Los siete locos

Los siete locos Citas y Análisis

—Dígame... ¿Usted cree en el éxito de la empresa del Astrólogo?

—No.

—¿Y él sabe que usted no cree?

—Sí

—¿Y por qué usted lo acompaña?

—Yo lo acompaño relativamente, y de aburrido que estoy. Ya que la vida no tiene ningún sentido, es igual seguir cualquier corriente.

—¿Para usted la vida no tiene sentido?

—Absolutamente ninguno. Nacemos, vivimos, morimos, sin que por eso dejen las estrellas de moverse y las hormigas de trabajar.

El Rufián y Erdosain, Capítulo 1, p.41.

El Rufián Melancólico es uno de los primeros personajes en nombrar el aburrimiento, que, en Los siete locos, es una de las manifestaciones de la crisis de sentido de la vida moderna. Así como a Erdosain lo motiva cierta necesidad de trascendencia y reconocimiento a la hora de unirse a la sociedad secreta, al Rufián lo impulsa esta necesidad de combatir el tedio de la existencia.

Lo que usted dice no tiene sentido. La sociedad actual se basa en la explotación del hombre, de la mujer y del niño. Vaya, si quiere tener conciencia de lo que es la explotación capitalista, a las fundiciones de hierro de Avellaneda, a los frigoríficos y a las fábricas de vidrio, manufactura de fósforos y de tabaco. —Reía desagradablemente al decir estas cosas—. Nosotros, los hombres del ambiente, tenemos a una o dos mujeres; ellos, los industriales, a una multitud de seres humanos. ¿Cómo hay que llamarles a esos hombres? ¿Y quién es más desalmado, el dueño de un prostíbulo, o la sociedad de accionistas de una empresa? Y sin ir más lejos, ¿no le exigían a usted que fuera honrado con un sueldo de cien pesos y llevando diez mil en la cartera?

El Rufián Melancólico, Capítulo 1, p.43.

El Rufián Melancólico encarna un discurso que ha aparecido en otros momentos de la literatura arltiana, sobre todo en las Aguafuertes: la hipocresía de la sociedad de la época. Arlt había tomado nota de que la explotación del hombre, la mujer y el niño muchas veces era un asunto disfrazado o solapado bajo el discurso del progreso infinito y la posibilidad de ascenso social. Esta es una de las críticas más ácidas de Los siete locos para con el funcionamiento de la maquinaria socioeconómica moderna: equipara a los accionistas de una empresa a proxenetas.

Rajá, turrito, rajá.

Ergueta a Erdosain, Capítulo 1, p.22.

Esta expresión feroz que usa Ergueta para echar a Erdosain del bar luego de que este último le pida dinero (expresión que va acompañada de un gesto de desdén con la mano) es una de las tantas marcas de oralidad presentes en la novela.

Tanto “rajá” (salí de acá, salí de mi vista) como “turrito” (malintencionado) son expresiones propias del lunfardo argentino. Tanto Arlt como Borges (pensemos en “Hombre de la esquina rosada”, un cuento célebre suyo) traen a la literatura y ponen en el centro de la obra literaria algo de lo que llamamos el idioma de los argentinos.

¿De dónde sacaba ese hombre energías para soportar su espectáculo tanto tiempo? No hacía otra cosa que examinarse, que analizar lo que en él ocurría, como si la suma de detalles pudiera darle la certidumbre de que vivía. Insisto. Un muerto que tuviera el poder de conversar no hablaría más que él, para cerciorarse de que en apariencia no estaba muerto.

Erdosain, Capítulo 1, p.66.

A pesar de estar hablando de Gregorio Barsut, Erdosain parece estar hablando de sí mismo. El análisis del otro y el autoexamen muchas veces, a lo largo del texto, se entrecruzan: en la compulsión por alcanzar la certidumbre de estar vivo, Erdosain se pierde en reflexiones casi infinitas. En este caso, Barsut y él no solo se parecen a los ojos de Remo, sino que, podría decirse, estos son dobles que mantienen un duelo silencioso: uno es espejo del otro y no se devuelven mutuamente más que sus reflejos (Ver "El doble" en la sección “Temas”).

Si mañana tiro una bomba, o asesino a Barsut, me convierto en el todo, en el hombre que existe, el hombre para quien infinitas generaciones de jurisconsultos prepararon castigos, cárceles y teorías. Yo, que soy la nada, de pronto pondré en movimiento ese terrible mecanismo de polizontes, secretarios, periodistas, abogados, fiscales, guardacárceles, coches celulares, y nadie verá en mí un desdichado sino el hombre antisocial, el enemigo que hay que separar de la sociedad.

Erdosain, Capítulo 1, p.70.

