Los árboles mueren de pie

Los árboles mueren de pie Resumen y Análisis Acto II

Resumen

La acción comienza en la casa de los Balboa. Genoveva (la criada) y Felisa (la doncella) preparan la casa para recibir a los novios. Es difícil ponerse de acuerdo porque la abuela, que tiene nuevas energías, participa de todos los preparativos y en su entusiasmo no decide qué preparación es la mejor para recibir a su nieto. Sus decisiones están basadas en el recuerdo: pide abrir la ventana de par en par porque a su nieto le gustaba la naturaleza; ha pedido que no poden el jacarandá porque Mauricio solía usarlo para descolgarse de su habitación; le ha preparado la torta de nuez con miel de abejas que comía de niño. Genoveva trata de calmar su excitación, pero es inútil.

Entran Marta y el Director simulando ser Isabel y Mauricio. La abuela está feliz, da grandes abrazos a su nieto y ríe y llora a la vez. Comienza a examinarlo, marcando algunas cosas que el tiempo ha cambiado. Mauricio responde con tono jovial que han pasado veinte años. La señora Balboa parece convencida.

Isabel se presenta frente a la abuela, que comienza a tutearla, y Mauricio frente a las empleadas. A cada palabra, el simulador menciona datos que conoce a partir de las cartas ficticias que escribía el señor Balboa, ganándose la confianza y simpatía de todos. También Isabel ha aprendido su parte a la perfección y sabe de memoria la disposición de la casa. Sin embargo, no es una actriz profesional y tiene un desliz: emocionada por la situación, se echa a los brazos de la abuela, sollozando. Pronto se recompone. Hay algo que inquieta a la abuela: ¿cómo, con solo tres años de casados, la pareja se muestra tan poco cariñosa? Para dejarla tranquila, Mauricio habla de la timidez de Isabel y se besan, ahora apasionadamente.

Invitados a comer, Mauricio dice que prefiere no hacerlo, hasta que la abuela menciona la torta de nuez y miel de abeja. La abuela lleva a Isabel a ver la habitación donde se quedarán a dormir mientras Mauricio y Balboa conversan solos sobre la reacción positiva de la abuela, aunque temen que Isabel pueda hacer fracasar el plan. Cuando la abuela baja, les recuerda la noche en la que el abuelo echó a Mauricio de la casa. Le reprocha la posibilidad de que un muchacho solo en el mundo pudiera haber perdido el rumbo. Mauricio la contradice: esa acción fue la que lo enderezó y lo hizo hombre.

Genoveva entra con la torta y comienzan a comerla junto a un licor casero. Envalentonados por la abuela, Mauricio e Isabel cuentan sus experiencias en Canadá. Es este uno de los mayores momentos de tensión, ya que la abuela recuerda al detalle todo lo que se le contó en las cartas, y ha leído sobre la geografía y la arquitectura de Canadá. Quiere que Isabel toque en el piano la balada con la que se conocieron con Mauricio, pero Isabel simula cortarse con una copa de cristal. Logran sortear los obstáculos y convencer a la anciana de que ya es tarde y ha sido una noche de muchas emociones, por lo que debe irse a dormir.

Ya liberados, Mauricio e Isabel discuten la situación. Mauricio descubre que el corte con la copa no ha sido simulado; su compañera se ha cortado de verdad. Le reprocha que tiene demasiado corazón y que el verdadero arte se hace desde la mente. Compara el jacarandá real del jardín con el cuadro que un artista podría hacer de él, postulando que la pintura será siempre superior. Isabel le comenta que, si todos los árboles del mundo tuvieran que desaparecer menos uno, desearía que se salvara el jacarandá de esa casa.

Análisis

En el segundo acto pueden diferenciarse dos partes. Por un lado, la situación en la que la simulación se lleva a cabo. Por el otro, la reflexión final que hacen Mauricio e Isabel sobre lo que sucedió. En la primera parte, todo lo que en el acto anterior había sido cómico desaparece. Ahora, la acción transcurre entre el suspenso y la tensión. A cada momento, la verdad puede salir a flote y destruir el plan de Mauricio y Balboa, y por ende hundir a la abuela en la más profunda tristeza. La obsesión de la abuela con su nieto resultan ser obstáculos inesperados. Ella sabe mucho más que lo previsto por los actores. Sin embargo, la experiencia de Mauricio y la astucia de Isabel logran convencerla.

La segunda parte funciona para contraponer los personajes de Mauricio e Isabel. Ella tiene problemas para representar su papel. Entiende la fragilidad de la felicidad en la que vive la abuela porque se identifica con la tristeza. Se siente responsable por la posibilidad de que la farsa salga a la luz. Sus sentimientos reales comienzan a mezclarse con la ficción que interpreta. Admite que no sabe cuánto más soportará en su papel.

La tensión entre la verdad y la mentira aparece de manera clara cuando descubrimos, junto a Mauricio, que el corte que se realizó Isabel para no tocar el piano no fue simulado, sino real. La explicación que da Isabel es que “la mentira hay que inventarla; en cambio la verdad es tan fácil” (pág. 104).

Para Mauricio, por su parte, el arte es algo mental; el corazón no debe interponerse. Él es un actor experto, quien ejecuta su papel con frialdad. Todos sus movimientos están calculados. Es aquí cuando desarrolla su teoría de que el arte vale más que la vida. Un cuadro del jacarandá, el canto de un imitador de pájaros o la actuación que lleva adelante son superiores a sus contrapartes verdaderas. Al comparar el cuadro del jacarandá con el árbol real, Mauricio argumenta que el último “(…) hoy vale porque da flor y sombra, pero mañana, cuando se muera como mueren los árboles, en silencio y de pie, nadie volverá a acordarse de él. En cambio, si lo hubiera pintado un artista, viviría eternamente” (pág. 103).

La mención a un árbol se conecta con el título de la obra y funciona como una anticipación a lo que sucederá en el final. La abuela será la artista que imite al árbol, muerta por dentro por su dolor, pero de pie para simular que no descubrió la verdad. Como se verá más adelante, su actuación será definitiva para la relación de amor entre Mauricio e Isabel.

En este segundo diálogo a solas entre Mauricio e Isabel, también se anticipa el amor que está naciendo entre los falsos esposos. Mauricio nota que ella lo mira diferente y ella responde que es porque él está diferente frente a sus ojos. Como se desarrollará en el siguiente acto, se anticipa que, para Isabel, lo real y lo ficticio también se mezclan en cuanto a sus deseos de familia y amor.