Veinte poemas de amor y una canción desesperada

Veinte poemas de amor y una canción desesperada Resumen y Análisis "Poema 6"

Resumen

El yo lírico recuerda y describe cómo era su amada en el último otoño en el que estuvieron juntos. Describe su carácter y también cómo era ese amor que finalizó entre ambos a partir de dicho carácter y en relación estrecha con el otoño.

Análisis

Este poema está compuesto por cuatro estrofas de versos alejandrinos con rima consonante entre el segundo y el cuarto verso de cada estrofa. El yo lírico es la única voz del poema, y se dirige siempre a su amada.

Así como, en el “Poema 4”, el verano era el escenario de la ruptura amorosa, aquí es el otoño la estación en la que se sitúa el final del amor. La comparación entre ambos poemas es muy útil, ya que demuestra la relación estrecha entre la naturaleza y el amor en toda la obra. Aquel amor de verano del “Poema 4” estaba marcado por una pasión arrasadora como el viento, mientras que aquí, como se verá en el análisis, aparece el recuerdo de un amor con las características del otoño.

A diferencia del “Poema 4” en el que se habla del “corazón del verano” y “corazón del viento”, en la primera estrofa del “Poema 6”, el yo lírico recuerda a su amada con “el corazón en calma”, y une esa calma con la siguiente imagen otoñal: “En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo/ Y las hojas caían en el agua de tu alma” (p.29). Las llamas del crepúsculo aparecen aquí como símbolo de una vitalidad pasional que se extingue: el fuego del amor pelea por no apagarse, pero el otoño se impone. Las hojas que caen en el agua de su alma son hojas muertas que se destruirán pronto, así como el amor de ella hacia él.

En la segunda estrofa, el yo lírico aparece junto a ella. La recuerda abrazada a él “como una enredadera”, y vuelve a mencionar la calma de ella en relación con las hojas (Ver “Hojas de otoño” en la sección "Símbolos, alegoría y motivos" de esta misma guía). Sin embargo, él no está atravesado por estas cualidades del otoño. El yo lírico desea a su amada con ardor, sin calma, y la describe a ella como un “Dulce Jacinto azul torcido sobre mi alma” (p.29), es decir, una hermosa planta que reposa, decaída, sobre él. Esta diferencia entre los sentimientos del uno y del otro se puede pensar como la causa por la que se han separado.

Sobre el final del poema se vuelven a resaltar estas características de la amada en relación con el otoño, y la imagen final, a través de las hojas, simbolizan el final definitivo del amor: “Hojas secas de otoño giraban en tu alma” (p.30).

En todo el poemario, la igualación entre la mujer y la naturaleza es fundamental (ver sección "Temas" de esta misma guía). Aquí se ve cómo, al igualar a la amada al otoño, imposibilita que en ella viva el amor por el yo lírico, ya que el otoño, en oposición a la primavera, es la estación en la que la vida comienza a debilitarse (mientras que el invierno simboliza, por su parte, la muerte). Por el contrario, el hombre nunca es igualado a la naturaleza, sino que siempre está por sobre ella, intentando poseerla, dominarla. Aquí eso es claro: el otoño no cambia su modo de ser, y lo que el yo lírico pretende es poseer el amor de su amada, más allá de que ella no sienta ese amor por él.