Los árboles mueren de pie

Los árboles mueren de pie Resumen y Análisis Acto I (Segunda parte)

Resumen

Una vez que el pastor y el ilusionista salen de escena, Helena e Isabel empiezan a hablar. Utilizando el intercomunicador, la Secretaria le informa al Director la buena noticia: “los ojos tristes” que esperaban acaban de llegar. Este se alegra y responde que pronto se presentará a atenderla. Isabel no sabe quién la citó ni para qué. Se la ve nerviosa, a punto de entrar en llanto. Helena la invita a sentarse y la tranquiliza diciéndole que está entre amigos, incluso quizás entre compañeros.

En ese instante entran la mecanógrafa y el anciano señor Balboa. Él viene con recomendación del doctor Ariel, quien, se deduce, es el fundador de la organización. Tampoco él sabe por qué lo han citado. Se sienta al lado de Isabel mientras Amelia, la mecanógrafa, arma una ficha con su nombre.

A continuación, se suceden una serie de situaciones extrañas para los dos visitantes. El pastor vuelve a entrar, ya disfrazado de marinero y preguntando si debe llevar el acordeón; Helena se lleva un sombrero de copa dejado por el ilusionista, del que trata de escapar un conejo; llaman a la mecanógrafa por teléfono y ella menciona en voz alta a unos niños secuestrados y un fumadero de opio. Los dos visitantes comienzan a conversar, tratando de entender qué sucede. Balboa cree que han caído en una trampa. El pastor vuelve a entrar y parece confirmar su sospecha cuando les recomienda que se retiren a tiempo de la empresa, antes de que vean desperdiciados sus talentos, como le pasa a él.

Decididos, Isabel y Balboa comienzan a planificar el escape justo cuando entra otro actor: el mendigo. De su rota capa comienza a sacar numerosos objetos de valor mientras habla por teléfono, confirmando que cumplió con su misión. Luego se retira. Seguido entra el cazador con dos perros, dando un grito tirolés. Tanto el pastor y el mendigo como ahora el cazador hablan a los perplejos invitados como si estos conocieran la organización, lo que genera malentendidos. Ante esa situación, Isabel es presa del pánico: cree que se encuentran frente a una pandilla de locos sueltos. Comienza a gritar y a golpear la puerta de la dirección, cuando de repente sale Helena con el Director, Mauricio. Mientras que la secretaria se lleva a Balboa para aclararle la situación, quedan en escena Mauricio e Isabel.

Es en esta conversación que descubrimos cómo llegó ella a la organización. Su verdadero nombre es Marta. Luego de una vida de miseria y tras perder su trabajo, ella trató de suicidarse la noche anterior, pero fue salvada por Mauricio, quien le tiró un ramo de rosas por su ventana. Al otro día le dejó una invitación para que asista a las oficinas. Así es como llega, sin saber qué esperar. Mauricio pasa a explicarle en qué consiste la organización, fundada y financiada por el doctor Ariel, y dirigida por él. Se trata de una institución de beneficencia pública para el alma.

Mauricio cuenta diferentes misiones de la organización: la simulación de un fantasma en un barrio de comerciantes, las misiones del mendigo y del cazador, el fracaso que supuso el secuestro de niños para que sus padres empezaran a preocuparse más por ellos. Destaca una misión en la que convencieron a un juez para que no firmara una sentencia de muerte. El juez era insensible pero amante de los pájaros. Al momento de firmar, un imitador de pájaros cantó como un ruiseñor. Conmovido, el juez decidió perdonar al prisionero.

Después de la explicación, el Director le propone a Marta-Isabel formar parte de la organización. Ella acepta y recibe su primera misión: pasar caminando por detrás de una cárcel y sonreír a los presos todas las mañanas.

Luego de que Marta se retira, el Director llama al señor Balboa, ya enterado del carácter de la institución por Helena. Este le cuenta su problema. Balboa tiene un nieto llamado Mauricio, que fue criado por él y su esposa luego de quedar huérfano. El amor sobreprotector y la falta de disciplina hicieron que el niño se convirtiera en un joven vicioso. Una noche, intentó robarles. Luego de una discusión, termina echándolo de la casa. El joven escapa a Canadá, donde se convierte en un delincuente profesional, y nunca vuelven a saber de él. A pesar de la situación, la abuela seguía queriéndolo y preocupándose por él. Es así que Balboa pergeña un plan: escribe cartas a su esposa fingiendo ser su nieto, pidiéndole perdón y contándole que es un arquitecto prestigioso, casado con una hermosa joven llamada Isabel.

El gran problema se presenta cuando los Balboa reciben un cablegrama del verdadero Mauricio diciendo que irá a visitarlos, lo que pone a la abuela feliz de poder reencontrarse con él. Balboa leyó luego en el diario que el barco en el que viajaba su nieto naufraga sin sobrevivientes. Entonces, Balboa decide ocultarle a su mujer el suceso y, tras conocer la institución que preside el Director, le pide que se haga pasar por su nieto Mauricio ante la abuela. Entusiasmado por la idea, el Director asume su nueva identidad como Mauricio y decide llevarse a Marta como su esposa, Isabel. El telón se cierra con el sonido del canto del ruiseñor.

