Los siete locos

Los siete locos Resumen y Análisis Capítulo II

Resumen

Capítulo II, Incoherencias

Erdosain está encerrado en el cuarto de una pensión. Pasaron diez días desde el secuestro de Barsut. Luego de eso pagó su deuda con la Compañía Azucarera, y desde entonces se instaló allí, y solo cavila y recuerda. Evoca tiempos pasados. Recuerda aquella vez que Elsa le dijo que hubiera preferido no casarse, sino tener un amante. Esas palabras resuenan en su vida desde aquel momento. Las siente como un hachazo en la columna vertebral. Recuerda también que ese día discutieron, y él abandonó la casa diciendo que se iba a un prostíbulo a buscarse una sífilis.

Capítulo II, Ingenuidad e idiotismo

Este apartado comienza con una fuerte presencia del cronista-narrador, que va dando la pauta de cómo fue esa situación de confesión de Erdosain ante él que permite que componga el relato: se revela que Remo pasa tres días refugiado en la casa del narrador. En ese breve tiempo, le refiriere toda esta historia.

La apariencia de enfermo de Erdosain se condice con “la enfermedad” que, según el cronista, padece en ese momento, y que luego confirma la autopsia. De este modo, este capítulo nos anticipa que Erdosain eventualmente morirá.

Remo habla también sobre los inicios de la relación con Elsa. No se tuteaban ni se besaban. Erdosain dice que era feliz porque amaba con sufrimiento. En la noche de bodas, fue ella la que tomó las riendas del asunto, mientras que Remo, que ni siquiera se quitó los pantalones para acostarse, se sentía avergonzado. Con el tiempo, Elsa se fue alejando de él; lo trataba con repugnancia. Él pasaba las noches deseando que ella se apiadara y se acercara. Estos recuerdos acentúan el sufrimiento de Remo.

Capítulo II, La casa negra

Con los rechazos de Elsa aparece la angustia más poderosa, la pérdida total de la esperanza. Además, surgen algunas reflexiones con respecto al cuerpo: Remo se siente ajeno a su cuerpo, solo lo reconoce cuando lo ve reflejado en un espejo.

La masturbación es el tema central de este apartado. Así como su vínculo con el cuerpo se encuentra trastocado, y Erdosain se pregunta si alguna vez ha hecho algo por darle felicidad y atención, el cuerpo de la mujer imaginada en la masturbación es anómalo también. El cuerpo de esa “mujer arbitraria” está compuesto por porciones de todas las mujeres que no pudo poseer. Es una imagen fragmentada, que habita en la oscuridad de la casa negra; un espacio de sufrimiento, un “doloroso furor” de su imaginación.

Capítulo II, La circular

El secuestro de Barsut se produce diez días después de la partida de Elsa. El catorce de agosto Erdosain recibe una carta del Astrólogo en la que está la circular falsificada del Ministerio de Guerra. Apenas la recibe, va hacia lo de Gregorio a ejecutar la siguiente etapa del plan.

Al recibir a Remo, Barsut le pregunta, directamente: “¿qué es lo que querés vos aquí?” (p.94). Remo le muestra la circular; le dice que allí está Elsa. “¿Quién me dice que esta circular no esté falsificada y que vos me tiendas una cama para asesinarme?” (p.95), pregunta Barsut. A pesar de que a Erdosain le sorprende que Barsut haya descubierto la verdad, no se inmuta. Barsut dice que, a pesar de su sospecha, irá. Quedan en encontrarse al día siguiente. Erdosain se dirige al correo y redacta un telegrama para el Astrólogo.

Capítulo II, Trabajo de la Angustia

Erdosain no duerme la noche anterior al secuestro. En la cama de la pensión, refllexiona. No le preocupa el crimen en sí, sino la curiosidad que le despierta. Quiere saber de qué forma se manifestaría después del crimen. “¿Sufriría remordimientos? ¿Enloquecería, terminaría por irme a denunciar?” (p.98), se pregunta. Pero no; también existe la opción de que su vida continúe como si nada hubiera ocurrido. De una u otra manera, llega a la conclusión de que el único modo de “rehabilitarse” a sí mismo es asesinando a Barsut. Camina por la habitación; se siente envenenado. La angustia toma la forma, esta vez, de la distancia que siente con respecto a los demás. No sabe si responde a la incomprensión de los otros o a su propia locura.

