Los siete locos

Los siete locos Temas

La locura

Erdosain convive con sus constantes imaginaciones hiperbólicas, tanto catastróficas como también correspondientes a delirios de grandeza y sueños de golpes de suerte desmesurados e imposibles. Pero esta es solo una de las tantas formas que toma la locura en la novela.

Erdosain no solo es un hombre delirante, sino desdoblado. El tema del doble es muy productivo en la literatura: el sujeto se escinde -en nuestro caso, psíquicamente- y vive la experiencia de contemplarse a sí mismo. Erdosain tiene la capacidad de mirar su propia vida, contemplarse y examinarse con distancia. Esta distancia hace que Remo esté juzgando constantemente su propia vida, como si se tratara de un otro. Algo similar sucede con el Astrólogo, cuando sufre una especie de desdoblamiento temporal el día anterior al asesinato de Barsut. Por un lado, el tiempo continúa, pero, por el otro, su mente tiene una percepción distinta. El sujeto se fisura; aparecen dos zonas de sí, incompatibles, que no logran reunirse nuevamente con facilidad.

La locura aparece también como repetición (sobre todo en el caso del discurso del Buscador de Oro) o como obsesión (en el caso del Astrólogo con el dinero y el poder). Incluso, a veces se presenta con cierto tinte cómico: el Astrólogo, para volver en sí luego de este episodio de bilocación temporal, habla con cinco muñecos, simulando que son su público.

Es importante remarcar que, en todo momento, la locura no es otra cosa que la respuesta a una combinación de miedo (al desclasamiento, a la miseria, a la intrascendencia) y de desidia (por la muerte de Dios), muy propia de la modernidad. Arlt no coloca la locura como una anomalía ajena a la sociedad que habita, para señalarla desde lejos. A pesar de que el escritor tiene una preferencia evidente por los sujetos excéntricos, en Los siete locos la locura nos lleva a reflexiones que provienen del seno de la vida moderna de esa época, y no de sus excepciones.

La conspiración

La conspiración es un tema central en la novela, ya que es la respuesta política que dan sus personajes a la situación socioeconómica contextual. Es un modo de retomar el liderazgo de los personalismos, tanto por parte de la izquierda como de la extrema derecha (Ver análisis del Capítulo III, Parte I).

Este espíritu conspirativo abarcaba todo el abanico político de los años 20, pero, a pesar de esto, no hay que leer Los siete locos como una novela “en clave” donde estén encriptados estos actores sociales; no hay que buscar en ella referencias específicas a eventos o personajes concretos de la época. Esto es una tentación promovida por algo que sí podemos afirmar: el hecho de que la novela capta en toda su magnitud un espíritu de época en el que la conspiración era un asunto central. Lo que explora Los siete locos es el modo en que se tejen los vínculos en una sociedad secreta y los efectos que tiene sobre Erdosain, es decir, sobre el sujeto moderno, humillado y temeroso.

Como vemos, la conspiración tiene una faceta que excede el entramado político. Podemos verla en el efecto psicológico que provoca en todos los integrantes de la sociedad secreta. Por un lado, el líder (el Astrólogo) pone en palabras las fantasías secretas de los integrantes. Los cubre de promesas y halagos, formas por antonomasia de la seducción. Por el otro, están aquellos que buscan ser seducidos. El hecho de formar parte de una conspiración, de una sociedad secreta, de “algo mayor” que prevenga o que los salve de la desidia, la angustia y el aburrimiento, atrae a los integrantes. Todos ellos buscan la emoción, el reconocimiento, la aventura. Buscan, quizás, la mera comprobación de que existen, de que están vivos.

La angustia

La angustia es uno de los temas principales de la novela. El personaje de Erdosain no solo la padece, sino que reflexiona respecto a ella constantemente.

A pesar de que la suya es una vida particular, de que la búsqueda del “hecho prodigioso” es una búsqueda personal, la angustia de Erdosain es una inquietud que lo liga a otros sujetos anómalos o que buscan la originalidad. Encarna, entonces, una forma de la angustia que es parte de un clima de época, y que liga a Los siete locos a lo que más adelante se afianzó como el existencialismo moderno.

