La vuelta de Martín Fierro

La vuelta de Martín Fierro Resumen y Análisis Cantos 1-5

Resumen

En el canto 1, el gaucho Martín Fierro inicia su canto pidiendo atención a los oyentes y anunciando que a su historia “le faltaba lo mejor” (v. 6). Pide aliento y se da ánimos para contar lo mucho que ha sufrido y le agradece a Dios y a la Virgen por no haber perdido el amor al canto y su “voz como cantor” (v. 42). También le da valor a su habilidad, diferenciándose del cantor pueblero o del hombre instruido.

Su modo de cantar es el de que canta opinando, y de quien dice la verdad, aunque se considere un pecado o no guste. Fierro asegura que los que lo escuchan pueden aprender mucho de él, y aunque había roto la guitarra para no tentarse, ha vuelto para contar todo lo que ha vivido y ver “si [puede] vivir / y [lo dejan] trabajar” (vv. 137-138). Vuelve a pedir que le presten atención y que le dejen tomar un trago para seguir cantando.

En el canto 2, Fierro anuncia que todo lo que ha de contar son los “sentidos lamentos” (v. 162) de lo que vivió después de abandonar su tierra, cruzando el desierto con su amigo Cruz para vivir entre los indios. Estando allí lloró muchas veces por la pérdida de su mujer y de sus hijos. Al primer toldo que llegaron, se armó un alboroto cuando los vieron llegar, les quitaron los caballos y casi los matan. Se acercó un lenguaraz para decirles que un cacique les perdonaba la vida y que los tomaban como cautivos para intercambiarlos con algunos de los suyos que estaban en poder de los cristianos. Mientras eran sus prisioneros, Fierro y Cruz observaban la forma en que los indios parlamentaban, formando un torbellino de baile y alaridos.

Martín Fierro inicia el canto 3 reflexionando sobre lo que se aprende de tanto sufrir y describiendo el carácter desconfiado de los indios. Estos los habían puesto a él y a Cruz separados y con vigilancia. Así estuvieron dos años sin poder siquiera hablar, hasta que el cacique les permitió vivir juntos. Entonces se guarecieron en un toldo a orillas del agua, alimentándose de cualquier animal que conseguían cazar.

En el canto 4, Fierro describe cómo son los malones de los indios. Se montan en los mejores caballos sin ropa, con lanza y varios pares de bolas en una faja, y con un humo que se eleva en el cielo llaman a los demás. Así en gran número realizan su “guerra cruel” (v. 541) y sin compasión buscan matar al cristiano. El indio se desplaza por el desierto “como un animal feroz” (v. 578), deja el trabajo a las mujeres y se dedica a robar, viviendo en un estado de miseria y pobreza.

Continúa en el canto 5 describiendo lo que los indios obtienen como botín de sus invasiones a tierras de cristianos. Reparten lo que saquearon equitativamente entre los suyos, y luego matan a todos los animales que se robaron, a los que las chinas empiezan a descuerar, mientras el indio vuelve a sus haraganerías. Fierro cuenta que estas cosas y peores vio en esos años, aunque ahora las tribus están deshechas y los mejores caciques muertos o cautivos. Los indios, dice, son “salvajes por completo” (v. 679) y tratan muy mal a sus mujeres. Estas, en cambio, son diligentes, piadosas y valientes, y soportan que los indios, que son crueles y no saben amar, las manden como tiranos. Fierro cuenta cómo los indios suelen hacer un cerco con las lanzas en el que hacen entrar a la china, que larga quejidos sin que la ronda se rompa. Allí mueren mientras los indios no paran de cantar.

Análisis

La vuelta de Martín Fierro inicia con una nueva presentación del protagonista y narrador de la historia: el gaucho Martín Fierro. Al igual que en el canto 1 de la Ida, aquí Fierro se presenta como gaucho cantor, afirmando que él ha venido a esta vida para cantar, habiendo recibido “Con el agua del bautismo / La facultá para el canto” (vv. 23-24). También dice que él “[canta] opinando” (v. 65), lo que indica que no solo contará su historia de vida, sino que también dará sus impresiones personales acerca de lo vivido. Tanto sus versos como otras circunstancias del poema nos indican que Fierro se pone a cantar frente a un auditorio en una pulpería, donde se dará más adelante un encuentro con personas de su pasado.