Capítulo II, El secuestro

A las nueve de la mañana, Erdosain pasa a buscar a Barsut. A Remo le parece curioso ese viaje: la víctima junto a su potencial asesino, sentados uno junto a otro viajando hacia el lugar del crimen. Cuando llegan a Temperley, caminan unas cuadras hasta la calle que indica la circular del Ministerio de Guerra. “Aquí es”, dice Remo, parado frente a una quinta. Astuto, Barsut le pregunta cómo lo sabe, si no hay un número en la puerta. Erdosain simula su sobresalto y responde rápido que el día anterior fue a dar unas vueltas por ahí, a ver si veía a Elsa.

De repente, aparece Bromberg, el asistente del Astrólogo, también llamado “el Hombre que vio a la partera”. Golpea a Barsut y lo lleva, inconsciente, hacia la casa. El Astrólogo le dice a Erdosain que sale para Rosario lo más pronto posible. Va a mandar el telegrama desde allí para que el plan sea lo más verosímil posible. Erdosain tiene que volver a la pensión de Barsut y preguntar si ya volvió de Rosario, para reforzar también la coartada.

Análisis

El Capítulo II delinea con más precisión la figura del narrador-comentarista. Este narrador no solo reflexiona con respecto a la acción desde el punto de vista de Erdosain, como venía sucediendo hasta ahora, sino que comienza a opinar él mismo con respecto a lo que se relata. Además, aporta nueva información y su propia figura toma forma. Es decir, sabemos cada vez más de él.

Recapitulando, sabemos que es amigo de Erdosain, que es quien organiza el relato, y que escucha toda esta historia de boca de Remo. El narrador, por un lado, expone hechos desde el punto de vista de Erdosain, supuestamente tal como este se los cuenta. Por el otro, nos expone en notas al pie el "lado B" de esa información; hechos que Erdosain le narra pero que tienen que ver con situaciones posteriores, o cosas que se entera por otros actores de la trama, como Hipólita o el Astrólogo. Incluso, nos anticipa la posible escritura de Los lanzallamas, la continuación de Los siete locos publicada por Arlt años después:

Nota del comentador: Posiblemente algún día escriba la historia de los diez días de Erdosain. Actualmente me es imposible hacerlo, pues no entraría en este libro otro tan voluminoso como el que ocuparán las dichas impresiones. Téngase en cuenta que la presente memoria no ocupa más que tres días de actividades reales de los personajes y que a pesar del espacio dispuesto no he podido dar sino ciertos estados subjetivos de los protagonistas, cuya acción continuará en otro volumen que se llamará Los Lanzallamas. Es la segunda parte que preparo y en la que Erdosain me dio abundantísimos datos, figuran sucesos extraordinarios como la «Prostituta ciega», «Aventuras de Elsa», «El hombre en compañía de Jesús» y la «Fábrica de gases asfixiantes»" (p.96).

El narrador-comentarista organiza la información, pero también funciona en el nivel de la construcción de verosimilitud como un modo de resolver el problema de narrar la historia completa desde el punto de vista de Erdosain. Muchas cosas que escapan a la percepción de Erdosain son introducidas por el narrador por distintos medios, tanto en las notas al pie, más evidentes, como en el cuerpo del texto. Además, si aprovechamos el acercamiento al lenguaje cinematográfico de Arlt, podemos decir que estos comentarios del narrador rompen la cuarta pared y apelan directamente al lector, no sólo para facilitarle información que de otro modo no podría obtener sobre la trama sino incluso para, por momentos, emitir juicios de valor sobre lo relatado por Erdosain.