Esta angustia tiene su origen en la forma de vida moderna. En la obra arltiana, la angustia ante el sinsentido de la vida es inescindible de la crisis económica y el miedo al desclasamiento; el retrato de la humillación se vincula estrechamente con la explotación laboral. Además, las descripciones de la angustia toman dimensiones espaciales y se confunden, en varios momentos, con las descripciones de la ciudad moderna.

El crimen

El crimen, bajo la forma del secuestro, robo y asesinato de Barsut, es el hecho en torno al cual gira la trama de Los siete locos. El delito, principalmente el robo a la Compañía Azucarera, es el modo que encuentra Erdosain, por su parte, para reafirmar su existencia. En primera instancia, el robo se relaciona con el miedo al desclasamiento de la nueva clase media argentina en los años 20, con la necesidad de sobresalir entre una creciente masa que despersonaliza y de salir de la pobreza. Pero el crimen también es un modo de individualizarse a través de una "experiencia diferencial". Al cometer un crimen, se activan una cantidad de protocolos burocráticos estatales y sociales (como la prensa) que reafirman la existencia del criminal.

Erdosain cree que, al activar una cantidad de protocolos burocráticos (policía, sistema judicial, etc.) su existencia queda confirmada: “(...) yo sería el Erdosain en particular, el monstruo Erdosain previsto, temido, caracterizado por el código, y entre los miles de Erdosain anónimos que infectan el mundo, sería el otro Erdosain, el auténtico, el que es y será” (p.70). Hay una necesidad en él de originalidad, de salirse de la masa, y encuentra esta posibilidad en el crimen; no solo en el robo a la Compañía, sino también en el secuestro, robo y asesinato de Barsut.

La moral, en este caso, se encuentra trastocada, por esta necesidad imperiosa que siente Erdosain de vivir un “hecho prodigioso”. El crimen se convierte entonces en un modo de existir, pero también de profundizar la herida: los conspiradores buscan la infamia a través del crimen y, de este modo, hacen más dura la condena a la que se ven sometidos en este mundo moderno. Cada uno de los integrantes de la sociedad secreta tiene, a su modo, una necesidad fuerte de trascendencia, de participación en un “evento prodigioso”, incluso si este involucra el delito. Se presenta el crimen como la forma más extrema de experimentar esta participación.

La modernidad

Arlt es célebre por haber sido de los escritores latinoamericanos que mejor retrató la experiencia del hombre en la ciudad moderna del siglo pasado. La aparición del concepto de masa, la nueva organización urbana, la reestructuración del trabajo, el surgimiento de la clase media son todos temas que interesan a Arlt a la hora de componer a un personaje como Erdosain.

La ciudad y su lógica acosan al hombre moderno, acorralan a alguien como Remo Erdosain a habitaciones de pensión tristes y aisladas,y a los más oscuros rincones de su imaginación. La vorágine de la modernidad disuelve al sujeto en la masa y exprime sus sentidos, atolondrándolo. Este hombre, carente de Dios (ver análisis de Capítulo III, Parte I), es arrojado a esta modernidad sin amparo y sin fe. De allí que, en la sociedad secreta, intentarán una restauración de la fe mediante milagros apócrifos para cooptar a los desencantados.

La experiencia expresionista, subjetiva, propia de un sujeto que busca constantemente ordenar el caos que percibe, es la que viene a encarnar los efectos de la modernidad en el hombre. En este sentido, nos referimos puntualmente al cine expresionista alemán. Las influencias de esta corriente son evidentes en la literatura de Arlt, en su modo de describir la ciudad moderna y en la manera en que sus “locos” transitan por ella: planos oblicuos, contraluz, preeminencia de la forma, protagonismo de lo urbano. Le agrega, por supuesto, el color. Los colores son planos y fuertes. La ciudad moderna se describe de este modo y la experiencia psicológica también: las técnicas descriptivas aplican tanto a la urbe como a la experiencia subjetiva de la modernidad.