Análisis

Ya deduciendo en parte de qué se trata la organización en la que trabajan Helena y los actores, el espectador asiste a la incertidumbre y el desconcierto de los nuevos personajes. El tono cómico inaugurado por el pastor y el ilusionista se repite con ellos, especialmente con la entrada triunfal del cazador. La gran confianza que tiene de sí mismo y el entusiasmo jubiloso pueden verse en su hiperbólico pedido de cincuenta perros para su próxima misión.

Sin embargo, la acumulación de situaciones y personajes cómicos va en aumento en paralelo al terror que sienten Isabel y Balboa, quienes no entienden la situación. A eso debe sumarse el nerviosismo que ya presenta Isabel desde que entra en escena. El Director utiliza la sinécdoque "ojos tristes" para referirse a ella. Desde este primer momento se establece el motivo de la mujer sufriente, recurrente en Casona: un personaje femenino que escapa de una vida difícil y que tiene un carácter triste y solitario. Al comienzo de la obra, Isabel se siente desesperada e incapaz de hallar consuelo pero, al final, encontrará un propósito y comenzará una nueva vida. En este caso particular, la sinécdoque sintetiza el estado en el que se encuentra el personaje: la miseria y la desolación que casi la llevan al suicidio. A medida que transcurra la obra, su mirada cambiará, transformándose en la de una enamorada.

En esta parte aparecen quienes serán los personajes principales de la obra: Marta-Isabel y el Director-Mauricio. La aparición de este último funciona como un alivio de esta tensión entre lo cómico aportado por los actores y el terror de Isabel y Balboa: aquel pasa a explicar a Isabel (y a los espectadores), de manera detallada, de qué se trata el asunto. Pasar de una situación inicial de desconcierto a una posterior explicación es uno de los recursos característicos del teatro de Alejandro Casona.

Es aquí donde entendemos por qué en la obra se menciona a estos personajes de dos maneras: ellos tendrán una doble identidad, buscando emular al verdadero nieto del señor Balboa y a su ficticia esposa, Isabel. Queda así enunciado el conflicto principal: llevar a cabo una simulación exitosa para que la abuela pueda seguir en su mundo ficticio de felicidad. También se anticipa el conflicto secundario: la relación incipiente entre el Director y Marta, quienes deberán cumplir el papel de enamorados. Con respecto a esto último, las rosas salvadoras que Mauricio envía a Isabel son un símbolo de ese amor que crecerá entre ellos dos.

Asimismo, aparecen los temas centrales de la obra. Ya mencionamos la relación entre lo real y lo irreal, que acá llega a picos de contraste con la aparición del mendigo y el cazador. A eso se le suma una nueva relación: la importancia de que en el mundo real se inserten elementos de fantasía. Esto se ve cuando Mauricio confiesa que él era el supuesto fantasma que se había aparecido tiempo atrás, causando sensación en un vecindario. Para Mauricio, esa entrada de lo fantástico en la vida cotidiana resulta fundamental: “¿No cree que sembrar una inquietud o una ilusión sea una labor tan digna por lo menos como sembrar trigo?" (pág. 57), le pregunta a Isabel. Para Mauricio, la inquietud, la ilusión y la poesía son tan importantes como el trigo que sirve para hacer el pan. Esta comparación no es fortuita. Se trata de una alusión intertextual a la famosa máxima de La Biblia, donde se postula que “No sólo de pan vive el hombre" (Mateo, 4, 3-4). Hay una necesidad de una convivencia entre la fantasía y la realidad.

La relación entre la fantasía y lo real es extremada por Mauricio en su concepción del arte. El canto del ruiseñor, una imagen sensorial auditiva, hace aquí su introducción. Representa lo que para Mauricio es el arte: una construcción superior a la realidad que puede intervenir en ella. Al escucharse un canto de ruiseñor, Isabel se asombra por la capacidad del imitador de pájaros para calcar el sonido real. Mauricio, despectivamente, le responde que ese no es el imitador sino un ave real; el imitador es mucho mejor, un artista.

Por último, de la mano del señor Balboa aparece el tema de la mentira. Si bien las simulaciones e intervenciones que realiza la organización pueden pensarse como mentiras, para los involucrados se trata más bien de intervenciones artísticas. Pero es frente a Balboa que aparece la frase “mentira piadosa” en palabras de Mauricio. No es diferente lo que el abuelo hace de lo que el mismo Mauricio suele ejecutar, pero, por primera vez en la obra, se ve el lado oscuro de realizar estas acciones. La salud de la abuela, que se había recompuesto con la mentira, ahora está en mayor peligro porque la horrible verdad puede salir a la luz. Ya no se trata de una visión optimista, como la de Mauricio y sus “fantasías”. La solución que aparece para sostener la mentira es incrementarla, no confesar la verdad. El suspenso de la obra estará sostenido por esta tensión entre la mentira piadosa, recurso frágil y difícil de sostener, y la verdad que siempre pugna por salir a la luz.