El capítulo II comienza in extremis. Esto significa que el capítulo no es lineal en sentido temporal, sino que comienza por el final. Erdosain se encuentra en el primer apartado de este capítulo solo, en el cuarto de pensión, diez días después del secuestro de Barsut. En los dos apartados siguientes hay un traslado al momento en que Remo le refiere toda la historia al narrador. Luego, abruptamentmente, vuelve a un momento anterior al primer apartado, es decir, al momento previo al secuestro de Barsut, que se desencadena por la llegada de la circular. El anteúltimo apartado es, nuevamente, un momento introspectivo de Erdosain. Finalmente, el último apartado relata el secuestro mismo. Estos saltos temporales no se habían dado aún en el plano del presente narrativo: Erdosain tenía ciertos momentos de introspección, monólogos interiores, viajes al pasado, pero siempre desde su imaginación. En este caso, se trastoca el orden de la acción principal, y esa es una marca fuerte del narrador que organiza los materiales.

El crimen, uno de los temas principales de Los siete locos, toma otra espesura ante la posibilidad efectiva de ser concretado. Lógicamente, es un modo de salir de la miseria del trabajo mal pago o la pobreza. Pero, sobre todo, se presenta como la única salida; el único modo de confirmar, de hacer efectiva, la existencia. En el apartado “Trabajo de la Angustia”, Erdosain le cuenta al narrador, en sus propias palabras, lo que recuerda de esos días. Después de pactar un horario con Barsut se pregunta, en la cama, mirando al techo y con cierto temor, qué pasará si, luego del crimen, todo sigue igual que antes, si su vida continúa como si nada, sumida en esa distancia con los otros. “¿De qué forma me manifestaría después del crimen? ¿Enloquecería, terminaría por irme a denunciar? ¿O sencillamente viviría como hasta el presente, adolorido de esa impotencia singular (...)?” (p.98). Esto es porque el crimen está cargado, en este caso, de violencia. Erdosain había robado a la Compañía Azucarera, y eso era un delito. A través de ese delito buscaba, al igual que en este caso, el “hecho prodigioso”. Pero ahora es diferente: la violencia que solo se presentaba en sus sueños tiene posibilidades de materializarse en un hecho violento concreto y privado: el asesinato de Barsut.

Si ponemos el foco en aquello que moviliza a Erdosain reaparece la angustia. Es eso de lo que intenta escapar. El hecho prodigioso, tal vez, lo salve de una vida comandada por la angustia. En los apartados “Ingenuidad e idiotismo” y “La casa negra”, Remo retoma los orígenes de este sentimiento en su versión más insoportable, asociada a los comienzos de su matrimonio con Elsa: “Y apareció en él la angustia, pero tan poderosa que de pronto Erdosain se tomaba la cabeza enloquecido de un dolor físico. Parecíale que la masa encefálica se le había desprendido del cráneo y que chocaba con las paredes de éste al movimiento de la menor idea” (p.90). El padecimiento es físico; el cuerpo, que le resulta extraño lo agobia, a la vez, con dolores punzantes, generalmente de cabeza: “¿Qué he hecho yo por la felicidad de este desdichado cuerpo mío?”, se pregunta Erdosain, a la vez que, igualmente, se siente “tan ajeno a él como el vino del tonel que lo contiene” (p.91).

Los cuerpos de las mujeres con las que Remo fantasea cuando se abandona a la masturbación son, también, cuerpos fragmentados. “Erdosain sacaba de las alcobas de la casa negra una mujer fragmentaria y completa, una mujer compuesta por cien mujeres despedazadas por los cien deseos siempre iguales (...). Esta mujer arbitraria, amasada con la carnadura de todas las mujeres que no había podido poseer, tenía con él las complacencias que tienen las novias prudentes que ya han dejado las manos en las entrepiernas de sus novios sin dejar por ello de ser honestas” (p.93). La masturbación se presenta como el momento culmine de la humillación doméstica ante las agresivas negativas de Elsa frente a las propuestas sexuales de Remo. “¿No ves que me das asco?” (p.90), decía Elsa, y Erdosain se hundía en las tinieblas de su cama. La imaginación, entonces, se presenta como un arma contra la humillación. Allí, las mujeres deseadas, o, mejor dicho, la mujer compuesta por todos aquellos fragmentos deseados de diversas mujeres, se comporta con docilidad. Esa mujer no lo rechaza como Elsa, sino que “Iba hacia él” (p.93).