Los árboles mueren de pie

Los árboles mueren de pie Imágenes

El canto del ruiseñor

En la obra aparecen dos cantos. El primero es aludido en la conversación entre Marta-Isabel y el Director-Mauricio. Este último relata cómo previnieron que un juez firme una sentencia de muerte. El juez era insensible, pero amante de los pájaros. Al momento de firmar, un imitador de pájaros cantó como un ruiseñor. Conmovido, el juez decidió perdonar al prisionero. Este primer canto es una construcción artística que interviene en la realidad.

El segundo canto aparece como un sonido que se escucha en escena. Isabel se asombra por la capacidad del imitador de pájaros para calcar el sonido real. Mauricio, despectivamente, le responde que ese no es el imitador sino un ave real; el imitador es mucho mejor. De esta manera, vemos cómo, para el Director, el arte no solo sirve para intervenir en la realidad, sino que la supera en belleza y calidad.

La torta de nuez y miel de abejas

La torta casera que le preparaba la abuela a su nieto cuando este volvía de la escuela funciona como una imagen sensorial gustativa y olfativa, ya que se describe su sabor y, en menor medida, su aroma. Se trata de una torta de nueces que se sirve caliente "con una dedada de miel bien fina por encima" (pág. 87). Genoveva las trae "un poco tostadas, pero oliendo a bueno" (pág. 93). A diferencia de lo que sucede con el licor casero con el que las acompañan, estas tortas no se describen de forma precisa y objetiva, sino subjetiva, según las apreciaciones personales de quienes las comen. Según Isabel, son "sabrosas de verdad"; Mauricio replica: "Sabrosas es poco. Habría que inventar una palabra y tendrían que hacerla esas mismas manos". Isabel corona con un símil: "es como una comunión de campo" (pág. 92). Más allá de que el sabor exacto no es precisado, al espectador le queda claro el carácter delicioso de esta comida.

Más adelante, ya sin la abuela presente, Isabel expresa que a ella le gustaron de verdad, más allá de la actuación que llevan a cabo. Mauricio, que se ha mostrado tan efusivo al describir su sabor, confiesa que nada odia más que la miel y las nueces, y que lo de Isabel es simplemente "una opinión". De esta manera, se refuerza la construcción subjetiva de esta imagen gustativa.

El licor casero

El licor casero de la abuela funciona como una imagen gustativa y olfativa. A diferencia de las tortas de nueces y miel de abeja, las descripciones sobre el sabor y aroma de esta bebida son objetivas. Se explicita que está hecho con mosto de pasas y "cáscara de naranja amarga, bien macerada... una corteza de canela en rama para perfumar... dos gotas de esencia de romero..." (pág. 143). Es "dulce" y "enredador como un diablo pequeño" (Acto 2, pág. 92). A partir de estas descripciones expresadas por los personajes, los espectadores pueden darse una idea precisa de su sabor y aroma.

La canción que Mauricio toca en el piano

En el Acto 2, la abuela le pide a Isabel que toque en el piano la balada irlandesa que tocaba cuando conoció a Mauricio, "My heart is waiting for you". Por supuesto, esa situación fue inventada en las cartas que enviaba Balboa; Isabel no sabe tocar el piano. Cortándose un dedo, la joven sale del aprieto y le deja el piano a Mauricio, quien procede a tocar una canción inventada por él mismo. En su guion teatral, Alejandro Casona no da una partitura que indique específicamente cómo es la música de la canción, pero sí describe los movimientos de Mauricio y da algunas indicaciones técnicas. Quienes lean la obra saben que el Director "Se sienta al piano y juega ágilmente con los dedos como improvisando", en cierto momento específico pasa a tocar "acordes graves" y luego realiza "arpegios saltarines en los agudos" (pág. 98). También se dan algunas indicaciones sobre cómo cantan los personajes: "Repiten la canción, llevando Mauricio la voz cantante y contestando ellos el canto del cuco y coreando los versos pares" (pág. 99). Todas estas indicaciones están intercaladas con la letra cómica de la canción, lo que da una idea del tono alegre de la canción. Esto hace que el lector de la obra pueda darse una idea de lo que suena, mientras que los espectadores escucharán la canción siendo interpretada por los actores a partir de las indicaciones escénicas del autor.