El protagonista, Augusto Remo Erdosain, desesperado ante la falta de dinero y perspectivas se une a una sociedad secreta que pretende trocar el orden social imperante a través de una cruel y terrible revolución social ideada por El Astrólogo. Tal revuelta sería financiada por una red de burdeles distribuidos por toda la Argentina bajo la administración del Rufián Melancólico.
Erdosain, metafísico hasta la médula, es también un inventor fracasado obsesionado por su “Rosa de Cobre”, proyecto que nos informa tímidamente a través de los capítulos de la obra pero que, víctima de una perdurable abulia, jamás puede concretar. Es, a todas luces, un invento estéril (casi poético), carente de cualquier utilidad que no sea una dudosa estética; no obstante Arlt parece utilizarla en Erdosain como último resabio de esperanza ante el vacío, la inutilidad de la vida y el desamparo que su protagonista siente de continuo. En términos generales, el sinsentido del mundo tal como está organizado, tiñe la percepción y conciencia que cada uno de sus personajes se hacen de él, llevándolos a extremos delirantes y temibles.
En Los Siete Locos abundan los monólogos interiores que conllevan a sus protagonistas a reflexiones disparatadas y lúcidas por igual, en donde se plantea la locura absoluta de la sociedad, la crueldad del capitalismo, la frialdad de la industria y sus máquinas tecnológicas, contrastando a estas últimas con la endeblez y fragilidad del hombre mortal que las crea. Incursiona así en tribulaciones metafísicas de orden universal que por lo tanto siguen vigentes. Muchos han señalado en esta obra y en su sucesora la influencia del ruso Fedor Dostoievski, al punto de apodar a Arlt "el Dostoievski porteño".