La violencia

La violencia, como la locura, se expresa en Los siete locos con diferentes matices. En primer lugar, hay una consideración muy grande, teórica, sobre el uso de la violencia por parte del Astrólogo. En sus ideas resuenan las reflexiones de Georges Sorel con respecto al uso de la violencia a lo largo de la historia y su rol fundamental en procesos históricos clave. Muchos de los planteos de Sorel fueron vinculados al terrorismo. En el caso del Astrólogo, esta vinculación es explícita; se encuentra en el seno del debate entre los jefes y es parte del plan revolucionario.

La violencia más cruda aparece, sobre todo, en ensoñaciones e imaginaciones como, por ejemplo, los gases que pueden aniquilar a toda la sociedad. El Astrólogo fantasea con poseer gases mortales: "La colonia tiene toda mi preferencia porque allí se podría instalar la fábrica de gases asfixiantes. Usted, Erdosain, conoce algo al respecto" (p.135), les dice a los jefes en la reunión. Luego reaparecen los gases, pero en su delirio solitario:

Es necesario instalar fábricas de gases asfixiantes. Conseguirse químico. Células, en vez de automóviles, camiones. Cubiertas macizas. Colonia de la cordillera, disparate. O no. Sí. No. También orilla Paraná una fábrica. Automóviles blindaje cromo acero níquel. Gases asfixiantes importante. En la cordillera y en el Chaco estallar revolución. Donde haya prostíbulos, matar dueños. Banda asesinos en aeroplano. Todo factible. Cada célula radiotelegrafía. Código y onda cambiante sincrónicamente. Corriente eléctrica con caída de agua. Turbinas suecas. Erdosain tiene razón. ¡Qué grande es la vida! ¿Quién soy yo? Fábrica de bacilos bubónica y tifus exantemático (p.195).

Por su parte, Erdosain fantasea también con la violencia extrema a través de la imagen del rayo mortal: "Inventaría el Rayo de la Muerte, un siniestro relámpago violeta cuyos millones de amperios fundirían el acero de los dreadnaughts, como un horno funde una lenteja de cera, y haría saltar en cascajos las ciudades de portland, como si las soliviantaran volcanes de trinitrotolueno. Veíase convertido en Dueño del Universo" (p.211).

En contrapartida a esta violencia extrema, hiperbólica, la violencia real y concreta aparece de un modo mucho más complejo, como corresponde a la vida prosaica: la violencia es la humillación, el abandono, la traición, la mentira, el robo, la competencia, el machismo. Finalmente, la violencia grandilocuente y generalizada que se presenta en los sueños y delirios de Erdosain y el Astrólogo solo tiene posibilidades de materializarse en un hecho violento concreto y privado: el asesinato de Barsut.

La experiencia personal

La experiencia personal es un tema central en Los siete locos. Es la experiencia particular lo que distingue a un individuo de la masa, y allí está puesto el foco de interés de Arlt, proyectado en Erdosain. Así como algunos textos se encargan de explorar la profundidad del hombre en busca de su esencia, los textos de Roberto Arlt se centran más bien en cómo lo que rodea al hombre lo transforma, lo moldea. El hombre moderno no puede acceder a la verdad, pero sí a la verdad propia, a la experiencia de las cosas y los efectos que esta tiene sobre uno mismo.

En este sentido, en Los siete locos vemos que Remo Erdosain está permanentemente atento, en un autoexamen cuasi paranoide, a los efectos que sobre él tienen la ciudad, el campo, el tren, el abandono de su mujer, el encuentro con el primo de Elsa, la posibilidad de ser feliz con Hipólita o en la sociedad secreta. Se centra la novela, sobre todo, en las preguntas por los efectos que tendrá sobre su persona la experiencia del crimen. Matar a Barsut puede transformarlo: esa idea es por demás atractiva para Erdosain.

Si la angustia es su padecer más grande, la experiencia del “hecho prodigioso”, no importa cuál sea, puede ayudarlo a desembarazarse de esa angustia. En este sentido, la experiencia del crimen, sobre todo del asesinato, es el motor de la acción; en torno al él, como vimos en dicho apartado, gira la trama.