Para Erdosain solo el crimen puede afirmar su existencia. En sus propias palabras, el mal afirma la presencia del hombre sobre la Tierra. En este caso, no se refiere a un asunto metafórico o metafísico, sino completamente operativo y terrenal: a través del crimen Erdosain activa una maquinaria social específica: la criminológica.

Aparentemente soy un cobarde, Ergueta un loco, el Rufián un avaro, usted un obsesionado. Aparentemente somos todo eso, pero en el fondo, adentro, más abajo de nuestra conciencia y de nuestros pensamientos hay otra vida más poderosa y enorme... y si soportamos todo es porque creemos que soportando o procediendo como lo hacemos llegaremos por fin hasta la verdad... es decir, a la verdad de nosotros mismos.

Erdosain, Capítulo 1, pp.73-74.

Uno de los efectos que tiene una sociedad secreta sobre los sujetos que la componen es el de hacerlos sentir especiales y parte de algo particular, algo que el resto de la sociedad ignora o de lo cual carece. En este caso, Erdosain percibe la avaricia, la obsesión, la cobardía, la locura, pero vuelca su foco hacia lo que, para él, une a todos los integrantes de la conspiración: una pulsión por la verdad.

Erdosain miraba por los cuadriláteros formados por los hierros de la ventana, las manchas escarlatas en las copas verdes de los granados. Una franja amarilla de sol cortaba el muro en lo alto de la estancia. Una tristeza enorme pasó por su corazón. ¿Qué es lo que había hecho de su vida?.

Narrador, Capítulo 3, p.108.

Esta es una de las tantas citas donde podemos ver el modo de observar la ciudad evidentemente influenciado por el expresionismo. Los cuadriláteros, la franja que corta el muro, las manchas de colores plenos y brillantes, como el rojo. El exterior, anguloso, es amenazante; agobia al hombre moderno. La mirada sobre la ciudad intenta describir los efectos que esta tiene sobre las personas en su aspecto psicológico.

La certidumbre de haberse convertido por la proximidad del crimen en un doble mecanismo con dos nociones de tiempo tan diferentes y dos inercias tan desemejantes, lo apoltronaban sombrío en la oscuridad.

Narrador, Capítulo 3, p.190.

El astrólogo sufre, momentos antes del crimen, un proceso psíquico similar al que sufrió Erdosain ya más de una vez a esta altura del relato. El desdoblamiento (ver "El doble" en la sección "Temas") tiene que ver, en el caso del Astrólogo, con una situación de elevado estrés: la inminente muerte de Barsut. Una parte de sí se encuentra sincronizada con el tiempo real, mientras otra parte es confundida por un tiempo diferente, en el cual sucedieron muchas cosas en cuestión de segundos. Este desdoblamiento le genera una crisis de la que solo sale a través del discurso para los otros: El Astrólogo cuelga cinco muñecos y simula hablar con ellos. A través de la palabra dirigida a los otros, en pos de persuadirlos, es que el Astrólogo puede volver en sí.

¿Sabe ahora lo que nos hace falta? Es descubrir un símbolo vulgar para entusiasmar al populacho…

El Astrólogo, Capítulo 3, p.109.

La violencia del Astrólogo no necesariamente se expresa a través de sus ideas más agresivas, sino también a través de su menosprecio por la sociedad, de este menosprecio por lo popular y de esta creencia de que a través de un símbolo vulgar, aparentemente prodigioso, puede dominar a toda una sociedad. La confianza en el poder de un milagro anacrónico (la rosa de cobre) es por momentos, en el texto, convincente, y por momentos nos asoma a la locura de estos sujetos.

Cultivaremos en especial los atentados terroristas. Un atentado que tiene mediano éxito despierta todas las conciencias oscuras y feroces de la sociedad. Si en el intervalo de un año repetimos los atentados, acompañándolos de proclamas antisociales que inciten al proletariado a la creación de los «soviets»... ¿Saben ustedes lo que habremos conseguido? Algo admirable y sencillo. Crear en el país la inquietud revolucionaria.

El Mayor, Capítulo 3, p.128.

Los conflictos vigentes en esos años de la Argentina aparecen con fuerza en esta cita, a la vez que se muestra de un modo casi obsceno el alcance de una conspiración que pretende crear a su propio enemigo para erigirse como solución a ese problema autogenerado. Sectores de la sociedad que históricamente siempre fueron antagónicos empiezan en los años 20 en Argentina a dialogar. Esa asociación inédita y conspirativa culmina en 1930 con el golpe al presidente Yrigoyen, tiempo después de la publicación de Los siete locos.

Por fragmentos como este la novela tomó un carácter profético para la prensa y el público, aunque hay que considerar que la conspiración y el vínculo estratégico entre sectores ideológicos que parecían irreconciliables en los años 20 no era un secreto, sino un clima de época.