un acto en defensa de su propia honradez. En este sentido, para los códigos varoniles, la honra parece estar asociada a cierta idea de imagen pública, del respeto que cada varón debería producir frente a su grupo social. Entonces, que la Novia se escape afecta al Novio en su honra personal, y para sostenerla (o recuperarla) debe 'hacerse respetar' vengándose de Leonardo.

Es en la honra, también, donde reside una de las claves para entender el grado de contradicción que hay en la relación entre la Madre y el Novio: la misma mujer que, al comienzo de la obra, quería disuadirlo de salir al exterior por la posibilidad de encontrarse con peligros de muerte, al terminar el segundo acto duda solamente un instante antes de instarlo a salir a vengarse: "No. No vayas. Esa gente mata pronto y bien...; ¡pero sí, corre, y yo detrás!". O sea, la recuperación de su honra termina por imponerse frente a su instinto de conservación de la vida. Una vez más, la actitud de estos personajes nos muestra que, para sus valores sociales, es mejor morir que vivir una vida en la deshonra.

La tierra

La tierra tiene un rol central en la obra. Aparece, sobre todo, en relación a la Madre y el Padre, de formas bastante distintas. Mientras que en la Madre la tierra tiene que ver con la pertenencia, la tradición y el lugar subjetivo y personal de cada uno, tratándose de un vínculo más bien emocional, en el caso del Padre la tierra es aquello ligado al trabajo y a la producción, y tiene un vínculo más práctico que emocional. Para la Madre representa el lugar donde yacen sus muertos; para el Padre, aquello que hay que trabajar para tener ganancia y sacar provecho.

En una tercera concepción de la tierra, otro personaje sumamente emocional, Leonardo, expresa:

Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que te sale
de los pechos y las trenzas.

(Acto III, Cuadro I).

En esta cita, en la que Leonardo explica su pasión hacia la Novia, se equipara a la tierra con la sangre en tanto impulso sexual, como algo irrefrenable.

La infidelidad y la traición

Esta obra presenta un tratamiento particular del tema de la infidelidad y la traición. No se menciona la infidelidad amorosa como un asunto moral o ético, ni hay exclamaciones explícitas en contra del accionar de la Novia, más allá del final violento que, de hecho, provoca, y del comentario de la Madre sobre que solo una mujer "de mal dormir" puede estar con un hombre casado (que, sin embargo, como hemos visto, apunta más a un juicio en relación a su actitud con el casamiento).

Esto despierta varias preguntas. La más evidente es la interrogación sobre si la obra propone un juicio moral sobre la actitud de la Novia y Leonardo, o si, por el contrario, se sirve de esa acción para hablar y poner en cuestión otros entramados sociales más complejos que la actitud o las decisiones individuales.

Es interesante destacar que, en esta pieza, a ciertos personajes se les revela como evidente el engaño de la Novia y, sin embargo, deciden conscientemente guardar silencio. Esto se ve con claridad en dos ocasiones: el primer momento es entre Leonardo y su esposa (acto I, cuadro II), cuando ella le pregunta qué ideas le "bullen en la cabeza" y él responde esquivo y violento. Ella insiste: "quiero que me mires y me lo digas", pero él la evita. Se va haciendo visible, con el correr de la obra, que la Mujer de Leonardo sabe lo que ocurre con su marido, pero no quiere o no puede hacer nada al respecto. Del mismo modo, en la conversación entre la Criada y la Novia que cierra el primer acto, la Criada interpela a la Novia sobre las visitas de madrugada que ocurren frente a su ventana. Si bien terminan las dos viendo a Leonardo en su caballo pasar por ahí, no ponen en palabras lo que está ocurriendo.

Ambas escenas pertenecen al primer acto, donde se pone de manifiesto esta tensión entre los valores sociales y el conocimiento de los personajes sobre las relaciones que se trazan por fuera de ellos. Al optar por el silencio parcial, los personajes eligen sostener las apariencias y las formas socialmente aceptadas, y mantener así lo que parece conforme a los valores que sostienen. La infidelidad, entonces, está como velada, o callada, por aquellos que saben lo que ocurre. Este "velo", por supuesto, se desgarra con los sucesos del final de la boda.