Veinte poemas de amor y una canción desesperada

Veinte poemas de amor y una canción desesperada Resumen y Análisis "Poema 18"

Resumen

El yo lírico reafirma el amor que tiene por su amada a la distancia. Los días pasan iguales, tediosos, al no estar junto a ella. Está únicamente en contacto con la naturaleza, el mar y los barcos que atracan en el puerto. Estos elementos acentúan su soledad y su amor por la lejana amada.

Análisis

Este poema está compuesto por siete estrofas irregulares y verso libre, sin rima. El yo lírico es la única voz, y durante todo el poema le habla a su amada.

Así como, en otros poemas, se describió el escenario de la ruptura del amor (una tormenta de verano en el “Poema 4”, el otoño en el “Poema 6”), en este poema, el yo lírico le describe a su amada el escenario de su soledad a través de distintos símbolos.

“Aquí te amo/ En los oscuros pinos se desenreda el viento/ Fosforece la luna sobre las aguas errantes/ Andan días iguales persiguiéndose” (p.79). La utilización del pronombre demostrativo “Aquí” no brinda ningún detalle específico acerca de dónde está el yo lírico. Y en ese espacio, por otro lado, no sucede nada. Los días son todos iguales, y él solamente los ve pasar mientras extraña y ama a una mujer. En el tercer verso hay una hipálage: el adjetivo “errantes”, adjudicado a las aguas, en realidad pertenece a él, que es el verdadero errante.

En la segunda estrofa aparecen más imágenes acerca de la naturaleza de ese “Aquí”, mientras que en la tercera se nombran tres elementos fundamentales para el poema: los barcos, el puerto y el mar: “O la cruz negra de un barco/ Solo/ A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda/ Suena, resuena el mar lejano/ Éste es un puerto/ Aquí te amo” (p.79). Ese “aquí” se vuelve más preciso: es un puerto. Ahora bien, se trata de un puerto en un mundo solamente habitado por el yo lírico y la amada; no es un lugar físico de encuentro, de actividad humana; no hay llegadas ni despedidas. Es un espacio simbólico donde él está absolutamente solo y cerca del mar, que es, a su vez, símbolo de la distancia que lo separa de la amada (ver sección "Símbolos, Alegoría y Motivos" en esta misma guía). El barco que aparece, “solo” como él, se une a los símbolos del puerto y del mar para simbolizar, a su vez, el fracaso del acercamiento del yo lírico a su amada, como se ve claramente en la siguiente imagen de la cuarta estrofa: “A veces van mis besos en esos barcos graves/ que corren por el mar hacia donde no llegan” (p.80).

El puerto, el mar y el barco son, por lo tanto, tres símbolos que se unen de manera alegórica: el puerto es su soledad, el mar es la distancia con su amada, el barco que no llega es el fracaso de unirse a su amada.

Sobre el final del poema, en la penúltima estrofa, vuelve a aparecer, como en toda la obra, el crepúsculo como símbolo de vitalidad y éxtasis; un éxtasis que, en este caso, el yo lírico padece, ya que exalta su hastío diario y su soledad, tal como sucede en el “Poema 10”. El estado de ánimo del yo lírico se corresponde con la noche, el momento en el que, luego de forcejear para que el día termine, como si fuera un duro trabajo, el hombre puede mirar el cielo y fantasear con ella: “Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos/ Pero la noche llega y comienza a cantarme/ La luna hace girar su rodaje de sueño/ Me miran con tus ojos las estrellas más grandes” (p.80).