En seguida introduce el tema principal del poema: el gaucho de regreso, quien reanuda el canto para dar cuenta de lo que le sucedió después de haber dado fin a su historia en el último canto de la Ida. En ese entonces, había roto el instrumento “para no volver[se] a tentar” (v. 122), pero ahora vuelve a tomar la guitarra porque tiene mucho para decir sobre lo que ha vivido en el desierto con los indios. De esta manera, la guitarra se vuelve a revestir de significado, como símbolo de esa civilización que el Fierro de la Ida rechazó y a la que el Fierro de la Vuelta quiere reintegrarse.

Este gaucho reconciliado con la sociedad no es el mismo gaucho matrero en el que se convirtió Fierro al sufrir tantas injusticias y maltratos en la Ida. El gaucho de regreso tiene algo para ofrecer a los demás: lo que ha aprendido de su experiencia en el sufrir. Por eso afirma que

Tiene mucho que aprender
El que me sepa escuchar-
Tiene mucho que rumiar
El que me quiera entender (vv. 93-96).

La insistencia en las enseñanzas del gaucho se manifiesta en varios versos que no avanzan sobre los acontecimientos de la historia, sino que son reflexiones que generalizan sobre lo que Fierro ha padecido.

En los siguientes cantos, Fierro se va a concentrar en describir cómo es la vida más allá de la frontera que separa el mundo civilizado del mundo bárbaro. Este mundo bárbaro es el de los “indios”, como se denomina en el siglo XIX a los pueblos indígenas con los que el Estado argentino disputaba los límites territoriales de la nación. Recordemos que cuando Fierro, en la Ida, decide abandonar la sociedad para convivir en el desierto con los indios, construye una imagen idealizada de ese espacio. Fierro decía entonces que allí no lo podría alcanzar la autoridad del gobierno que lo había arrojado a padecer en la frontera y que le quitó su hogar y su familia. También imagina que allí podrá vivir en paz, junto con Cruz, viviendo sin trabajar de lo que la naturaleza y los malones le puedan ofrecer. El relato de la Vuelta de Fierro rompe con este idilio para mostrarnos el verdadero infierno de vivir con los indios.

En el canto 2, Fierro cuenta las costumbres de los indios con imágenes que insisten en su carácter bárbaro e infernal. Así, describe los parlamentos y rituales que tenían los indios como “un incendio / Más feo que la mesma guerra” (vv. 283-284) y como un “baile de fieras” de “voces aterradoras” que formaban un “torbellino” (vv. 289-294). También caracteriza al indio como un ser cruel, vengativo y que disfruta de hacer daño:

Allá no hay misericordia
Ni esperanza que tener-
El indio es de parecer
Que siempre matar se debe-
Pues la sangre que no bebe
Le gusta verla correr (vv. 229-234).

El canto 3, por su parte, posee metáforas que convierten lo que Fierro ha sufrido en enseñanzas. Muchas veces esas metáforas muestran el tipo de conexión particular que tiene el gaucho con la naturaleza, que le sirve de punto de referencia para entender sus propios males. Por ejemplo, cuando Fierro sostiene que “La tierra es madre de todos / Pero también da ponzoña” (vv. 347-348) o cuando afirma que “Porque el cardo ha de pinchar / Es que nace con espina” (vv. 359-360), de esta forma él se explica, a través de la naturaleza, que es parte de la vida el tener que sufrir, y que el hombre no puede evitar “lo que la suerte le destina” (v. 357).

Para finalizar, caben destacar las metáforas y los símiles que se emplean en el canto 4 para dar cuenta del terror de los malones de los indios, que arrasan con todo a su paso. Al dar esta descripción, Fierro dice que el indio “Tiene la vista del águila” y “Del león la temeridá”, y que aprende de cualquier fiera el “istinto de crueldá” (vv. 559-564). En contraste con esta imagen, en el canto 5 está la de las mujeres que sirven a los indios en la frontera. Fierro caracteriza a la mujer india como “piadosa y diligente / Y sufrida en los trabajos”, a la que “los indios inorantes / La tratan al estropajo” (vv. 109-714).