Los árboles mueren de pie

Los árboles mueren de pie Resumen

La obra comienza con una presentación de la organización que comanda el Director-Mauricio a partir de un desfile de personajes que, de a poco y a través de sus misteriosas conversaciones, nos indican que trabajan realizando elaboradas simulaciones para asistir a personas con problemas y llevarles felicidad. Así, vemos pasar a las empleadas Helena (la secretaria), a la mecanógrafa y a los actores: el pastor protestante-marinero noruego, el ilusionista, el cazador y el mendigo-ladrón de ladrones.

Por último, aparecen los protagonistas de la obra. Marta (Isabel) es una joven que trató de suicidarse la noche anterior y fue salvada por el Director, quien le tiró un ramo de rosas con la invitación para que asista a sus oficinas. Luego de explicarle su trabajo, el Director la involucra como un nuevo miembro de la organización. El otro protagonista es el sr. Balboa. Hace veinte años, el anciano echó de su casa al nieto que criara como un hijo por ser un vicioso y un ladrón. Este se mudó a Canadá, donde comenzó una vida de delincuente profesional. Desde ese momento, Balboa ha estado mandando cartas a su esposa fingiendo ser el nieto y presentándose como un arquitecto exitoso y casado, en pos de evitarle el dolor de saber la horrenda verdad.

Un día, la pareja de ancianos recibe un cablegrama del verdadero nieto diciendo que irá a visitarlos. Sin embargo, los diarios anuncian que el barco donde viajaba se hunde en altamar, sin sobrevivientes. Entonces, Balboa decide ocultarle a su mujer el suceso y pedirle al Director que se haga pasar por su nieto Mauricio ante la abuela. Este decide asumir su nueva identidad como Mauricio y se lleva a Marta como su esposa, Isabel. De este modo, la obra se referirá a ellos por el nombre del papel que interpretan.

Durante varios días, en casa de los Balboa se va desarrollando la simulación. El momento de mayor tensión se vive el primer día aunque, a pesar de algunos tropiezos, logran convencer a la abuela de que ese hombre que está frente a sus ojos es su querido Mauricio, ya crecido. Sin embargo, la abuela ha seguido obsesivamente la vida de su nieto a través de las cartas y conoce su vida al mínimo detalle. Mauricio, experimentado actor, emplea toda su astucia y capacidad de improvisación para salir del paso. Pero Isabel, a diferencia de su compañero, no tiene ningún tipo de preparación actoral. Su desafío más grande es fingir que está muy enamorada de su esposo y desarrollar confianza con él, sobre todo frente a la abuela y la criada. De a poco y a partir de la simulación, el Director-Mauricio y Marta-Isabel descubren que el amor verdadero ha surgido entre ellos.

Un día antes de que los falsos nietos se vayan, el verdadero Mauricio, mencionado como “el Otro” en la obra, aparece en la casa. El barco en el que anunció su llegada era una fachada para despistar a la policía. Enseguida, el Otro se da cuenta de lo que está pasando y chantajea a su falso yo con revelar toda la verdad. El Director e Isabel tratan de persuadirlo, pero nada quiebra su voluntad: necesita dinero para pagar una deuda que le puede costar la vida. La abuela aparece en escena y, a solas con él, le revela lo inesperado: cuando apareció lo reconoció al instante como su verdadero nieto y se dio cuenta de todo el engaño. Con todo el dolor de su corazón, le reprocha el cinismo de estar dispuesto a hacerla desdichada a cambio de dinero. Aunque el nieto suplica y apela a su amor de abuela con desesperación, ella lo despide sin darle nada.

La abuela se convierte, ahora, en la simuladora. Finge que no descubrió la verdad; dice que el Otro se despidió sin decirle nada y pretende creer que los dos impostores son su verdadera familia, reprimiendo el daño que acaba de sufrir y haciendo creer a los simuladores que su plan resultó. Como el jacarandá de su casa, la abuela se siente muerta por dentro de tanto dolor, pero sigue estando de pie.